Gobierno: ¿Divino o Demoníaco?
Introducción
Políticos: ¿cómo los tratamos? Gobiernos y consejos locales: ¿cómo los vemos? Impuestos: ¿realmente necesitamos pagarlos?
¿Y los regímenes malvados? Si vives bajo un Hitler o Stalin, ¿se supone que debes obedecerlos?
«Sé un buen ciudadano», escribe el apóstol Pablo. En palabras de The Message: «Todos los gobiernos están bajo la autoridad de Dios. En la medida en que hay paz y orden, es el orden de Dios. Así que, vive como un ciudadano responsable. Si eres irresponsable con el Estado, entonces serás irresponsable con Dios, y Dios te reclamará tu responsabilidad. Las autoridades debidamente constituidas son solo una amenaza si estás intentando algo. Los ciudadanos decentes no tienen nada que temer» (Romanos 13:1-3, MSG).
Esta tuvo que ser una idea radical para los lectores originales de Pablo. En el mundo antiguo, la mayoría de la gente vinculaba la religión con el gobierno. La iglesia primitiva aún estaba haciéndose a la idea de que el Mesías no iba a gobernar sobre su pueblo en un gobierno terrenal. Aquellos que los rodeaban adoraban a Roma y al emperador como a un dios. Pero aquí, Pablo les dice que sigan a Jesús como su Rey y también se sometan a la autoridad romana.
La enseñanza de Pablo en Romanos capítulo 13 necesita ser contrapesada por Apocalipsis capítulo 13. El libro de Apocalipsis capítulo 13 fue escrito en el tiempo de la persecución a los cristianos bajo el emperador Domiciano. El Estado es visto como el aliado del diablo —representado como un dragón rojo— que ha dado su autoridad al Estado perseguidor que es representado como un monstruo emergiendo del mar. En el peor de los casos, el gobierno puede ser demoníaco.
Tanto lo escrito en Romanos 13, como en Apocalipsis 13, es verdad. Hay buenos y malos gobiernos. Hay un lado bueno en el gobierno humano; también puede haber un lado malo. Como observa Oscar Cullmann, si «el Estado permanece dentro de sus límites o si los transgrede; el cristiano lo describirá como siervo de Dios o como instrumento del diablo».
Salmos 89:38-45
38 Pero tú has desechado, has rechazado a tu ungido;
te has enfurecido contra él en gran manera.
39 Has revocado el pacto con tu siervo;
has arrastrado por los suelos su corona.
40 Has derribado todas sus murallas
y dejado en ruinas sus fortalezas.
41 Todos los que pasan lo saquean;
¡es motivo de burla para sus vecinos!
42 Has exaltado el poder de sus adversarios
y llenado de gozo a sus enemigos.
43 Le has quitado el filo a su espada,
y no lo has apoyado en la batalla.
44 Has puesto fin a su esplendor
al derribar por tierra su trono.
45 Has acortado los días de su juventud;
lo has cubierto con un manto de vergüenza.
Comentario
1. Ora por los que tienen autoridad
Israel era una teocracia. La iglesia y el Estado estaban inextricablemente entrelazados. El líder «ungido» del pueblo de Dios (v.38) también era el que llevaba la «corona» (v.39) y se sentaba en el «trono» (v.44).
Los reyes del Antiguo Testamento fueron vistos como ungidos por Dios. Sin embargo, muchos de ellos pecaron y fueron infieles al Señor. El salmista escribe: «Pero tú has desechado, has rechazado a tu ungido; te has enfurecido contra él en gran manera. Has revocado el pacto con tu siervo; has arrastrado por los suelos su corona» (vv.38-39).
Oración
Romanos 13:1-14
El respeto a las autoridades
13Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él. 2 Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo. 3 Porque los gobernantes no están para infundir terror a los que hacen lo bueno sino a los que hacen lo malo. ¿Quieres librarte del miedo a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás su aprobación, 4 pues está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, entonces debes tener miedo. No en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor. 5 Así que es necesario someterse a las autoridades, no sólo para evitar el castigo sino también por razones de conciencia.
6 Por eso mismo pagan ustedes impuestos, pues las autoridades están al servicio de Dios, dedicadas precisamente a gobernar. 7 Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben contribuciones, paguen las contribuciones; al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor.
La responsabilidad hacia los demás
8 No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley. 9 Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «No mates», «No robes», «No codicies», y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» 10 El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley.
11 Hagan todo esto estando conscientes del tiempo en que vivimos. Ya es hora de que despierten del sueño, pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos. 12 La noche está muy avanzada y ya se acerca el día. Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz. 13 Vivamos decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en inmoralidad sexual y libertinaje, ni en disensiones y envidias. 14 Más bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa.
Comentario
2. Disfruta de la libertad bajo la autoridad
Vivimos en la era entre la primera y segunda venida de Jesús. Cuando Jesús regrese gobernará y reinará para siempre, no habrá necesidad de gobierno humano. Mientras tanto, sin embargo, necesitamos del aquel. La autoridad de los gobiernos es propiamente vista, en palabras de San Pedro, como una «autoridad humana» (1 Pedro 2:13).
Esto no significa que los seres humanos lo idearon independientemente o aislados de Dios; más bien, es una institución implícita a la existencia social humana como la hizo Dios.
Sin embargo, puesto que es Dios quien establece las reglas, San Pablo escribe que todos debemos someternos a las autoridades públicas (Romanos 13:1-2).
Si esto se aplica a la autoridad secular, ¿cuánto más debe aplicarse a la autoridad de la iglesia? Las diferentes iglesias tienen diferentes estructuras de autoridad. En mi experiencia, someterme a la autoridad de los líderes de nuestra iglesia ha traído gran libertad.
Este es el principio básico del Nuevo Testamento. Debemos obedecer a todas las autoridades: al gobierno, a las autoridades locales y a las instituciones donde pertenecemos. ¿Por qué?
En primero lugar, lo hacemos porque son parte de la autoridad que es instituida por Dios.
Segundo, lo hacemos por las consecuencias que trae el no obedecerles: «Las autoridades están al servicio de Dios para tu bien; pero si estás haciendo algo malo, por supuesto que deberías tener miedo, porque ellas tienen poder para castigarte. Están al servicio de Dios para cumplir el propósito específico de castigar a los que hacen lo malo» (v.4, NTV).
En tercer lugar, «por razones de conciencia» (v.5). Si no estamos obedeciendo a las autoridades, no podemos vivir con una conciencia limpia. «Así que es necesario someterse a las autoridades no solo para evitar el castigo, sino también por razones de conciencia» (v.5).
Vemos aquí una distinción clara entre la moralidad personal y la aplicación de la ley por el gobierno. En el campo de la moralidad personal, la enseñanza de Pablo es muy similar a la de Jesús: es acerca de la no-represalia y de «poner la otra mejilla» (12:14-21). Sin embargo, continua predicando acerca de «las autoridades públicas» (13:1-6). Habla de los gobernantes como siervos de Dios para castigar al malhechor (v.4).
El Estado se preocupa por la protección de los demás. Respaldar y permitir el asesinato y la violencia sería poco amable y nada cristiano. Por analogía, si está bien que las autoridades utilicen la fuerza para proteger a los ciudadanos de las amenazas internas; es razonable protegerlos de las fuerzas externas, si es necesario. En la práctica, por supuesto, a menudo es extremadamente difícil discernir cuándo está justificado el uso de la fuerza.
Lo que genera menos controversia es que debemos pagar lo que debemos (vv.6-8). Esto significa pagar cada centavo de los impuestos que debemos y de todas nuestras deudas tan pronto como lleguen: «Paguen a cada uno lo que le corresponda: \[…\]. No tengan deudas pendientes con nadie» (vv.7-8).
No está mal tener una deuda planificada y manejable: una hipoteca, un préstamo estudiantil o una tarjeta de crédito. Sin embargo, debemos evitar tener deliberadamente una deuda imprevista o inmanejable. Si tenemos deudas, es importante no ignorarlo y conseguir ayuda tan pronto como sea posible; por ejemplo, conseguir asesoramiento sobre cómo manejar las deudas en algún servicio de asesoramiento cristiano.
El camino para cumplir la ley es amar a tu prójimo como a ti mismo. «De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley» (v.8b).
Si hacemos esto no robaremos por no causar infelicidad a la persona a quien robamos, no mataríamos o ni siquiera sentiremos ira de la mala debido al daño que causaríamos a otros. No cometeríamos adulterio por el daño que haríamos al matrimonio y a las relaciones.
«Porque los mandamientos que dicen: “No cometas adulterio”, “No mates”, “No robes”, “No codicies”, y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley» (vv.9-10).
La ley se resume y se cumple con el amor. El amor no es una excusa para quebrantar los mandamientos sino una manera de guardarlos. Los mandamientos fueron dados por amor a nosotros y se cumplen con amor. Pablo no escribe que si amas no necesitas obedecer los mandamientos. Más bien, él asegura que si amas, cumplirás los mandamientos.
Jesús es el ejemplo supremo del amor. Pablo nos exhorta: «Revístanse ustedes del Señor Jesucristo» (v.14). Ora para que el carácter de Jesús —su amor— te rodee y te proteja y que las personas que encuentres hoy lo noten.
Oración
1 Crónicas 7:1-9:1a
Descendientes de Isacar
7Los hijos de Isacar fueron cuatro en total: Tola, Fuvá, Yasub y Simrón.
2 Los hijos de Tola fueron Uzi, Refaías, Jeriel, Yamay, Ibsán y Samuel, todos ellos guerreros valientes y jefes de las familias patriarcales de Tola. Según sus registros genealógicos, en el tiempo de David eran veintidós mil seiscientos.
3 Israías fue el hijo de Uzi, y los hijos de Israías fueron Micael, Abdías, Joel e Isías, en total cinco jefes. 4 Tan grande era el número de sus mujeres y niños que, según sus registros genealógicos, contaban con un ejército de treinta y seis mil hombres de guerra. 5 El número total de todos sus parientes de las familias de Isacar ascendía a ochenta y siete mil guerreros valientes.
Descendientes de Benjamín
6 Los hijos de Benjamín fueron Bela, Béquer y Jediael, tres en total.
7 Los hijos de Bela fueron Esbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Irí, cinco en total. Todos ellos eran jefes de las familias patriarcales y guerreros valientes, y sumaban veintidós mil treinta y cuatro.
8 Los hijos de Béquer fueron Zemirá, Joás, Eliezer, Elihoenay, Omrí, Jerimot, Abías, Anatot y Alamet. Todos ellos eran hijos de Béquer, 9 jefes de sus familias patriarcales y guerreros valientes. Según sus registros genealógicos, eran veinte mil doscientos.
10 Bilhán fue el hijo de Jediael, y los hijos de Bilhán fueron Jeús, Benjamín, Aod, Quenaná, Zetán, Tarsis y Ajisajar. 11 Todos ellos descendían de Jediael, y eran jefes de sus familias patriarcales y guerreros valientes. En total, eran diecisiete mil doscientos hombres aptos para la guerra.
12 Los hijos de Ir fueron Supín y Jupín. Jusín fue el hijo de Ajer.
Descendientes de Neftalí
13 Los hijos de Neftalí fueron Yazel, Guní, Jéser y Salún. Éstos eran descendientes de Bilhá.
Descendientes de Manasés
14 Los hijos que Manasés tuvo con su concubina siria fueron Asriel y Maquir, este último, padre de Galaad. 15 Maquir tomó por esposa a Macá, de la familia de Jupín y Supín.
El segundo hijo se llamaba Zelofejad, quien solamente tuvo hijas. 16 Macá, la esposa de Maquir, dio a luz un hijo, al que llamó Peres. Éste fue hermano de Seres y padre de Ulán y Requen. 17 Bedán fue hijo de Ulán.
Éstos fueron los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. 18 Su hermana Hamoléquet fue la madre de Isod, Abiezer y Majlá.
19 Los hijos de Semidá fueron Ahián, Siquén, Liquejí y Anián.
Descendientes de Efraín
20 Los descendientes de Efraín en línea directa fueron Sutela, Béred, Tajat, Eladá, Tajat, 21 Zabad, Sutela, Ezer y Elad. Los habitantes de Gad mataron a estos dos últimos porque bajaron a robarles sus ganados. 22 Durante mucho tiempo Efraín guardó luto por sus hijos, y sus parientes llegaron para consolarlo. 23 Luego se unió a su esposa, la cual concibió y le dio a luz un hijo, a quien él llamó Beriá por la desgracia que su familia había sufrido.
24 Su hija Será edificó Bet Jorón la de arriba y Bet Jorón la de abajo, y también Uzén Será.
25 Los descendientes de Beriá en línea directa fueron Refa, Résef, Télaj, Taján, 26 Ladán, Amiud, Elisama, 27 Nun y Josué. 28 Sus posesiones y lugares de residencia fueron Betel con sus aldeas; Narán, al este; Guézer con sus aldeas, al oeste; y Siquén con sus aldeas hasta Ayah con sus aldeas. 29 Los descendientes de Manasés tenían en su poder a Betseán, Tanac, Meguido y Dor, con sus respectivas aldeas. En estos lugares se asentaron los descendientes de José hijo de Israel.
Descendientes de Aser
30 Los hijos de Aser fueron Imná, Isvá, Isví, Beriá y Sera, su hermana.
31 Los hijos de Beriá fueron Héber y Malquiel, padre de Birzávit.
32 Los hijos de Héber fueron Jaflet, Semer, Jotán y Suá, su hermana.
33 Los hijos de Jaflet fueron Pasac, Bimal y Asvat.
34 Los hijos de su hermano Semer fueron Rohegá, Yehubá y Aram.
35 Los hijos de su hermano Hélem fueron Zofa, Imná, Seles y Amal.
36 Los hijos de Zofa fueron Súaj, Harnéfer, Súal, Berí, Imrá, 37 Béser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y Beerá.
38 Los hijos de Jéter fueron Jefone, Pispa y Ará.
39 Los hijos de Ula fueron Araj, Janiel y Risiyá.
40 Todos ellos fueron descendientes de Aser, jefes de familias patriarcales, hombres selectos, guerreros valientes e importantes. Según sus registros genealógicos eran veintiséis mil hombres, aptos para la guerra.
Descendientes de Benjamín
8Los hijos de Benjamín fueron:
Bela, el primero;
Asbel, el segundo;
Ajará, el tercero;
2 Noja, el cuarto,
y Rafá, el quinto.
3 Los hijos de Bela fueron Adar, Guerá, Abiud, 4 Abisúa, Naamán, Ajoaj, 5 Guerá, Sefufán e Hiram.
6 Los hijos de Aod, jefes de las familias patriarcales que habitaban en Gueba y que luego se trasladaron a Manajat, fueron 7 Naamán, Ahías y Guerá, padre de Uza y de Ajiud. Guerá fue el que los trasladó a Manajat.
8 Después de que Sajarayin repudió a sus esposas Jusín y Bará, tuvo otros hijos en los campos de Moab. 9 Con su esposa Hodes tuvo a Jobab, Sibia, Mesá, Malcán, 10 Jeús, Saquías y Mirma. Estos hijos suyos fueron jefes de familias patriarcales.
11 Con Jusín tuvo a Abitob y a Elpal.
12 Los hijos de Elpal fueron Éber, Misán y Sémed. Sémed edificó las ciudades de Ono y Lod, con sus aldeas; 13 Beriá y Semá fueron jefes de las familias patriarcales de los habitantes de Ayalón, y expulsaron a los habitantes de Gat.
14 Los hijos de Beriá fueron Ajío, Sasac, Jeremot, 15 Zebadías, Arad, Ader, 16 Micael, Ispá y Yojá.
17 Zebadías, Mesulán, Hizqui, Éber, 18 Ismeray, Jezlías y Jobab fueron los hijos de Elpal.
19 Yaquín, Zicrí, Zabdí, 20 Elienay, Ziletay, Eliel, 21 Adaías, Beraías y Simrat fueron los hijos de Simí.
22 Ispán, Éber, Eliel, 23 Abdón, Zicrí, Janán, 24 Jananías, Elam, Anatotías, 25 Ifdaías y Peniel fueron los hijos de Sasac.
26 Samseray, Seharías, Atalías, 27 Jaresías, Elías y Zicrí fueron los hijos de Jeroán. 28 Según sus registros genealógicos, éstos fueron jefes de familias patriarcales y habitaron en Jerusalén.
29 Jehiel, padre de Gabaón, vivía en Gabaón. Su esposa se llamaba Macá. 30 Sus hijos fueron Abdón, el primogénito; Zur, Quis, Baal, Ner, Nadab, 31 Guedor, Ajío, Zéquer 32 y Miclot, padre de Simá. Éstos vivían también en Jerusalén con sus hermanos.
33 Ner fue el padre de Quis, y éste fue padre de Saúl, quien fue padre de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Esbaal.
34 El hijo de Jonatán fue Meribaal, padre de Micaías.
35 Los hijos de Micaías fueron Pitón, Mélec, Tarea y Acaz.
36 Acaz fue padre de Joada, y éste lo fue de Alemet, Azmávet y Zimri. Zimri fue el padre de Mosá; 37 Mosá fue el padre de Biná, y éste lo fue de Rafá; Rafá fue el padre de Elasá, y éste lo fue de Azel.
38 Azel tuvo seis hijos, cuyos nombres fueron Azricán, Bocrú, Ismael, Searías, Abdías y Janán. Éstos fueron los hijos de Azel.
39 Los hijos de su hermano Ésec fueron:
Ulán, el primero;
Jeús, el segundo,
y Elifelet, el tercero.
40 Los hijos de Ulán fueron hombres guerreros valientes, diestros con el arco. Tuvieron muchos hijos y nietos: ciento cincuenta en total.
Todos éstos fueron los descendientes de Benjamín.
9Todos los israelitas fueron registrados en las listas genealógicas e inscritos en el libro de los reyes de Israel.
Los que regresaron a Jerusalén
Por causa de su infidelidad a Dios, Judá fue llevado cautivo a Babilonia.
Comentario
3. Ten en cuenta los límites de la autoridad
Al mirar alrededor del mundo hoy en día, vemos buenos y malos liderazgos y gobiernos. El pueblo de Israel tenía su cuota de mal gobierno.
A medida que el cronista concluye sus listas y genealogías, escribe: «Todos los israelitas fueron registrados en las listas genealógicas e inscritos en el libro de los reyes de Israel. Por causa de su infidelidad a Dios, Judá fue llevado cautivo a Babilonia» (9:1). En su lista menciona a Saúl: «Quis, y este fue padre de Saúl, quien fue padre de Jonatán» (8:33), a quien más tarde pondrá de relieve como ejemplo de alguien que empezó como un buen gobernador pero que terminó siendo malo (10:13-14).
Saúl se convirtió en un ejemplo del tipo de gobierno del cual se habla en Apocalipsis capítulo 13. No obstante, David buscó permanecer leal y sujeto a su autoridad en la medida de sus posibilidades.
Oración
Añadidos de Pippa
«… pónganse la armadura resplandeciente de la vida recta» (Romanos 13:12, NTV)
Versículo del día
Romanos 13:9
Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «No mates», «No robes», «No codicies», y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.»
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Referencias
Nueva Versión Inernacional (NVI)
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