Día 81

Sé siempre generoso

Sabiduría Salmos 36:1-12
Nuevo Testamento Lucas 4:14-37
Antiguo Testamento Números 13:26-14:45

Introducción

La generosidad es una bella característica en la gente; nos encanta y admiramos la generosidad. Mi madre solía exhortar a sus hijos, con las siguientes palabras: «Sean generosos siempre».

¿Qué piensas de Dios? ¿Lo consideras alguien mezquino o tacaño? ¿O piensas en Él como alguien extraordinariamente generoso?

La generosidad de Dios se evidencia en el mundo natural. Por ejemplo, hay 25 000 variedades de orquídeas. La orquídea es solo una de las 270 000 especies de flores. Dios no hace las cosas a medias. En nuestra galaxia hay más de 300 000 millones de estrellas como nuestro Sol. Nuestra galaxia es una de las 100 000 millones de galaxias. Se piensa que por cada grano de arena hay 1 millón de estrellas. En una frase del libro de Génesis, el escritor nos dice: «\[Dios\] también hizo las estrellas» (Génesis 1:16).

Dios es extraordinaria y extravagantemente generoso. Él «da a todos generosamente» (Santiago 1:5). Si Dios es tan generoso con nosotros, también deberíamos ser generosos siempre.

Sabiduría

Salmos 36:1-12

Al director musical. De David, el siervo del Señor.

1 Dice el pecador:
 «Ser impío lo llevo en el corazón.»
No hay temor de Dios
 delante de sus ojos.

2 Cree que merece alabanzas
 y no halla aborrecible su pecado.
3 Sus palabras son inicuas y engañosas;
 ha perdido el buen juicio
 y la capacidad de hacer el bien.
4 Aun en su lecho trama hacer el mal;
 se aferra a su mal camino
 y persiste en la maldad.

5 Tu amor, Señor, llega hasta los cielos;
 tu fidelidad alcanza las nubes.
6 Tu justicia es como las altas montañas;
 tus juicios, como el gran océano.
 Tú, Señor, cuidas de hombres y animales;
7 ¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor!
 Todo ser humano halla refugio
 a la sombra de tus alas.
8 Se sacian de la abundancia de tu casa;
 les das a beber de tu río de deleites.
9 Porque en ti está la fuente de la vida,
 y en tu luz podemos ver la luz.

10 Extiende tu amor a los que te conocen,
 y tu justicia a los rectos de corazón.
11 Que no me aplaste el pie del orgulloso,
 ni me desarraigue la mano del impío.
12 Vean cómo fracasan los malvados:
 ¡caen a tierra, y ya no pueden levantarse!

Comentario

El generoso río de los deleites de Dios

David presenta a Dios como un anfitrión rico y generoso que da a todos de forma indiscriminada (v.7).

David estaba rodeado de gente que no tenía temor de Dios y estaba ansiosa por pecar (ver v.1). «Sus palabras son inicuas y engañosas» (v.3a) y continuamente planean el mal (v.4a). Gente que «ha perdido el buen juicio» (v.3b). Al consagrarse a una senda pecaminosa (v.4b), habían despreciado la generosidad de Dios.

Aun en medio de todo esto, David conocía a Dios (v.10) y bebía de su «río de deleites» (v.8b). Estos deleites incluyen conocer y experimentar el alcance del amor de Dios:

  • El amor de Dios es «meteórico»

«Tu amor, Señor, llega hasta los cielos» (v.5a).

  • La fidelidad de Dios es «astronómica»

«…tu fidelidad alcanza las nubes» (v.5b).

  • El propósito de Dios es «titánico»

«Tu justicia es como las altas montañas» (v.6a).

  • La justicia de Dios es «oceánica»

«…tus juicios, como el gran océano» (v.6b).

Puedes encontrar «refugio» a la sombra de sus alas (v.7b). Puedes «saciarte» en la abundancia de su casa (v.8a). Abundancia es sinónimo de generosidad. «…en ti está la fuente de la vida» (v.9a) y en su luz «podemos ver la luz» (v.9b).

Estos son algunos de los deleites que Dios te da generosamente en tu relación con Él.

Oración

Señor, gracias por invitarme a celebrar en la abundancia de Tu casa y beber de Tu río de deleites. Te pido que por favor continúes derramando generosamente tu amor en mí, en la iglesia y en tu pueblo.
Nuevo Testamento

Lucas 4:14-37

Rechazan a Jesús en Nazaret

14 Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu, y se extendió su fama por toda aquella región. 15 Enseñaba en las sinagogas, y todos lo admiraban.

16 Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura, 17 y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontró el lugar donde está escrito:

18 «El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos
y dar vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos,
19 a pregonar el año del favor del Señor.»

20 Luego enrolló el libro, se lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga lo miraban detenidamente, 21 y él comenzó a hablarles: «Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes.»

22 Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabras que salían de su boca. «¿No es éste el hijo de José?», se preguntaban.

23 Jesús continuó: «Seguramente ustedes me van a citar el proverbio: “¡Médico, cúrate a ti mismo! Haz aquí en tu tierra lo que hemos oído que hiciste en Capernaúm.” 24 Pues bien, les aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su propia tierra. 25 No cabe duda de que en tiempos de Elías, cuando el cielo se cerró por tres años y medio, de manera que hubo una gran hambre en toda la tierra, muchas viudas vivían en Israel. 26 Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta, en los alrededores de Sidón. 27 Así mismo, había en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán el sirio.»

28 Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron. 29 Se levantaron, lo expulsaron del pueblo y lo llevaron hasta la cumbre de la colina sobre la que estaba construido el pueblo, para tirarlo por el precipicio. 30 Pero él pasó por en medio de ellos y se fue.

Jesús expulsa a un espíritu maligno

31 Jesús pasó a Capernaúm, un pueblo de Galilea, y el día sábado enseñaba a la gente. 32 Estaban asombrados de su enseñanza, porque les hablaba con autoridad.

33 Había en la sinagoga un hombre que estaba poseído por un espíritu maligno, quien gritó con todas sus fuerzas:

34 —¡Ah! ¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!

35 —¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre!

Entonces el demonio derribó al hombre en medio de la gente y salió de él sin hacerle ningún daño.

36 Todos se asustaron y se decían unos a otros: «¿Qué clase de palabra es ésta? ¡Con autoridad y poder les da órdenes a los espíritus malignos, y salen!» 37 Y se extendió su fama por todo aquel lugar.

Comentario

El generoso derramamiento del Espíritu Santo de Dios

Jesús volvió de Galilea «en el poder del Espíritu» (v.14a). Fue hacia la sinagoga en Nazaret y reveló su manifiesto. Leyendo de Isaías 61, dijo:

«El Espíritu del Señor está sobre mí,

por cuanto me ha ungido

para anunciar buenas nuevas a los pobres.

Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos

y dar vista a los ciegos,

a poner en libertad a los oprimidos,

a pregonar el año del favor del Señor» (Lucas 4:18-19).

Proclamó: «Hoy mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes acaban de oír» (v.21, DHH).

El «Espíritu del Señor» es el mismo Espíritu Santo «el cual fue derramado abundantemente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador» (Tito 3:6). En Jesús vemos el fruto de una vida llena con el Espíritu Santo que está disponible para todos los que lo seguimos:

  • La unción del Espíritu

La palabra «Cristo» significa literalmente «el ungido» (es la palabra griega que traduce el término hebreo «messiíah»). Aquí vemos cómo Jesús fue ungido por el Espíritu Santo en su ministerio. Esa misma unción fue dada a sus seguidores en Pentecostés: «Él nos ungió \[…\] y puso su Espíritu en nuestro corazón, como garantía de sus promesas» (2 Corintios 1:21-22). Teófilo de Antioquía escribió: «Nos llamamos cristianos (christianoi), porque fuimos ungidos (chrisometha) con el óleo de Dios».

El Espíritu Santo te unge «para anunciar buenas nuevas a los pobres \[…\] proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos» (Lucas 4:18). No hay nada más emocionante ni satisfactorio que ministrar en el poder del Espíritu Santo.

  • Palabras de gracia

Todos «impresionados por las hermosas palabras que salían de su boca \[de Jesús\]» (v.22). El amor nunca es rudo (1 Corintios 13:5). Jesús siempre mostraba gracia. Las palabras de gracia son evidencia del poder del Espíritu en tu vida.

  • Enseñanza asombrosa

«Estaban asombrados de su enseñanza, porque les hablaba con autoridad» (Lucas 4:32). «Y la gente se admiraba de cómo les enseñaba, porque hablaba con plena autoridad» (v.32, DHH). La autoridad procede del poder del Espíritu. Sin el Espíritu Santo, la enseñanza son meras palabras.

  • Autoridad y poder

Por medio del poder del Espíritu Santo, Jesús trató con los poderes demoníacos (vv.33-35). De nuevo, todos se maravillaron (v.36) y decían: «¡Con autoridad y poder les da órdenes a los espíritus malignos, y salen!» (v.36).

  • Alabanza y furia

El ministerio en el poder del Espíritu Santo provoca dos reacciones opuestas: alabanza y furia. En el versículo 15 leemos que Jesús «enseñaba en las sinagogas, y todos lo admiraban». Luego, unos versículos después leemos: «Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron» (v.28). Hoy en día puedes esperar la misma reacción. El mensaje de Jesús y el ministerio del Espíritu Santo producen tanto alabanza como furia.

Oración

Gracias, Señor, porque el mismo Espíritu Santo que llenó a Jesús y lo ungió, ahora me llena y me unge también a mí. Señor, pido hoy que me unjas con el poder de tu Espíritu Santo. Ayúdame a pronunciar palabras de gracia con la autoridad que procede de Ti.
Antiguo Testamento

Números 13:26-14:45

26 Volvieron a Cades, en el desierto de Parán, que era donde estaban Moisés, Aarón y toda la comunidad israelita, y les presentaron a todos ellos un informe, y les mostraron los frutos de esa tierra. 27 Éste fue el informe:

—Fuimos al país al que nos enviaste, ¡y por cierto que allí abundan la leche y la miel! Aquí pueden ver sus frutos. 28 Pero el pueblo que allí habita es poderoso, y sus ciudades son enormes y están fortificadas. Hasta vimos anaquitas allí. 29 Los amalecitas habitan el Néguev; los hititas, jebuseos y amorreos viven en la montaña, y los cananeos ocupan la zona costera y la ribera del río Jordán.

30 Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés, y dijo:

—Subamos a conquistar esa tierra. Estoy seguro de que podremos hacerlo.

31 Pero los que habían ido con él respondieron:

—No podremos combatir contra esa gente. ¡Son más fuertes que nosotros!

32 Y comenzaron a esparcir entre los israelitas falsos rumores acerca de la tierra que habían explorado. Decían:

—La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes, y los hombres que allí vimos son enormes. 33 ¡Hasta vimos anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros.

El pueblo se rebela

14Aquella noche toda la comunidad israelita se puso a gritar y a llorar. 2 En sus murmuraciones contra Moisés y Aarón, la comunidad decía: «¡Cómo quisiéramos haber muerto en Egipto! ¡Más nos valdría morir en este desierto! 3 ¿Para qué nos ha traído el Señor a esta tierra? ¿Para morir atravesados por la espada, y que nuestras esposas y nuestros niños se conviertan en botín de guerra? ¿No sería mejor que volviéramos a Egipto?» 4 Y unos a otros se decían: «¡Escojamos un cabecilla que nos lleve a Egipto!»

5 Entonces Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra ante toda la comunidad israelita. 6 Allí estaban también Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, los cuales habían participado en la exploración de la tierra. Ambos se rasgaron las vestiduras en señal de duelo 7 y le dijeron a toda la comunidad israelita:

—La tierra que recorrimos y exploramos es increíblemente buena. 8 Si el Señor se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel! 9 Así que no se rebelen contra el Señor ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido! No tienen quién los proteja, porque el Señor está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo!

10 Pero como toda la comunidad hablaba de apedrearlos, la gloria del Señor se manifestó en la Tienda, frente a todos los israelitas. 11 Entonces el Señor le dijo a Moisés:

—¿Hasta cuándo esta gente me seguirá menospreciando? ¿Hasta cuándo se negarán a creer en mí, a pesar de todas las maravillas que he hecho entre ellos? 12 Voy a enviarles una plaga que los destruya, pero de ti haré un pueblo más grande y fuerte que ellos.

13 Moisés le argumentó al Señor:

—¡Recuerda que fuiste tú quien con tu poder sacaste de Egipto a este pueblo! Cuando los egipcios se enteren de lo ocurrido, 14 se lo contarán a los habitantes de este país, quienes ya saben que tú, Señor, estás en medio de este pueblo. También saben que a ti, Señor, se te ha visto cara a cara; que tu nube reposa sobre tu pueblo, y que eres tú quien los guía, de día con la columna de nube y de noche con la columna de fuego. 15 De manera que, si matas a todo este pueblo, las naciones que han oído hablar de tu fama dirán: 16 “El Señor no fue capaz de llevar a este pueblo a la tierra que juró darles, ¡y acabó matándolos en el desierto!”

17 »Ahora, Señor, ¡deja sentir tu poder! Tú mismo has dicho 18 que eres lento para la ira y grande en amor, y que aunque perdonas la maldad y la rebeldía, jamás dejas impune al culpable, sino que castigas la maldad de los padres en sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. 19 Por tu gran amor, te suplico que perdones la maldad de este pueblo, tal como lo has venido perdonando desde que salió de Egipto.

20 El Señor le respondió:

—Me pides que los perdone, y los perdono. 21 Pero juro por mí mismo, y por mi gloria que llena toda la tierra, 22 que aunque vieron mi gloria y las maravillas que hice en Egipto y en el desierto, ninguno de los que me desobedecieron y me pusieron a prueba repetidas veces 23 verá jamás la tierra que, bajo juramento, prometí dar a sus padres. ¡Ninguno de los que me despreciaron la verá jamás! 24 En cambio, a mi siervo Caleb, que ha mostrado una actitud diferente y me ha sido fiel, le daré posesión de la tierra que exploró, y su descendencia la heredará. 25 Pero regresen mañana al desierto por la ruta del Mar Rojo, puesto que los amalecitas y los cananeos viven en el valle.

26 El Señor les dijo a Moisés y a Aarón:

27 —¿Hasta cuándo ha de murmurar contra mí esta perversa comunidad? Ya he escuchado cómo se quejan contra mí los israelitas. 28 Así que diles de parte mía: “Juro por mí mismo, que haré que se les cumplan sus deseos. 29 Los cadáveres de todos ustedes quedarán tirados en este desierto. Ninguno de los censados mayores de veinte años, que murmuraron contra mí, 30 tomará posesión de la tierra que les prometí. Sólo entrarán en ella Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun. 31 También entrarán en la tierra los niños que ustedes dijeron que serían botín de guerra. Y serán ellos los que gocen de la tierra que ustedes rechazaron. 32 Pero los cadáveres de todos ustedes quedarán tirados en este desierto. 33 Durante cuarenta años los hijos de ustedes andarán errantes por el desierto. Cargarán con esta infidelidad, hasta que el último de ustedes caiga muerto en el desierto. 34 La exploración del país duró cuarenta días, así que ustedes sufrirán un año por cada día. Cuarenta años llevarán a cuestas su maldad, y sabrán lo que es tenerme por enemigo.” 35 Yo soy el Señor, y cumpliré al pie de la letra todo lo que anuncié contra esta perversa comunidad que se atrevió a desafiarme. En este desierto perecerán. ¡Morirán aquí mismo!

36 Los hombres que Moisés había enviado a explorar el país fueron los que, al volver, difundieron la falsa información de que la tierra era mala. Con esto hicieron que toda la comunidad murmurara. 37 Por eso los responsables de haber difundido este falso informe acerca de aquella tierra murieron delante del Señor, víctimas de una plaga. 38 De todos los hombres que fueron a explorar el país, sólo sobrevivieron Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone.

El pueblo intenta conquistar la tierra

39 Cuando Moisés terminó de decirles esto, todos los israelitas se pusieron a llorar amargamente. 40 Al otro día, muy de mañana, el pueblo empezó a subir a la parte alta de la zona montañosa, diciendo:

—Subamos al lugar que el Señor nos ha prometido, pues reconocemos que hemos pecado.

41 Pero Moisés les dijo:

—¿Por qué han vuelto a desobedecer la orden del Señor? ¡Esto no les va a dar resultado! 42 Si suben, los derrotarán sus enemigos, porque el Señor no está entre ustedes. 43 Tendrán que enfrentarse a los amalecitas y a los cananeos, que los matarán a filo de espada. Como ustedes se han alejado del Señor, él no los ayudará.

44 Pero ellos se empecinaron en subir a la zona montañosa, a pesar de que ni Moisés ni el arca del pacto del Señor salieron del campamento. 45 Entonces los amalecitas y los cananeos que vivían en esa zona descendieron y los derrotaron, haciéndolos retroceder hasta Jormá.

Comentario

La generosa provisión de Dios

Dios es muy generoso con su pueblo. En este pasaje vemos cómo les proveyó con una tierra donde fluyen leche y miel (Números 13:27). Josué y Caleb reportaron que «la tierra que recorrimos y exploramos es increíblemente buena. Si el Señor se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel!» (14:7-8).

La generosidad de Dios es extraordinaria. Algunas cosas están reservadas para el futuro, cuando estés cara a cara con Él (ver Efesios 1:13-14; Hebreos 4:8-11 y 1 Pedro 1:4-5), pero hay mucho que Dios ofrece a su pueblo aquí y ahora en la tierra. A fin de disfrutar toda la generosidad de Dios, hay ciertas cosas que se requiere que hagas:

  • Toma posesión

Caleb dijo: « Subamos a conquistar esa tierra. Estoy seguro de que podremos hacerlo» (Números 13:30b). Pero otros objetaron diciendo: «No podremos combatir contra esa gente. ¡Son más fuertes que nosotros! Y comenzaron a esparcir entre los israelitas falsos rumores» (vv.31-32). Siempre habrá oposición, no dejes que los gigantes te amedrenten.

El pueblo no creía que derrotarían a los gigantes. Solo cuatro individuos (Moisés, Aarón, Caleb y Josué) creían que Dios era mayor que el problema. Joyce Meyer comenta: «Lamentablemente a menudo fijamos la vista en nuestros agigantados problemas en lugar de hacerlo en nuestro Dios.\[…\] Creo que cuanto más tiempo dediquemos a adorar y alabar a Dios, más nos ayudará a mantener un enfoque claro y nos permitirá seguir adelante con una actitud sólida y positiva, creyendo que podemos hacer cualquier cosa que Dios nos diga que hagamos».

  • Cree en las promesas de Dios

El Señor dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo se negarán a creer en mí?» (14:11). El pueblo de Dios comenzó a murmurar contra sus líderes, diciendo: «¡Ojalá hubiéramos muerto en Egipto, o aquí en el desierto! ¿Para qué nos trajo el Señor a este país? \[…\] ¡Pongamos a uno de jefe y volvamos a Egipto!» (vv.2-4, DHH). Frente a la oposición y algunos problemas, ¿te sientes tentado a tener autocompasión y regresar a tu antigua vida, pensando que estabas mejor antes de comenzar a seguir a Jesús? Es una tentación que debemos evitar a cualquier costo.

  • Busca su guía

Dios es muy amable y generoso con nosotros. Promete ir delante nuestro «de día con la columna de nube y de noche con la columna de fuego» (v.14). Si quieres disfrutar todas las buenas cosas que Dios tiene para ti, mantén tu mirada fija en Su dirección.

  • Síguelo de forma apasionada

La mayoría estaba amedrentada por los gigantes. Solo Josué y Caleb fueron distintos: «… mi siervo Caleb, que ha mostrado una actitud diferente y me ha sido fiel» (v.24). Al final, solo aquellos que siguieron al Señor apasionadamente disfrutaron la tierra donde fluían leche y miel.

Oración

Señor, gracias por tu maravillosa generosidad y todas las buenas cosas que tienes atesoradas para tu pueblo. Ayúdame a tomar posesión de todos los dones que tienes para mí, a creer en tus promesas, buscar tu guía y seguirte de forma apasionada.

Añadidos de Pippa

Pippa añade:

Números 14:29-30

No es bueno estar comprometido a medias con Dios, quejarse o desobedecer. El pueblo de Dios cayó en dichas cosas (¡me siento algo culpable sobre ser quisquillosa con la comida!).

Pero Dios recompensa la fidelidad hacia Él: «…mi siervo Caleb, que ha mostrado una actitud diferente y me ha sido fiel» (v.24)

Versículo del día

Lucas 4:18

'El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos
y dar vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos.'

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Referencias

Notas:

Joyce Meyer, La Biblia de la vida diaria, (Casa Creación, 2013)

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel

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