Día 127

Doce claves para ser útil a Dios

Sabiduría Salmos 57:7-11
Nuevo Testamento Juan 5:16-30
Antiguo Testamento Jueces 6:1-7:8a

Introducción

Un cargador de agua de la India llevaba alrededor de su cuello un palo con dos recipientes grandes colgados. Una de las vasijas tenía una grieta, mientras que la otra era perfecta. Esta siempre conservaba toda el agua al final del largo recorrido desde el arroyo hasta la casa, mientras que el recipiente agrietado siempre llegaba medio lleno.

La pobre vasija agrietada estaba avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo era capaz de cumplir con la mitad del cometido para el que había sido fabricada. Después de dos años de lo que percibió como un amargo fracaso, un día habló con el portador de agua junto al arroyo:

«Estoy avergonzada y quiero disculparme contigo porque debido a mis grietas, el agua se escapa todo el camino de regreso a casa. Debido a mis defectos, solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir».

El acarreador preguntó a la vasija: «¿Te diste cuenta de que solo hay flores en tu lado del camino pero no en el lado del otro recipiente? Eso es porque siempre he sabido de tu defecto y he plantado semillas de flores en tu lado del camino, y todos los días mientras caminamos de regreso, las has regado. Durante dos años he sido capaz de recoger esas hermosas flores para decorar la mesa. Si no fueras exactamente como eres, no hubiera sido posible crear esta belleza para adornar la casa».

Afortunadamente, ¡Dios usa vasijas agrietadas! No necesitas ser perfecto para que Dios te use. Queremos que nuestras vidas sirvan para algo. Si quieres ser útil a Dios, aquí tienes doce claves:

Sabiduría

Salmos 57:7-11

7 Firme está, oh Dios, mi corazón;
  firme está mi corazón.
 Voy a cantarte salmos.
8 ¡Despierta, alma mía!
  ¡Despierten, arpa y lira!
 ¡Haré despertar al nuevo día!

9 Te alabaré, Señor, entre los pueblos,
 te cantaré salmos entre las naciones.
10 Pues tu amor es tan grande que llega a los cielos;
 ¡tu verdad llega hasta el firmamento!

11 ¡Tú, oh Dios, estás sobre los cielos;
 tu gloria cubre toda la tierra!

Comentario

1. Saber que eres amado

Dios te usa porque te ama. David proclama: «Pues tu amor inagotable es tan alto como los cielos; tu fidelidad alcanza las nubes» (v.10, NTV). Aquí es donde todo comienza: sabiendo que eres amado por Dios.

2. Adorar al Señor en toda circunstancia

Dios está buscando adoradores. David proclama: «Mi corazón está firme, oh Dios; \[...\] cantaré y entonaré salmos \[...\] te alabaré, oh Señor» (vv.7-9, RVA-2015). Responde a la experiencia del amor de Dios adorándolo con todos los dones que tienes; hazlo no solo en lo privado sino también en lo público (v.9), no solo cuando lo deseas, sino también «firmemente» en los momentos difíciles.

3. Honrar a Dios en tu vida

Dios honra a quienes lo honran. David escribe: «¡Tú, oh Dios, estás sobre los cielos; tu gloria cubre toda la tierra!» (v.11). Esto es el deseo último de David. Es el mismo deseo que se expresa en la oración que Jesús nos enseñó a orar: «santificado sea tu nombre» (Mateo 6:9).

Oración

Señor, gracias por tu gran amor por mí que llega hasta los cielos, y por tu fidelidad que alcanza las nubes. Hoy oro para que tu nombre sea honrado a través de todo lo que hago y digo.
Nuevo Testamento

Juan 5:16-30

Vida mediante el Hijo

16 Precisamente por esto los judíos perseguían a Jesús, pues hacía tales cosas en sábado. 17 Pero Jesús les respondía:

—Mi Padre aun hoy está trabajando, y yo también trabajo.

18 Así que los judíos redoblaban sus esfuerzos para matarlo, pues no sólo quebrantaba el sábado sino que incluso llamaba a Dios su propio Padre, con lo que él mismo se hacía igual a Dios.

19 Entonces Jesús afirmó:

—Ciertamente les aseguro que el hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su padre hace, porque cualquier cosa que hace el padre, la hace también el hijo. 20 Pues el padre ama al hijo y le muestra todo lo que hace. Sí, y aun cosas más grandes que éstas le mostrará, que los dejará a ustedes asombrados. 21 Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes a él le place. 22 Además, el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha delegado en el Hijo, 23 para que todos honren al Hijo como lo honran a él. El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envió.

24 »Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida. 25 Ciertamente les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. 26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo, 27 y le ha dado autoridad para juzgar, puesto que es el Hijo del hombre.

28 »No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, 29 y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados. 30 Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo sólo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad sino cumplir la voluntad del que me envió.

Comentario

4. Hacer lo que «el Padre» está haciendo

Los fariseos, que eran profundamente religiosos, se habían vuelto legalistas, corruptos y rígidos. Criticaron a Jesús porque un hombre que llevaba 38 años paralítico había llevado su cama en sábat.

Jesús está en comunión con Dios y es el Hijo amado de Dios que hace todo lo que el Padre quiere que haga. No puede separarse de su Padre puesto que él es uno con el Padre.

Jesús es Dios: «Llamaba a Dios su propio Padre, con lo que él mismo se hacía igual a Dios» (v.18). Sin embargo, Jesús es también el Hijo obediente de su Padre. Así, respondió a los que querían matarlo: «Les digo la verdad, el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta; solo hace lo que ve que el Padre hace. Todo lo que hace el Padre, también lo hace el Hijo» (v.19, NTV).

En lugar de iniciar tus propios planes y pedirle a Dios que los bendiga, trata de ver cuáles son los planes de Dios y únete a ellos.

5. Escuchar a Dios

Como vemos en el pasaje del Antiguo Testamento, el pueblo de Dios se metió en problemas porque no escuchó a Dios (Jueces 6:10). Jesús dice que la clave de la vida es escucharlo y creerle: «Les digo la verdad, todos los que escuchan mi mensaje y creen en Dios, quien me envió, tienen vida eterna. Nunca serán condenados por sus pecados, pues ya han pasado de la muerte a la vida» (Juan 5:24, NTV).

En palabras de la traducción bíblica The Message Jesús señala: «Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; primero escucho, después decido» (v.30, MSG).

6. Hacer todo el bien posible

No puedes ganar tu salvación por «hacer el bien». Sin embargo, la prueba de una vida de fe, es una vida que hace el bien. Del propio Jesús sabemos «anduvo haciendo el bien» (Hechos 10.38). Jesús predice: «Porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados» (Juan 5:28-29).

Como John Wesley escribió: «Haz todo el bien que puedas, por todos los medios que puedas, de todas las maneras que puedas, en todos los sitios que puedas, a todas las horas que puedas, a toda la gente que puedas, durante todo el tiempo que puedas».

7. Buscar complacer a Dios

Me parece que esta es una de las cosas más difíciles de empezar a poner en práctica. Parece tan natural buscar complacerme a mí mismo. Jesús señaló: «No busco hacer mi propia voluntad, sino cumplir la voluntad del que me envió» (v.30). Vivir una vida buscando agradar a Dios implica un cambio radical completo. No es solo un único cambio radical; es algo que tienes que tratar de poner en práctica todos los días y ¡no es fácil!

Oración

Padre, ayúdame a escuchar Tu voz para discernir lo que estás haciendo y unirme a ello sin buscar complacerme a mí mismo sino a Ti.
Antiguo Testamento

Jueces 6:1-7:8a

Gedeón

6Los israelitas hicieron lo que ofende al Señor, y él los entregó en manos de los madianitas durante siete años. 2 Era tal la tiranía de los madianitas que los israelitas se hicieron escondites en las montañas y en las cuevas, y en otros lugares donde pudieran defenderse. 3 Siempre que los israelitas sembraban, los madianitas, amalecitas y otros pueblos del oriente venían y los atacaban. 4 Acampaban y arruinaban las cosechas por todo el territorio, hasta la región de Gaza. No dejaban en Israel nada con vida: ni ovejas, ni bueyes ni asnos. 5 Llegaban con su ganado y con sus carpas como plaga de langostas. Tanto ellos como sus camellos eran incontables, e invadían el país para devastarlo. 6 Era tal la miseria de los israelitas por causa de los madianitas, que clamaron al Señor pidiendo ayuda.

7 Cuando los israelitas clamaron al Señor a causa de los madianitas, 8 el Señor les envió un profeta que dijo: «Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo los saqué de Egipto, tierra de esclavitud, 9 y los libré de su poder. También los libré del poder de todos sus opresores, a quienes expulsé de la presencia de ustedes para entregarles su tierra.” 10 Les dije: “Yo soy el Señor su Dios; no adoren a los dioses de los amorreos, en cuya tierra viven.” Pero ustedes no me obedecieron.»

11 El ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina que estaba en Ofra, la cual pertenecía a Joás, del clan de Abiezer. Su hijo Gedeón estaba trillando trigo en un lagar, para protegerlo de los madianitas. 12 Cuando el ángel del Señor se le apareció a Gedeón, le dijo:

—¡El Señor está contigo, guerrero valiente!

13 —Pero, señor —replicó Gedeón—, si el Señor está con nosotros, ¿cómo es que nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas las maravillas que nos contaban nuestros padres, cuando decían: “¡El Señor nos sacó de Egipto!”? ¡La verdad es que el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de Madián!

14 El Señor lo encaró y le dijo:

—Ve con la fuerza que tienes, y salvarás a Israel del poder de Madián. Yo soy quien te envía.

15 —Pero, Señor —objetó Gedeón—, ¿cómo voy a salvar a Israel? Mi clan es el más débil de la tribu de Manasés, y yo soy el más insignificante de mi familia.

16 El Señor respondió:

—Tú derrotarás a los madianitas como si fueran un solo hombre, porque yo estaré contigo.

17 —Si me he ganado tu favor, dame una señal de que en realidad eres tú quien habla conmigo —respondió Gedeón—. 18 Te ruego que no te vayas hasta que yo vuelva y traiga mi ofrenda y la ponga ante ti.

—Esperaré hasta que vuelvas —le dijo el Señor.

19 Gedeón se fue a preparar un cabrito; además, con una medida de harina hizo panes sin levadura. Luego puso la carne en una canasta y el caldo en una olla, y los llevó y se los ofreció al ángel bajo la encina.

20 El ángel de Dios le dijo:

—Toma la carne y el pan sin levadura, y ponlos sobre esta roca; y derrama el caldo.

Y así lo hizo Gedeón. 21 Entonces, con la punta del bastón que llevaba en la mano, el ángel del Señor tocó la carne y el pan sin levadura, ¡y de la roca salió fuego, que consumió la carne y el pan! Luego el ángel del Señor desapareció de su vista. 22 Cuando Gedeón se dio cuenta de que se trataba del ángel del Señor, exclamó:

—¡Ay de mí, Señor y Dios! ¡He visto al ángel del Señor cara a cara!

23 Pero el Señor le dijo:

—¡Quédate tranquilo! No temas. No vas a morir.

24 Entonces Gedeón construyó allí un altar al Señor, y lo llamó «El Señor es la paz», el cual hasta el día de hoy se encuentra en Ofra de Abiezer.

25 Aquella misma noche el Señor le dijo: «Toma un toro del rebaño de tu padre; el segundo, el que tiene siete años. Derriba el altar que tu padre ha dedicado a Baal, y el poste con la imagen de la diosa Aserá que está junto a él. 26 Luego, sobre la cima de este lugar de refugio, construye un altar apropiado para el Señor tu Dios. Toma entonces la leña del poste de Aserá que cortaste, y ofrece el segundo toro como un holocausto.»

27 Gedeón llevó a diez de sus siervos e hizo lo que el Señor le había ordenado. Pero en lugar de hacerlo de día lo hizo de noche, pues tenía miedo de su familia y de los hombres de la ciudad.

28 Cuando los hombres de la ciudad se levantaron por la mañana, vieron que el altar de Baal estaba destruido, que el poste con la imagen de la diosa Aserá estaba cortado, y que el segundo toro había sido sacrificado sobre el altar recién construido.

29 Entonces se preguntaban el uno al otro: «¿Quién habrá hecho esto?» Luego de investigar cuidadosamente, llegaron a la conclusión: «Gedeón hijo de Joás lo hizo.» 30 Entonces los hombres de la ciudad le exigieron a Joás:

—Saca a tu hijo, pues debe morir, porque destruyó el altar de Baal y derribó la imagen de Aserá que estaba junto a él.

31 Pero Joás le respondió a todos los que lo amenazaban:

—¿Acaso van ustedes a defender a Baal? ¿Creen que lo van a salvar? ¡Cualquiera que defienda a Baal, que muera antes del amanecer! Si de veras Baal es un dios, debe poder defenderse de quien destruya su altar.

32 Por eso aquel día llamaron a Gedeón «Yerubaal», diciendo: «Que Baal se defienda contra él», porque él destruyó su altar.

33 Todos los madianitas y amalecitas, y otros pueblos del oriente, se aliaron y cruzaron el Jordán, acampando en el valle de Jezrel. 34 Entonces Gedeón, poseído por el Espíritu del Señor, tocó la trompeta, y todos los del clan de Abiezer fueron convocados a seguirlo. 35 Envió mensajeros a toda la tribu de Manasés, convocándolos para que lo siguieran, y además los envió a Aser, Zabulón y Neftalí, de modo que también éstos se le unieron.

36 Gedeón le dijo a Dios: «Si has de salvar a Israel por mi conducto, como has prometido, 37 mira, tenderé un vellón de lana en la era, sobre el suelo. Si el rocío cae sólo sobre el vellón y todo el suelo alrededor queda seco, entonces sabré que salvarás a Israel por mi conducto, como prometiste.»

38 Y así sucedió. Al día siguiente Gedeón se levantó temprano, exprimió el vellón para sacarle el rocío, y llenó una taza de agua. 39 Entonces Gedeón le dijo a Dios: «No te enojes conmigo. Déjame hacer sólo una petición más. Permíteme hacer una prueba más con el vellón. Esta vez haz que sólo el vellón quede seco, y que todo el suelo quede cubierto de rocío.»

40 Así lo hizo Dios aquella noche. Sólo el vellón quedó seco, mientras que todo el suelo estaba cubierto de rocío.

Gedeón derrota a los madianitas

7Yerubaal —es decir, Gedeón— y todos sus hombres se levantaron de madrugada y acamparon en el manantial de Jarod. El campamento de los madianitas estaba al norte de ellos, en el valle que está al pie del monte de Moré. 2 El Señor le dijo a Gedeón: «Tienes demasiada gente para que yo entregue a Madián en sus manos. A fin de que Israel no vaya a jactarse contra mí y diga que su propia fortaleza lo ha librado, 3 anúnciale ahora al pueblo: “¡Cualquiera que esté temblando de miedo, que se vuelva y se retire del monte de Galaad!” » Así que se volvieron veintidós mil hombres, y se quedaron diez mil.

4 Pero el Señor le dijo a Gedeón: «Todavía hay demasiada gente. Hazlos bajar al agua, y allí los seleccionaré por ti. Si digo: “Éste irá contigo”, ése irá; pero si digo: “Éste no irá contigo”, ése no irá.»

5 Gedeón hizo que los hombres bajaran al agua. Allí el Señor le dijo: «A los que laman el agua con la lengua, como los perros, sepáralos de los que se arrodillen a beber.»

6 Trescientos hombres lamieron el agua llevándola de la mano a la boca. Todos los demás se arrodillaron para beber. 7 El Señor le dijo a Gedeón: «Con los trescientos hombres que lamieron el agua, yo los salvaré; y entregaré a los madianitas en tus manos. El resto, que se vaya a su casa.»

8 Entonces Gedeón mandó a los demás israelitas a sus carpas, pero retuvo a los trescientos, los cuales se hicieron cargo de las provisiones y de las trompetas de los otros.

El campamento de Madián estaba situado en el valle, más abajo del de Gedeón.

Comentario

8. Clamar al Señor pidiendo ayuda

El pueblo de Dios se había metido en problemas una vez más. Había hecho «lo que ofende al Señor» (6:1). Como resultado, fue oprimido (v.2) y «empobrecido en gran manera» (v.6, RVA-2015).

Para ellos, el momento de cambio llegó, como a menudo nos llega a nosotros, cuando «clamaron al Señor pidiendo ayuda» (v.6). Estoy tremendamente agradecido por todas las veces que Dios ha respondido mi clamor pidiendo ayuda.

9. Saber que Dios está contigo

Dios exaltó a Gedeón: «¡El Señor está contigo, guerrero valiente!» (v.12). Gedeón respondió a Dios: «Pero, Señor \[...\] ¿cómo voy a salvar a Israel? Mi clan es el más débil en Manasés, y yo soy el más insignificante de mi familia» (v.15). Entonces, el Señor le manifestó: «Yo estaré contigo» (v.16).

Jesús, ha prometido que estará contigo siempre, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).

10. Conocer tus debilidades

¡Gedeón es otro ejemplo de Dios usando vasijas agrietadas! Gedeón preguntó: «¿Cómo voy a salvar a Israel? Mi clan es el más débil en Manasés, y yo soy el más insignificante de mi familia» (Jueces 6:15). A menudo siento que Dios no puede usarme debido a mis debilidades, sin embargo Dios a veces trabaja mejor a través de nuestras debilidades que de nuestras fortalezas.

Personalmente, las palabras del apóstol Pablo me dan un gran consuelo: «Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo \[...\] porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Corintios 12:9-10).

11. Obedecer a Dios sin temor

Gedeón «hizo lo que el Señor le había ordenado» (Jueces 6:27), incluso arriesgó su vida (v.30). Me doy cuenta de que a menudo soy tímido frente a la oposición. Sin embargo, la oposición que enfrentamos no es nada comparada con lo que Gedeón y, ciertamente, Jesús enfrentaron. Como dice Joyce Meyer: «Cuando el temor toque a tu puerta, deja que la fe conteste».

12. Estar seguro de Dios

El secreto del poder de Gedeón fue estar «poseído por el Espíritu del Señor» (v.34). No confíes en ti mismo, confía en Dios.

Dios no necesita grandes números. En realidad, le aseguró a Gedeón: «Tienes demasiada gente» (7:2). Dios no quería que la gente pensara que se había salvado por su propia fuerza, así que redujo los números de 32 000 a 300 (vv.1-7).

Para ver una nación transformada no necesitamos grandes números, solo necesitamos el poder del Espíritu Santo. Si confías en Dios, Él puede trabajar a través de ti como lo hizo con Gedeón.

Oración

Señor, si voy a cumplir el llamado que me has dado, necesito tu Espíritu Santo. Te pido que hoy envíes tu Espíritu Santo sobre mí. Ven, Espíritu Santo.

Añadidos de Pippa

Pippa añade

Jueces 6

Puedo identificarme con Gedeón, pues era temeroso, vacilante e inseguro, lo que lo hace todavía más héroe para mí. Esto demuestra lo valiente que fue al ir contra todos (v.27). Además tuvo la sensatez de cerciorarse de haberlo entendido bien. Si vas a hacer algo radical, necesitas saber que has escuchado bien a Dios. Una vez que Gedeón estuvo seguro de que era la voluntad de Dios, no hubo manera de detenerlo.

Versículo del día

Jueces 6:14

'Ve con la fuerza que tienes, y salvarás a Israel del poder de Madián. Yo soy quien te envía.'

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Referencias

Notas:

Joyce Meyer, Devocional vida en la Palabra, (Casa Creación, 2015) Página 40

Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está en español, se parafrasea.

Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. ‘NIV’ is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.

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Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel

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