Día 325

Cómo orar con poder

Sabiduría Salmos 130:1-8
Nuevo Testamento Santiago 5:1-20
Antiguo Testamento Ezequiel 40:1-49

Introducción

Recibí una llamada de un hombre de nuestra iglesia que quería que fuera a orar por su esposa, quien repentinamente había sido ingresada en el hospital para una operación.

Casualmente, yo tenía una cita médica para una infiltración en mi hombro cerca de allí. Había sufrido de periartritis del hombro (hombro congelado) durante casi dos años. Sin embargo, en los dos días previos a la cita, había sentido una mejoría repentina. Cuando le expliqué eso mismo al especialista, se quedó mirándome y me dijo: «¡Es un milagro!». A lo cual pregunté: «¿Los hombros congelados no mejoran de repente?» Una y otra vez repitió: «No, es un milagro». ¡Allí estaba un médico secular tratando de persuadir a un pastor más bien incrédulo de que lo que había sucedido solo podía explicarse por el poder sobrenatural de Dios!

Ya saliendo para para orar en el hospital, le di las gracias por alimentar mi fe. Mientras caminaba por los pasillos, pasé delante del conserje del hospital que estaba cantando (¡muy alto!): «Pon las manos sobre los enfermos y ellos sanarán». Le dije: «Eso es exactamente lo que voy a hacer». Me miró profundamente sorprendido y asombrado. ¡Obviamente él no pensaba que yo fuera el tipo de persona que podría creer eso!

Subí las escaleras para orar por la mujer y le expliqué por qué mi fe estaba fortalecida. Entonces, ella me contó que había estado leyendo Santiago 5 (nuestro pasaje para hoy), que dice: «¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él \[…\]. La oración de fe sanará al enfermo» (Santiago 5:14-15). A esas alturas, el Señor había dado suficientes señales para orar con fe (¡incluso para mí!). El Espíritu Santo vino sobre ella con gran poder, no la sanó inmediatamente (aunque ahora está mejor), pero aquello me dio una mayor comprensión de la «oración de fe».

Watchman Nee escribió: «Nuestras oraciones constituyen la vía por la cual el poder de Dios puede venir. Su poder es irresistible como una poderosa locomotora, pero no puede llegar hasta nosotros sin rieles».

Entonces, ¿cómo podemos orar con poder?

Sabiduría

Salmos 130:1-8

Salmo 130

Cántico de los peregrinos.

1 A ti, Señor, elevo mi clamor
 desde las profundidades del abismo.
2 Escucha, Señor, mi voz.
 Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante.

3 Si tú, Señor, tomaras en cuenta los pecados,
 ¿quién, Señor, sería declarado inocente?
4 Pero en ti se halla perdón,
 y por eso debes ser temido.

5 Espero al Señor, lo espero con toda el alma;
 en su palabra he puesto mi esperanza.
6 Espero al Señor con toda el alma,
 más que los centinelas la mañana.
 Como esperan los centinelas la mañana,

7 así tú, Israel, espera al Señor.
 Porque en él hay amor inagotable;
 en él hay plena redención.
8 Él mismo redimirá a Israel
 de todos sus pecados.

Comentario

1. Ora honestamente

¿Alguna vez te has sentido como si estuvieras en las profundidades de la desesperación? ¿Has sentido que tu vida está en «las profundidades del abismo» (v.1)? El salmista dice: «A ti, Señor, elevo mi clamor desde las profundidades del abismo. Escucha, Señor, mi voz. Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante» (vv.1-2).

Tus oraciones y la misericordia de Dios son como los dos baldes de un pozo. Cuando el uno sube, el otro baja.

Hay una desesperación sincera en esta oración. No trates de encubrir las dificultades de tu situación; más bien, reconoce que dependes de Dios al buscar ayuda.

«Confía en la misericordia y perdón de Dios:

Señor, si llevaras un registro de nuestros pecados,

¿quién, oh Señor, podría sobrevivir?

Pero tú ofreces perdón» (v.3-4a, NTV).

Si Dios no guarda un registro de tus malas acciones, tú no debes guardar «registro» de las ofensas que otras personas te han hecho. El amor «no se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas» (1 Corintios 13:5, NTV).

No necesitas tener tu vida resuelta antes de acercarte a Dios. Él quiere oír el clamor de tu corazón.

Por desesperada que sea tu situación, puedes confiar en que Dios vendrá a ayudarte (Salmo 130:6). Trae tu petición ante Dios, espera pacientemente (v.5) y confía en Su amor inagotable (v.7).

Oración

Señor, desde las profundidades clamo a Ti pidiéndote misericordia y ayuda. Gracias porque contigo hallo el perdón y un amor inagotable.
Nuevo Testamento

Santiago 5:1-20

Advertencia a los ricos opresores

5Ahora escuchen, ustedes los ricos: ¡lloren a gritos por las calamidades que se les vienen encima! 2 Se ha podrido su riqueza, y sus ropas están comidas por la polilla. 3 Se han oxidado su oro y su plata. Ese óxido dará testimonio contra ustedes y consumirá como fuego sus cuerpos. Han amontonado riquezas, ¡y eso que estamos en los últimos tiempos! 4 Oigan cómo clama contra ustedes el salario no pagado a los obreros que les trabajaron sus campos. El clamor de esos trabajadores ha llegado a oídos del Señor Todopoderoso. 5 Ustedes han llevado en este mundo una vida de lujo y de placer desenfrenado. Lo que han hecho es engordar para el día de la matanza. 6 Han condenado y matado al justo sin que él les ofreciera resistencia.

Paciencia en los sufrimientos

7 Por tanto, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Miren cómo espera el agricultor a que la tierra dé su precioso fruto y con qué paciencia aguarda las temporadas de lluvia. 8 Así también ustedes, manténganse firmes y aguarden con paciencia la venida del Señor, que ya se acerca. 9 No se quejen unos de otros, hermanos, para que no sean juzgados. ¡El juez ya está a la puerta!

10 Hermanos, tomen como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas que hablaron en el nombre del Señor. 11 En verdad, consideramos dichosos a los que perseveraron. Ustedes han oído hablar de la perseverancia de Job, y han visto lo que al final le dio el Señor. Es que el Señor es muy compasivo y misericordioso.

12 Sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra ni por ninguna otra cosa. Que su «sí» sea «sí», y su «no», «no», para que no sean condenados.

La oración de fe

13 ¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas. 14 ¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. 15 La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará. 16 Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.

17 Elías era un hombre con debilidades como las nuestras. Con fervor oró que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio. 18 Volvió a orar, y el cielo dio su lluvia y la tierra produjo sus frutos.

19 Hermanos míos, si alguno de ustedes se extravía de la verdad, y otro lo hace volver a ella, 20 recuerden que quien hace volver a un pecador de su extravío, lo salvará de la muerte y cubrirá muchísimos pecados.

Comentario

2. Ora en todas las circunstancias

Uno de los obstáculos para el poder de Dios en nuestra vida puede ser confiar en las cosas más que en Dios. De alguna manera, la fe y la riqueza son como el agua y el aceite. Son difíciles de mezclar y no suelen ir juntos.

En sí, no hay nada de malo en tener dinero, pero hay grandes peligros espirituales inherentes a la riqueza: la arrogancia, la avaricia, la indulgencia y el desprecio por las necesidades de los demás (vv.1-6).

El mayor peligro para los ricos (entre los cuales probablemente estamos incluidos la mayoría de nosotros del occidente contemporáneo), es que confiamos en la riqueza más que en Dios (1 Timoteo 6:17). ¿Por qué parece que hay más milagros de sanación en algunas de las partes más pobres del mundo? Quizás la riqueza es una barrera potencial a la fe que nos lleva a poner nuestra fe en el lugar equivocado. Estás llamado a poner tu esperanza en Aquel que provee todas tus necesidades y a orar en toda circunstancia.

Los lectores de esta Epístola claramente atraviesan tiempos difíciles. Santiago les anima: «Manténganse firmes y aguarden con paciencia» (Santiago 5:8). Les señala a Job como un ejemplo de alguien que fue paciente ante el sufrimiento, y perseveró (v.11a) y les recuerda que «el Señor es muy compasivo y misericordioso» (v.11b).

Ora en toda circunstancia:

  1. Si estás sufriendo

«¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore» (v.13a).

Se ha dicho que «a la mayoría de nosotros nos cuesta mucho trabajo orar cuando tenemos un problema pequeño; pero no nos cuesta nada orar cuando tenemos un montón de problemas».

  1. Si te sientes bien

«¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas» (v.13b).

San Agustín dijo: «Pensar en Ti estremece tan profundamente \[a las personas\] que no pueden estar contentas a menos que te alaben».

  1. Si estás enfermo

«¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia…» (v.14).

Por supuesto, Dios suele sanar con la cooperación de la profesión médica. Pero espera también que Dios sane milagrosamente hoy.

  1. Si has pecado

No hay un vínculo automático entre el pecado y la enfermedad; sin embargo, no podemos descartar la posibilidad. Santiago señala aquí: «… si ha pecado, su pecado se le perdonará. Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados» (vv.15b-16).

Confesar nuestros pecados unos a otros, y orar unos por otros ayuda en el proceso de sanación y restauración. Cuando ciertas cosas en nuestras vidas se mantienen ocultas en la oscuridad pueden tener un poder destructivo. Cuando las sacamos a la luz, somos liberados. Esto no significa necesariamente que tengamos que contárselo al mundo entero. Pero, necesitas encontrar al menos una persona en la que puedas confiar y con quien puedas ser totalmente honesto y vulnerable, y puedas desahogarte.

La oración es poderosa y eficaz. Santiago insiste fuertemente en esto al citar el ejemplo de Elías. Es bien sabido que Elías controló el clima por medio de sus oraciones, empezando y terminando una sequía. Sin embargo Santiago declara: «… era un hombre con debilidades como las nuestras» (v.17). En otras palabras, lo que Elías pudo hacer, ¡tú lo puedes hacer!

Oración

Señor, gracias por escuchar *mis* oraciones hoy. Oro…
Antiguo Testamento

Ezequiel 40:1-49

Visión del templo futuro

40Transcurría el año veinticinco del exilio cuando el Señor puso su mano sobre mí, y me llevó a Jerusalén. Esto sucedió al comenzar el año, el día diez del mes primero, es decir, catorce años después de la toma de Jerusalén. 2 En una visión divina, Dios me trasladó a la tierra de Israel y me colocó sobre un monte muy alto. Desde allí, mirando al sur, había unos edificios que parecían una ciudad. 3 Dios me llevó allí, y vi un hombre que parecía hecho de bronce. Estaba de pie junto a la puerta, y en su mano tenía una cuerda de lino y una vara de medir. 4 Aquel hombre me dijo: «Hijo de hombre, abre los ojos y presta atención a todo lo que estoy por mostrarte, pues para eso se te ha traído aquí. Anda luego y comunícale a Israel todo lo que veas.»

La puerta oriental

5 Entonces vi un muro que rodeaba el templo por fuera. El hombre tenía en la mano una vara de tres metros, que le servía para medir, y midió el muro, el cual tenía tres metros de ancho por tres metros de alto.

6 Luego se dirigió a la puerta que mira hacia el oriente. Subió sus gradas y midió el umbral de la puerta, el cual medía tres metros de ancho. 7 Cada celda lateral medía tres metros de largo por tres metros de ancho. Entre las celdas había un espacio de dos metros y medio. El umbral junto al vestíbulo de la puerta que daba al templo medía tres metros. 8 Luego midió el vestíbulo de la puerta, hacia el interior, y medía tres metros. 9 Midió el vestíbulo de la puerta que daba al templo, y éste medía cuatro metros; sus pilares eran de un metro de ancho. 10 A cada lado de la puerta que daba al oriente había tres celdas del mismo tamaño. A su vez, los pilares que estaban a los lados tenían la misma medida.

11 Aquel hombre midió también la entrada de la puerta, y tenía cinco metros de ancho por seis metros y medio de largo. 12 Delante de cada celda había un pequeño muro que medía medio metro de ancho por lado. Cada celda medía tres metros de ancho por tres metros de largo. 13 Luego midió la puerta, desde el techo de una celda hasta el techo de la celda de enfrente, y entre una y otra abertura había una distancia de doce metros y medio. 14 Luego midió el vestíbulo, que era de diez metros. El vestíbulo daba al atrio, que lo rodeaba por completo. 15 Desde el frente de la puerta de entrada hasta la parte interior del vestíbulo, el corredor tenía una extensión de veinticinco metros. 16 En torno de las celdas y de los pilares había ventanas con rejas que daban al interior. También en torno al vestíbulo había ventanas que daban a su interior. Sobre los pilares había grabados de palmeras.

El atrio exterior

17 Luego el hombre me llevó al atrio exterior. Allí vi unas habitaciones y un enlosado construido alrededor del atrio; las habitaciones que daban al enlosado eran treinta. 18 Este enlosado, que estaba en el piso inferior, bordeaba las puertas y correspondía a la longitud de las mismas. 19 Luego midió la distancia desde el frente de la puerta de abajo hasta el frente del atrio interior, y al este y al norte la distancia era de cincuenta metros.

La puerta norte

20 El hombre midió el largo y el ancho de la puerta que daba hacia el norte, es decir, hacia el atrio exterior. 21 Sus celdas, que también eran tres de cada lado, más sus pilares y su vestíbulo, tenían las mismas medidas que la primera puerta: veinticinco metros de largo por doce metros y medio de ancho. 22 Sus ventanas, su vestíbulo y sus palmeras tenían las mismas medidas que las de la puerta oriental. A esta puerta se subía por medio de siete gradas, y su vestíbulo estaba frente a ellas. 23 En el atrio interior había una puerta que daba a la puerta del norte, igual que en la puerta del este. El hombre midió la distancia entre las dos puertas, y era de cincuenta metros.

La puerta sur

24 Luego me condujo hacia el sur, y allí había una puerta que daba al sur. Midió las celdas, los pilares y el vestíbulo, y todos éstos tenían las mismas medidas que los anteriores. 25 La puerta y el vestíbulo también tenían ventanas a su alrededor, al igual que los otros, y medían veinticinco metros de largo por doce metros y medio de ancho. 26 También se subía a la puerta por medio de siete gradas, y frente a ella estaba su vestíbulo. Los pilares a ambos lados tenían grabados de palmeras. 27 El atrio interior tenía una puerta que daba al sur. El hombre midió la distancia entre una puerta y otra en dirección sur, y era de cincuenta metros.

Las puertas del atrio interior: la puerta sur

28 Luego me llevó por la puerta del sur hacia el atrio interior. Midió la puerta del sur, la cual tenía las mismas medidas que las anteriores. 29 Sus celdas, sus pilares y su vestíbulo también tenían las mismas medidas que los anteriores. La puerta y el vestíbulo tenían ventanas a su alrededor, y medían veinticinco metros de largo por doce metros y medio de ancho. 30 En su derredor había unos vestíbulos de doce metros y medio de largo por dos metros y medio de ancho. 31 Su vestíbulo daba hacia el atrio exterior; sus pilares también tenían grabados de palmeras. A esta puerta se llegaba subiendo ocho gradas.

El atrio interior: la puerta oriental

32 También me llevó al atrio interior que daba al oriente, y midió la entrada, y medía igual que las anteriores. 33 Sus celdas, sus pilares y su vestíbulo también tenían las mismas medidas que los anteriores. La puerta y el vestíbulo tenían ventanas a su alrededor, y medían veinticinco metros de largo por doce metros y medio de ancho. 34 Su vestíbulo daba al atrio exterior. Los pilares tenían a cada lado grabados de palmeras, y a esta puerta se llegaba subiendo ocho gradas.

El atrio interior: la puerta norte

35 Luego el mismo hombre me llevó a la puerta del norte y la midió: ésta tenía las mismas medidas que las otras. 36 También tenía celdas, pilares, vestíbulo y ventanas a su alrededor, y medían veinticinco metros de largo por doce metros y medio de ancho. 37 Su vestíbulo miraba hacia el atrio exterior. Los pilares tenían grabados de palmera a cada lado. A esta puerta se llegaba subiendo ocho gradas.

Los anexos de las puertas

38 Había una sala que se comunicaba con el vestíbulo de cada puerta. Allí se lavaba el holocausto. 39 En el vestíbulo de la puerta había cuatro mesas, dos de cada lado, donde se mataba a los animales para el holocausto, para la ofrenda por el pecado y para la ofrenda por la culpa. 40 Fuera del vestíbulo, por donde se subía hacia la entrada de la puerta norte, había otras dos mesas; y al otro lado del vestíbulo de la puerta había otras dos mesas. 41 De manera que había cuatro mesas de un lado de la puerta y cuatro del otro, es decir, ocho mesas en total, donde se mataba a los animales. 42 Para el holocausto había cuatro mesas talladas en piedra, que medían setenta y cinco centímetros de largo por setenta y cinco centímetros de ancho, y cincuenta centímetros de alto. Sobre ellas se colocaban los instrumentos con que se mataba a los animales para el holocausto y otros sacrificios. 43 Colocados en el interior, sobre las paredes en derredor, estaban los ganchos dobles, que medían unos veinticinco centímetros de largo. Sobre las mesas se ponía la carne de las ofrendas.

Las habitaciones para los sacerdotes

44 En el atrio interior, fuera de las puertas interiores, había dos salas. Una de ellas estaba junto a la puerta del norte que daba al sur, y la otra estaba junto a la puerta del sur que daba al norte. 45 Aquel hombre me dijo: «La sala que da al sur es para los sacerdotes que están encargados del servicio en el templo, 46 mientras que la sala que da al norte es para los sacerdotes encargados del servicio en el altar. Éstos son los hijos de Sadoc, y son los únicos levitas que pueden acercarse al Señor para servirle.»

47 El hombre midió el atrio, que era un cuadrado de cincuenta metros de largo por cincuenta metros de ancho. El altar estaba frente al templo. 48 Entonces me llevó al vestíbulo del templo y midió sus pilares, y cada uno medía dos metros y medio de grueso. El ancho de la puerta era de siete metros, mientras que las paredes laterales de la puerta medían un metro y medio de ancho. 49 El vestíbulo medía seis metros de largo por diez metros de ancho, y se llegaba a él por una escalera de diez gradas. Junto a cada pilar había una columna.

Comentario

3. Ora con los ojos abiertos y los oídos atentos

La oración no es solamente un monólogo, es un diálogo; Dios te habla cuando oras.

Ezequiel dice: «El Señor puso su mano sobre mí» (v.1). Fue llamado a ser profeta y predicador. En mayor o menor medida, esta es la tarea de todo creyente en Jesús. Vemos de qué se trata (v.4):

  1. Observa: «mira con tus ojos»

Mira todo lo que sucede a tu alrededor con los ojos del Espíritu. Como afirmó D.L. Moody: «El cristiano de rodillas ve más que el filósofo de puntillas».

  1. Oye: «escucha con tus oídos»

Escucha lo que dice el Señor acerca de todo. En tu comunicación bidireccional con Dios, lo que Él te dice es más importante que lo que tú le dices.

  1. Atiende: «presta atención»

«La atención es la forma más rara y más pura de generosidad», escribió Simone Weil. Esto se aplica a todas las relaciones, incluyendo tu relación con Dios.

  1. Cuéntalo: «di… todo»

No basta con ver y oír, debemos obedecer. Debes estar dispuesto a decir lo que Dios te dice que digas.

Ezequiel recibe una visión de un nuevo templo. Es un templo visionario destinado a ser simbólico. Aquí, es como la ciudad descrita en Apocalipsis 21:16. Tiene un algo de simetría y perfección.

En el corazón del templo hay una sala donde los sacerdotes pueden «acercarse al Señor para servirle» (Ezequiel 40:46). «Acercarse al Señor» estaba restringido a un número reducido de una tribu pequeña en el Antiguo Testamento.

Ahora, por la sangre de Cristo, puedes acercarte al Señor para servir delante de Él (Efesios 2:13). Esto es un gran y maravilloso privilegio. Mantén tus ojos abiertos y tus oídos atentos para escuchar lo que Dios te está diciendo. Ten el valor de hablar y la fe para pronunciar la oración en fe. La oración es poderosa.

Oración

Señor, gracias por el extraordinario poder de la oración. Te pido que me hables hoy cuando me acerque a Ti.

Añadidos de Pippa

Pippa añade

Santiago 5:17

«Elías era un hombre con debilidades como las nuestras».

No me siento muy parecida a Elías. Oró y no llovió durante tres años y medio. Oré para que no lloviera durante la boda de nuestra hija y así fue, no llovió, ¡sino que nevó!

Versículo del día

Santiago 5:13

'¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas.'

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Referencias

Notas:

Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida al español, se parafrasea.

Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. ‘NIV’ is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.

Scripture quotations marked (AMP) taken from the Amplified® Bible, Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964, 1965, 1987 by The Lockman Foundation. Used by permission. (www.Lockman.org)

Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.

Notes

‘The Christian on his knees sees more than the philosopher on tiptoe.’ (D.L. Moody in Draper’s Book of Quotations for the Christian World, 8975 p.493)

‘Our prayer and God’s mercy are like two buckets in a well; while the one ascends the other descends.’ (Mark Hopkins Draper, 8884 p.488)

‘Most of us have much trouble praying when we are in little trouble, but little trouble praying when we’re in much trouble.’ (Richard Cook, Draper, 8870 p.488)

‘Our prayers lay the track down which God’s power can come. Like a mighty locomotive, his power is irresistible, but it cannot reach us without rails.’ (Watchman Nee, Draper, 8886 p.488)

‘Prayer can do anything that God can do.’ (E.M. Bounds, Draper, 8903 p.489)

‘The immediate person uses many words and makes demands in his prayer; the true man of prayer only attends.’(Søren Kierkegaard, Draper, 8981 p.493)

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