Aférrate a tu paz
Introducción
En 1555, Nicholas Ridley, antiguo obispo de Londres, fue quemado en la hoguera por sus creencias. En la noche anterior a la ejecución de Ridley, su hermano se ofreció a quedarse con él en su celda para ayudarlo y confortarlo. Nicholas declinó la oferta y respondió que tenía intención de irse a la cama y dormir tan plácidamente como estaba habituado a hacerlo durante toda su vida. Porque conocía la paz de Dios, pudo hallar reposo en la fuerza de los eternos brazos de Dios, sabiendo que colmaría sus necesidades.
La paz es una gran bendición. «Paz» es una palabra que tiene un enorme significado en la Biblia. La palabra hebrea para paz, «Shalom», que se traduce en griego como «eirene», significa mucho más que la ausencia de guerra u hostilidades. No es solo la ausencia de ciertas circunstancias, sino la presencia de Dios y Su reino. Significa entereza, solidez, bienestar y unión con Dios; todo tipo de bendiciones y parabienes.
Para dar traer la paz a los demás, primero necesitamos encontrarla dentro de nosotros y aferrarnos a ella.
Salmos 101:1-8
Salmo 101
Salmo de David.
1 Quiero cantar al amor y a la justicia:
quiero, Señor, cantarte salmos.
2 Quiero triunfar en el camino de perfección:
¿Cuándo me visitarás?
Quiero conducirme en mi propia casa
con integridad de corazón.
3 No me pondré como meta
nada en que haya perversidad.
Las acciones de gente desleal las aborrezco;
no tendrán nada que ver conmigo.
4 Alejaré de mí toda intención perversa;
no tendrá cabida en mí la maldad.
5 Al que en secreto calumnie a su prójimo,
lo haré callar para siempre;
al de ojos altivos y corazón soberbio
no lo soportaré.
6 Pondré mis ojos en los fieles de la tierra,
para que habiten conmigo;
sólo estarán a mi servicio
los de conducta intachable.
7 Jamás habitará bajo mi techo
nadie que practique el engaño;
jamás prevalecerá en mi presencia
nadie que hable con falsedad.
8 Cada mañana reduciré al silencio
a todos los impíos que hay en la tierra;
extirparé de la ciudad del
a todos los malhechores.
Comentario
1. Paz con Dios
«Paz» y «silencio» —en el buen sentido de la palabra— suelen ir de la mano. Este salmo habla de cómo Dios «reducirá al silencio» (vv.5–8) a los malhechores y difamadores.
David canta al «amor y la justicia» de Dios (v.1a). Hablamos mucho del amor de Dios pero no tanto de Su justicia, la cual es de igual importancia. El amor sin la preocupación por la justicia no es amor verdadero, pues el amor clama por justicia.
Solo los de conducta «intachable» (vv.2,6) pueden «habitar» con Él (v.6b), «estar su servicio» (v.6c) y «prevalecer» en Su «presencia» (v.7). La difamación (v.5a), el orgullo (v.5b) y el «engaño» (v.7) son pecados de boca, corazón y acción, que hacen que caiga sobre nosotros el juicio de Dios.
Gracias a Dios por la cruz, donde «el amor» y la «justicia» se unen, y la verdad y la misericordia se encuentran. Ahí es donde Dios es a la vez «justo» y justifica a quien tiene fe en Él (Romanos 3:23–26). Sin la cruz seríamos extirpados del Señor (Salmo 101:8).
Oración
1 Corintios 14:20-40
20 Hermanos, no sean niños en su modo de pensar. Sean niños en cuanto a la malicia, pero adultos en su modo de pensar. 21 En la ley está escrito:
«Por medio de gente de lengua extraña
y por boca de extranjeros
hablaré a este pueblo,
pero ni aun así me escucharán»,
dice el Señor.
22 De modo que el hablar en lenguas es una señal, no para los creyentes sino para los incrédulos; en cambio, la profecía no es señal para los incrédulos sino para los creyentes. 23 Así que, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran algunos que no entienden o no creen, ¿no dirán que ustedes están locos? 24 Pero si uno que no cree o uno que no entiende entra cuando todos están profetizando, se sentirá reprendido y juzgado por todos, 25 y los secretos de su corazón quedarán al descubierto. Así que se postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: «¡Realmente Dios está entre ustedes!»
Orden en los cultos
26 ¿Qué concluimos, hermanos? Que cuando se reúnan, cada uno puede tener un himno, una enseñanza, una revelación, un mensaje en lenguas, o una interpretación. Todo esto debe hacerse para la edificación de la iglesia. 27 Si se habla en lenguas, que hablen dos —o cuando mucho tres—, cada uno por turno; y que alguien interprete. 28 Si no hay intérprete, que guarden silencio en la iglesia y cada uno hable para sí mismo y para Dios.
29 En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres, y que los demás examinen con cuidado lo dicho. 30 Si alguien que está sentado recibe una revelación, el que esté hablando ceda la palabra. 31 Así todos pueden profetizar por turno, para que todos reciban instrucción y aliento. 32 El don de profecía está bajo el control de los profetas, 33 porque Dios no es un Dios de desorden sino de paz.
Como es costumbre en las congregaciones de los creyentes, 34 guarden las mujeres silencio en la iglesia, pues no les está permitido hablar. Que estén sumisas, como lo establece la ley. 35 Si quieren saber algo, que se lo pregunten en casa a sus esposos; porque no está bien visto que una mujer hable en la iglesia.
36 ¿Acaso la palabra de Dios procedió de ustedes? ¿O son ustedes los únicos que la han recibido? 37 Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que esto que les escribo es mandato del Señor. 38 Si no lo reconoce, tampoco él será reconocido.
39 Así que, hermanos míos, ambicionen el don de profetizar, y no prohíban que se hable en lenguas. 40 Pero todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden.
Comentario
2. Paz en la iglesia
«Dios no es un Dios de desorden, sino de paz» (v.33). El apóstol Pablo tiene claro que la creatividad y la espontaneidad de los dones del Espíritu, no dan licencia para el desorden en los encuentros de la iglesia. Como dice The Message: «Cuando adoramos de la manera correcta, Dios no nos conduce a la confusión sino que nos lleva a la armonía» (v.33, MSG).
Pablo describe el camino para tener encuentros pacíficos, armoniosos y ordenados en la iglesia: «Todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden» (v.40). Puede conllevar un saber estar en silencio apropiadamente (v.28), para que los demás puedan hablar.
Esto nos da una idea de cómo eran las reuniones de la iglesia primitiva. Claramente había una expectativa de que los dones del Espíritu fueran ejercidos regularmente: «Cada uno puede tener un himno, una enseñanza, una revelación, un mensaje en lenguas, o una interpretación» (v.26).
Los dones necesitan ser ejercidos de manera ordenada. No debería haber nada de extraño o descontrolado en los dones espirituales. A algunos les puede sorprender saber que la cantante Katy Perry dijera en una ocasión que «hablar en lenguas es tan normal para mí como decir “pásame la sal”. Es un lenguaje secreto y directo con Dios».
Los comentarios de Pablo sobre la profecía y las lenguas como «signo» suelen causar confusión. Parece decir una cosa en el versículo 22 (las lenguas son un signo para los que no creen, la profecía para los que creen), y ¡después la contraria en el versículo 23! No es nada probable que Pablo se contradijera.
Me parece que Pablo está diciendo que tanto el don de profecía como el de lenguas deberían ser usados solamente de la manera adecuada. A lo largo de este capítulo Pablo está dando instrucciones para un uso ordenado de las profecías y las lenguas en la iglesia. Cuando se usan de manera inadecuada, pueden ser una fuente de caos (vv.6–12 and vv.29–33) y, en ese caso los no creyentes, pensarán que estamos locos.
Si se usan adecuadamente en el contexto de las reuniones de iglesia, tanto las lenguas como la profecía pueden ser una sorprendente prueba de la presencia de Dios (vv.22–25). La profecía puede ser un «signo» poderoso para los no creyentes de que «¡Realmente Dios está entre ustedes!» (v.25). Nosotros lo hemos visto suceder así en muchas ocasiones.
Mientras que cantar en lenguas es una actividad comunitaria, hablar en lenguas es una actividad individual que requiere interpretación. Por lo tanto, la gente debería hablar «cada uno por turno; y que alguien interprete. Si no hay intérprete, que guarden silencio en la iglesia y cada uno hable para sí mismo y para Dios» (vv.27–28).
De la misma manera, las profecías deben darse por turno. No hay límite al número de profecías. El que las pronuncia siempre tiene el control completo: «El don de profecía está bajo el control de los profetas» (v.32). En el mundo demoniaco los «espíritus» toman a una persona y esta pierde el control, pero no es así con el Espíritu Santo. Una persona que esté hablando en lenguas o profetizando tiene el control completo. Puede empezar cuando quiera y elegir detenerse cuando quiera. «Porque Dios no es un Dios de desorden, sino de paz» (v.33).
Se han aventurado muchas explicaciones acerca de la instrucción de Pablo que dice que las mujeres deben estar calladas en las iglesias (v.34). Es importante recordar que Pablo no está enfocado aquí en el papel de los géneros o la conducta durante el culto público. Está tratando una serie de problemas específicos que han surgido en la iglesia de los Corintios. Ya dejó claro que esperaba de las mujeres que hablaran durante las reuniones al escribir: «Toda mujer que ora o profetiza...» (11:5).
Lo que está claro es que la gente, tanto hombres como mujeres, no acudían como meros consumidores sino como contribuyentes. La pregunta que nos deberíamos hacer no es «¿qué estoy recibiendo de la iglesia?», sino «¿qué estoy dando a la iglesia?». No acudían simplemente a recibir sino también a ayudar a los demás. «Cuando se reúnan, cada uno puede tener un himno, una enseñanza, una revelación, un mensaje en lenguas, o una interpretación. Todo esto debe hacerse para la edificación de la iglesia» (14:26). Si todos asistiéramos a la iglesia con esta actitud de ser un contribuyente, nuestros servicios de culto se verían completamente transformados.
Oración
2 Crónicas 13:1-15:19
Abías, rey de Judá
13En el año dieciocho del reinado de Jeroboán, Abías ascendió al trono de Judá 2 y reinó en Jerusalén tres años. Su madre era Micaías, hija de Uriel de Guibeá.
Hubo guerra entre Abías y Jeroboán. 3 Para ir al combate, Abías escogió a cuatrocientos mil guerreros valientes; Jeroboán, por su parte, escogió a ochocientos mil y le hizo frente.
4 Abías subió al monte Zemarayin, en la sierra de Efraín, y gritó: «¡Jeroboán! ¡Israelitas! ¡Escúchenme todos ustedes! 5 ¿No saben que el Señor, Dios de Israel, concedió para siempre el reino de Israel a David y a sus descendientes mediante un pacto inalterable? 6 Sin embargo, Jeroboán hijo de Nabat, oficial de Salomón hijo de David, se rebeló contra su señor. 7 Unos hombres ociosos y malvados se unieron a Roboán hijo de Salomón, cuando éste era joven y débil de carácter, y se le impusieron, de modo que no pudo hacerles frente.
8 »Ustedes piensan que ahora, por ser muy numerosos y por tener los becerros de oro, esos ídolos que Jeroboán les hizo pueden oponerse al reino del Señor, aunque él se lo ha entregado a los hijos de David. 9 ¡Hasta expulsaron a los descendientes de Aarón, que son los sacerdotes del Señor, y a los levitas! En su lugar han nombrado sacerdotes, y a cualquiera que trae un ternero y siete carneros lo consagran como sacerdote de los dioses falsos, tal como lo hacen los pueblos paganos.
10 »Nosotros, en cambio, no hemos abandonado al Señor, porque él es nuestro Dios. Los descendientes de Aarón siguen siendo nuestros sacerdotes que sirven al Señor, y los levitas son los encargados del culto. 11 Todos los días, por la mañana y por la tarde, ofrecen al Señor los holocaustos y queman el incienso; además, todas las tardes colocan el pan consagrado sobre la mesa de oro puro, y encienden las lámparas del candelabro de oro. Dense cuenta de que nosotros sí mantenemos el culto al Señor nuestro Dios, a quien ustedes han abandonado. 12 Así que Dios, con sus sacerdotes, va al frente de nosotros. ¡Las trompetas están listas para dar la orden de ataque contra ustedes! ¡Israelitas, no peleen contra el Señor, Dios de sus antepasados, pues no podrán vencerlo!»
13 Para tenderle una emboscada a Abías, Jeroboán situó parte de sus tropas detrás del ejército de Judá, mientras que al resto de sus tropas lo mandó al frente. 14 Cuando los de Judá miraron hacia atrás, se dieron cuenta de que los israelitas los atacaban también por la retaguardia. Entonces clamaron al Señor, y los sacerdotes tocaron las trompetas. 15 En el momento en que los de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios derrotó a Jeroboán y a los israelitas, dándoles la victoria a Abías y Judá. 16 Los israelitas intentaron huir, pero Dios los entregó al poder de Judá. 17 Abías y su ejército les ocasionaron una gran derrota, matando a quinientos mil soldados selectos de Israel. 18 En esa ocasión fueron humillados los israelitas, mientras que los de Judá salieron victoriosos porque confiaron en el Señor, Dios de sus antepasados.
19 Abías persiguió a Jeroboán y le arrebató las ciudades de Betel, Jesaná y Efraín, con sus respectivas aldeas. 20 Durante el reinado de Abías, Jeroboán no pudo recuperar su poderío. Al final, el Señor lo hirió, y Jeroboán murió.
21 Abías, en cambio, siguió afirmándose en el trono. Tuvo catorce esposas, veintidós hijos y dieciséis hijas. 22 Los demás acontecimientos del reinado de Abías, y su conducta y sus obras, están escritos en el comentario del profeta Idó.
14Abías murió y fue sepultado en la Ciudad de David, y su hijo Asá lo sucedió en el trono. Durante su reinado, el país disfrutó de diez años de paz.
Asá, rey de Judá
2 Asá hizo lo que era bueno y agradable ante el Señor su Dios. 3 Se deshizo de los altares y santuarios paganos, destrozó las piedras sagradas, y derribó las imágenes de la diosa Aserá. 4 Además, ordenó a los habitantes de Judá que acudieran al Señor, Dios de sus antepasados, y que obedecieran su ley y sus mandamientos. 5 De este modo Asá se deshizo de los santuarios paganos y de los altares de incienso que había en todas las ciudades de Judá, y durante su reinado hubo tranquilidad. 6 Asá construyó en Judá ciudades fortificadas, pues durante esos años el Señor le dio descanso, y el país disfrutó de paz y no estuvo en guerra con nadie.
7 Asá les dijo a los de Judá: «Reconstruyamos esas ciudades, y levantemos a su alrededor murallas con torres, puertas y cerrojos. El país todavía es nuestro, porque hemos buscado al Señor nuestro Dios; como lo hemos buscado, él nos ha concedido estar en paz con nuestros vecinos.» Y tuvieron mucho éxito en la reconstrucción de las ciudades.
8 Asá contaba con un ejército de trescientos mil soldados de Judá, los cuales portaban lanzas y escudos grandes, y de doscientos ochenta mil benjaminitas, los cuales portaban arcos y escudos pequeños. Todos ellos eran guerreros valientes.
9 Zera el cusita marchó contra ellos al frente de un ejército de un millón de soldados y trescientos carros de guerra, y llegó hasta Maresá. 10 Asá le salió al encuentro en el valle de Sefata, y tomó posiciones cerca de Maresá. 11 Allí Asá invocó al Señor su Dios y le dijo: « Señor, sólo tú puedes ayudar al débil y al poderoso. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud! ¡Tú, Señor, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún mortal se alce contra ti!»
12 El Señor derrotó a los cusitas cuando éstos lucharon contra Asá y Judá. Los cusitas huyeron, 13 pero Asá y su ejército los persiguieron hasta Guerar. Allí cayeron los cusitas, y ni uno de ellos quedó con vida, porque el Señor y su ejército los aniquilaron. Los de Judá se llevaron un enorme botín, 14 luego atacaron todas las ciudades que había alrededor de Guerar, las cuales estaban llenas de pánico ante el Señor, y las saquearon, pues había en ellas un gran botín. 15 Además, atacaron los campamentos, donde había mucho ganado, y se llevaron una gran cantidad de ovejas y camellos. Después de eso, regresaron a Jerusalén.
Reformas de Asá
15El Espíritu de Dios vino sobre Azarías hijo de Oded, 2 y éste salió al encuentro de Asá y le dijo: «Asá, y gente de Judá y de Benjamín, ¡escúchenme! El Señor estará con ustedes, siempre y cuando ustedes estén con él. Si lo buscan, él dejará que ustedes lo hallen; pero si lo abandonan, él los abandonará. 3 Por mucho tiempo Israel estuvo sin el Dios verdadero y sin instrucción, pues no había sacerdote que le enseñara. 4 Pero cuando en su tribulación se volvieron al Señor, Dios de Israel, y lo buscaron, él les permitió que lo hallaran. 5 En aquellos tiempos no había seguridad para ningún viajero, sino que los habitantes de todos los países sufrían grandes calamidades. 6 Las naciones y las ciudades se destrozaban unas a otras, porque Dios las castigaba con toda clase de calamidades. 7 Pero ustedes, ¡manténganse firmes y no bajen la guardia, porque sus obras serán recompensadas!»
8 Cuando Asá oyó este mensaje del profeta Azarías hijo de Oded, se animó a eliminar los detestables ídolos que había en todo el territorio de Judá y Benjamín, y en las ciudades que había conquistado en los montes de Efraín. Además, restauró el altar del Señor que estaba frente al atrio del templo del Señor. 9 Después convocó a los habitantes de Judá y de Benjamín, como también a los de Efraín, Manasés y Simeón que vivían entre ellos, pues muchos israelitas se habían unido a Asá, al ver que el Señor su Dios estaba con él. 10 Se reunieron en Jerusalén en el mes tercero del año quince del reinado de Asá. 11 Ese día ofrecieron al Señor setecientos bueyes y siete mil ovejas del botín que habían tomado. 12 Luego hicieron un pacto, mediante el cual se comprometieron a buscar de todo corazón y con toda el alma al Señor, Dios de sus antepasados. 13 Al que no buscara al Señor, Dios de Israel, se le castigaría con la muerte, fuera grande o pequeño, hombre o mujer. 14 Así lo juraron ante el Señor, a voz en cuello y en medio de gritos y toques de trompetas y de cuernos. 15 Todos los de Judá se alegraron de haber hecho este juramento, porque lo habían hecho de todo corazón y habían buscado al Señor con voluntad sincera, y él se había dejado hallar de ellos y les había concedido vivir en paz con las naciones vecinas.
16 Además, el rey Asá destituyó a su abuela Macá de su puesto como reina madre, porque ella había hecho una escandalosa imagen de la diosa Aserá. Asá derribó la imagen, la redujo a polvo y la quemó en el arroyo de Cedrón. 17 Aunque no quitó de Israel los santuarios paganos, Asá se mantuvo siempre fiel al Señor, 18 y llevó al templo de Dios el oro, la plata y los utensilios que él y su padre habían consagrado.
19 Durante los primeros treinta y cinco años del reinado de Asá no hubo guerra.
Comentario
3. Paz en la nación
La guerra devasta a las naciones (15:5,6) trayendo muerte, destrucción y habitualmente pobreza. Por otro lado, la paz permite que una nación se construya y se haga próspera (14:7).
Cuando Asá se hizo rey de Judá «el país disfrutó de diez años de paz» (v.1). Esta paz era un don de Dios, «el Señor le dio descanso» (v.6).
¿Cómo vienen esta paz y este descanso? La respuesta que da el cronista es triple:
- Busca a Dios de todo corazón
Fue cuando «clamaron a Dios» (13:14) que este «los liberó (v.16). Asá «ordenó a los habitantes de Judá que acudieran al Señor» (14:4). Le dijo al pueblo: «Porque hemos buscado al Señor nuestro Dios; como lo hemos buscado, él nos ha concedido estar en paz con nuestros vecinos» (v.7)
El profeta Azarías dice: «Si lo buscan, él dejará que ustedes lo hallen » (15:2). «Cuando en su tribulación se volvieron al Señor, Dios de Israel, y lo buscaron, él les permitió que lo hallaran» (v.4). «Hicieron un pacto, mediante el cual se comprometieron a buscar de todo corazón y con toda el alma al Señor, Dios de sus antepasados» (v.12).
Buscaron a Dios de todo corazón y «Dios les dio paz por dentro y por fuera, ¡el reino más pacífico!» (v.15, MSG).
- Obedece a Dios complemente
Cuando Asá escuchó la profecía «se animó» (v.8). Asá le dijo a Judá «que obedecieran su ley y sus mandamientos» (14:4). El profeta Azarías dijo: «Si lo abandonan, él los abandonará » (15:2). Este pasaje es un ejemplo de la fidelidad de Dios para con nosotros cuando elegimos obedecerlo completamente.
- Depende totalmente de Dios
«Los de Judá salieron victoriosos porque confiaron en el Señor, Dios de sus antepasados» (13:18). «Confiaron en Dios» (v.18, MSG). «Asá invocó al Señor su Dios y le dijo: “Señor, solo tú puedes ayudar al débil y al poderoso. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud!”» (14:11).
Esto es lo que significa permanecer «siempre fiel al Señor» (15:17). El resultado fue que el trabajo de Asá fue recompensado (v.7) y el Señor su Dios estaba con él (v.9). Hubo paz y descanso.
Oración
Añadidos de Pippa
2 Crónicas 15:5
«En aquellos tiempos no había seguridad para ningún viajero, sino que los habitantes de todos los países sufrían grandes calamidades».
Tenemos la bendición de vivir en una época en la que viajar por el Reino Unido es seguro casi todo el tiempo. Hay muchas partes del mundo hoy en día donde hay «grandes calamidades»; gente huyendo de persecuciones, guerras y regímenes brutales. Necesitamos orar y apoyar a aquellos que trabajan para cambiar las cosas.
Versículo del día
2 Crónicas 15:17
'Aunque no quitó de Israel los santuarios paganos, Asá se mantuvo siempre fiel al Señor.'
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Referencias
Nueva Versión Inernacional (NVI)
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