Autoridad espiritual
Introducción
Cuando me abrió la puerta pensé que era el jardinero. Tenía más de ochenta y era extremadamente amable y noté que tenía una profunda humildad.
Yo tenía 19 años y era la primera vez que estaba en un campamento juvenil.
Esa noche me sorprendió descubrir que aquel hombre era el orador del evento. Había una gran autoridad en su voz. Aquel salón estaba lleno de adolescentes y estudiantes que escuchaban cautivados tanto que se podía incluso oír el sonido de un alfiler cayendo al suelo. Su mensaje era muy sencillo y se enfocaba en Jesús. Quedé fascinado pues nunca antes había escuchado a nadie hablar con semejante autoridad.
El reverendo E. J. H. Nash fue un humilde clérigo cuya apariencia exterior no llamaba la atención pero su corazón estaba encendido por Cristo. Este hombre, de hablar pausado, lleno de modestia y profundamente espiritual influyó en toda una generación de líderes en el Reino Unido.
Su autoridad no procedía de una posición determinada en la vida ni tampoco del poder del mundo. Era evidente que emanaba de su relación con Jesucristo,
Hoy en día la gente es precavida frente a la autoridad y esto es comprensible ya que esta puede ejercerse de manera abusadora. No obstante, la autoridad espiritual que da Dios es una fuente de gran bendición.
Salmos 29:1-11
Salmo de David.
1 Tributen al Señor, seres celestiales,
tributen al Señor la gloria y el poder.
2 Tributen al Señor la gloria que merece su nombre;
póstrense ante el Señor en su santuario majestuoso.
3 La voz del Señor está sobre las aguas;
resuena el trueno del Dios de la gloria;
el Señor está sobre las aguas impetuosas.
4 La voz del Señor resuena potente;
la voz del Señor resuena majestuosa.
5 La voz del Señor desgaja los cedros,
desgaja el Señor los cedros del Líbano.
6 Hace que el Líbano salte como becerro,
y que el Hermón salte cual toro salvaje.
7 La voz del Señor lanza ráfagas de fuego.
8 La voz del Señor sacude al desierto;
el Señor sacude al desierto de Cades.
9 La voz del Señor retuerce los robles
y deja desnudos los bosques;
en su templo todos gritan: «¡Gloria!»
10 El Señor tiene su trono sobre las lluvias;
el Señor reina por siempre.
11 El Señor fortalece a su pueblo;
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
Comentario
La voz de autoridad
En nuestra época vemos un hambre espiritual enorme y una necesidad tremenda. La gente anda en búsqueda de conocimiento y experiencias espirituales. Este salmo dirige nuestra atención hacia «la voz del Señor» (v.3). David describe el asombroso poder, la majestad y la autoridad de la voz de Dios (vv.4-5, 7-9a).
La forma suprema en que podemos escuchar la voz del Señor es mediante las palabras de la Biblia. La Palabra de Dios es autoritativa, poderosa y majestuosa. «Nos arrodillamos y gritamos: “¡Gloria!”» (v.9, MSG). Estar de rodillas es una postura adecuada para oír la voz del Señor. Me encanta comenzar cada día arrodillado, leyendo la Biblia, tratando de escuchar la voz de Dios preguntando: «Señor, ¿qué me estás diciendo hoy?».
David comienza así: «Tributen al Señor, seres celestiales, tributen al Señor la gloria y el poder» (v.1).Toda autoridad, poder y fuerza pertenecen a Dios. No obstante, no se reserva estas cosas para Sí mismo. Cuando escuchas Su voz, Él comparte contigo su autoridad, poder y fuerza. David concluye del siguiente modo: «El Señor fortalece a su pueblo; el Señor bendice a su pueblo con la paz» (v.11).
Son dos cosas que necesitamos desesperadamente al enfrentar las batallas de la vida (internas y externas). Necesitamos la «fortaleza» de Dios y su «paz».
Oración
Marcos 11:27-12:12
La autoridad de Jesús puesta en duda
27 Llegaron de nuevo a Jerusalén, y mientras Jesús andaba por el templo, se le acercaron los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos.
28 —¿Con qué autoridad haces esto? —lo interrogaron—. ¿Quién te dio autoridad para actuar así?
29 —Yo voy a hacerles una pregunta a ustedes —replicó él—. Contéstenmela, y les diré con qué autoridad hago esto: 30 El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de la tierra? Respóndanme.
31 Ellos se pusieron a discutir entre sí: «Si respondemos: “Del cielo”, nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?” 32 Pero si decimos: “De la tierra” ... » Es que temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan era realmente un profeta. 33 Así que le respondieron a Jesús:
—No lo sabemos.
—Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago esto.
Parábola de los labradores malvados
12Entonces comenzó Jesús a hablarles en parábolas: Ün hombre plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje. 2 Llegada la cosecha, mandó un siervo a los labradores para recibir de ellos una parte del fruto. 3 Pero ellos lo agarraron, lo golpearon y lo despidieron con las manos vacías. 4 Entonces les mandó otro siervo; a éste le rompieron la cabeza y lo humillaron. 5 Mandó a otro, y a éste lo mataron. Mandó a otros muchos, a unos los golpearon, a otros los mataron.
6 »Le quedaba todavía uno, su hijo amado. Por último, lo mandó a él, pensando: “¡A mi hijo sí lo respetarán!” 7 Pero aquellos labradores se dijeron unos a otros: “Éste es el heredero. Matémoslo, y la herencia será nuestra.” 8 Así que le echaron mano y lo mataron, y lo arrojaron fuera del viñedo.
9 »¿Qué hará el dueño? Volverá, acabará con los labradores, y dará el viñedo a otros. 10 ¿No han leído ustedes esta Escritura:
»“La piedra que desecharon los constructores
ha llegado a ser la piedra angular;
11 esto es obra del Señor,
y nos deja maravillados”?»
12 Cayendo en la cuenta de que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaban la manera de arrestarlo. Pero temían a la multitud; así que lo dejaron y se fueron.
Comentario
Autoridad dada por Dios
Jesús habló y actuó con una autoridad dada por Dios. Escuchó la voz del Señor y pronunció la palabra del mismo Dios. Esta es la clave. Si quieres hablar con autoridad, pasa tiempo con Dios escuchando Su voz.
A todos les resultaba perfectamente notorio que Jesús tuviera autoridad. La única pregunta que sus oponentes hacían era de dónde procedía tal autoridad (11:28). Jesús respondió con una pregunta brillante sobre Juan el Bautista.
Les preguntó si la autoridad de Juan procedía de Dios («del cielo») o tenía origen humano («de la tierra») (v.30). No pudieron responder la pregunta porque no querían admitir que venía de Dios (pues ellos no le creyeron, v.31). Ni tampoco querían decir que tenía origen humano pues la gente reconocía que Juan era un verdadero profeta (v.32).
Una vez escuché cómo un predicador que creía que los dones sobrenaturales del Espíritu Santo se terminaron con la era apostólica, recibió la siguiente pregunta: «En su opinión, ¿el movimiento pentecostal es una obra de Dios?». El predicador reaccionó de forma similar a lo que leemos en el pasaje de hoy: no pudo responder.
Si afirmaba que «venía de Dios» hubiera significado reconocer el derramamiento de los dones sobrenaturales del Espíritu Santo en nuestro mundo contemporáneo. Pero negar que viniera de Dios habría sido negar la experiencia de más de 600 millones de cristianos alrededor del mundo que han experimentado el poder de Dios por medio del movimiento pentecostal.
Debido a que los interrogadores de Jesús rehusaron contestar su pregunta sobre Juan el Bautista, él rehusó contestar su pregunta sobre el origen de su autoridad: «Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago esto» (v.33b).
Jesús entonces narró una parábola, que se proponía revelar la fuente de su autoridad. Sus oponentes ciertamente reconocieron el objetivo de Jesús, porque Marcos dice que «cayendo en la cuenta de que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaban la manera de arrestarlo» (12:12).
La parábola de Jesús trata sobre un hombre que «plantó un viñedo \[…\] cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia» (v.1). Se basa en Isaías 5:1-7, donde Dios aparece como el dueño y su pueblo (particularmente los líderes) como el viñedo. En la parábola de Jesús, los sirvientes que son enviados y asesinados son los profetas de Dios, incluyendo a Juan el Bautista. Jesús entonces se introduce a sí mismo en la parábola: a Dios «le quedaba todavía uno, su hijo amado. \[…\] lo mandó a él, pensando: “¡A mi hijo sí lo respetarán!”» (Marcos 12:6).
Jesús muestra que tiene una autoridad única porque él es el Hijo unigénito de Dios. Se hace una distinción muy clara entre el único hijo amado y heredero y los diferentes siervos que son enviados primero. Pero, con anticipación asombrosa, Jesús declara que el único Hijo de Dios será asesinado (vv.7-8).
Luego explica que el liderazgo del pueblo de Dios será transferido a un nuevo liderazgo (los primeros líderes de la iglesia) que tendrá a Jesús como piedra angular: «La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular» (v.10; ver también Salmo 118:22).
El Hijo unigénito de Dios tiene autoridad sin igual como la única piedra angular del pueblo de Dios. Escúchalo y tú también hablarás con la autoridad que deriva de Su autoridad.
Oración
Levítico 9:1-10:20
Los sacerdotes inician su ministerio
9Al octavo día Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel. 2 A Aarón le dijo: «Toma un becerro para el sacrificio expiatorio y un carnero para el holocausto, ambos sin defecto, y preséntaselos al Señor. 3 Diles después a los israelitas: “Traigan un macho cabrío para el sacrificio expiatorio, y un becerro y un cordero para el holocausto, ambos de un año y sin defecto. 4 Traigan también un toro y un carnero para ofrecérselos al Señor como sacrificio de comunión; y traigan una ofrenda de cereal amasada con aceite. El Señor se manifestará hoy ante ustedes.” »
5 Los israelitas llevaron hasta la Tienda de reunión lo que Moisés había mandado; y toda la comunidad se acercó y se quedó de pie ante el Señor. 6 Y Moisés les dijo: «Esto es lo que el Señor les manda hacer, para que la gloria del Señor se manifieste ante ustedes.»
7 Después Moisés le dijo a Aarón: «Acércate al altar, y ofrece tu sacrificio expiatorio y tu holocausto. Haz propiciación por ti y por el pueblo. Presenta la ofrenda por el pueblo y haz propiciación por ellos, tal como el Señor lo ha mandado.»
8 Aarón se acercó al altar y degolló el becerro como sacrificio expiatorio por sí mismo. 9 Sus hijos le llevaron la sangre, y él mojó el dedo en la sangre y la untó en los cuernos del altar, derramando luego la sangre al pie del altar. 10 Luego quemó en el altar la grasa, los riñones y el lóbulo del hígado del animal sacrificado, tal como el Señor se lo había mandado a Moisés. 11 La carne y la piel las quemó fuera del campamento.
12 Después Aarón degolló la víctima del holocausto. Sus hijos le llevaron la sangre, y él la derramó alrededor del altar. 13 También le fueron pasando los trozos del animal y la cabeza, y él lo quemó todo en el altar. 14 Lavó los intestinos y las patas, y luego quemó todo esto en el altar, junto con el holocausto.
15 Entonces Aarón presentó la ofrenda del pueblo, es decir, el macho cabrío del sacrificio expiatorio. Lo tomó y lo degolló, ofreciéndolo como sacrificio expiatorio, como hizo con el primero.
16 Luego presentó la víctima del holocausto, la cual sacrificó en la forma prescrita. 17 También presentó la ofrenda de cereal, y tomando un puñado lo quemó en el altar, además del holocausto de la mañana.
18 Después degolló el toro y el carnero como sacrificio de comunión por el pueblo. Sus hijos le llevaron la sangre, y él la derramó alrededor del altar. 19 Pero tomó la grasa del toro y del carnero, es decir, la cola, el sebo que recubre los intestinos, los riñones y el lóbulo del hígado, 20 y lo puso todo sobre el pecho de las víctimas para quemarlo en el altar. 21 Aarón meció ante el Señor el pecho y el muslo derecho de las víctimas. Fue una ofrenda mecida, tal como Moisés se lo había mandado.
22 Aarón levantó las manos hacia el pueblo, y los bendijo. Una vez que terminó de ofrecer el sacrificio expiatorio, el holocausto y el sacrificio de comunión, se retiró del altar.
23 Moisés y Aarón entraron en la Tienda de reunión. Al salir, bendijeron al pueblo, y la gloria del Señor se manifestó a todo el pueblo. 24 De la presencia del Señor salió un fuego, que consumió el holocausto y la grasa que estaban sobre el altar. Al ver esto, todo el pueblo prorrumpió en gritos de júbilo y cayó rostro en tierra.
Muerte de Nadab y Abiú
10Pero Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario y, poniendo en ellos fuego e incienso, ofrecieron ante el Señor un fuego que no tenían por qué ofrecer, pues él no se lo había mandado. 2 Entonces salió de la presencia del Señor un fuego que los consumió, y murieron ante él. 3 Moisés le dijo a Aarón: «De esto hablaba el Señor cuando dijo:
»“Entre los que se acercan a mí
manifestaré mi santidad,
y ante todo el pueblo
manifestaré mi gloria.” »
Y Aarón guardó silencio.
4 Moisés mandó llamar a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo: «Vengan acá y retiren del santuario a sus hermanos. ¡Sáquenlos del campamento!» 5 Ellos se acercaron y, tomándolos por las túnicas, se los llevaron fuera del campamento, tal como Moisés lo había ordenado.
Ley sobre el duelo sacerdotal
6 Luego Moisés les dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar: «No anden ustedes con el pelo despeinado, ni se rasguen los vestidos. Así no morirán ustedes ni se irritará el Señor contra toda la comunidad. Sus hermanos israelitas harán duelo por el incendio que produjo el Señor, 7 pero ustedes no vayan a salir de la Tienda de reunión, no sea que mueran, porque el aceite de la unción del Señor está sobre ustedes.» Y ellos hicieron lo que Moisés les dijo.
Ley sobre el culto y el licor
8 El Señor le dijo a Aarón: 9 «Ni tú ni tus hijos deben beber vino ni licor cuando entren en la Tienda de reunión, pues de lo contrario morirán. Éste es un estatuto perpetuo para tus descendientes, 10 para que puedan distinguir entre lo santo y lo profano, y entre lo puro y lo impuro, 11 y puedan también enseñar a los israelitas todos los estatutos que el Señor les ha dado a conocer por medio de Moisés.»
La porción de los sacerdotes
12 Moisés le dijo a Aarón, y también a Eleazar e Itamar, los hijos que le quedaban a Aarón: «Tomen el resto de la ofrenda de cereal presentada al Señor, y cómanla sin levadura, junto al altar, porque es sumamente sagrada. 13 Cómanla en un lugar santo, porque así se me ha mandado. Es un estatuto para ti y para tus hijos con respecto a la ofrenda presentada por fuego al Señor.
14 »Tú y tus hijos e hijas podrán comer también, en un lugar puro, el pecho que es ofrenda mecida y el muslo dado como contribución. Ambos son parte de los sacrificios de comunión de los israelitas, y a ti y a tus hijos se les han dado como estatuto. 15 Tanto el muslo como el pecho serán presentados junto con la ofrenda de la grasa, para ofrecérselos al Señor como ofrenda mecida. Será un estatuto perpetuo para ti y para tus hijos, tal como lo ha mandado el Señor.»
Un caso especial
16 Moisés pidió con insistencia el macho cabrío del sacrificio expiatorio, pero éste ya había sido quemado en el fuego. Irritado con Eleazar e Itamar, los hijos sobrevivientes de Aarón, les preguntó:
17 —¿Por qué no comieron el sacrificio expiatorio dentro del santuario? Es un sacrificio sumamente sagrado; se les dio para quitar la culpa de la comunidad y hacer propiciación por ellos ante el Señor. 18 Si no se introdujo en el Lugar Santo la sangre del macho cabrío, ustedes debieron haberse comido el animal en el área del santuario, tal como se lo mandé.
19 Entonces Aarón le respondió a Moisés:
—Hoy mis hijos ofrecieron ante el Señor su sacrificio expiatorio y su holocausto, ¡y es cuando tenía que sucederme semejante desgracia! Si hoy hubiera yo comido del sacrificio expiatorio, ¿le habría parecido correcto al Señor?
20 Al oír esto, Moisés quedó satisfecho con la respuesta.
Comentario
La autoridad de Jesús
Entrar en la presencia de Dios es algo sorprendente: «…la gloria del Señor se manifestó a todo el pueblo. De la presencia del Señor salió un fuego. \[…\] Al ver esto, todo el pueblo prorrumpió en gritos de júbilo y cayó rostro en tierra» (9:23-24).
El ejemplo de Nadab y Abiú (10:1-2) muestra que el acceso a la presencia de Dios nunca debería darse por sentado. En nuestro tiempo actual la gente suele querer relacionarse con Dios pero quiere hacerlo en sus propios términos y a su manera. No obstante, es solo gracias a Jesús que podemos acceder a la presencia de Dios confiadamente y sin temor de ser consumidos como Nadab y Abiú.
El acceso a la presencia de Dios se hizo posible, en el Antiguo Testamento, por medio del complejo sistema sacrificial. El sumo sacerdote tenía que ofrecer sacrificios por sí mismo y por el pueblo (9:7-8). Debido a que el sumo sacerdote era un ser humano y, como nosotros, era débil y pecador, tenía que ofrecer sacrificios por su propio pecado así como también los pecados del pueblo.
Jesús tiene una autoridad única. Él es el sumo sacerdote sin pecado. Como señala el escritor de Hebreos: «Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos. A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo» (Hebreos 7:26-27).
Como resultado, por medio de Jesús tienes acceso a la santa presencia de Dios: «Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo; y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios. Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura» (10:19-22).
Puedes acercarte a la presencia de Dios hoy y escuchar la voz del Señor, recibir Su fuerza y Su paz, y hablar con la autoridad que procede de haber escuchado la voz de Dios.
Oración
Añadidos de Pippa
Pippa añade:
Salmo 29:11
«El Señor fortalece a su pueblo; el Señor bendice a su pueblo con la paz».
Eso es lo que necesito cada día: «fortaleza» y «paz»
Versículo del día
Salmo 29:11
'El Señor fortalece a su pueblo; el Señor bendice a su pueblo con la paz.'
App
Enjoy reading or listening to the Bible in one year on your iPhone or Android device.
Receive a daily email with a fresh devotion straight in your inbox.
Podcast
Subscribe and listen to Bible in One Year delivered to your favourte podcast app everyday.
Website
Far from your mobile device? You can read the daily devotion right here on this website.
Referencias
Notas:
Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está en español, se parafrasea