El tiempo perfecto de Dios
Introducción
Dios tiene su propio sentido del tiempo: «… para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día» (2 Pedro 3:8). Tiene un tiempo perfecto: nunca es temprano ni nunca es tarde. Dios nunca tiene prisa, pero siempre llega a tiempo.
Vemos en los pasajes de hoy que el Señor es soberano sobre el futuro (Daniel 4:32). «Esperamos un nuevo cielo y una nueva tierra» (2 Pedro 3:13). Dios va a reivindicar a Su pueblo (Salmos 135:14).
Pero, ¿qué haces mientras esperas que Dios haga lo que ha prometido hacer?
Salmos 135:13-21
13 Tu nombre, Señor, es eterno;
tu renombre, por todas las generaciones.
14 Ciertamente el Señor juzgará a su pueblo,
y de sus siervos tendrá compasión.
15 Los ídolos de los paganos son de oro y plata,
producto de manos humanas.
16 Tienen boca, pero no pueden hablar;
ojos, pero no pueden ver;
17 tienen oídos, pero no pueden oír;
¡ni siquiera hay aliento en su boca!
18 Semejantes a ellos son sus hacedores
y todos los que confían en ellos.
19 Pueblo de Israel, bendice al Señor;
descendientes de Aarón, bendigan al Señor;
20 descendientes de Leví, bendigan al Señor;
los que temen al Señor, bendíganlo.
21 Desde Sión sea bendito el Señor,
el que habita en Jerusalén.
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Comentario
1. Confía en el Señor
Cuando tus oraciones no parecen ser respondidas, puedes sentir la tentación de dejar de confiar en el Señor y comenzar a buscar otros «ídolos».
Confiar en el Señor puede parecer un poco pasado de moda, pero el salmista dice: «Tu nombre, oh Señor, permanece para siempre; tu fama, oh Señor, se conoce en cada generación» (v.13, NTV).
La gran verdad bíblica es que te conviertes en aquello en lo que pones tu confianza. Si confías en «ídolos» de plata u oro, entonces serás como ellos: muerto espiritualmente, ciego y sordo (vv.16-18). Si confías en Dios, te llenarás de vida y gozo a medida que te pareces a Él.
Sigue confiando en Dios, porque «el Señor juzgará a su pueblo, y de sus siervos tendrá compasión» (v.14). Como leemos en The Message: «Dios defiende a su pueblo, Dios sostiene las manos de su pueblo» (v.14, MSG). Por consiguiente, estás llamado a alabar y honrar al Señor (vv.19-21).
Permanece siendo totalmente dependiente de Dios y acude a Él para ser vindicado. Sé paciente cuando las cosas no estén funcionando como deseas. Deja de tratar ir por delante de Dios; Su tiempo es perfecto, confía en Él.
Oración
2 Pedro 3:1-18
El día del Señor
3Queridos hermanos, ésta es ya la segunda carta que les escribo. En las dos he procurado refrescarles la memoria para que, con una mente íntegra, 2 recuerden las palabras que los santos profetas pronunciaron en el pasado, y el mandamiento que dio nuestro Señor y Salvador por medio de los apóstoles.
3 Ante todo, deben saber que en los últimos días vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará: 4 «¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación.» 5 Pero intencionalmente olvidan que desde tiempos antiguos, por la palabra de Dios, existía el cielo y también la tierra, que surgió del agua y mediante el agua. 6 Por la palabra y el agua, el mundo de aquel entonces pereció inundado. 7 Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.
8 Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9 El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan.
10 Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada.
11 Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable 12 y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. 13 Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia.
14 Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él. 15 Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación, tal como les escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. 16 En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición.
17 Así que ustedes, queridos hermanos, puesto que ya saben esto de antemano, manténganse alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, pierdan la estabilidad y caigan. 18 Más bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén.
Comentario
2. Vuélvete al Señor
Al observar todo el mal en el mundo, todas las guerras, la violencia, la tortura oficial, los crímenes horribles y la cantidad de sufrimiento, podrías preguntarte por qué Jesús no vuelve ahora y lo soluciona todo.
¿Por qué Dios se demora? ¿Por qué el Señor no ha regresado aún?
Pedro advierte que la gente se burlará de nosotros y dirá: «¿Qué hubo de esa promesa de su venida?» (v.4). Él dice que hay una muy buena razón para su demora. La razón por la cual el Señor no ha venido aún es para darles más tiempo a las personas para arrepentirse.
Dios no tiene prisa, «para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día» (v.8).
Dios no se está demorando en cumplir Su promesa. Más bien, la demora proviene de Su paciencia: «Él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan» (v.9). «No es que Dios tarde en cumplir su promesa, lo que algunos entienden como tardanza. Él se está refrenando por ti, retrasando el Final porque no quiere que nadie se pierda. Le está dando a todos el espacio y el tiempo para cambiar» (v.9, MSG).
El arrepentimiento se trata de cambiar de dirección tu vida, es alejarte de todas las cosas malas y volver a Jesús. Al dar tiempo a las personas para que se arrepientan, Dios está manteniendo con amor la puerta abierta para la salvación de ellos. «Consideren que la paciencia de nuestro Señor es para salvación» (v.15, RVA-2015).
Este tema de la salvación es uno de los grandes temas de las epístolas de Pablo, y en este punto Pedro se refiere a ellas. Me parece alentador que las describa como a veces «difíciles de entender» (v.16); ¡si te cuesta entenderlas, no estás solo!
Es significativo que Pedro pasa luego a compararlas con el Antiguo Testamento («las demás Escrituras», v.16). Al hacerlo, demuestra que la iglesia primitiva y los apóstoles entendieron que los escritos del Nuevo Testamento tienen la misma autoridad divina que los del Antiguo Testamento.
El Señor vendrá cuando no lo esperemos («como un ladrón», v.10). El mundo tal como lo conocemos será puesto al descubierto (v.10). Habrá «un cielo nuevo y una tierra nueva» (v.13). La visión del futuro del Nuevo Testamento no trata tanto de que la gente irá al cielo, como de que habrá «un cielo nuevo y una tierra nueva» (v.13).
Una y otra vez, Pedro señala que Dios es fiel a Su palabra y Sus promesas (vv.2,5,7,9,13). La verdad es que lo que Dios dice sucederá sin lugar a dudas.
La forma de prepararse para este futuro seguro pero postergado, es «vivir \[…\] como Dios manda», «espera\[r\] ansiosamente la venida del día de Dios» (v.11), y «vivir lo mejor posible en pureza y paz» (v.14, MSG), y «\[creciendo\] en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (v.18).
La gracia es amor inmerecido. Creces en gracia cuando te vuelves al Señor y dependes de Él en cada situación que enfrentas, llevando tus necesidades a Él día a día, mientras esperas ávidamente su regreso.
Oración
Daniel 4:19-5:16
Daniel interpreta el sueño del rey
19 Daniel, conocido también como Beltsasar, se quedó desconcertado por algún tiempo y aterrorizado por sus propios pensamientos; por eso el rey le dijo:
—Beltsasar, no te dejes alarmar por este sueño y su significado.
A esto Daniel respondió:
—¡Ojalá que el sueño y su significado tengan que ver con los acérrimos enemigos de Su Majestad! 20 La copa del árbol que Su Majestad veía crecer y fortalecerse, tocaba el cielo; ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra! 21 Ese árbol tenía un hermoso follaje y daba abundantes frutos, y alimentaba a todo el mundo; bajo su sombra se refugiaban las bestias salvajes, y en sus ramas anidaban las aves del cielo. 22 Ese árbol es Su Majestad, que se ha hecho fuerte y poderoso, y con su grandeza ha alcanzado el cielo. ¡Su dominio se extiende a los lugares más remotos de la tierra!
23 »Su Majestad veía que del cielo bajaba un mensajero santo, el cual le ordenaba derribar el árbol y destruirlo, y dejarlo enterrado para que se empapara con el rocío del cielo, aunque tenía que sujetar con hierro y bronce el tocón y las raíces. De este modo viviría como los animales salvajes hasta que transcurrieran siete años.
24 »La interpretación del sueño, y el decreto que el Altísimo ha emitido contra Su Majestad, es como sigue: 25 Usted será apartado de la gente y habitará con los animales salvajes; comerá pasto como el ganado, y se empapará con el rocío del cielo. Siete años pasarán hasta que Su Majestad reconozca que el Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere. 26 La orden de dejar el tocón y las raíces del árbol quiere decir que Su Majestad recibirá nuevamente el reino, cuando haya reconocido que el verdadero reino es el del cielo. 27 Por lo tanto, yo le ruego a Su Majestad aceptar el consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos. Tal vez entonces su prosperidad vuelva a ser la de antes.
28 En efecto, todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor. 29 Doce meses después, mientras daba un paseo por la terraza del palacio real de Babilonia, 30 exclamó: «¡Miren la gran Babilonia que he construido como capital del reino! ¡La he construido con mi gran poder, para mi propia honra!»
31 No había terminado de hablar cuando, desde el cielo, se escuchó una voz que decía:
«Éste es el decreto en cuanto a ti, rey Nabucodonosor. Tu autoridad real se te ha quitado. 32 Serás apartado de la gente y vivirás entre los animales salvajes; comerás pasto como el ganado, y siete años transcurrirán hasta que reconozcas que el Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere.»
33 Y al instante se cumplió lo anunciado a Nabucodonosor. Lo separaron de la gente, y comió pasto como el ganado. Su cuerpo se empapó con el rocío del cielo, y hasta el pelo y las uñas le crecieron como plumas y garras de águila.
34 Pasado ese tiempo yo, Nabucodonosor, elevé los ojos al cielo, y recobré el juicio. Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre:
Su dominio es eterno;
su reino permanece para siempre.
35 Ninguno de los pueblos de la tierra
merece ser tomado en cuenta.
Dios hace lo que quiere
con los poderes celestiales
y con los pueblos de la tierra.
No hay quien se oponga a su poder
ni quien le pida cuentas de sus actos.
36 Recobré el juicio, y al momento me fueron devueltos la honra, el esplendor y la gloria de mi reino. Mis consejeros y cortesanos vinieron a buscarme, y me fue devuelto el trono. ¡Llegué a ser más poderoso que antes! 37 Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios.
La escritura en la pared
5El rey Belsasar ofreció un gran banquete a mil miembros de la nobleza, y bebió vino con ellos hasta emborracharse. 2-3 Mientras brindaban, Belsasar mandó que le trajeran las copas de oro y de plata que Nabucodonosor, su padre, había tomado del templo de Jerusalén. Y así se hizo. Le llevaron las copas, y en ellas bebieron el rey y sus nobles, junto con sus esposas y concubinas. 4 Ya borrachos, se deshacían en alabanzas a los dioses de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra.
5 En ese momento, en la sala del palacio apareció una mano que, a la luz de las lámparas, escribía con el dedo sobre la parte blanca de la pared. Mientras el rey observaba la mano que escribía, 6 el rostro le palideció del susto, las rodillas comenzaron a temblarle, y apenas podía sostenerse. 7 Mandó entonces que vinieran los hechiceros, astrólogos y adivinos, y a estos sabios babilonios les dijo:
—Al que lea lo que allí está escrito, y me diga lo que significa, lo vestiré de púrpura, le pondré una cadena de oro en el cuello, y lo nombraré tercer gobernante del reino.
8 Todos los sabios del reino se presentaron, pero no pudieron descifrar lo escrito ni decirle al rey lo que significaba. 9 Esto hizo que el rey Belsasar se asustara y palideciera más todavía. Los nobles, por su parte, se hallaban confundidos.
10 Al oír el alboroto que hacían el rey y sus nobles, la reina misma entró en la sala del banquete y exclamó:
—¡Que viva Su Majestad por siempre! ¡Y no se alarme ni se ponga pálido! 11 En el reino de Su Majestad hay un hombre en quien reposa el espíritu de los santos dioses. Cuando vivía el rey Nabucodonosor, padre de Su Majestad, se halló que ese hombre poseía sabiduría, inteligencia y gran percepción, semejantes a las de los dioses. El padre de Su Majestad llegó a nombrar a ese hombre jefe de los magos, hechiceros, astrólogos y adivinos. 12 Y es que ese hombre tiene una mente aguda, amplios conocimientos, e inteligencia y capacidad para interpretar sueños, explicar misterios y resolver problemas difíciles. Llame usted a ese hombre, y él le dirá lo que significa ese escrito. Se llama Daniel, aunque el padre de Su Majestad le puso por nombre Beltsasar.
13 Daniel fue llevado a la presencia del rey, y éste le preguntó:
—¿Así que tú eres Daniel, uno de los exiliados que mi padre trajo de Judá? 14 Me han contado que en ti reposa el espíritu de los dioses, y que posees gran agudeza e inteligencia, y una sabiduría sorprendente. 15 Los sabios y hechiceros se presentaron ante mí para leer esta escritura y decirme lo que significa, pero no pudieron descifrarla. 16 Según me han dicho, tú puedes dar interpretaciones y resolver problemas difíciles. Si logras descifrar e interpretar lo que allí está escrito, te vestiré de púrpura, te pondré una cadena de oro en el cuello, y te nombraré tercer gobernante del reino.
Comentario
3. Agradécele al Señor
Como muchas veces he descubierto en mi propia vida, el orgullo viene antes de una caída. Todo lo que tenemos proviene de Dios y dependemos de Él hasta para nuestro próximo aliento. Él tiene el control del pasado, el presente y el futuro. Ser agradecido induce a la humildad.
«Cuando se trata de la vida, lo fundamental es si das las cosas por sentadas o las recibes con gratitud», escribió G.K. Chesterton
Es relativamente fácil transmitir un mensaje de aliento del Señor, es más difícil transmitir un mensaje de reproche. Daniel encontró esto perplejo y alarmante, pero fue obediente al Señor (4:19 en adelante).
El error que cometió Nabucodonosor, y en el que todos nosotros posiblemente caemos de vez en cuando, es pensar que lo que había logrado era obra de sus manos: «¡Miren la gran Babilonia que he construido como capital del reino! ¡La he construido con mi gran poder, para mi propia honra!» (v.30). ¡Ten cuidado de no usar las palabras «yo» y «mi» de esta manera!
La lección que Dios iba a enseñarle a Nabucodonosor, y algunas veces la que nos enseña también a nosotros, es que todo lo que tienes es un regalo de Dios: «El Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere» (v.32).
Nuestros dones espirituales, cuerpos, familias, hogares, inteligencia, apariencia física, dinero, habilidades deportivas son todos regalo de Dios. Tu reacción ante cualquier éxito no debe ser de orgullo o autocomplacencia, sino de elogio y agradecimiento a Dios: honrarlo y exaltarlo por lo que te ha dado (vv.34-37).
Nabucodonosor dio las cosas por sentado y no dio ni las gracias ni dio la gloria al Señor por aquello que el Señor había hecho por él. Más bien, vio todo como el trabajo de sus propias manos.
Cuando Nabucodonosor fue restaurado, se dio cuenta de que todo lo que tenía provenía de Dios. En vez de quedarse la gloria para él, agradeció y glorificó a Dios, «exaltó y glorificó al Rey del cielo» (vv.34-37).
La humildad no significa no reconocer lo que tienes, sino reconocer la fuente de donde proviene lo que tienes y dar el reconocimiento a donde corresponde: «Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia» (v.37).
Su testimonio se resume con estas palabras: «Él sabe cómo convertir a una persona orgullosa en un persona humilde» (v.37b, MSG).
Daniel le dice a Nabucodonosor: «Rey Nabucodonosor, por favor, acepte mi consejo. Deje de pecar y haga lo correcto. Apártese de su perverso pasado y sea compasivo con los pobres. Quizá, entonces, pueda seguir prosperando» (v.27, NTV).
La siguiente generación no aprendió las lecciones del pasado. El rey Belsasar rompió con el mandamiento de adorar solo a Dios: «… y alabaron a los dioses de oro, de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra» (5:4).
Al igual que con Nabucodonosor, bajo la superficie había un miedo profundamente arraigado en la vida de Belsasar, pues no tenía paz con Dios. Dios les advirtió a los dos diciéndoles qué hacer. La diferencia es que Nabucodonosor se arrepintió, se humilló, reconoció y agradeció a Dios, mientras que Belsasar no lo hizo.
El propio Daniel fue conocido por su «inteligencia y sabiduría como la sabiduría de los dioses» (v.11). Estaba lleno del Espíritu Santo; tuvo que haber sentido una gran tentación de orgullo; sin embargo, Daniel permaneció humildemente dependiente de Dios, dándole toda la gloria, el honor y el agradecimiento.
Oración
Añadidos de Pippa
Pippa añade:
2 Pedro 3:10 (RVA-2015)
«Pero el día del Señor vendrá como ladrón. Entonces los cielos pasarán con grande estruendo; los elementos, ardiendo, serán deshechos; y la tierra y las obras que están en ella serán consumidas».
El «día del Señor» suena bastante aterrador, pero el versículo 11 simplemente nos dice que sigamos viviendo una vida «santa y piadosa» y el versículo 12 dice: «Aguardando \[sin temor\] y apresurándose para la venida del día de Dios».
Versículo del día
Salmo 135:14
'Ciertamente el Señor juzgará a su pueblo, y de sus siervos tendrá compasión.'
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Referencias
Notas:
Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida al español, se parafrasea.
G.K. Chesterton, Irish Impressions, (London: Collins, 1919), p.24. Se parafrasea
Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. ‘NIV’ is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.
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