Tu clave para la vida
Introducción
- Madonna declaró: «Cuando estaba creciendo \[...\] Jesucristo era como una estrella de cine, mi ídolo favorito».
- Napoleón Bonaparte afirmó: «Conozco a los hombres y te digo que Jesucristo no era meramente un hombre».
- El novelista H.G. Wells dijo: «Soy un historiador, no soy creyente. Pero ese predicador sin un centavo de Galilea, es irresistiblemente el centro de la historia».
Hasta la gente que no se describiría a sí misma como seguidores del «predicador sin un centavo», reconocen que hay algo extraordinario acerca de Jesús.
Jesús es la clave para la vida. La clave para comprender la Biblia es Jesús. La clave para comprender el carácter de Dios es Jesús. La clave para arreglar nuestra vida es Jesús. Nadie, ni siquiera los ángeles, se puede comparar con Jesús (Hebreos 1:1-14).
Si quieres conocer cómo es Dios, mira a Jesús. Él dijo: «El que me ha visto a mí ha visto al Padre» (Juan 14:9). Todo lo que lees y comprendes sobre Dios por medio de la Biblia, tiene que ser leído desde la óptica de Jesús. Él es la revelación definitiva de Dios.
Salmos 119:129-136
129 Tus estatutos son maravillosos;
por eso los obedezco.
130 La exposición de tus palabras nos da luz,
y da entendimiento al sencillo.
131 Jadeante abro la boca
porque ansío tus mandamientos.
132 Vuélvete a mí, y tenme compasión
como haces siempre con los que aman tu nombre.
133 Guía mis pasos conforme a tu promesa;
no dejes que me domine la iniquidad.
134 Líbrame de la opresión humana,
pues quiero obedecer tus preceptos.
135 Haz brillar tu rostro sobre tu siervo;
enséñame tus decretos.
136 Ríos de lágrimas brotan de mis ojos,
porque tu ley no se obedece.
Comentario
1. Jesús nos da limpieza para nuestros pecados
De alguna manera, leer la Biblia es como mirar un espejo con una luz muy radiante: «La exposición de tus palabras nos da luz» (v.130a). La luz revela lo que está mal en nuestra vida y lo que necesitamos limpiar. Revela las cosas que causan una barrera entre nosotros y Dios.
Esta barrera fue removida cuando Jesús proveyó de limpieza para nuestros pecados. Por medio de Jesús, puedes estar confiado en que el rostro de Dios brillará sobre ti (v.135).
Ora como el salmista: «Vuélvete a mí, y tenme compasión como haces siempre con los que aman tu nombre. Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad. Líbrame de la opresión humana, pues quiero obedecer tus preceptos. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo» (vv.132-135a).
La oración del salmista prefigura el gran acto de Jesús proveyendo la purificación de los pecados. Por medio de Jesús siempre puedes volverte a Dios con la confianza de saber que Él tendrá misericordia de ti, «como haces siempre con los que aman tu nombre» (v.132).
Oración
Hebreos 1:1-14
El Hijo, superior a los ángeles
1Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, 2 en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo. 3 El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas. 4 Así llegó a ser superior a los ángeles en la misma medida en que el nombre que ha heredado supera en excelencia al de ellos.
5 Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
«Tú eres mi hijo;
hoy mismo te he engendrado»;
y en otro pasaje:
«Yo seré su padre,
y él será mi hijo»?
6 Además, al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice:
«Que lo adoren todos los ángeles de Dios.»
7 En cuanto a los ángeles dice:
«Él hace de los vientos sus ángeles,
y de las llamas de fuego sus servidores.»
8 Pero con respecto al Hijo dice:
«Tu trono, oh Dios, permanece por los siglos de los siglos,
y el cetro de tu reino es un cetro de justicia.
9 Has amado la justicia y odiado la maldad;
por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegría,
exaltándote por encima de tus compañeros.»
10 También dice:
«En el principio, oh Señor, tú afirmaste la tierra,
y los cielos son la obra de tus manos.
11 Ellos perecerán, pero tú permaneces para siempre.
Todos ellos se desgastarán como un vestido.
12 Los doblarás como un manto,
y cambiarán como ropa que se muda;
pero tú eres siempre el mismo,
y tus años no tienen fin.»
13 ¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
«Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
por estrado de tus pies»?
14 ¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?
Comentario
2. Jesús es superior a los ángeles
Jesús es único y es todo lo que necesitas. Como señala Eugene Peterson, no necesitas a Jesús y a los ángeles. No necesitas a Jesús y a Moisés. No necesitas a Jesús y al sacerdocio. «Esta epístola borra las “y” así como los añadidos». Jesús es todo lo que necesitas.
El libro de los Hebreos trata todo él sobre quién es Jesús, y cómo él es mejor y mayor que ningún otro ser, enseñanza o sistema religioso. Comienza con una comparación entre Jesús y los profetas del Antiguo Testamento, explicando la maravillosa verdad de cómo habló Dios por medio de los profetas, pero después describe cómo Jesús es aún mejor (vv.1-3). Él es «heredero de todo», participó en la creación, es la revelación definitiva de Dios, el que te sostiene, y tu redentor. La razón para todo esto está en quién es Jesús.
Jesús «es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es» (v.3). Como lo explica The Message, él es «el espejo perfecto de Dios, impreso con la naturaleza de Dios».
Jesús vino a arreglar nuestras vidas. «Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas» (v.3b). Sentarse simboliza el hecho de que el trabajo fue finalizado (ver también Juan 19:30).
Siempre ha habido gente que no puede aceptar esta verdad. Hoy, algunos argumentan que Jesús fue «simplemente un gran maestro religioso» y nada más. De una manera similar, en el tiempo de esta epístola, alguna gente afirmaba que Jesús era «simplemente un ángel». El autor de Hebreos dice: «Así llegó a ser superior a los ángeles en la misma medida en que el nombre que ha heredado supera en excelencia al de ellos» (Hebreos 1:4). Después, continúa argumentando sobre la superioridad de Jesús sobre los ángeles.
En la Biblia hay cerca de 300 referencias sobre los ángeles. ¿Qué sabemos de ellos?
En este pasaje vemos que los ángeles adoran y sirven a Dios (vv.6-7). Son los mensajeros de Dios (v.7, MSG). Son seres espirituales que sirven a los cristianos. Son «enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación» (v.14).
Los ángeles te guardan y te protegen (Salmo 91:11). Por ejemplo, un ángel reconfortó a Jesús en Getsemaní (Lucas 22:43). Cada iglesia tiene uno (Apocalipsis capítulos 1–3).
Pero Dios no es su Padre (Hebreos 1:5). En este sentido, Jesús es infinitamente superior y cualquier cristiano está en mejor posición que los ángeles, porque Dios es nuestro Padre. El autor de los Hebreos cita siete pasajes del Antiguo Testamento para demostrar la superioridad de Jesús sobre los ángeles (Salmo 2:7; 2 Samuel 7:14; Deuteronomio 32:43; Salmos 45:6-7; 102:25-27; 104:4; 110:1).
Todos estos pasajes son la respuesta a cualquiera que diga que Jesús fue solo un ángel o —más común hoy en día— un «gran maestro religioso». La cumbre de este argumento se encuentra en Hebreos 1:8: « Pero con respecto al Hijo dice: “Tu trono, oh Dios…”». Esta es una atribución completa de divinidad a Jesús.
Oración
Lamentaciones 3:40-5:22
40 Hagamos un examen de conciencia
y volvamos al camino del Señor.
41 Elevemos al Dios de los cielos
nuestro corazón y nuestras manos.
42 Hemos pecado, hemos sido rebeldes,
y tú no has querido perdonarnos.
43 Ardiendo en ira nos persigues;
nos masacras sin piedad.
44 Te envuelves en una nube
para no escuchar nuestra oración.
45 Como a escoria despreciable,
nos has arrojado entre las naciones.
46 Todos nuestros enemigos abren la boca
para hablar mal de nosotros.
47 Hemos sufrido terrores, caídas,
ruina y destrucción.
48 Ríos de lágrimas corren por mis mejillas
porque ha sido destruida la capital de mi pueblo.
49 Se inundarán en llanto mis ojos,
sin cesar y sin consuelo,
50 hasta que desde el cielo
el Señor se digne mirarnos.
51 Me duele en lo más profundo del alma
ver sufrir a las mujeres de mi ciudad.
52 Mis enemigos me persiguen sin razón,
y quieren atraparme como a un ave.
53 Me quieren enterrar vivo
y taparme con piedras la salida.
54 Las aguas me han cubierto la cabeza;
tal parece que me ha llegado el fin.
55 Desde lo más profundo de la fosa
invoqué, Señor, tu nombre,
56 y tú escuchaste mi plegaria;
no cerraste tus oídos a mi clamor.
57 Te invoqué, y viniste a mí;
«No temas», me dijiste.
58 Tú, Señor, te pusiste de mi parte
y me salvaste la vida.
59 Tú, Señor, viste el mal que me causaron;
¡hazme justicia!
60 Tú notaste su sed de venganza
y todas sus maquinaciones en mi contra.
61 Señor, tú has escuchado sus insultos
y todas sus maquinaciones en mi contra;
62 tú sabes que todo el día mis enemigos
cuchichean y se confabulan contra mí.
63 ¡Míralos! Hagan lo que hagan,
se burlan de mí en sus canciones.
64 ¡Dales, Señor, su merecido
por todo lo que han hecho!
65 Oscurece su entendimiento,
¡y caiga sobre ellos tu maldición!
66 Persíguelos, Señor, en tu enojo,
y bórralos de este mundo.
4¡El oro ha perdido su lustre!
¡Se ha empañado el oro fino!
¡Regadas por las esquinas de las calles
se han quedado las joyas sagradas!
2 A los apuestos habitantes de Sión,
que antaño valían su peso en oro,
hoy se les ve como vasijas de barro,
¡como la obra de un alfarero!
3 Hasta los chacales ofrecen el pecho
y dan leche a sus cachorros,
pero Jerusalén ya no tiene sentimientos;
¡es como los avestruces del desierto!
4 Tanta es la sed que tienen los niños,
que la lengua se les pega al paladar.
Piden pan los pequeñuelos,
pero nadie se lo da.
5 Quienes antes comían los más ricos manjares
hoy desfallecen de hambre por las calles.
Quienes antes se vestían de fina púrpura
hoy se revuelcan en la inmundicia.
6 Más grande que los pecados de Sodoma
es la iniquidad de Jerusalén;
¡fue derribada en un instante,
y nadie le tendió la mano!
7 Más radiantes que la nieve eran sus príncipes,
y más blancos que la leche;
más rosado que el coral era su cuerpo;
su apariencia era la del zafiro.
8 Pero ahora se ven más sucios que el hollín;
en la calle nadie los reconoce.
Su piel, reseca como la leña,
se les pega a los huesos.
9 ¡Dichosos los que mueren por la espada,
más que los que mueren de hambre!
Torturados por el hambre desfallecen,
pues no cuentan con los frutos del campo.
10 Con sus manos, mujeres compasivas
cocinaron a sus propios hijos,
y esos niños fueron su alimento
cuando Jerusalén fue destruida.
11 El Señor dio rienda suelta a su enojo;
dejó correr el ardor de su ira.
Le prendió fuego a Sión
y la consumió hasta sus cimientos.
12 No creían los reyes de la tierra,
ni tampoco los habitantes del mundo,
que los enemigos y adversarios de Jerusalén
cruzarían alguna vez sus puertas.
13 Pero sucedió.
Por los pecados de sus profetas.
Por las iniquidades de sus sacerdotes.
¡Por derramar sangre inocente
en las calles de la ciudad!
14 Con las manos manchadas de sangre,
andan por las calles como ciegos.
No hay nadie que se atreva
a tocar siquiera sus vestidos.
15 «¡Largo de aquí, impuros!», les grita la gente.
«¡Fuera! ¡Fuera! ¡No nos toquen!»
Entre las naciones paganas les dicen:
«Son unos vagabundos, que andan huyendo.
No pueden quedarse aquí más tiempo.»
16 El Señor mismo los ha dispersado;
ya no se preocupa por ellos.
Ya no hay respeto para los sacerdotes
ni compasión para los ancianos.
17 Para colmo, desfallecen nuestros ojos
esperando en vano que alguien nos ayude.
Desde nuestras torres estamos en espera
de una nación que no puede salvarnos.
18 A cada paso nos acechan;
no podemos ya andar por las calles.
Nuestro fin se acerca, nos ha llegado la hora;
¡nuestros días están contados!
19 Nuestros perseguidores resultaron
más veloces que las águilas del cielo;
nos persiguieron por las montañas,
nos acecharon en el desierto.
20 También cayó en sus redes el ungido del Señor,
que era nuestra razón de vivir.
Era él de quien decíamos:
¡Viviremos bajo su sombra entre las naciones!
21 ¡Regocíjate y alégrate, capital de Edom,
que vives como reina en la tierra de Uz!
¡Pero ya tendrás que beber de esta copa,
y quedarás embriagada y desnuda!
22 Tu castigo se ha cumplido, bella Sión;
Dios no volverá a desterrarte.
Pero a ti, capital de Edom, te castigará por tu maldad
y pondrá al descubierto tus pecados.
5Recuerda, Señor, lo que nos ha sucedido;
toma en cuenta nuestro oprobio.
2 Nuestra heredad ha caído en manos extrañas;
nuestro hogar, en manos de extranjeros.
3 No tenemos padre, hemos quedado huérfanos;
viudas han quedado nuestras madres.
4 El agua que bebemos, tenemos que pagarla;
la leña, tenemos que comprarla.
5 Los que nos persiguen nos pisan los talones;
estamos fatigados y no hallamos descanso.
6 Entramos en tratos con Egipto y con Asiria
para conseguir alimentos.
7 Nuestros padres pecaron y murieron,
pero a nosotros nos tocó el castigo.
8 Ahora nos gobiernan los esclavos,
y no hay quien nos libre de sus manos.
9 Exponiéndonos a los peligros del desierto,
nos jugamos la vida para obtener alimentos.
10 La piel nos arde como un horno;
¡de hambre nos da fiebre!
11 En Sión y en los pueblos de Judá
fueron violadas casadas y solteras.
12 A nuestros jefes los colgaron de las manos,
y ni siquiera respetaron a nuestros ancianos.
13 A nuestros mejores jóvenes los pusieron a moler;
los niños tropezaban bajo el peso de la leña.
14 Ya no se sientan los ancianos
a las puertas de la ciudad;
no se escucha ya la música de los jóvenes.
15 En nuestro corazón ya no hay gozo;
la alegría de nuestras danzas se convirtió en tristeza.
16 Nuestra cabeza se ha quedado sin corona.
¡Ay de nosotros; hemos pecado!
17 Desfallece nuestro corazón;
se apagan nuestros ojos,
18 porque el monte Sión se halla desolado,
y sobre él rondan los chacales.
19 Pero tú, Señor, reinas por siempre;
tu trono permanece eternamente.
20 ¿Por qué siempre nos olvidas?
¿Por qué nos abandonas tanto tiempo?
21 Permítenos volver a ti, Señor, y volveremos;
devuélvenos la gloria de antaño.
22 La verdad es que nos has rechazado
y te has excedido en tu enojo contra nosotros.
Comentario
3. Jesús es el Mesías ungido
El autor de las Lamentaciones dice: «Elevemos al Dios de los cielos nuestro corazón y nuestras manos» (3:41). Elevar los corazones y las manos parece ser algo que va junto con la oración. Alzar las manos al orar no es algo excéntrico o raro, es la forma tradicional de oración tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. El autor llama al pueblo a orar y dice: «Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señor» (v.40). Esta es una disciplina importante en una vida de fe. Pide a Dios que te revele si hay alguna área de tu vida que necesites cambiar.
Si la hay, entonces vuélvete a Dios por medio de la confesión y el arrepentimiento (v.42 en adelante). Ahora ya sabes que serás perdonado y tu relación con Dios será restaurada por causa de lo que Jesús ha hecho por ti. Este pasaje, como muchos otros del Antiguo Testamento, apunta hacia Jesús.
El autor de las Lamentaciones dice: «Pero tú, Señor, reinas por siempre; tu trono permanece eternamente» (5:19).
El autor de Hebreos dice de Jesús: «Tu trono, oh Dios, permanece por los siglos de los siglos \[…\] por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegría, exaltándote por encima de tus compañeros» (Hebreos 1:8-9). Jesús es el ungido de Dios, el Cristo, el Mesías.
Él es aquel a quien apuntan todas las Escrituras. El pueblo de Dios estaba aguardando al ungido de Dios. El autor de Lamentaciones habla de «el ungido del Señor» (Lamentaciones 4:20). La palabra hebrea para ungido es «Meshiach» de la que obtenemos la palabra Mesías. Continúa diciendo: «Ya tendrás que beber de esta copa» (v.21). Jesús habló de la copa que bebería (Marcos 10:38; Juan 18:11). Jesús está pensando en la copa de la ira de Dios contra el pecado.
La ira de Dios no es como la nuestra. No contiene elemento alguno de despecho, mezquindad o hipocresía. Es la reacción de un Dios santo y amoroso hacia el pecado. Pasajes como este nos ayudan a comprender lo serio que es nuestro pecado a la vista de Dios, y lo extraordinario que es que, en la cruz, Jesús cargó con la ira de Dios por ti y por mí.
El profeta ve que ellos han sido apartados de Dios por su pecado: «Te envuelves en una nube para no escuchar nuestra oración» (Lamentaciones 3:44). Esta es la barrera que Jesús quitó cuando bebió la copa de la ira de Dios y proveyó la purificación de los pecados. Esta es la respuesta a la oración del escritor de Lamentaciones cuando oró: «Permítenos volver a ti, Señor, y volveremos; devuélvenos la gloria de antaño» (5:21).
Por Jesús —quien es el Ungido y aquel que bebió la copa— la presencia de Dios ya no queda envuelta en una nube y tus oraciones pueden llegar hasta Él. Puedes alzar tu corazón y tus manos a Dios. Él te restaurá y te renovará.
Aunque hay muchas palabras sobre el juicio en la Biblia, pueden ser leídas a través del lente de Jesús, quien reveló el verdadero carácter de Dios y proveyó la purificación de tus pecados.
Oración
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Hebreos 1:7,14
« En cuanto a los ángeles dice: “Él hace de los vientos sus ángeles, y de las llamas de fuego sus servidores”» (v.7).
«¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?» (v.14).
Es emocionante pensar que hay ángeles revoloteando por el mundo ayudando al pueblo de Dios.
Versículo del día
Hebreos 1:1-2
'Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo.'
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Referencias
Notas:
Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida al español, se parafrasea.
Madonna, SPIN, May 1985.
Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. «NIV» is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.
Scripture quotations marked (AMP) taken from the Amplified® Bible, Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964, 1965, 1987 by The Lockman Foundation. Used by permission. (www.Lockman.org)
Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.