Día 225

Lo que necesitas saber

Sabiduría Salmos 95:1-11
Nuevo Testamento 1 Corintios 7:36-8:13
Antiguo Testamento Eclesiastés 7:1-9:12

Introducción

Vivimos en Oxford durante tres años mientras me formaba para ordenarme en la Iglesia anglicana y estudiaba una licenciatura en teología en la Universidad de Oxford. Una de las cosas de las que nos dimos cuenta mientras estuvimos allí, fue que comparado con Londres, Oxford parecía ser relativamente poco materialista. A la gente en general no le impresionaba la riqueza, sino que el éxito era medido de una manera diferente.

La gente en Oxford tendía a dejarse impresionar más por los cerebros que por el dinero o la belleza. El éxito se medía en matrículas de honor y distinciones, doctorados, cátedras y trabajos publicados. Todo aquello me hizo preguntarme si la inteligencia y el «conocimiento» pudieran ser igual de falsos dioses que el dinero y la riqueza.

El conocimiento es, en su conjunto, bueno. Como dice Bill Hybels: «Los hechos son nuestros amigos». La educación es buena, así como leer, aprender y descubrir son actividades buenas. Pero como escribió Lord Byron: «El Árbol del Conocimiento no es el Árbol de la Vida». Tenemos que ver el «conocimiento» en su justa perspectiva. Nuestro conocimiento es muy limitado; cuanto más conocemos, más nos damos cuenta de lo que poco que sabemos. Dios es nuestro creador y solo Él lo conoce todo.

También hay diferentes tipos de conocimiento y no todos son de igual valor. En francés hay dos palabras diferentes para «conocer». Una «savoir» (saber) significa conocer un hecho; la otra «connaître» (conocer) significa conocer a una persona. A Dios le interesa más que conozcamos personas que hechos. El conocimiento más importante es el de Dios así como el ser conocido por Él. Pero ni aún esto es el final. Nunca es suficiente tener simplemente conocimiento: también debemos tener amor.

Sabiduría

Salmos 95:1-11

Salmo 95

1 Vengan, cantemos con júbilo al Señor;
aclamemos a la roca de nuestra salvación.
2 Lleguemos ante él con acción de gracias,
aclamémoslo con cánticos.

3 Porque el Señor es el gran Dios,
el gran Rey sobre todos los dioses.
4 En sus manos están los abismos de la tierra;
suyas son las cumbres de los montes.
5 Suyo es el mar, porque él lo hizo;
con sus manos formó la tierra firme.

6 Vengan, postrémonos reverentes,
doblemos la rodilla
ante el Señor nuestro Hacedor.
7 Porque él es nuestro Dios
y nosotros somos el pueblo de su prado;
¡somos un rebaño bajo su cuidado!

Si ustedes oyen hoy su voz,
8 no endurezcan el corazón, como en Meribá,
como aquel día en Masá, en el desierto,
9 cuando sus antepasados me tentaron,
cuando me pusieron a prueba,
a pesar de haber visto mis obras.
10 Cuarenta años estuve enojado
con aquella generación,
y dije: «Son un pueblo mal encaminado
que no reconoce mis senderos.»
11 Así que, en mi enojo, hice este juramento:
«Jamás entrarán en mi reposo.»

Comentario

1. El conocimiento más importante es el conocimiento de Dios

El salmista comienza con un llamado a la alabanza, la adoración y la acción de gracias (vv.1–2). No necesariamente alabamos porque nos apetezca, ni por que las cosas vayan bien. De hecho, a veces alabamos a pesar de las difíciles circunstancias y los tiempos duros.

Tampoco alabamos porque necesariamente nos haga sentir bien, aunque con frecuencia sintamos la necesidad de alabar para refrescarnos espiritualmente.

En este salmo vemos más bien que alabamos a Dios por ser Él quien es:

«Porque el Señor es el gran Dios,

el gran Rey sobre todos los dioses.

En sus manos están los abismos de la tierra;

suyas son las cumbres de los montes.

Suyo es el mar, porque él lo hizo;

con sus manos formó la tierra firme.

Vengan, postrémonos reverentes,

doblemos la rodilla

ante el Señor nuestro Hacedor.

Porque él es nuestro Dios

y nosotros somos el pueblo de su prado;

¡somos un rebaño bajo su cuidado! » (vv.3–7).

El salmista recuerda al pueblo lo que sabe de Dios. Aquel es el tipo de conocimiento más importante: el conocimiento de Dios.

Dios nos suele hablar en el contexto de la alabanza. No es simplemente que Dios haya hablado en el pasado; Dios habla hoy. El salmista dice: «Si ustedes oyen hoy su voz*…*» (v.7b).

En este salmo vemos también otro tipo de conocimiento importante. Dios dice que la gente se pierde porque «no reconoce mis senderos» (v.10). Conocer y seguir los caminos de Dios es la clave para vivir la vida como Dios quiso que lo hiciéramos.

Oración

Señor, me arrodillo ante Ti hoy y te alabo. Gracias porque me conoces y te puedo conocer. Al oír hoy Tu voz, ayúdame a no endurecer mi corazón y perderme. Que conozca Tus caminos y entre en Tu descanso.
Nuevo Testamento

1 Corintios 7:36-8:13

36 Si alguno piensa que no está tratando a su prometida como es debido, y ella ha llegado ya a su madurez, por lo cual él se siente obligado a casarse, que lo haga. Con eso no peca; que se casen. 37 Pero el que se mantiene firme en su propósito, y no está dominado por sus impulsos sino que domina su propia voluntad, y ha resuelto no casarse con su prometida, también hace bien. 38 De modo que el que se casa con su prometida hace bien, pero el que no se casa hace mejor.

39 La mujer está ligada a su esposo mientras él vive; pero si el esposo muere, ella queda libre para casarse con quien quiera, con tal de que sea en el Señor. 40 En mi opinión, ella será más feliz si no se casa, y creo que yo también tengo el Espíritu de Dios.

Lo sacrificado a los ídolos

8En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, es cierto que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, mientras que el amor edifica. 2 El que cree que sabe algo, todavía no sabe como debiera saber. 3 Pero el que ama a Dios es conocido por él.

4 De modo que, en cuanto a comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que un ídolo no es absolutamente nada, y que hay un solo Dios. 5 Pues aunque haya los así llamados dioses, ya sea en el cielo o en la tierra (y por cierto que hay muchos «dioses» y muchos «señores»), 6 para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos.

7 Pero no todos tienen conocimiento de esto. Algunos siguen tan acostumbrados a los ídolos, que comen carne a sabiendas de que ha sido sacrificada a un ídolo, y su conciencia se contamina por ser débil. 8 Pero lo que comemos no nos acerca a Dios; no somos mejores por comer ni peores por no comer.

9 Sin embargo, tengan cuidado de que su libertad no se convierta en motivo de tropiezo para los débiles. 10 Porque si alguien de conciencia débil te ve a ti, que tienes este conocimiento, comer en el templo de un ídolo, ¿no se sentirá animado a comer lo que ha sido sacrificado a los ídolos? 11 Entonces ese hermano débil, por quien Cristo murió, se perderá a causa de tu conocimiento. 12 Al pecar así contra los hermanos, hiriendo su débil conciencia, pecan ustedes contra Cristo. 13 Por lo tanto, si mi comida ocasiona la caída de mi hermano, no comeré carne jamás, para no hacerlo caer en pecado.

Comentario

2. Lo que más importa no es el conocimiento sino el amor

Aunque el conocimiento es algo bueno, tiene sus peligros inherentes. Puede llevar al orgullo y a la superioridad del «sabelotodo». «El conocimiento envanece, mientras que el amor edifica» (8:1b).

El conocimiento no es una cosa mala en sí misma. Es como la ropa interior: es útil tenerla, ¡pero no tienes por qué enseñarla! En vez de intentar impresionar a los demás con lo que sabemos, deberíamos animarlos y edificarlos en el amor.

El conocimiento puede llevar, con mucha frecuencia, al orgullo y la arrogancia: «El que cree que sabe algo, todavía no sabe como debiera saber» (v.2). Lo que en verdad importa es amar a Dios y vivir una vida de amor: «Pero el que ama a Dios es conocido por él» (v.3).

Como traduce Eugene Peterson, «a veces tendemos a pensar que sabemos todo lo que hace falta conocer en respuesta a ese tipo de preguntas; pero a veces nuestros humildes corazones pueden ayudarnos más que nuestras orgullosas mentes. En verdad, nunca sabemos lo suficiente hasta que no reconocemos que solo Dios lo sabe todo» (vv.1b–3, MSG).

Pablo usa el ejemplo de la «comida sacrificada a los ídolos» (vv.1,4). Una persona con conocimiento sabe que está bien comer comida sacrificada a los ídolos porque los ídolos no son nada: «No hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos» (v.6).

«Pero no todos tienen conocimiento de esto» (v.7a). La conciencia de algunas personas es débil. Al comer alimentos sacrificados a los ídolos delante de alguien que piense que está mal hacerlo, podemos estar llevando a que se pierda. Lo que importa no es nuestro conocimiento superior, sino nuestro amor por los demás: «Pero conocer no lo es todo. Si se convierte en el todo, algunas personas terminan como sabelotodo que tratan a los demás como gente que no sabe nada. El verdadero conocimiento no es así de insensible» (v.7b, MSG).

The Message prosigue traduciendo que el amor reconoce que «Cristo dio su vida por esa persona \[...\] Cuando hieres a un amigo, hieres a Cristo» (vv.11–12, MSG). Pablo escribe: «Por lo tanto, si mi comida ocasiona la caída de mi hermano, no comeré carne jamás, para no hacerlo caer en pecado» (v.13).

El amor es más importante que el conocimiento. Cuando Dios mide a una persona, pone la cinta de medir alrededor del corazón, no de la cabeza. No es suficiente con saber mucho acerca de Dios; conócelo y deja que te llene de amor por Él y por los demás. En otras palabras: no se trata de lo que conoces sino de a quién conoces.

Oración

Señor, gracias porque a pesar del peligro de envanecerme por el conocimiento, el amor siempre edifica. Ayúdame a hacer todo por amor a Ti y amor a los demás.
Antiguo Testamento

Eclesiastés 7:1-9:12

Nueva escala de valores

7Vale más el buen nombre
que el buen perfume.
Vale más el día en que se muere
que el día en que se nace.
2 Vale más ir a un funeral
que a un festival.

Pues la muerte es el fin de todo hombre, y los que viven debieran tenerlo presente.

3 Vale más llorar que reír;
pues entristece el rostro,
pero le hace bien al corazón.
4 El sabio tiene presente la muerte;
el necio sólo piensa en la diversión.
5 Vale más reprensión de sabios
que lisonja de necios.

6 Pues las carcajadas de los necios son como el crepitar de las espinas bajo la olla. ¡Y también esto es absurdo!

7 La extorsión entorpece al sabio,
y el soborno corrompe su corazón.
8 Vale más el fin de algo
que su principio.
Vale más la paciencia
que la arrogancia.
9 No te dejes llevar por el enojo
que sólo abriga el corazón del necio.

10 Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor. No es de sabios hacer tales preguntas.

11 Buena es la sabiduría sumada a la heredad, y provechosa para los que viven. 12 Puedes ponerte a la sombra de la sabiduría o a la sombra del dinero, pero la sabiduría tiene la ventaja de dar vida a quien la posee.

13 Contempla las obras de Dios: ¿quién puede enderezar lo que él ha torcido? 14 Cuando te vengan buenos tiempos, disfrútalos; pero cuando te lleguen los malos, piensa que unos y otros son obra de Dios, y que el hombre nunca sabe con qué habrá de encontrarse después.

15 Todo esto he visto durante mi absurda vida: hombres justos a quienes su justicia los destruye, y hombres malvados a quienes su maldad les alarga la vida.

16 No seas demasiado justo,
ni tampoco demasiado sabio.
¿Para qué destruirte
a ti mismo?

17 No hay que pasarse de malo,
ni portarse como un necio.
¿Para qué morir
antes de tiempo?

18 Conviene asirse bien de esto,
sin soltar de la mano aquello.
Quien teme a Dios
saldrá bien en todo.

19 Más fortalece la sabiduría al sabio
que diez gobernantes a una ciudad.
20 No hay en la tierra nadie tan justo
que haga el bien y nunca peque.

21 No prestes atención a todo lo que se dice, y así no oirás cuando tu siervo hable mal de ti, 22 aunque bien sabes que muchas veces también tú has hablado mal de otros.

Tras la razón de las cosas

23 Todo esto lo examiné muy bien y con sabiduría, pues me dispuse a ser sabio, pero la sabiduría estaba fuera de mi alcance. 24 Lejos y demasiado profundo está todo cuanto existe. ¿Quién puede dar con ello?

25 Volví entonces mi atención hacia el conocimiento, para investigar e indagar acerca de la sabiduría y la razón de las cosas, y me di cuenta de la insensatez de la maldad y la locura de la necedad. 26 Y encontré algo más amargo que la muerte: a la mujer que es una trampa, que por corazón tiene una red y por brazos tiene cadenas. Quien agrada a Dios se librará de ella, pero el pecador caerá en sus redes.

27 Y dijo el Maestro: «Miren lo que he hallado al buscar la razón de las cosas, una por una: 28 ¡que todavía estoy buscando lo que no he encontrado! Ya he dado con un hombre entre mil, pero entre todas las mujeres aún no he encontrado ninguna. 29 Tan sólo he hallado lo siguiente: que Dios hizo perfecto al género humano, pero éste se ha buscado demasiadas complicaciones.»

8¿Quién como el sabio? ¿Quién conoce las respuestas? La sabiduría del hombre hace que resplandezca su rostro y se ablanden sus facciones.

La obediencia al rey

2 Yo digo: Obedece al rey, porque lo has jurado ante Dios. 3 No te apresures a salir de su presencia. No defiendas una mala causa, porque lo que él quiere hacer, lo hace. 4 Puesto que la palabra del rey tiene autoridad, ¿quién puede pedirle cuentas?

5 El que acata sus órdenes no sufrirá daño alguno. El corazón sabio sabe cuándo y cómo acatarlas. 6 En realidad, para todo lo que se hace hay un cuándo y un cómo, aunque el hombre tiene en su contra un gran problema: 7 que no sabe lo que está por suceder, ni hay quien se lo pueda decir. 8 No hay quien tenga poder sobre el aliento de vida, como para retenerlo, ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte. No hay licencias durante la batalla, ni la maldad deja libre al malvado.

Sinrazones de la vida

9 Todo esto vi al dedicarme de lleno a conocer todo lo que se hace en esta vida: hay veces que el hombre domina sobre el hombre, para su mal. 10 Vi también a los malvados ser sepultados —los que solían ir y venir del lugar santo—; a ellos se les echó al olvido en la ciudad donde así se condujeron. ¡Y también esto es absurdo! 11 Cuando no se ejecuta rápidamente la sentencia de un delito, el corazón del pueblo se llena de razones para hacer lo malo.

12 El pecador puede hacer lo malo cien veces, y vivir muchos años; pero sé también que le irá mejor a quien teme a Dios y le guarda reverencia. 13 En cambio, a los malvados no les irá bien ni vivirán mucho tiempo. Serán como una sombra, porque no temen a Dios.

14 En la tierra suceden cosas absurdas, pues hay hombres justos a quienes les va como si fueran malvados, y hay malvados a quienes les va como si fueran justos. ¡Y yo digo que también esto es absurdo!

15 Por tanto, celebro la alegría, pues no hay para el hombre nada mejor en esta vida que comer, beber y divertirse, pues sólo eso le queda de tanto afanarse en esta vida que Dios le ha dado.

16 Al dedicarme al conocimiento de la sabiduría y a la observación de todo cuanto se hace en la tierra, sin que pudiera conciliar el sueño ni de día ni de noche, 17 pude ver todo lo hecho por Dios. ¡El hombre no puede comprender todo lo que Dios ha hecho en esta vida! Por más que se esfuerce por hallarle sentido, no lo encontrará; aun cuando el sabio diga conocerlo, no lo puede comprender.

Un destino común

9A todo esto me dediqué de lleno, y en todo esto comprobé que los justos y los sabios, y sus obras, están en las manos de Dios; que el hombre nada sabe del amor ni del odio, aunque los tenga ante sus ojos. 2 Para todos hay un mismo final:

para el justo y el injusto,
para el bueno y el malo,
para el puro y el impuro,
para el que ofrece sacrificios
y para el que no los ofrece;
para el bueno y para el pecador,
para el que hace juramentos
y para el que no los hace.

3 Hay un mal en todo lo que se hace en esta vida: que todos tienen un mismo final. Además, el corazón del hombre rebosa de maldad; la locura está en su corazón toda su vida, y su fin está entre los muertos. 4 ¿Por quién, pues, decidirse? Entre todos los vivos hay esperanza, pues

vale más perro vivo
que león muerto.

5 Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada ni esperan nada, pues su memoria cae en el olvido. 6 Sus amores, odios y pasiones llegan a su fin, y nunca más vuelven a tener parte en nada de lo que se hace en esta vida.

7 ¡Anda, come tu pan con alegría! ¡Bebe tu vino con buen ánimo, que Dios ya se ha agradado de tus obras! 8 Que sean siempre blancos tus vestidos, y que no falte nunca el perfume en tus cabellos. 9 Goza de la vida con la mujer amada cada día de la fugaz existencia que Dios te ha dado en este mundo. ¡Cada uno de tus absurdos días! Esto es lo que te ha tocado de todos tus afanes en este mundo. 10 Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría.

Más vale maña que fuerza

11 Me fijé que en esta vida la carrera no la ganan los más veloces, ni ganan la batalla los más valientes; que tampoco los sabios tienen qué comer, ni los inteligentes abundan en dinero, ni los instruidos gozan de simpatía, sino que a todos les llegan buenos y malos tiempos.

12 Vi además que nadie sabe cuándo le llegará su hora. Así como los peces caen en la red maligna y las aves caen en la trampa, también los hombres se ven atrapados por una desgracia que de pronto les sobreviene.

Comentario

3. Busca el conocimiento pero reconoce tus limitaciones

La sabiduría y el conocimiento van de la mano en el libro de Eclesiastés. Básicamente, ambas son cosas buenas:

«Buena es la sabiduría sumada a la heredad, y provechosa para los que viven» (7:11).

«Más fortalece la sabiduría al sabio que diez gobernantes a una ciudad» (v.19).

«¿Quién como el sabio? ¿Quién conoce las respuestas? La sabiduría del hombre hace que resplandezca su rostro y se ablanden sus facciones» (8:1).

Un ejemplo de sabiduría es que la gente inteligente mantiene su temperamento bajo control: «No te dejes llevar por el enojo que solo abriga el corazón del necio » (7:9).

Pero el autor del Eclesiastés reconoce los límites de la sabiduría y el conocimiento. Primero, por más sabiduría y conocimiento que tengamos, no podemos descubrir nada acerca del futuro (v.14). Segundo, existe el peligro de ser «excesivamente sabio». Se puede tener un apetito de conocimiento insano divorciado de Dios y que se vuelva una forma de orgullo:

«Al dedicarme al conocimiento de la sabiduría y a la observación de todo cuanto se hace en la tierra, sin poder conciliar el sueño ni de día ni de noche, pude ver todo lo hecho por Dios. ¡El hombre no puede comprender todo lo que Dios ha hecho en esta vida! Por más que se esfuerce por hallarle sentido, no lo encontrará; aun cuando el sabio diga conocerlo, no lo puede comprender » (vv.16–17).

Por más sabia, rica y ponderosa que sea una persona no «hay quien tenga poder sobre el día de su muerte» (v.8). «Hay un mal en todo lo que se hace en esta vida: que todos tienen un mismo final» (9:3). Nunca sabemos cuándo terminará nuestra vida. «Nadie sabe cuándo le llegará su hora» (v.12).

Solo Dios lo sabe todo. En comparación con Él, nuestra sabiduría y conocimiento son muy limitados. En última instancia estamos «en las manos de Dios» (9:1). Deberíamos disfrutar de la vida y sacar el mayor provecho a nuestro tiempo aquí como dice The Message: «¡Aprovecha la vida!.. a Dios le complace tu disfrute… gózate de la vida con tu esposo a quien amas todos y cada uno de los días de tu precaria vida. Cada día es un don de Dios… ¡sácale el mayor partido a cada día!» (vv.7,9, MSG).

«Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño» (v.10a). Tenemos que sacar el mayor provecho de cada momento y oportunidad.

Jesús declaró: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado» (Juan 17:3). Este es el conocimiento más importante que jamás podrás alcanzar. Empieza ahora y continúa hasta la eternidad. Este conocimiento pone en su justa perspectiva a todos los demás tipos de conocimiento.

Oración

Señor, gracias porque conocerte es el principio de la sabiduría. Ayúdame a sacar el mayor partido a cada oportunidad en la vida; a hacer lo que haga con todo mi empeño… y ayúdame a hacer todo esto con amor.

Añadidos de Pippa

Salmo 95:5

«Suyo es el mar, porque él lo hizo...»

Tengo un sano respeto —que raya el temor— hacia el mar. Cada vez que me encuentro en un bote o estoy nadando me digo a mi misma este versículo.

Versículo del día

1 Corintios 8:1b

'El conocimiento envanece, mientras que el amor edifica.'

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