Como llegar a ser sabio
Introducción
Oprah Winfrey recomienda: «Sigue tus instintos. Allí es donde la verdadera sabiduría se manifiesta». En otras palabras, la sabiduría viene de adentro y es un tipo de intuición. Considerando que somos creados a la imagen de Dios hay algo de verdad en tal definición. No obstante, como veremos en los pasajes de hoy, la verdadera sabiduría procede de Dios y se adquiere de forma suprema a través de tu relación con Él. El conocimiento es horizontal. Pero la sabiduría es vertical. Procede de lo alto. Crecerás en sabiduría al aprender, reflexionar y vivir en relación con Dios.
Todos necesitamos sabiduría desesperadamente. En el Antiguo Testamento hay varios libros de «Sabiduría»: Proverbios, Job, Eclesiastés y Cantares. Además, esparcidos a lo largo de la Biblia hay diversos escritos que podrían ampliamente ser descritos como «literatura de sabiduría» pues abordan áreas tan variadas como el poder de la lengua, las bendiciones de la fidelidad, los peligros del adulterio, los riesgos de beber en exceso, las inequidades de la vida, los sufrimientos de los justos, las cualidades del liderazgo y el arte de la crianza.
La sabiduría es como una especie de sentido común santificado que conduce hacia una mayor autocomprensión. Te da la capacidad de enfrentarte a la vida, dirigiendo y controlando sus desafíos y retos. Es la clase de legado que los buenos padres quieren dejar a sus hijos. En última instancia, la sabiduría se encuentra en Jesucristo, quien es la «sabiduría de Dios» (1 Corintios 1:24).
Proverbios 8:12-21
12 »Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia
y poseo conocimiento y discreción.
13 Quien teme al Señor aborrece lo malo;
yo aborrezco el orgullo y la arrogancia,
la mala conducta y el lenguaje perverso.
14 Míos son el consejo y el buen juicio;
míos son el entendimiento y el poder.
15 Por mí reinan los reyes
y promulgan leyes justas los gobernantes.
16 Por mí gobiernan los príncipes
y todos los nobles que rigen la tierra.
17 A los que me aman, les correspondo;
a los que me buscan, me doy a conocer.
18 Conmigo están las riquezas y la honra,
la prosperidad y los bienes duraderos.
19 Mi fruto es mejor que el oro fino;
mi cosecha sobrepasa a la plata refinada.
20 Voy por el camino de la rectitud,
por los senderos de la justicia,
21 enriqueciendo a los que me aman
y acrecentando sus tesoros.
Comentario
Busca la sabiduría de Dios
La sabiduría es de inmenso valor: «Yo doy riquezas y honra, grandes honores y prosperidad. Lo que yo doy es mejor que el oro más refinado; lo que yo ofrezco es mejor que la plata más fina» (vv.18-19, DHH). Esta sabiduría vale más que toda la riqueza material del mundo. A diferencia de todo lo demás, distinto a la riqueza material, la sabiduría dura para siempre (v.18).
En este pasaje vemos por qué la sabiduría es tan valiosa y cómo debemos buscar a Dios para obtener tal sabiduría:
- La sabiduría viene de Dios
La sabiduría comienza con una relación con Dios. Empieza con el temor del Señor (v.13). «Temer» significa «respeto» y adquirir una profunda conciencia de Dios, que es el fundamento de toda sabiduría.
- La sabiduría es pura y bella
El escritor de Proverbios dice: «Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso.\[…\] Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia» (vv.13,20). Esta es la prueba de verdadera sabiduría que procede de Dios. Como señala el apóstol Santiago: «…la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera» (Santiago 3:17).
- La sabiduría te ayuda a conducirte bien
La sabiduría es de particular importancia para los líderes. Si quieres ser un buen líder necesitas sabiduría y sentido común: «Gracias a mí reinan los reyes y los gobernantes establecen el derecho. Gracias a mí dominan los jefes de Estado y dictan sentencia las autoridades» (Proverbios 8:15-16).
- La sabiduría está disponible para ti
Dios promete sabiduría a todos los que la buscan: «A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer» (v.17). Como señala el apóstol Santiago, «Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie» (Santiago 1:5). Esta es una oración de la que puedes estar seguro que será respondida.
Oración
Lucas 7:36-50
Una mujer pecadora unge a Jesús
36 Uno de los fariseos invitó a Jesús a comer, así que fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. 37 Ahora bien, vivía en aquel pueblo una mujer que tenía fama de pecadora. Cuando ella se enteró de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume. 38 Llorando, se arrojó a los pies de Jesús, de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los ungía con el perfume.
39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando, y qué clase de mujer es: una pecadora.»
40 Entonces Jesús le dijo a manera de respuesta:
—Simón, tengo algo que decirte.
—Dime, Maestro —respondió.
41 —Dos hombres le debían dinero a cierto prestamista. Uno le debía quinientas monedas de plata, y el otro cincuenta. 42 Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más?
43 —Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón.
—Has juzgado bien —le dijo Jesús.
44 Luego se volvió hacia la mujer y le dijo a Simón:
—¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. 45 Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. 46 Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume. 47 Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona, poco ama.
48 Entonces le dijo Jesús a ella:
—Tus pecados quedan perdonados.
49 Los otros invitados comenzaron a decir entre sí: «¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?»
50 —Tu fe te ha salvado —le dijo Jesús a la mujer—; vete en paz.
Comentario
Mira a la gente con ojos sabios
¿Alguna vez has juzgado negativamente a alguien basándote solo en su apariencia exterior?
En el pasaje de hoy vemos una mujer que tenía un pasado oscuro (que vendía su amor por horas como la prostituta del pueblo) lavando los pies de Jesús con su cabello, besándolos y derramando perfume sobre ellos. La reacción de los fariseos fue natural: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando, y qué clase de mujer es: una pecadora» (7:39).
Pero Jesús, «lleno de sabiduría» (2:40, DHH) desde su infancia podía ver detrás de las apariencias. Vio el hecho de que la mujer expresaba su inmenso amor por él porque sabía cuánto le había sido perdonado. Tenía un pasado negativo, es cierto, pero ahora tenía un futuro positivo y bendecido.
Vemos la sabiduría de Jesús tanto en su inteligencia al tratar con la gente como en la forma en que escogía enseñar. Contó una parábola sobre un excéntrico gerente bancario. Tenía dos clientes. Uno debía cinco mil libras esterlinas, el otro cincuenta mil. Perdonó completamente la deuda de ambos. ¡Ningún gerente de banco es proclive a obrar de ese modo! Pero así es el amor de Jesús. Todos tus pecados son borrados. Recibes perdón total. Cuanto mayor sea la deuda, mayor agradecido estarás y mayor será tu amor por Jesús.
Esta parábola hizo posible que Simón el fariseo, inconscientemente, expresara su propia preocupación (7:43). Con sabiduría y amabilidad Jesús indica que Simón no le había dado una bienvenida cálida ni mostrado una gran medida de amor. El problema de Simón era que no comprendía cuánto necesitaba el perdón.
Por otro lado, la mujer amaba tanto a Jesús porque sabía que se le había perdonado mucho (v.47). Estaba dispuesta a arriesgarse a ser rechazada y a dar de sí misma de forma práctica, emocional y financiera.
Lloró tanto que «se puso junto a los pies de Jesús y comenzó a bañarlos con lágrimas» (v.38). Para secar sus pies, descubrió su cabello en público (algo que se consideraba vergonzoso). Estaba dominada por sus emociones y no le importaba lo que pensaran los demás. No dejó de besar sus pies en forma de profunda reverencia.
Luego derramó un perfume poco común y costoso (normalmente reservado para la cabeza) sobre los pies de Jesús. Lo amaba con todo su corazón. Jesús ve tu corazón en lugar de tu pasado. Le dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; vete en paz» (v.50). Tu amor es un resultado de tu fe. Como escribió el apóstol Pablo: «En Cristo Jesús de nada vale estar o no estar circuncidados; lo que vale es la fe que actúa mediante el amor» (Gálatas 5:6).
Puede que no hayas tenido un buen comienzo en la vida pero esto no significa que no puedas tener un gran final. Sea cual sea tu vida pasada, con Jesús puedes tener un nuevo comienzo completamente y tener un gran futuro. No debes andar por la vida consumido por la culpa de relaciones anteriores ni por incidentes de tu pasado. En el momento en que te arrepientes y pones tu fe en Jesús, todos tus pecados son limpiados. Es importante que lo que sabes en tu cabeza pase a tu corazón.
Jesús quiere que reconozcas que eres alguien pecador. No puedes pagar tus deudas mediante tu esfuerzo. Pero Jesús te perdona. No tienes por qué andar consumido por la culpa. Pide al Espíritu Santo que te llene con un amor desbordante por Dios y amor por los demás.
Oración
Números 26:12-27:11
12-13 De Nemuel, Jamín, Zera y Saúl, hijos de Simeón, proceden los siguientes clanes: los nemuelitas, los jaminitas, los zeraítas y los saulitas. 14 Éstos son los clanes de la tribu de Simeón. Su número llegó a veintidós mil doscientos hombres.
15-17 De Zefón, Jaguí, Suni, Ozni, Erí, Arodí y Arelí, hijos de Gad, proceden los siguientes clanes: los zefonitas, los jaguitas, los sunitas, los oznitas, los eritas, los aroditas y los arelitas. 18 Éstos son los clanes de la tribu de Gad. Su número llegó a cuarenta mil quinientos hombres.
19-20 Er y Onán eran hijos de Judá, pero ambos murieron en Canaán. De sus hijos Selá, Fares y Zera proceden los siguientes clanes: los selaítas, los faresitas y los zeraítas.
21 De Jezrón y de Jamul, hijos de Fares, proceden los clanes jezronitas y jamulitas. 22 Éstos son los clanes de la tribu de Judá. Su número llegó a setenta y seis mil quinientos hombres.
23-24 De Tola, Fuvá, Yasub y Simrón, hijos de Isacar, proceden los siguientes clanes: los tolaítas, los fuvitas, los yasubitas y los simronitas. 25 Éstos son los clanes de la tribu de Isacar. Su número llegó a sesenta y cuatro mil trescientos hombres.
26 De Séred, Elón y Yalel, hijos de Zabulón, proceden los siguientes clanes: los sereditas, los elonitas y los yalelitas. 27 Éstos son los clanes de la tribu de Zabulón. Su número llegó a sesenta mil quinientos hombres.
28 De Manasés y Efraín, hijos de José, proceden los siguientes clanes:
29 De Maquir hijo de Manasés y de Galaad hijo de Maquir proceden el clan maquirita y el clan galaadita.
30-32 De Jezer, Jélec, Asriel, Siquén, Semidá y Héfer, hijos de Galaad, proceden los siguientes clanes: los jezeritas, los jelequitas, los asrielitas, los siquenitas, los semidaítas y los heferitas. 33 Zelofejad hijo de Héfer no tuvo hijos sino sólo hijas, cuyos nombres eran Majlá, Noa, Joglá, Milca y Tirsá. 34 Éstos son los clanes de la tribu de Manasés. Su número llegó a cincuenta y dos mil setecientos hombres.
35 De Sutela, Béquer y Taján, hijos de Efraín, proceden los siguientes clanes: los sutelaítas, los bequeritas y los tajanitas.
36 De Erán hijo de Sutela procede el clan de los eranitas. 37 Éstos son los clanes de la tribu de Efraín. Su número llegó a treinta y dos mil quinientos hombres.
Todos estos clanes descendieron de José.
38-39 De Bela, Asbel, Ajirán, Sufán y Jufán, hijos de Benjamín, proceden los siguientes clanes: los belaítas, los asbelitas, los ajiranitas, los sufanitas y los jufanitas.
40 De Ard y Naamán, hijos de Bela, proceden los clanes de los arditas y de los naamanitas. 41 Éstos son los clanes de la tribu de Benjamín. Su número llegó a cuarenta y cinco mil seiscientos hombres.
42 De Suján hijo de Dan procede el clan de los sujanitas, que fueron los únicos clanes danitas. 43 Su número llegó a sesenta y cuatro mil cuatrocientos hombres.
44 De Imná, Isví y Beriá, hijos de Aser, proceden los siguientes clanes: los imnaítas, los isvitas y los beriaítas.
45 De Héber y Malquiel, hijos de Beriá, proceden los clanes de los heberitas y de los malquielitas. 46 Aser tuvo una hija llamada Sera. 47 Éstos son los clanes de la tribu de Aser. Su número llegó a cincuenta y tres mil cuatrocientos hombres.
48-49 De Yazel, Guní, Jéser y Silén, hijos de Neftalí, proceden los siguientes clanes: los yazelitas, los gunitas, los jeseritas y los silenitas. 50 Éstos son los clanes de la tribu de Neftalí. Su número llegó a cuarenta y cinco mil cuatrocientos hombres.
51 Los hombres de Israel eran en total seiscientos un mil setecientos treinta.
Instrucciones para el reparto de la tierra
52 El Señor le dijo a Moisés: 53 «Reparte la tierra entre estas tribus para que sea su heredad. Hazlo según el número de nombres registrados. 54 A la tribu más numerosa le darás la heredad más grande, y a la tribu menos numerosa le darás la heredad más pequeña. Cada tribu recibirá su heredad en proporción al número de censados. 55 La tierra deberá repartirse por sorteo, según el nombre de las tribus patriarcales. 56 El sorteo se hará entre todas las tribus, grandes y pequeñas.»
Censo de los levitas
57 De los levitas Guersón, Coat y Merari proceden los clanes guersonitas, coatitas y meraritas.
58 De los levitas proceden también los siguientes clanes: los libnitas, los hebronitas, los majlitas, los musitas y los coreítas. Coat fue el padre de Amirán. 59 La esposa de Amirán se llamaba Jocabed hija de Leví, y había nacido en Egipto. Los hijos que ella tuvo de Amirán fueron Aarón y Moisés, y su hermana Miriam. 60 Aarón fue el padre de Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar, 61 pero Nadab y Abiú murieron bajo el juicio del Señor por haberle ofrecido fuego profano.
62 Los levitas mayores de un mes de edad fueron en total veintitrés mil. Pero no fueron censados junto con los demás israelitas porque no habrían de recibir heredad entre ellos.
63 Éstos fueron los israelitas censados por Moisés y el sacerdote Eleazar, cuando los contaron en las llanuras de Moab, cerca del río Jordán, a la altura de Jericó. 64 Entre los censados no figuraba ninguno de los registrados en el censo que Moisés y Aarón habían hecho antes en el desierto del Sinaí, 65 porque el Señor había dicho que todos morirían en el desierto. Con la excepción de Caleb hijo de Jefone y de Josué hijo de Nun, ninguno de ellos quedó con vida.
Las hijas de Zelofejad
27Majlá, Noa, Joglá, Milca y Tirsá pertenecían a los clanes de Manasés hijo de José, pues eran hijas de Zelofejad hijo de Héfer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. Las cinco se acercaron 2 a la entrada de la Tienda de reunión, para hablar con Moisés y el sacerdote Eleazar, y con los jefes de toda la comunidad. Les dijeron: 3 «Nuestro padre murió sin dejar hijos, pero no por haber participado en la rebelión de Coré contra el Señor. Murió en el desierto por su propio pecado. 4 ¿Será borrado de su clan el nombre de nuestro padre por el solo hecho de no haber dejado hijos varones? Nosotras somos sus hijas. ¡Danos una heredad entre los parientes de nuestro padre!»
5 Moisés le presentó al Señor el caso de ellas, 6 y el Señor le respondió: 7 «Lo que piden las hijas de Zelofejad es algo justo, así que debes darles una propiedad entre los parientes de su padre. Traspásales a ellas la heredad de su padre.
8 »Además, diles a los israelitas: “Cuando un hombre muera sin dejar hijos, su heredad será traspasada a su hija. 9 Si no tiene hija, sus hermanos recibirán la herencia. 10 Si no tiene hermanos, se entregará la herencia a los hermanos de su padre. 11 Si su padre no tiene hermanos, se entregará la herencia al pariente más cercano de su clan, para que tome posesión de ella. Éste será el procedimiento legal que seguirán los israelitas, tal como yo se lo ordené a Moisés.” »
Comentario
Demuestra sabiduría en decisiones prácticas
Moisés muestra una sabiduría muy práctica, dividiendo el tamaño de la tierra según el tamaño del grupo (26:54).
Lamentablemente nadie era tan sabio como Moisés. Cuando estaban en el desierto se rebelaron y murmuraron contra Dios. Como resultado, Dios aseguró que no entrarían a la tierra prometida. Y eso es exactamente lo que ocurrió. De quienes se contaban en el desierto de Sinaí, «con la excepción de Caleb hijo de Jefone y de Josué hijo de Nun, ninguno de ellos quedó con vida» (v.65).
Como dice una coplilla:
Josué, el hijo de Nun
y Caleb
el hijo de Jefone
Fueron los únicos dos
Que lograron entrar
A la tierra de leche y miel
Las hijas de Zelofejad también mostraron gran sabiduría al ser valientes y hablar. Ellas defendieron los derechos de las mujeres (27:1-11). Si estas mujeres no hubieran hecho esto, los resultados habrían sido muy distintos. Estaban en lo cierto al tener el coraje de hablar.
Moisés lidió con la situación con gran sabiduría. Simplemente no siguió las costumbres de su época; tenía una mente abierta. Tenía la sabiduría de no tomar una decisión precipitada por sus propias fuerzas ni equiparar automáticamente la voluntad de Dios con las costumbres ancestrales.
No obstante la sabiduría de Moisés yacía en su reconocimiento de que la verdadera sabiduría viene de Dios. Una y otra vez, Moisés llevaba ante Dios los problemas y los desafíos de la gente. Buscó la ayuda y la guía de Dios, y fue esto lo que lo convirtió en alguien sabio.
Oración
Añadidos de Pippa
Pippa añade:
Lucas 7:36-50
Es muy fácil juzgar. Recuerdo estar en el metro subterráneo de Londres con mi hija cuando era pequeña. Al pasar por el torniquete vi a una joven discutiendo con el inspector… y la juzgué.
Entretanto, había sacado a mi hija fuera del carrito para bajar por las escaleras (como es obligatorio hacer) y la mujer estaba delante de nosotras. Mi hija estaba de pie un escalón más abajo que yo y entonces se cayó. Tenía el carrito y las bolsas en mis manos y no pude atraparla. Para mi horror podía ver que se aproximaba el final de la escalera y estaba convencida que mi niña quedaría atrapada por el mecanismo.
Había otras personas alrededor pero fue aquella joven la que se dio la vuelta, corrió y recogió a mi hija, y me la devolvió sana y salva. Me sentí profundamente arrepentida por mi actitud hacia esa mujer y muy agradecida con ella, así como con Dios por su provisión mediante aquella amable extraña.
Versículo del día
Lucas 7:50
'Tu fe te ha salvado; vete en paz.'
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