Día 93

Cómo amar

Sabiduría Salmos 40:9-17
Nuevo Testamento Lucas 9:28-56
Antiguo Testamento Números 35:1-36:13

Introducción

Fueron cuatro balas las que alcanzaron al papa Juan Pablo II, dos de las cuales se alojaron en su intestino delgado mientras que otras dos impactaron en su mano izquierda y su brazo derecho. Aquel intento de asesinato del Papa de mayo de 1981 le provocó severas heridas con gran pérdida de sangre y su salud nunca fue la misma desde entonces. En julio de 1981 el autor del atentado, Ali Ağca fue condenado a cadena perpetua. El papa Juan Pablo II pidió a la gente que orara «por mi hermano Ağca, a quien he perdonado de corazón».

Dos años después tomaría la mano de Ali Ağca en su celda de la prisión, para decirle en voz baja que le había perdonado por lo que le hizo, aunque su asesino frustrado no le había pedido perdón. Con los años, desarrolló una amistad con él, llegando a encontrarse con la madre de Ağca en 1987 y una década más tarde, con su hermano. En junio de 2000 Ağca fue indultado por el presidente italiano a petición del Papa. En febrero de 2005 Ağca envió una carta al Papa deseándole que se pusiera bien. Cuando el papa murió el 2 de abril de 2005, Adrián, el hermano de Ağca, concedió una entrevista en la que expresó el pésame de Ağca y toda su familia ante la muerte del Papa quien había sido un gran amigo para ellos.

La respuesta de amor y misericordia del papa Juan Pablo II es ejemplar. El amor y la misericordia de Dios son aún más extraordinarias porque «a los pies de la cruz de Jesús se completa el perdón. El amor y la justicia se entrelazan, la verdad y la justicia se abrazan».

Sabiduría

Salmos 40:9-17

9 En medio de la gran asamblea
 he dado a conocer tu justicia.
Tú bien sabes, Señor,
 que no he sellado mis labios.
10 No escondo tu justicia en mi corazón,
 sino que proclamo tu fidelidad y tu salvación.
No oculto en la gran asamblea
 tu gran amor y tu verdad.

11 No me niegues, Señor, tu misericordia;
 que siempre me protejan tu amor y tu verdad.
12 Muchos males me han rodeado;
 tantos son que no puedo contarlos.
Me han alcanzado mis iniquidades,
 y ya ni puedo ver.
Son más que los cabellos de mi cabeza,
 y mi corazón desfallece.
13 Por favor, Señor, ¡ven a librarme!
 ¡Ven pronto, Señor, en mi auxilio!

14 Sean confundidos y avergonzados
 todos los que tratan de matarme;
huyan derrotados
 todos los que procuran mi mal;
15 que la vergüenza de su derrota
 humille a los que se burlan de mí.
16 Pero que todos los que te buscan
 se alegren en ti y se regocijen;
que los que aman tu salvación digan siempre:
 «¡Cuán grande es el Señor!»

17 Y a mí, pobre y necesitado,
 quiera el Señor tomarme en cuenta.
Tú eres mi socorro y mi libertador;
 ¡no te tardes, Dios mío!

Comentario

Amor y verdad

Jesús personificó el amor de Dios y también dijo: «Yo soy \[…\] la verdad» (Juan 14:6). El Espíritu Santo derrama el amor de Dios en nuestros corazones (Romanos 5:5) y también es el Espíritu de la verdad (Juan 15:26). La verdad se vuelve dura si no es dulcificada por el amor; el amor se vuelve blando si no es reforzado por la verdad.

David canta «No oculto en la gran asamblea tu gran amor y tu verdad». Ora por que «siempre me protejan tu amor y tu verdad» (v.11b). No ve el amor y la verdad como dos cosas que se excluyan mutuamente en ningún sentido, sino como complementarias. La verdad sobre Dios es que te ama; Él es justo y fiel, hace justicia sobre la tierra.

Igual que el amor y la verdad van de la mano, así también lo hacen la justicia y la misericordia. Los conceptos de rectitud (como en el v.10) y justicia están íntimamente relacionados en las Escrituras. En este pasaje, David suplica la misericordia de Dios basándose en su conocimiento de la rectitud de Dios: «No me niegues, Señor, tu misericordia \[…\] Me han alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver» (vv.11a,12b). El pecado nos ciega. Necesitamos la misericordia y el perdón de Dios para poder ver con claridad.

Oración

Señor, que tu amor y tu verdad me protejan siempre.
Nuevo Testamento

Lucas 9:28-56

La transfiguración

28 Unos ocho días después de decir esto, Jesús, acompañado de Pedro, Juan y Jacobo, subió a una montaña a orar. 29 Mientras oraba, su rostro se transformó, y su ropa se tornó blanca y radiante. 30 Y aparecieron dos personajes —Moisés y Elías— que conversaban con Jesús. 31 Tenían un aspecto glorioso, y hablaban de la partida de Jesús, que él estaba por llevar a cabo en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño, pero cuando se despabilaron, vieron su gloria y a los dos personajes que estaban con él. 33 Mientras éstos se apartaban de Jesús, Pedro, sin saber lo que estaba diciendo, propuso:

—Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Podemos levantar tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.

34 Estaba hablando todavía cuando apareció una nube que los envolvió, de modo que se asustaron. 35 Entonces salió de la nube una voz que dijo: «Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo.» 36 Después de oírse la voz, Jesús quedó solo. Los discípulos guardaron esto en secreto, y por algún tiempo a nadie contaron nada de lo que habían visto.

Jesús sana a un muchacho endemoniado

37 Al día siguiente, cuando bajaron de la montaña, le salió al encuentro mucha gente. 38 Y un hombre de entre la multitud exclamó:

—Maestro, te ruego que atiendas a mi hijo, pues es el único que tengo. 39 Resulta que un espíritu se posesiona de él, y de repente el muchacho se pone a gritar; también lo sacude con violencia y hace que eche espumarajos. Cuando lo atormenta, a duras penas lo suelta. 40 Ya les rogué a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron.

41 —¡Ah, generación incrédula y perversa! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? Trae acá a tu hijo.

42 Estaba acercándose el muchacho cuando el demonio lo derribó con una convulsión. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió al padre. 43 Y todos se quedaron asombrados de la grandeza de Dios.

En medio de tanta admiración por todo lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

44 —Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.

45 Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto. Les estaba encubierto para que no lo comprendieran, y no se atrevían a preguntárselo.

¿Quién va a ser el más importante?

46 Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién de ellos sería el más importante. 47 Como Jesús sabía bien lo que pensaban, tomó a un niño y lo puso a su lado.

48 —El que recibe en mi nombre a este niño —les dijo—, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que es más insignificante entre todos ustedes, ése es el más importante.

49 —Maestro —intervino Juan—, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre; pero como no anda con nosotros, tratamos de impedírselo.

50 —No se lo impidan —les replicó Jesús—, porque el que no está contra ustedes está a favor de ustedes.

La oposición de los samaritanos

51 Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén. 52 Envió por delante mensajeros, que entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento; 53 pero allí la gente no quiso recibirlo porque se dirigía a Jerusalén. 54 Cuando los discípulos Jacobo y Juan vieron esto, le preguntaron:

—Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para que los destruya?

55 Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió. 56 Luego siguieron la jornada a otra aldea.

Comentario

Amor y misericordia

¿Has tenido alguna experiencia culminante de la presencia de Dios en tu vida en las que te has sentido extraordinariamente cerca de Jesús? Este pasaje comienza con una experiencia así.

Jesús lleva a la montaña a Pedro, Juan y Santiago para orar. Mientras Jesús está orando, lo ven transfigurarse delante de ellos, viéndolo en su gloria (v.32). Pedro le dice a Jesús que aquel es un momento grandioso (v.33). Todos tomaron una profunda conciencia de la presencia de Dios (v.34), y escucharon a Dios decir: «Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo» (v.35)

Pero a nosotros, igual que a los discípulos quienes «bajaron de la montaña», también nos llega el momento en el que tenemos que bajar (v.37). Las cumbres nos inspiran, pero maduramos en los valles.

En la base de la montaña esperaban a los discípulos las duras realidades de la vida (fracaso en su ministerio, faltas de comprensión y rivalidades). Pero la experiencia de la montaña te puede ayudar a ver tu vida de abajo de una manera nueva y diferente.

Jesús llama a sus discípulos a un amor universal. Te llama a acoger a la gente: «El que recibe en mi nombre a este niño, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió» (v.48). Acoge a la gente independientemente de lo que puedan hacer por ti.

La manera en la que acoges a la gente importa de verdad. Algunas personas son cálidas y acogedoras mientras que otras no. Algunas iglesias son cálidas y acogedoras, mientras que otras no lo son. Me he sentido inmensamente inspirado por la iglesia Hillsong y la bienvenida que dan a cada persona que llega a sus servicios y conferencias. Parecen tener una comprensión profunda de que al dar la bienvenida a la gente, están acogiendo a Jesús. Y al recibir a Jesús, reciben a aquel que lo envió.

Juan intervino: «Vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre; pero como no anda con nosotros, tratamos de impedírselo» (v.49), a lo que Jesús contestó: «No se lo impidan \[…\] porque el que no está contra ustedes está a favor de ustedes» (v.50; comparar Lucas 11:23). Acepta a la gente que sea de fuera de tu círculo cercano, tu denominación y tus tradiciones. Si no están contra Jesús, están con él. Dales la bienvenida como seguidores de él.

Por otro lado, no te sorprendas si no siempre eres bienvenido. Hasta Jesús no siempre lo fue. Cuando Jesús se dirigió resueltamente a Jerusalén, envió mensajeros por delante para que fueran a la aldea samaritana a dejar todo listo para él, pero los lugareños no lo recibieron (9:51–53).

Mi respuesta inmediata al no ser recibido sería similar a la de Santiago y Juan: buscar desquitarme. Cuando los discípulos vieron la manera en la que Jesús fue tratado le preguntaron: «Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para que los destruya?» (v.54). Pero la venganza no es la respuesta justa: «Jesús se volvió a ellos y los reprendió» (v.55).

Jesús, que es la verdad y que habría de cargar sobre sí la justicia de Dios en la cruz, nos muestra lo que significa amar incluso a tus enemigos y tener misericordia de ellos.

Oración

Señor, ayúdame a amar como Jesús aceptando a todos; ayúdame a no buscar venganza sino a ser misericordioso incluso con mis enemigos.
Antiguo Testamento

Números 35:1-36:13

Ciudades levíticas

35En las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó, el Señor le dijo a Moisés: 2 «Ordénales a los israelitas que, de las heredades que reciban, entreguen a los levitas ciudades donde vivir, junto con las tierras que rodean esas ciudades. 3 De esta manera los levitas tendrán ciudades donde vivir y tierras de pastoreo para su ganado, rebaños y animales.

4 »Las tierras de pastoreo que entreguen a los levitas rodearán la ciudad, a quinientos metros de la muralla. 5 A partir de los límites de la ciudad, ustedes medirán mil metros hacia el este, mil hacia el sur, mil hacia el oeste y mil hacia el norte. La ciudad quedará en el centro. Éstas serán las tierras de pastoreo de sus ciudades.

6 »De las ciudades que recibirán los levitas, seis serán ciudades de refugio. A ellas podrá huir cualquiera que haya matado a alguien. Además de estas seis ciudades, les entregarán otras cuarenta y dos. 7 En total, les darán cuarenta y ocho ciudades con sus tierras de pastoreo. 8 El número de ciudades que los israelitas entreguen a los levitas de la tierra que van a heredar, deberá ser proporcional a la heredad que le corresponda a cada tribu. Es decir, de una tribu numerosa se tomará un número mayor de ciudades, mientras que de una tribu pequeña se tomará un número menor de ciudades.»

Ciudades de refugio

9 El Señor le ordenó a Moisés 10 que les dijera a los israelitas: «Cuando crucen el Jordán y entren a Canaán, 11 escojan ciudades de refugio adonde pueda huir quien inadvertidamente mate a alguien. 12 Esa persona podrá huir a esas ciudades para protegerse del vengador. Así se evitará que se mate al homicida antes de ser juzgado por la comunidad.

13 »Seis serán las ciudades que ustedes reservarán como ciudades de refugio. 14 Tres de ellas estarán en el lado este del Jordán, y las otras tres en Canaán. 15 Estas seis ciudades les servirán de refugio a los israelitas y a los extranjeros, sean éstos inmigrantes o residentes. Cualquiera que inadvertidamente dé muerte a alguien, podrá refugiarse en estas ciudades.

16 »Si alguien golpea a una persona con un objeto de hierro, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte.

17 »Si alguien golpea a una persona con una piedra, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte.

18 »Si alguien golpea a una persona con un pedazo de madera, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. 19 Corresponderá al vengador matar al asesino. Cuando lo encuentre, lo matará.

20 »Si alguien mata a una persona por haberla empujado con malas intenciones, o por haberle lanzado algo intencionalmente, 21 o por haberle dado un puñetazo por enemistad, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. Cuando el vengador lo encuentre, lo matará.

22 »Pero podría ocurrir que alguien sin querer empuje a una persona, o que sin mala intención le lance algún objeto, 23 o que sin darse cuenta le deje caer una piedra, y que esa persona muera. Como en este caso ellos no eran enemigos, ni hubo intención de hacer daño, 24 será la comunidad la que, de acuerdo con estas leyes, deberá arbitrar entre el acusado y el vengador. 25 La comunidad deberá proteger del vengador al acusado, dejando que el acusado regrese a la ciudad de refugio adonde huyó, y que se quede allí hasta la muerte del sumo sacerdote que fue ungido con el aceite sagrado.

26 »Pero si el acusado sale de los límites de la ciudad de refugio adonde huyó, 27 el vengador podrá matarlo, y no será culpable de homicidio si lo encuentra fuera de la ciudad. 28 Así que el acusado debe permanecer en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Después de eso podrá volver a su heredad.

29 »Esta ley regirá siempre sobre todos tus descendientes, dondequiera que vivan.

30 »Sólo por el testimonio de varios testigos se le podrá dar muerte a una persona acusada de homicidio. Nadie podrá ser condenado a muerte por el testimonio de un solo testigo.

31 »No aceptarás rescate por la vida de un asesino condenado a muerte. Tendrá que morir.

32 »Tampoco aceptarás rescate para permitir que el refugiado regrese a vivir a su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote.

33 »No profanes la tierra que habitas. El derramamiento de sangre contamina la tierra, y sólo con la sangre de aquel que la derramó es posible hacer expiación en favor de la tierra.

34 »No profanes la tierra donde vives, y donde yo también vivo, porque yo, el Señor, habito entre los israelitas.»

Herencia de las mujeres

36Los jefes de las familias patriarcales de los clanes de Galaad fueron a hablar con Moisés y con los otros jefes de familias patriarcales israelitas. Galaad era hijo de Maquir y nieto de Manasés, por lo que sus clanes descendían de José. 2 Les dijeron:

—Cuando el Señor te ordenó repartir por sorteo la tierra entre los israelitas, también te ordenó entregar la heredad de nuestro hermano Zelofejad a sus hijas. 3 Ahora bien, si ellas se casan con hombres de otras tribus, su heredad saldrá del círculo de nuestra familia patriarcal y será transferida a la tribu de aquellos con quienes ellas se casen. De este modo perderíamos parte de la heredad que nos tocó por sorteo. 4 Cuando los israelitas celebren el año del jubileo, esa heredad será incorporada a la tribu de sus esposos, y se perderá como propiedad de nuestra familia patriarcal.

5 Entonces, por mandato del Señor, Moisés entregó esta ley a los israelitas:

—La tribu de los descendientes de José tiene razón. 6 Respecto a las hijas de Zelofejad, el Señor ordena lo siguiente: Ellas podrán casarse con quien quieran, con tal de que se casen dentro de la tribu de José. 7 Ninguna heredad en Israel podrá pasar de una tribu a otra, porque cada israelita tiene el derecho de conservar la tierra que su tribu heredó de sus antepasados. 8 Toda hija que herede tierras, en cualquiera de las tribus, deberá casarse con alguien que pertenezca a la familia patriarcal de sus antepasados. Así cada israelita podrá conservar la heredad de sus padres. 9 Ninguna heredad podrá pasar de una tribu a otra, porque cada tribu israelita debe conservar la tierra que heredó.

10 Las hijas de Zelofejad hicieron lo que el Señor le ordenó a Moisés. 11 Se llamaban Majlá, Tirsá, Joglá, Milca y Noa. Se casaron con sus primos, 12 dentro de los clanes de los descendientes de Manasés hijo de José, de modo que su heredad quedó dentro del clan y de la familia patriarcal de su padre.

13 Éstos son los mandamientos y ordenanzas que, por medio de Moisés, dio el Señor a los israelitas en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó.

Comentario

Amor y justicia

Toda la vida nacional de Israel era dirigida directamente por Dios. Operaba en un mundo muy diferente del nuestro. Algunas de sus leyes son de aplicación universal, otras eran específicas para el antiguo Israel. Aquí vemos los comienzos de un código de prácticas legales específicos para el Israel antiguo.

La pena capital por el asesinato era una expresión de lo sagrado de la vida (Génesis 9:6). La pena tenía que ser tan severa porque tomar una vida humana era algo muy serio. Aquella era una sociedad en la que la alternativa (por ejemplo la cadena perpetua) no era realmente práctica.

Vemos que se hace una distinción entre el asesinato «intencionado» (Números 35:20, RVA-2015) y lo que era a los efectos prácticos un homicidio «sin hostilidad» y «sin intención» (v.22, RVA-2015). También vemos los comienzos del derecho al juicio con jurado (es decir por el pueblo). Quienes eran acusados de un crimen debían presentarse «ante el pueblo para ser juzgados» (v.12, DHH): «entonces la congregación juzgará» (v.24 RVA-2015).

«El vengador de la sangre» (v.19 RVA-2015) no estaba tomándose una venganza privada. El asunto tenía que ser presentado ante el tribunal («la asamblea» (v.19)) por más de un testigo y la sentencia era pronunciada por el mismo. Las pruebas tenían que ser muy sólidas (v.30) y no se aceptaba el rescate por la vida del asesino (v.31).

El Nuevo Testamento distingue entre los asuntos del estado y la moral personal. La autoridad gubernamental es establecida por Dios y « está al servicio de Dios para tu bien. \[…\] No en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor» (Romanos 13:4). El estado se ocupa de la protección de la gente. Permanecer inmóviles consintiendo la injusticia sería faltar al amor y poco cristiano. Sería dejar que el mal se descontrolara e ignorar el dolor de las víctimas.

Pero en lo que respecta a la moralidad personal, tanto Jesús como el apóstol Pablo no se toman venganza (Mateo 5:38-42; Romanos 12:17-19). Esta actitud de amor y perdón no niega la justicia, sino más bien es una expresión de confianza en la justicia definitiva de Dios (ver Romanos 12:19). Al confiar en la justicia de Dios, se nos da el poder de imitar su amor. Como escribe Miroslav Volf «La práctica de la no-violencia requiere de la creencia en la venganza divina». Este autor explica que cuando sabemos que el torturador no triunfará eternamente sobre la víctima, somos liberados para redescubrir la humanidad de esa persona e imitar el amor de Dios por ella.

La distinción entre nuestra propia moralidad y la del Estado nos crea a todos una tensión por dentro. Somos individuos con un mandato de Jesús de no vengarnos o buscar revancha. También somos ciudadanos del Estado con un deber de prevenir el crimen y llevar a los criminales ante la justicia. No es fácil aguantar esta tensión, pero una actitud de amor requiere que lo hagamos. Nuestra motivación tiene que ser siempre el amor y la justicia, no la revancha o la venganza. Debemos actuar con una actitud de amor en todas las situaciones.

Oración

Señor, ayúdame a combinar la pasión por la verdad y la justicia, con una actitud de amor y misericordia.

Añadidos de Pippa

Pippa añade

Lucas 9:46–48

No me puedo creer que otra vez estemos discutiendo acerca de quién es el más grande. Yo no soy particularmente competitiva, ¡pero me sentí extasiada cuando mis resultados de colesterol salieron un 5% mejor que los de Nicky!

Versículo del día

Salmos 40:11

'No me niegues, Señor, tu misericordia; que siempre me protejan tu amor y tu verdad'

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Referencias

Notas:

John Eddison, «At the Cross of Jesus», © Scripture Union

Miroslav Volf, Exclusion & Embrace, (Abingdon 1996), p.304

Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. ‘NIV’ is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.

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Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel

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