Una relación de amor que perdure para siempre
Introducción
En una de sus últimas canciones, Freddie Mercury, vocalista del grupo de rock Queen, hizo la siguiente pregunta: «¿Acaso alguien sabe para qué vivimos?».
Pese al hecho de que había logrado amasar una fortuna enorme y atraído a miles de seguidores, Freddie Mercury admitió en una entrevista poco antes de morir en 1991 que estaba desesperadamente solo. Dijo: «Puedes tener todo en el mundo y aun así ser el hombre más solitario, ese es el tipo de soledad más amarga que existe. El éxito me trajo fama mundial y millones de libras esterlinas, pero evitó que tuviera la única cosa que todos necesitamos: una relación de amor que perdure para siempre».
Solo hay una relación que sea completamente de amor y duradera, y fuimos creados para ella. Sin esta relación siempre habrá un profundo sentimiento de soledad y una falta de propósito y dirección.
La relación con Dios está en el corazón de la fe cristiana y en ella encontramos aquello para lo que vivimos.
¿Cómo podemos tener una relación con el Creador del universo? ¿De qué manera podemos comenzar a comunicarnos con Dios en la práctica? ¿Cuál es la base de esta relación?
Salmos 28:1-9
Salmo de David.
1 A ti clamo, Señor, roca mía;
no te desentiendas de mí,
porque si guardas silencio,
ya puedo contarme entre los muertos.
2 Oye mi voz suplicante
cuando a ti acudo en busca de ayuda,
cuando tiendo los brazos hacia tu lugar santísimo.
3 No me arrastres con los malvados,
con los que hacen iniquidad,
con los que hablan de paz con su prójimo
pero en su corazón albergan maldad.
4 Págales conforme a sus obras,
conforme a sus malas acciones.
Págales conforme a las obras de sus manos;
¡dales su merecido!
5 Ya que no toman en cuenta las obras del
y lo que él ha hecho con sus manos,
él los derribará
y nunca más volverá a levantarlos.
6 Bendito sea el Señor,
que ha oído mi voz suplicante.
7 El Señor es mi fuerza y mi escudo;
mi corazón en él confía;
de él recibo ayuda.
Mi corazón salta de alegría,
y con cánticos le daré gracias.
8 El Señor es la fortaleza de su pueblo,
y un baluarte de salvación para su ungido.
9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
y cual pastor guíalos por siempre.
Comentario
Desarrolla un patrón de oración
La oración es una manera clave de desarrollar una relación con Dios al hablar con Él. No hay un modo establecido sobre cómo orar. En la Biblia hay cientos de oraciones diferentes. A veces resulta de ayuda seguir un patrón (como por ejemplo el Padrenuestro). Otro modelo que me resulta de utilidad es utilizar la nemotécnica con la palabra inglesa ACTS (en español, HECHOS). Estos elementos suelen hallarse en las oraciones que vemos en la Biblia.
El contexto de este salmo es el temor (posiblemente el miedo a una muerte prematura). Tal vez David se enfrentaba a una enfermedad o a una profunda desesperación. Temía morir en desgracia y ser «contado entre los muertos» (v.1).
Su oración a Dios incluye lo siguiente:
- A: Señor te adoro
«Bendito sea el Señor» (v.6a); aun en medio de una situación difícil, David decide alabar a Dios. Independientemente de las circunstancias, alaba a Dios por quién es Él y que ha hecho. Vemos otro ejemplo de esto en el pasaje del Nuevo Testamento cuando la gente adoraba a Jesús (Marcos 11:9-10).
- C: Yo confieso
«Oye mi voz suplicante» (Salmo 28.2a); pide el perdón de Dios por las cosas malas que hayas hecho. Este también es un momento para perdonar a otros que tal vez necesiten de tu perdón. Como Jesús dice en el pasaje del Nuevo Testamento de hoy: «Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados» (Marcos 11:25).
- T: Te daré mi gratitud
«Mi corazón salta de alegría y con cánticos le daré gracias» (Salmo 28.7c). Agradece a Dios por la salud, la familia, los amigos y todo lo demás. El valor de la acción de gracias también puede verse en la lectura del Antiguo Testamento de hoy (ver Levítico 7:12-15).
- S: Oye mi súplica
«… cuando a ti acudo en busca de ayuda» (Salmo 28:2a). Ora por ti, por tus amigos y por otras personas. Es interesante leer que David expresa esta frase: «Cuando tiendo los brazos» (v.2b). Pareciera ser casi un sinónimo de la oración. Las manos tendidas o levantadas en adoración no son un concepto moderno; se trata efectivamente de una de las formas más antiguas de oración.
Oración
Marcos 11:1-25
La entrada triunfal
11Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagué y a Betania, junto al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos 2 con este encargo: «Vayan a la aldea que tienen enfrente. Tan pronto como entren en ella, encontrarán atado un burrito, en el que nunca se ha montado nadie. Desátenlo y tráiganlo acá. 3 Y si alguien les dice: “¿Por qué hacen eso?”, díganle: “El Señor lo necesita, y en seguida lo devolverá.” »
4 Fueron, encontraron un burrito afuera en la calle, atado a un portón, y lo desataron. 5 Entonces algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen desatando el burrito?» 6 Ellos contestaron como Jesús les había dicho, y les dejaron desatarlo. 7 Le llevaron, pues, el burrito a Jesús. Luego pusieron encima sus mantos, y él se montó. 8 Muchos tendieron sus mantos sobre el camino; otros usaron ramas que habían cortado en los campos. 9 Tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban:
—¡Hosanna!
—¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
10 —¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David!
—¡Hosanna en las alturas!
11 Jesús entró en Jerusalén y fue al templo. Después de observarlo todo, como ya era tarde, salió para Betania con los doce.
Jesús purifica el templo
12 Al día siguiente, cuando salían de Betania, Jesús tuvo hambre. 13 Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si hallaba algún fruto. Cuando llegó a ella sólo encontró hojas, porque no era tiempo de higos. 14 «¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti!», le dijo a la higuera. Y lo oyeron sus discípulos.
15 Llegaron, pues, a Jerusalén. Jesús entró en el templo y comenzó a echar de allí a los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas, 16 y no permitía que nadie atravesara el templo llevando mercancías. 17 También les enseñaba con estas palabras: «¿No está escrito:
»“Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”?
Pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”.»
18 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo oyeron y comenzaron a buscar la manera de matarlo, pues le temían, ya que toda la gente se maravillaba de sus enseñanzas.
19 Cuando cayó la tarde, salieron de la ciudad.
La higuera seca
20 Por la mañana, al pasar junto a la higuera, vieron que se había secado de raíz. 21 Pedro, acordándose, le dijo a Jesús:
—¡Rabí, mira, se ha secado la higuera que maldijiste!
22 —Tengan fe en Dios —respondió Jesús—. 23 Les aseguro que si alguno le dice a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, creyendo, sin abrigar la menor duda de que lo que dice sucederá, lo obtendrá. 24 Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán. 25 Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados.
Comentario
Ora con fe
El gran énfasis del Nuevo Testamento es que nos relacionamos con Dios por la fe. No podemos ganarnos el derecho de tener una relación con Dios; es un don que recibimos por fe. En este pasaje vemos la importancia que Jesús da a la fe. Dijo: «Tengan fe en Dios» (v.22). Dice que por fe puedes mover montañas si crees sin dudar en tu corazón (v.23).
La relación de Jesús con Dios, particularmente mediante la oración, está en el núcleo de cada uno de los acontecimientos que leemos hoy. Cuando Jesús se aproxima a Jerusalén la gente lo adora. Clama «Hosanna» (vv.9-10), que originalmente era tanto un clamor de felicidad como de petición de auxilio, y significa «te pedimos que nos salves» o «sálvanos ahora».
Al llegar a Jerusalén Jesús echa a los cambistas movido por Su celo por la pureza de la casa de Dios. Dice: «¿No está escrito:
“Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”?» (v.17).
El pasaje concluye con la enseñanza de Jesús a sus discípulos sobre la falta de perdón, la cual puede ser un obstáculo en la oración y en tu relación con Dios. Señala: «Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados» (v.25).
Jesús dice que no debemos retener «algo contra alguien». No hay límites para el perdón. La falta de perdón destruye relaciones.
El perdón suele exigir valentía, pero al decidir perdonar podemos ver cómo se restauran relaciones y se experimenta gran gozo. Se ha dicho que: «El primero en disculparse es el más valiente. El primero en perdonar es el más fuerte. El primero en olvidar es el más feliz».
Entrelazado en estos acontecimientos, Jesús demuestra el poder de la oración en la parábola de la higuera. A partir de esa ilustración viviente enseña a sus discípulos la importancia de la fe y el fruto en nuestra relación con Dios.
La higuera tenía hojas pero no fruto. Jesús le dijo: «¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti!» (v.14). Me encanta la forma en que Joyce Meyer aplica esta parábola: «Si nuestra vida gira en torno a la iglesia pero no tenemos fruto, no estamos viviendo nuestra fe. Podemos leer nuestra Biblia, escuchar mensajes cristianos y asistir a reuniones de oración, pero si no tenemos tiempo para ayudar a otras personas ni mostrar amabilidad, somos como la higuera: con hojas pero sin fruto. Si tenemos hojas, también debemos tener fruto».
Jesús utiliza una hipérbole para explicar que debemos tener absoluta confianza en la disposición de Dios a dar respuesta a la fe de sus hijos. En la literatura rabínica, «monte» suele usarse de modo figurado para denotar un obstáculo. Jesús parece decir que Dios vendrá en respuesta a la fe para quitar los obstáculos aparentemente imposibles. Dice: «Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán» (v.24).
Oración
Levítico 7:11-8:36
Diversos sacrificios de comunión
11 »Ésta es la ley respecto al sacrificio de comunión que se ofrece al Señor: 12 Si se ofrece en acción de gracias, entonces se ofrecerán también panes sin levadura amasados con aceite, obleas sin levadura untadas con aceite, o panes de flor de harina amasados con aceite. 13 Junto con el sacrificio de comunión en acción de gracias, se deberá presentar una ofrenda de pan con levadura. 14 De toda ofrenda deberá presentarse una parte como contribución al Señor, y se destinará al sacerdote a quien le corresponda derramar la sangre del sacrificio de comunión. 15 La carne de este sacrificio deberá comerse el día en que se ofrezca, sin dejar nada para el día siguiente.
16 »Si el sacrificio tiene que ver con un voto, o si se trata de una ofrenda voluntaria, no sólo se comerá en el día que se ofrezca el sacrificio, sino que podrá comerse el resto al día siguiente. 17 Pero toda la carne que quede hasta el tercer día se quemará en el fuego.
18 »Si alguna carne del sacrificio de comunión llega a comerse al tercer día, tal sacrificio no será válido ni se tomará en cuenta, porque la carne ya está descompuesta. El que la coma sufrirá las consecuencias de su pecado.
19 »No deberá comerse la carne que haya tocado alguna cosa ritualmente impura, sino que se quemará en el fuego. En cuanto a otra carne, toda persona pura podrá comerla.
20 »Si una persona impura come la carne ofrecida al Señor en el sacrificio de comunión, será eliminada de su pueblo.
21 »Si alguien toca cualquier clase de impureza humana, o de animal o de algo detestable, y luego come la carne ofrecida al Señor en el sacrificio de comunión, será eliminado de su pueblo.»
Prohibiciones acerca de la grasa y de la sangre
22 El Señor le ordenó a Moisés 23 que les dijera a los israelitas: «Ustedes no comerán grasa de ganado vacuno, ovino o cabrío. 24 La grasa de un animal muerto o destrozado podrá usarse con cualquier otro fin, menos para comerla. 25 Todo el que coma grasa de animales presentados como ofrenda por fuego al Señor, será eliminado de su pueblo. 26 Vivan donde vivan, ustedes no comerán grasa ni sangre alguna, sea de ave o de otro animal. 27 Todo el que coma cualquier clase de sangre, será eliminado de su pueblo.»
La porción de los sacerdotes
28 El Señor le ordenó a Moisés 29 que les dijera a los israelitas: «El que ofrezca al Señor un sacrificio de comunión deberá presentar al Señor parte de ese sacrificio, 30 y presentarle también una ofrenda por fuego. Llevará la grasa y el pecho, y mecerá ante el Señor el pecho de la víctima como ofrenda mecida. 31 El sacerdote quemará la grasa en el altar, pero el pecho será para Aarón y sus hijos. 32 Al sacerdote se le dará, como contribución, el muslo derecho del sacrificio de comunión. 33 El muslo derecho será la porción del sacerdote a quien le toque ofrecer la sangre y la grasa del sacrificio. 34 Porque de los sacrificios de comunión que ofrecen los israelitas, yo he tomado el pecho mecido y el muslo para dárselos, como contribución, al sacerdote Aarón y a sus hijos. Éste será un estatuto perpetuo entre los israelitas.»
35 De las ofrendas presentadas por fuego al Señor, ésa es la porción consagrada para Aarón y sus hijos desde el día en que Moisés se los presentó al Señor como sacerdotes. 36 El día en que fueron ungidos, el Señor ordenó a los israelitas darles esa porción. Es un estatuto perpetuo para sus descendientes.
37 Ésta es la ley respecto a los holocaustos, las ofrendas de cereales, los sacrificios expiatorios, los sacrificios por la culpa, los sacrificios de ordenación y los sacrificios de comunión. 38 El Señor se la dio a Moisés en el monte Sinaí el día en que mandó a los israelitas presentarle ofrendas en el desierto de Sinaí.
La ordenación de Aarón y sus hijos
8El Señor le dijo a Moisés: 2 «Toma a Aarón y a sus hijos, junto con sus vestiduras, el aceite de la unción, el novillo para el sacrificio expiatorio, los dos carneros y el canastillo de los panes sin levadura, 3 y congrega a toda la comunidad a la entrada de la Tienda de reunión.»
4 Moisés llevó a cabo la orden del Señor, y congregó a la comunidad a la entrada de la Tienda de reunión. 5 Allí Moisés les dijo: «Esto es lo que el Señor nos ha ordenado hacer.» 6 Acto seguido, Moisés hizo que se acercaran Aarón y sus hijos, y los lavó con agua. 7 A Aarón le puso la túnica y se la ciñó con la faja; luego lo cubrió con el manto, y encima le puso el efod, ciñéndoselo con la cinta del mismo. 8 En seguida, le colocó el pectoral, y sobre éste puso el urim y el tumim. 9 Por último, le colocó la tiara en la cabeza, y en la parte delantera puso la placa de oro, símbolo de su consagración, tal como el Señor se lo había mandado.
10 Después Moisés tomó el aceite de la unción, y ungió el santuario y todo lo que había en él, para consagrarlos. 11 Siete veces roció el aceite sobre el altar, para ungirlo y consagrarlo junto con el lavamanos y su base, y todos sus utensilios. 12 Luego, para consagrar a Aarón, lo ungió derramando sobre su cabeza el aceite de la unción.
13 Acto seguido, Moisés hizo que los hijos de Aarón se acercaran, y los vistió con las túnicas; se las ciñó con la faja, y les sujetó las mitras, tal como el Señor se lo había mandado. 14 Luego hizo traer el novillo del sacrificio expiatorio, y Aarón y sus hijos pusieron las manos sobre la cabeza del novillo. 15 Después Moisés lo degolló, y tomando un poco de sangre con el dedo, la untó en los cuernos alrededor del altar para purificarlo. El resto de la sangre la derramó al pie del altar, y así lo consagró e hizo propiciación por él. 16 Luego Moisés tomó toda la grasa que recubre los intestinos, el lóbulo del hígado, los dos riñones y su grasa, y los quemó en el altar. 17 Pero el resto del novillo, es decir, la piel, la carne y el excremento, lo quemó en el fuego, fuera del campamento, tal como el Señor se lo había mandado.
18 Moisés mandó traer el carnero del holocausto, y Aarón y sus hijos pusieron las manos sobre la cabeza del carnero. 19 Moisés lo degolló, y derramó la sangre alrededor del altar. 20 Cortó luego el carnero en trozos, y quemó la cabeza, los trozos y el sebo. 21 Lavó con agua los intestinos y las patas, y luego quemó todo el carnero en el altar como holocausto de aroma grato, como ofrenda presentada por fuego al Señor, tal como el Señor se lo había mandado.
22 Después Moisés mandó traer el otro carnero, el del sacrificio de ordenación, y Aarón y sus hijos pusieron las manos sobre la cabeza del carnero. 23 Moisés lo degolló, y tomando un poco de la sangre, se la untó a Aarón en el lóbulo de la oreja derecha, en el pulgar de la mano derecha y en el dedo gordo del pie derecho. 24 Además, hizo que los hijos de Aarón se acercaran, y les untó sangre en el lóbulo de la oreja derecha, en el pulgar de la mano derecha y en el dedo gordo del pie derecho. Luego derramó la sangre alrededor del altar. 25 Tomó la grasa y la cola, y toda la grasa que recubre los intestinos, el lóbulo del hígado, los dos riñones y su grasa, y el muslo derecho, 26 y tomando del canastillo que estaba colocado ante el Señor un pan sin levadura, una oblea y una torta de pan amasada con aceite, lo puso todo sobre la grasa y el muslo derecho. 27 Todo esto lo puso sobre las manos de Aarón y de sus hijos, y Aarón lo ofreció ante el Señor como ofrenda mecida. 28 Después se lo entregaron a Moisés, quien lo quemó en el altar, junto con el holocausto, como un sacrificio de ordenación de aroma grato, como una ofrenda presentada por fuego al Señor. 29 Luego, de la parte de la ofrenda que le pertenecía, Moisés tomó el pecho de la víctima y se lo presentó al Señor como ofrenda mecida, tal como el Señor se lo había mandado.
30 Moisés tomó un poco del aceite de la unción y de la sangre del altar, y roció a Aarón y a sus hijos, junto con sus vestiduras. Así consagró Moisés a Aarón y a sus hijos, junto con sus vestiduras.
31 Luego les dijo Moisés a Aarón y a sus hijos: «Cuezan la carne a la entrada de la Tienda de reunión, y cómanla allí junto con el pan del sacrificio de ordenación, tal como lo ordené cuando dije: “Aarón y sus hijos se lo comerán.” 32 Quemen después en el fuego el resto de la carne y del pan. 33 Quédense siete días a la entrada de la Tienda de reunión, hasta que se complete el rito de su ordenación, que dura siete días. 34 El Señor mandó que se hiciera propiciación por ustedes, tal como se ha hecho hoy. 35 Así que siete días con sus noches se quedarán a la entrada de la Tienda de reunión, cumpliendo con lo que el Señor ha prescrito, para que no mueran. Así me lo ha mandado el Señor.» 36 Y Aarón y sus hijos hicieron todo lo que el Señor había mandado por medio de Moisés.
Comentario
Acércate a Dios por medio de Jesús
La forma de relacionarse con Dios en el Antiguo Testamento era mediante el sacerdocio. Debido al pecado, los seres humanos no podían relacionarse de forma directa con Él. Tenían que acceder a través de un sacerdote, y en particular necesitaban un sumo sacerdote.
En este pasaje vemos cómo Aarón fue ungido para esta tarea. Moisés «para consagrar a Aarón, lo ungió derramando sobre su cabeza el aceite de la unción» (8:12). Aarón fue un anticipo de Jesucristo. La palabra Cristo significa «el ungido». El sacerdocio de Aarón era falible; tenía que ofrecer sacrificios por sus propios pecados así como los del pueblo. Jesús es el gran sumo sacerdote. A través de Jesús puedes relacionarte con Dios confiadamente y tener una relación directa con Él.
Como señala el escritor de Hebreos: «Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos» (Hebreos 4.14-16).
En efecto, gracias al sacrificio de Jesús por nuestros pecados, estás en una mejor posición que los sacerdotes del Antiguo Testamento (compara Hebreos 10:22 con Levítico 8:30). Por medio del arrepentimiento y el perdón, tu relación con Dios es transformada por completo y puedes acceder de forma directa a su presencia tal como hacían los sacerdotes del Antiguo Testamento cuando ingresaban al Tabernáculo de Reunión. «Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura» (Hebreos 10:22).
Oración
Añadidos de Pippa
Pippa comenta:
Salmo 28:6–9
Me encanta la combinación de Dios siendo nuestra fortaleza y nuestro escudo, y a la vez nuestro amoroso pastor que nos guiará por siempre.
Versículo del día
Salmo 28:7
'El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias.'
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Referencias
Notas:
Joyce Meyer, La Biblia de la vida diaria, (Casa Creación, 2008)
Queen, The show must go on, Parlophone, 1991. Lyrics © EMI Music Publishing
Sharon Feinstein, Sunday Magazine, Freddie Mercury – “Rock On Freddie” (Mayo de 1985)