Siete características de todos los grandes líderes
Introducción
Una encuesta en línea enumeró todas las cualidades que la gente espera de los pastores «perfectos»:
Que prediquen exactamente doce minutos y tengan 28 años de edad, pero que hayan estado predicando por lo menos durante 30 años.
Que trabajen desde las ocho de la mañana hasta la medianoche todos los días y pero que también sean guardianes.
Que condenen el pecado con frecuencia, pero que nunca perturben a nadie.
Que vistan bien, compren buenos libros, conduzcan un buen automóvil y den generosamente a los pobres pero que tengan un salario bajo.
Que realicen quince llamadas diarias a las familias de la iglesia o parroquia, visiten a los confinados en sus hogares y a quienes están hospitalizados, pero que también se la pasen todo el tiempo evangelizando a aquellos que no son de la iglesia, y que siempre estén en la oficina cuando son necesitados.
¡Ah también que sean muy guapos!
Por supuesto, todos sabemos que no hay un «pastor perfecto». Sin embargo, abrumado por las altas expectativas de la gente hacia sus líderes de iglesia, cuando me pidieron que asumiera el papel de párroco en HTB en Londres el 1 de julio de 2004, me sentí a la vez emocionado y un poco sobrecogido por la responsabilidad. Ese día, escribí esta oración en la margen de mi Biblia en Un Año: que yo pastorearía a la gente con íntegro corazón y los dirigiría con la pericia de mis manos (Salmo 78:72). Al día de hoy, sigo haciendo la misma oración.
En el pasaje de ayer vimos cómo Pablo dijo a los ancianos de Éfeso: «Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre» (Hechos 20:28). El papa Francisco instó a los líderes espirituales de la iglesia a vivir siendo «pastores con olor a oveja».
La tarea de un supervisor es pastorear el rebaño de Dios, siguiendo el ejemplo de Jesús quien afirmó: «Yo soy el buen pastor» (Juan 10:11). En los pasajes de hoy vemos siete características de todos los grandes líderes.
Salmos 78:56-72
56 Pero ellos pusieron a prueba a Dios:
se rebelaron contra el Altísimo
y desobedecieron sus estatutos.
57 Fueron desleales y traidores, como sus padres;
¡tan falsos como un arco defectuoso!
58 Lo irritaron con sus santuarios paganos;
con sus ídolos despertaron sus celos.
59 Dios lo supo y se puso muy furioso,
por lo que rechazó completamente a Israel.
60 Abandonó el tabernáculo de Siló,
que era su santuario aquí en la tierra,
61 y dejó que el símbolo de su poder y gloria
cayera cautivo en manos enemigas.
62 Tan furioso estaba contra su pueblo
que dejó que los mataran a filo de espada.
63 A sus jóvenes los consumió el fuego,
y no hubo cantos nupciales para sus doncellas;
64 a filo de espada cayeron sus sacerdotes,
y sus viudas no pudieron hacerles duelo.
65 Despertó entonces el Señor,
como quien despierta de un sueño,
como un guerrero que, por causa del vino,
lanza gritos desaforados.
66 Hizo retroceder a sus enemigos,
y los puso en vergüenza para siempre.
67 Rechazó a los descendientes de José,
y no escogió a la tribu de Efraín;
68 más bien, escogió a la tribu de Judá
y al monte Sión, al cual ama.
69 Construyó su santuario, alto como los cielos,
como la tierra, que él afirmó para siempre.
70 Escogió a su siervo David,
al que sacó de los apriscos de las ovejas,
71 y lo quitó de andar arreando los rebaños
para que fuera el pastor de Jacob, su pueblo;
el pastor de Israel, su herencia.
72 Y David los pastoreó con corazón sincero;
con mano experta los dirigió.
Comentario
1. Integridad y habilidad
Un liderazgo sobresaliente es raro. Al mirar el mundo que nos rodea hoy, vemos que no hay muchos países que estén siendo liderados correctamente.
Cuando el salmista recapitula la historia hebrea, no halla en ella mucho liderazgo del bueno. Fue una historia de rebelión contra Dios: «… infieles; ¡se torcieron igual que un arco falso!» (v.57, DHH).
Dios estaba buscando un hombre conforme a Su propio corazón. Lideró al pueblo como un pastor: «A su pueblo lo guió como a un rebaño; los llevó por el desierto, como a ovejas, infundiéndoles confianza para que no temieran» (vv.52-53).
Finalmente encontró a David, un raro ejemplo de gran liderazgo (aunque no perfecto) en el Antiguo Testamento: «Eligió a su siervo David, \[…\] para que apacentase a su pueblo Jacob, a Israel su heredad. Los apacentó con íntegro corazón; los pastoreó con la pericia de sus manos» (vv.70-72, RVA-2015).
David tuvo la experiencia de ser literalmente un pastor. Dios lo «sacó de los apriscos de las ovejas» (v.70) y usó aquellas habilidades para ser pastor también en el sentido metafórico como líder y pastor del pueblo de Dios:
- Corazón íntegro
«Integridad» es lo opuesto a la «hipocresía». La palabra integridad proviene del latín «integer» que significa «entero». Describe una vida indivisa, una «totalidad» que viene de cualidades tales como la honestidad y la consistencia de carácter. Significa actuar de acuerdo con los valores, las creencias y los principios que afirmamos mantener.
El cuidado pastoral del pueblo de Dios debe hacerse con corazón íntegro; esta es la característica más importante. La gente decía de Jesús: «Sabemos que eres un hombre íntegro» (Marcos 12:14). Muchos líderes han reflexionado sobre la importancia de la integridad en el desempeño de su función:
El ex presidente Eisenhower, Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas en Europa Occidental durante la Segunda Guerra Mundial aseguró: «La calidad suprema del liderazgo es la integridad incuestionablemente. Sin ella, ningún éxito verdadero es posible, no importa si es \[...\] en un campo de fútbol, en un ejército, o en una oficina».
- Manos con pericia
David era un pastor habilidoso, había aprendido a proteger al rebaño con su honda y pasó a dirigir al pueblo de Israel con gran habilidad. Hay habilidades de liderazgo que deben ser aprendidas.
Adquirimos estas habilidades observando y siguiendo buenos ejemplos, escuchando la sabiduría de los demás, haciendo preguntas a los que admiramos, estudiando junto con nuestros colegas y, sobre todo, aprendiendo a través de la práctica.
Oración
Hechos 21:1-26
Rumbo a Jerusalén
21Después de separarnos de ellos, zarpamos y navegamos directamente a Cos. Al día siguiente fuimos a Rodas, y de allí a Pátara. 2 Como encontramos un barco que iba para Fenicia, subimos a bordo y zarpamos. 3 Después de avistar Chipre y de pasar al sur de la isla, navegamos hacia Siria y llegamos a Tiro, donde el barco tenía que descargar. 4 Allí encontramos a los discípulos y nos quedamos con ellos siete días. Ellos, por medio del Espíritu, exhortaron a Pablo a que no subiera a Jerusalén. 5 Pero al cabo de algunos días, partimos y continuamos nuestro viaje. Todos los discípulos, incluso las mujeres y los niños, nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad, y allí en la playa nos arrodillamos y oramos. 6 Luego de despedirnos, subimos a bordo y ellos regresaron a sus hogares.
7 Nosotros continuamos nuestro viaje en barco desde Tiro y arribamos a Tolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día. 8 Al día siguiente salimos y llegamos a Cesarea, y nos hospedamos en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete; 9 éste tenía cuatro hijas solteras que profetizaban.
10 Llevábamos allí varios días, cuando bajó de Judea un profeta llamado Ágabo. 11 Éste vino a vernos y, tomando el cinturón de Pablo, se ató con él de pies y manos, y dijo:
gentiles”
12 Al oír esto, nosotros y los de aquel lugar le rogamos a Pablo que no subiera a Jerusalén.
13 —¿Por qué lloran? ¡Me parten el alma! —respondió Pablo—. Por el nombre del Señor Jesús estoy dispuesto no sólo a ser atado sino también a morir en Jerusalén.
14 Como no se dejaba convencer, desistimos exclamando:
—¡Que se haga la voluntad del Señor!
15 Después de esto, acabamos los preparativos y subimos a Jerusalén. 16 Algunos de los discípulos de Cesarea nos acompañaron y nos llevaron a la casa de Mnasón, donde íbamos a alojarnos. Éste era de Chipre, y uno de los primeros discípulos.
Llegada de Pablo a Jerusalén
17 Cuando llegamos a Jerusalén, los creyentes nos recibieron calurosamente. 18 Al día siguiente Pablo fue con nosotros a ver a Jacobo, y todos los ancianos estaban presentes. 19 Después de saludarlos, Pablo les relató detalladamente lo que Dios había hecho entre los gentiles por medio de su ministerio.
20 Al oírlo, alabaron a Dios. Luego le dijeron a Pablo: «Ya ves, hermano, cuántos miles de judíos han creído, y todos ellos siguen aferrados a la ley. 21 Ahora bien, han oído decir que tú enseñas que se aparten de Moisés todos los judíos que viven entre los gentiles. Les recomiendas que no circunciden a sus hijos ni vivan según nuestras costumbres. 22 ¿Qué vamos a hacer? Sin duda se van a enterar de que has llegado. 23 Por eso, será mejor que sigas nuestro consejo. Hay aquí entre nosotros cuatro hombres que tienen que cumplir un voto. 24 Llévatelos, toma parte en sus ritos de purificación y paga los gastos que corresponden al voto de rasurarse la cabeza. Así todos sabrán que no son ciertos esos informes acerca de ti, sino que tú también vives en obediencia a la ley. 25 En cuanto a los creyentes gentiles, ya les hemos comunicado por escrito nuestra decisión de que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual.»
26 Al día siguiente Pablo se llevó a los hombres y se purificó con ellos. Luego entró en el templo para dar aviso de la fecha en que vencería el plazo de la purificación y se haría la ofrenda por cada uno de ellos.
Comentario
2. Amor, servicio y sensibilidad
Me encanta cuando los líderes de los 169 países donde se organiza Alpha, se reúnen en la Semana Global Alpha para enseñar, ministrar intercediendo y animar. Suelo recordar este pasaje cada vez que los líderes reportan detalladamente lo que Dios ha hecho a través de sus ministerios.
Leemos cómo «después de saludarlos, Pablo les relató detalladamente lo que Dios había hecho entre los gentiles por medio de su ministerio. Al oírlo, alabaron a Dios. Luego le dijeron a Pablo: “Ya ves, hermano, cuántos miles de judíos han creído”» (vv.19-20).
Vimos ayer que Pablo le pidió a los ancianos de Éfeso: «… pastorear la iglesia de Dios» y tener «cuidado \[…\] de todo el rebaño» (20:28). Hoy en día vemos ejemplos en acción de todo esto:
- Amor
Si amas a la gente, te acercarás lo suficiente hasta que, parafraseando al papa Francisco, huelas a oveja. Pablo fue un ejemplo de buen pastor: por todas partes donde iba, se reunía con los discípulos (21:4,7) y oraba con ellos (v.5). Los amó tanto que cuando llegó el momento de partir tuvo que desprenderse de ellos (v.1).
En su amor por ellos, Pablo les advierte sobre los lobos feroces (20:29). Pero también les demuestra su amor al alentarlos y construir su fe. «Pablo les relató detalladamente lo que Dios había hecho entre los gentiles por medio de su ministerio» (21:19).
- Servicio
El profeta Ágabo advirtió a Pablo de lo que le esperaba en Jerusalén. Le rogaron a Pablo que no fuera a Jerusalén, pero Pablo respondió: «¿Por qué lloran? ¡Me parten el alma! \[…\]. Por el nombre del Señor Jesús estoy dispuesto no solo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén» (v.13).
Jesús estableció el modelo de liderazgo de servicio (ver por ejemplo Marcos 10:45). Pablo estaba dispuesto a seguir a Jesús, «el buen pastor \[que\] da su vida por las ovejas» (Juan 10:11). Como escribió Oswald Sanders: «El verdadero liderazgo no se logra obligando a la gente a servirnos sino ofreciéndonos nosotros mismos en un servicio desinteresado».
- Sensibilidad
A menudo pensamos en el impulso pionero de Pablo y su audacia al hablar, lo cual no quita para que también fuera sensible a la cultura de Jerusalén. Se purificó a sí mismo y a sus compañeros de acuerdo con las leyes ceremoniales, para que nada los distrajera de lo que Dios estaba haciendo (Hechos 21:24-26).
Oración
2 Reyes 3:1-4:37
Los moabitas se rebelan
3En el año dieciocho de Josafat, rey de Judá, Jorán hijo de Acab ascendió al trono de Israel en Samaria, y reinó doce años. 2 Jorán hizo lo que ofende al Señor, aunque no tanto como su padre y su madre, pues mandó que se quitara una piedra sagrada que su padre había erigido en honor de Baal. 3 Sin embargo, Jorán se aferró a los mismos pecados con que Jeroboán hijo de Nabat había hecho pecar a los israelitas, pues no se apartó de esos pecados.
4 Ahora bien, Mesá, rey de Moab, criaba ovejas, y como tributo anual le entregaba al rey de Israel cien mil ovejas y la lana de cien mil corderos. 5 Pero al morir Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel. 6 Entonces el rey Jorán salió de Samaria, movilizó a todo el ejército de Israel, 7 y le envió este mensaje a Josafat, rey de Judá:
—El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Irías conmigo a pelear contra Moab?
—Claro que sí —le respondió Josafat—. Estoy a tu disposición, lo mismo que mi ejército y mi caballería. 8 ¿Qué ruta tomaremos?
—La ruta del desierto de Edom —contestó Jorán.
9 Fue así como los reyes de Israel, Judá y Edom se pusieron en marcha. Durante siete días anduvieron por el desierto, hasta que el ejército y los animales se quedaron sin agua.
10 —¡Ay! —exclamó el rey de Israel—. ¡El Señor ha reunido a tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas!
11 Pero Josafat preguntó:
—¿Acaso no hay aquí un profeta del Señor, para que consultemos al Señor por medio de él?
Un oficial del rey de Israel contestó:
—Aquí cerca está Eliseo hijo de Safat, el que servía a Elías.
12 —Pues él puede darnos palabra del Señor —comentó Josafat.
Así que el rey de Israel fue a ver a Eliseo, acompañado del rey Josafat y del rey de Edom. 13 Pero Eliseo le dijo al rey de Israel:
—¿Qué tengo yo que ver con usted? Váyase a consultar a los profetas de su padre y de su madre.
—No —respondió el rey de Israel—, pues el Señor nos ha reunido a los tres para entregarnos en manos de los moabitas.
14 Eliseo replicó:
—Le juro que si no fuera por el respeto que le tengo a Josafat, rey de Judá, ni siquiera le daría a usted la cara. ¡Tan cierto como que vive el SeñorTodopoderoso, a quien sirvo! 15 En fin, ¡que me traigan un músico!
Mientras el músico tañía el arpa, la mano del Señor vino sobre Eliseo, 16 y éste dijo:
—Así dice el Señor: “Abran zanjas por todo este valle, 17 pues aunque no vean viento ni lluvia —dice el Señor —, este valle se llenará de agua, de modo que podrán beber ustedes y todos sus animales.” 18 Esto es poca cosa para el Señor, que además entregará a Moab en manos de ustedes. 19 De hecho, ustedes destruirán todas las ciudades fortificadas y las otras ciudades principales. Cortarán los mejores árboles, cegarán los manantiales y sembrarán de piedras los campos fértiles.
20 A la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, toda el área se inundó con el agua que venía de la región de Edom. 21 Ahora bien, cuando los moabitas se enteraron de que los reyes habían salido para atacarlos, movilizaron a todos los que podían servir en el ejército y tomaron posiciones en la frontera. 22 Al levantarse ellos por la mañana, el sol se reflejaba sobre el agua, y a los moabitas les pareció que estaba teñida en sangre. 23 «¡Es sangre de batalla! —exclamaron—. Esos reyes deben de haber peleado, y se han matado unos a otros. ¡Vamos, Moab, al saqueo!»
24 Cuando los moabitas llegaron al campamento de Israel, los israelitas les hicieron frente y los derrotaron. Aquéllos se dieron a la fuga, pero los israelitas los persiguieron y los aniquilaron, 25 y destruyeron sus ciudades. Cada uno tiró una piedra en los campos fértiles de Moab hasta llenarlos; además, cegaron los manantiales y cortaron los mejores árboles. Sólo Quir Jaréset quedó en pie, aunque los honderos la cercaron y también lograron conquistarla.
26 El rey de Moab, al ver que perdía la batalla, se llevó consigo a setecientos guerreros con el propósito de abrirse paso hasta donde estaba el rey de Edom, pero no logró pasar. 27 Tomó entonces a su hijo primogénito, que había de sucederlo en el trono, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. A raíz de esto, se desató contra Israel una furia incontenible, de modo que los israelitas tuvieron que retirarse y volver a su país.
El aceite de la viuda
4La viuda de un miembro de la comunidad de los profetas le suplicó a Eliseo:
—Mi esposo, su servidor, ha muerto, y usted sabe que él era fiel al Señor. Ahora resulta que el hombre con quien estamos endeudados ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos.
2 —¿Y qué puedo hacer por ti? —le preguntó Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en casa?
—Su servidora no tiene nada en casa —le respondió—, excepto un poco de aceite.
3 Eliseo le ordenó:
—Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas. 4 Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte.
5 En seguida la mujer dejó a Eliseo y se fue. Luego se encerró con sus hijos y empezó a llenar las vasijas que ellos le pasaban. 6 Cuando ya todas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara otra más, y él respondió: «Ya no hay.» En ese momento se acabó el aceite.
7 La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien le mandó: «Ahora ve a vender el aceite, y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre, podrán vivir tú y tus hijos.»
El hijo de la sunamita
8 Un día, cuando Eliseo pasaba por Sunén, cierta mujer de buena posición le insistió que comiera en su casa. Desde entonces, siempre que pasaba por ese pueblo, comía allí. 9 La mujer le dijo a su esposo: «Mira, yo estoy segura de que este hombre que siempre nos visita es un santo hombre de Dios. 10 Hagámosle un cuarto en la azotea, y pongámosle allí una cama, una mesa con una silla, y una lámpara. De ese modo, cuando nos visite, tendrá un lugar donde quedarse.»
11 En cierta ocasión Eliseo llegó, fue a su cuarto y se acostó. 12 Luego le dijo a su criado Guiezi:
—Llama a la señora.
El criado así lo hizo, y ella se presentó. 13 Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:
—Dile a la señora: “¡Te has tomado muchas molestias por nosotros! ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Quieres que le hable al rey o al jefe del ejército en tu favor?”
Pero ella le respondió:
—Yo vivo segura en medio de mi pueblo.
14 Eliseo le preguntó a Guiezi:
—¿Qué puedo hacer por ella?
—Bueno —contestó el siervo— ella no tiene hijos, y su esposo ya es anciano.
15 —Llámala —ordenó Eliseo.
Guiezi la llamó, y ella se detuvo en la puerta. 16 Entonces Eliseo le prometió:
—El año que viene, por esta fecha, estarás abrazando a un hijo.
—¡No, mi señor, hombre de Dios! —exclamó ella—. No engañe usted a su servidora.
17 En efecto, la mujer quedó embarazada. Y al año siguiente, por esa misma fecha, dio a luz un hijo, tal como Eliseo se lo había dicho.
18 El niño creció, y un día salió a ver a su padre, que estaba con los segadores. 19 De pronto exclamó:
—¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!
El padre le ordenó a un criado:
—¡Llévaselo a su madre!
20 El criado lo cargó y se lo llevó a la madre, la cual lo tuvo en sus rodillas hasta el mediodía. A esa hora, el niño murió. 21 Entonces ella subió, lo puso en la cama del hombre de Dios y, cerrando la puerta, salió. 22 Después llamó a su esposo y le dijo:
—Préstame un criado y una burra; en seguida vuelvo. Voy de prisa a ver al hombre de Dios.
23 —¿Para qué vas a verlo hoy? —le preguntó su esposo—. No es día de luna nueva ni sábado.
—No importa —respondió ella.
24 Entonces hizo aparejar la burra y le ordenó al criado:
—¡Anda, vamos! No te detengas hasta que te lo diga.
25 La mujer se puso en marcha y llegó al monte Carmelo, donde estaba Eliseo, el hombre de Dios. Éste la vio a lo lejos y le dijo a su criado Guiezi:
—¡Mira! Ahí viene la sunamita. 26 Corre a recibirla y pregúntale cómo está ella, y cómo están su esposo y el niño.
El criado fue, y ella respondió que todos estaban bien. 27 Pero luego fue a la montaña y se abrazó a los pies del hombre de Dios. Guiezi se acercó con el propósito de apartarla, pero el hombre de Dios intervino:
—¡Déjala! Está muy angustiada, y el Señor me ha ocultado lo que pasa; no me ha dicho nada.
28 —Señor mío —le reclamó la mujer—, ¿acaso yo le pedí a usted un hijo? ¿No le rogué que no me engañara?
29 Eliseo le ordenó a Guiezi:
—Arréglate la ropa, toma mi bastón y ponte en camino. Si te encuentras con alguien, ni lo saludes; si alguien te saluda, no le respondas. Y cuando llegues, coloca el bastón sobre la cara del niño.
30 Pero la madre del niño exclamó:
—¡Le juro a usted que no lo dejaré solo! ¡Tan cierto como que el Señor y usted viven!
Así que Eliseo se levantó y fue con ella. 31 Guiezi, que se había adelantado, llegó y colocó el bastón sobre la cara del niño, pero éste no respondió ni dio ninguna señal de vida. Por tanto, Guiezi volvió para encontrarse con Eliseo y le dijo:
—El niño no despierta.
32 Cuando Eliseo llegó a la casa, encontró al niño muerto, tendido sobre su cama. 33 Entró al cuarto, cerró la puerta y oró al Señor. 34 Luego subió a la cama y se tendió sobre el niño boca a boca, ojos a ojos y manos a manos, hasta que el cuerpo del niño empezó a entrar en calor. 35 Eliseo se levantó y se puso a caminar de un lado a otro del cuarto, y luego volvió a tenderse sobre el niño. Esto lo hizo siete veces, al cabo de las cuales el niño estornudó y abrió los ojos. 36 Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:
—Llama a la señora.
Guiezi así lo hizo, y cuando la mujer llegó, Eliseo le dijo:
—Puedes llevarte a tu hijo.
37 Ella entró, se arrojó a los pies de Eliseo y se postró rostro en tierra. Entonces tomó a su hijo y salió.
Comentario
3. Compasión y oración
Vemos en este pasaje por qué la imagen del pastor era tan popular en la Biblia. Había un montón de ovejas alrededor: «Mesá, rey de Moab, criaba ovejas, y como tributo anual le entregaba al rey de Israel cien mil ovejas y la lana de cien mil corderos» (3:4).
Los acontecimientos que leímos tuvieron lugar en el siglo IX a. C. Jorán reinó de 852 a 841 a. C. En paralelo a las guerras, claramente se dieron problemas internos e injusticias dentro de Israel . Vemos un ejemplo de ello en la forma en que la viuda y sus hijos iban a ser tomados como esclavos (4:1).
En aquella situación, Eliseo acude al rescate como un buen pastor que ama y cuida al pueblo. Pregunta: «¿Y qué puedo hacer por ti?» (v.2). Rescata a aquella viuda de la terrible maldición de la deuda excesiva y, de paso, de la esclavitud potencial que está a punto de resultar de aquello.
Luego Eliseo, aquel «santo hombre de Dios» (v.9), tiene compasión de la mujer sunamita que no había podido concebir. Ella descubrió que Dios honra a aquellos que proveen hospitalidad. Él proclama la palabra del Señor y, como resultado, ella concibe (vv.15-17).
Eliseo ora al Señor cuando su hijo muere (v.33), le da una especie de reanimación boca a boca sobrenatural siete veces y al cabo de ellas, el niño estornuda y revive (vv.34-35).
Oración
Añadidos de Pippa
2 Reyes 4:32–35
Dios contesta un llanto desesperado y sincero de corazón.
Versículo del día
Hechos 21:14
'¡Que se haga la voluntad del Señor!'
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Referencias
Nueva Versión Inernacional (NVI)
La Biblia en un Año (The Bible in One Year ), lecturas diarias organizadas por Hodder & Stoughton (Londres, Sydney, Auckland, Toronto), 1988. Nueva Versión Internacional (Copyright (c) 1973, 1978, 1984 de La Sociedad Bíblica Internacional)
Copyright © 1999 by Biblica, Inc