Cómo escuchar a Dios
Introducción
Cuando lo veía venir por mi lado de la calle, cruzaba a la otra acera para evitarlo. Lo había conocido en un desayuno en mi primera semana de universidad. Tenía una cara sonriente y brillante. También conocí uno o dos más como él que tenían la misma expresión en sus caras. ¡Aquello me provocaba muchas sospechas!
Unos meses después me encontré con Jesús y descubrí que la cara de aquellas personas brillaba porque habían estado pasando tiempo con Jesús, escuchando a Dios hablar. Como Moisés cuando bajó de la montaña después de escuchar a Dios, sus caras estaban radiantes.
Jesús dijo que «no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4:4). Al igual que necesitamos comida física, también necesitamos comida espiritual. El alimento espiritual viene de escuchar las palabras de Dios.
Salmos 25:8-15
8 Bueno y justo es el Señor;
por eso les muestra a los pecadores el camino.
9 Él dirige en la justicia a los humildes,
y les enseña su camino.
10 Todas las sendas del Señor son amor y verdad
para quienes cumplen los preceptos de su pacto.
11 nombre Señor,
perdona mi gran iniquidad.
12 ¿Quién es el hombre que teme al Señor?
Será instruido en el mejor de los caminos.
13 Tendrá una vida placentera,
y sus descendientes heredarán la tierra.
14 El Señor brinda su amistad a quienes le honran,
y les da a conocer su pacto.
15 Mis ojos están puestos siempre en el Señor,
pues sólo él puede sacarme de la trampa.
Comentario
Escucha la guía de Dios
Cuanto intentamos imponer nuestras agendas o nos esforzamos para hacer lo que queremos, aparece una sensación de incomodidad espiritual. Joyce Meyer usa la analogía de la incomodidad que viene de calzarse un par de zapatos de la talla inadecuada.
Cuando vivimos una vida de adoración y obediencia siguiendo el camino de Dios, Él nos promete que experimentaremos «bienestar» (v.13, DHH). Esto no significa que la vida será fácil, pero cuando comenzamos a seguir el plan de Dios en nuestras vidas, es como encontrar un par de zapatos que se ajustan a tu pie con comodidad.
Una y otra vez se nos recuerda en este salmo la manera en la que Dios nos guía. Él «instruye» (vv.8,12), «dirige» (v.9a),«enseña» (v.9b), y «brinda su amistad» a su pueblo (v.14).
- El pueblo que Él guía
Sorprendentemente, David explica que la bondad de Dios le lleva a instruir incluso a los pecadores; «por eso les muestra a los pecadores el camino» (v.8). Aun a pesar de que la «maldad» de David es «grande», él sabe que puede ser perdonado y enderezado por Dios (v.11).
Afortunadamente, no tienes que ser perfecto para escuchar la guía de Dios, pero sí que necesitas una actitud de humildad: «guía por su camino a los humildes; ¡los instruye en la justicia!»(v.9). «El Señor es amigo de quienes lo honran,
y les da a conocer su alianza» (v.14).
- Él propósito de la guía de Dios
Puedes estar seguro de que Dios solo te pedirá hacer lo que está bien (v.9a). La prueba de que la guía recibida proviene de Dios es ver si lo que se te está pidiendo hacer se caracteriza por el «amor y fidelidad»(v.10a). Dios nunca te pedirá que hagas algo que sea desconsiderado o desleal. «Él siempre procede con amor y fidelidad» (v.10a).
Oración
Marcos 7:1-30
Lo puro y lo impuro
7Los fariseos y algunos de los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén se reunieron alrededor de Jesús, 2 y vieron a algunos de sus discípulos que comían con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado. 3 (En efecto, los fariseos y los demás judíos no comen nada sin primero cumplir con el rito de lavarse las manos, ya que están aferrados a la tradición de los ancianos. 4 Al regresar del mercado, no comen nada antes de lavarse. Y siguen otras muchas tradiciones, tales como el rito de lavar copas, jarras y bandejas de cobre.) 5 Así que los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron a Jesús:
—¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los ancianos, en vez de comer con manos impuras?
6 Él les contestó:
—Tenía razón Isaías cuando profetizó acerca de ustedes, hipócritas, según está escrito:
»“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
7 En vano me adoran;
humanas”
8 Ustedes han desechado los mandamientos divinos y se aferran a las tradiciones humanas.
9 Y añadió:
—¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado los mandamientos de Dios para mantener sus propias tradiciones! 10 Por ejemplo, Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y: “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte”. 11 Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decirle a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera haberte dado es corbán” (es decir, ofrenda dedicada a Dios). 12 En ese caso, el tal hijo ya no está obligado a hacer nada por su padre ni por su madre. 13 Así, por la tradición que se transmiten entre ustedes, anulan la palabra de Dios. Y hacen muchas cosas parecidas.
14 De nuevo Jesús llamó a la multitud.
—Escúchenme todos —dijo— y entiendan esto: 15 Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina.
17 Después de que dejó a la gente y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron sobre la comparación que había hecho.
18 —¿Tampoco ustedes pueden entenderlo? —les dijo—. ¿No se dan cuenta de que nada de lo que entra en una persona puede contaminarla? 19 Porque no entra en su corazón sino en su estómago, y después va a dar a la letrina.
Con esto Jesús declaraba limpios todos los alimentos. 20 Luego añadió:
—Lo que sale de la persona es lo que la contamina. 21 Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, 22 la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. 23 Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona.
La fe de una mujer sirofenicia
24 Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido. 25 De hecho, muy pronto se enteró de su llegada una mujer que tenía una niña poseída por un espíritu maligno, así que fue y se arrojó a sus pies. 26 Esta mujer era extranjera, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara al demonio que tenía su hija.
27 —Deja que primero se sacien los hijos —replicó Jesús—, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros.
28 —Sí, Señor —respondió la mujer—, pero hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan los hijos.
29 Jesús le dijo:
—Por haberme respondido así, puedes irte tranquila; el demonio ha salido de tu hija.
30 Cuando ella llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama. El demonio ya había salido de ella.
Comentario
Escucha la Palabra de Dios
Jesús dice que la Palabra de Dios tiene prioridad sobre todas las tradiciones (v.8). No hay nada de malo con la tradición. Las tradiciones pueden ser muy importantes y valiosas. Pero la tradición nunca debería prevalecer sobre la Palabra de Dios. Jesús ataca a los fariseos por usar la tradición para evitar obedecer la Palabra de Dios: « ¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado los mandamientos de Dios para mantener sus propias tradiciones!» (v.9).
Por ejemplo, mantener a unos padres ancianos puede causar inconvenientes en ocasiones. Puede ser muy tentador encontrar excusas por las que no debemos hacerlo. Los fariseos decían que era permisible no apoyar económicamente a tus padres si habías dado el dinero como ofrenda a Dios (v.11). Jesús dijo que al hacer esto estaban desobedeciendo el mandamiento de «honrarás a tu padre y a tu madre» (v.10a). « Así, por la tradición que se transmiten entre ustedes, anulan la palabra de Dios» (v.13).
Los fariseos honraban a Dios mediante lo que hacían externamente (vv.1–5). Es relativamente fácil hacer cosas buenas o decir cosas buenas. Podemos obedecer las reglas de la comunidad y aun así nuestros corazones pueden estar muy lejos de Dios (vv.6–8).
A Dios no le importa tanto nuestra apariencia externa como le importa nuestro corazón. Jesús dice que «de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona» (vv.21–23). Todas estas cosas contaminan nuestra vida y echan a perder nuestra relación con Dios.
Jesús dice: «Escúchenme todos». Aquí radica la clave de la vida: en escuchar a Jesús.
Jesús prosigue sacando a la luz lo que hay en el corazón de la mujer siro-fenicia. Como dijo Juan Calvino, Jesús trata de «no extinguir la fe de aquella mujer» con su aparente frialdad sino «más bien despertar su celo e inflamar su fervor».
Jesús vino primero para los judíos y después para los gentiles (vv.27–29; ver Isaías 49:6; Romanos 1:16). La grandeza de la fe de esta mujer se muestra por el hecho de que no solo reconoció quien era Jesús y u poder celestial sino que como Calvino prosigue diciendo: ella “mantuvo su dirección con firmeza a pesar de una descarnada oposición. Ella es un gran ejemplo para nosotros de una fe perseverante y exenta de todo cinismo.
Oración
Éxodo 33:7-34:35
La Tienda de reunión
7 Moisés tomó una tienda de campaña y la armó a cierta distancia fuera del campamento. La llamó «la Tienda de la reunión con el Señor». Cuando alguien quería consultar al Señor, tenía que salir del campamento e ir a esa tienda. 8 Siempre que Moisés se dirigía a ella, todo el pueblo se quedaba de pie a la entrada de su carpa y seguía a Moisés con la mirada, hasta que éste entraba en la Tienda de reunión. 9 En cuanto Moisés entraba en ella, la columna de nube descendía y tapaba la entrada, mientras el Señor hablaba con Moisés. 10 Cuando los israelitas veían que la columna de nube se detenía a la entrada de la Tienda de reunión, todos ellos se inclinaban a la entrada de su carpa y adoraban al Señor. 11 Y hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo. Después de eso, Moisés regresaba al campamento; pero Josué, su joven asistente, nunca se apartaba de la Tienda de reunión.
La gloria del
12 Moisés le dijo al Señor:
—Tú insistes en que yo debo guiar a este pueblo, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. También me has dicho que soy tu amigo y que cuento con tu favor. 13 Pues si realmente es así, dime qué quieres que haga. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo.
14 —Yo mismo iré contigo y te daré descanso —respondió el Señor.
15 —O vas con todos nosotros —replicó Moisés—, o mejor no nos hagas salir de aquí. 16 Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En qué seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra?
17 —Está bien, haré lo que me pides —le dijo el Señor a Moisés—, pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo.
18 —Déjame verte en todo tu esplendor —insistió Moisés.
19 Y el Señor le respondió:
—Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi nombre. Y verás que tengo clemencia de quien quiero tenerla, y soy compasivo con quien quiero serlo. 20 Pero debo aclararte que no podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y seguir con vida.
21 »Cerca de mí hay un lugar sobre una roca —añadió el Señor —. Puedes quedarte allí. 22 Cuando yo pase en todo mi esplendor, te pondré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi mano, hasta que haya pasado. 23 Luego, retiraré la mano y podrás verme la espalda. Pero mi rostro no lo verás.
Las nuevas tablas de piedra
34El Señor le dijo a Moisés: «Labra dos tablas de piedra semejantes a las primeras que rompiste. Voy a escribir en ellas lo mismo que estaba escrito en las primeras. 2 Prepárate para subir mañana a la cumbre del monte Sinaí, y presentarte allí ante mí. 3 Nadie debe acompañarte, ni debe verse a nadie en ninguna parte del monte. Ni siquiera las ovejas y las vacas deben pastar frente al monte.»
4 Moisés labró dos tablas de piedra semejantes a las primeras, y muy de mañana subió con ellas al monte Sinaí, como se lo había ordenado el Señor. 5 El Señor descendió en la nube y se puso junto a Moisés. Luego le dio a conocer su nombre: 6 pasando delante de él, proclamó:
—El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, 7 que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación.
8 En seguida Moisés se inclinó hasta el suelo, y oró al Señor 9 de la siguiente manera:
—Señor, si realmente cuento con tu favor, ven y quédate entre nosotros. Reconozco que éste es un pueblo terco, pero perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y adóptanos como tu herencia.
10 —Mira el pacto que hago contigo —respondió el Señor —. A la vista de todo tu pueblo haré maravillas que ante ninguna nación del mundo han sido realizadas. El pueblo en medio del cual vives verá las imponentes obras que yo, el Señor, haré por ti. 11 Por lo que a ti toca, cumple con lo que hoy te mando. Echaré de tu presencia a los amorreos, cananeos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos. 12 Ten mucho cuidado de no hacer ningún pacto con los habitantes de la tierra que vas a ocupar, pues de lo contrario serán para ti una trampa. 13 Derriba sus altares, y haz pedazos sus piedras sagradas y sus imágenes de la diosa Aserá. 14 No adores a otros dioses, porque el Señor es muy celoso. Su nombre es Dios celoso.
15 »No hagas ningún pacto con los habitantes de esta tierra, porque se prostituyen por ir tras sus dioses, y cuando les ofrezcan sacrificios a esos dioses, te invitarán a participar de ellos. 16 Y si casas a tu hijo con una de sus mujeres, cuando ella se prostituya por ir tras sus dioses, inducirá a tu hijo a hacer lo mismo.
17 »No te hagas ídolos de metal fundido.
18 »Celebra la fiesta de los Panes sin levadura, y come de ese pan durante siete días, como te lo he ordenado. Celebra esa fiesta en el mes de aviv, que es la fecha señalada, pues en ese mes saliste de Egipto.
19 »Todo hijo primogénito me pertenece, incluyendo las primeras crías de tus vacas y de tus ovejas. 20 Deberás rescatar a todos tus primogénitos. Al asno primogénito podrás rescatarlo a cambio de un cordero; pero si no lo rescatas, tendrás que romperle el cuello.
»Nadie se presentará ante mí con las manos vacías.
21 »Trabaja durante seis días, pero descansa el séptimo. Ese día deberás descansar, incluso en el tiempo de arar y cosechar.
22 »Celebra con las primicias la fiesta de las Semanas, y también la fiesta de la cosecha de fin de año.
23 »Todos tus varones deberán presentarse ante mí, su Señor y Dios, el Dios de Israel, tres veces al año. 24 Entonces yo echaré de tu presencia a las naciones, ensancharé tu territorio y nadie codiciará tu tierra.
25 »Cuando me ofrezcas un animal, no mezcles con levadura su sangre.
»Del animal que se ofrece en la fiesta de la Pascua no debe quedar nada para el día siguiente.
26 »Lleva tus mejores primicias a la casa del Señor tu Dios.
»No cuezas ningún cabrito en la leche de su madre.
27 El Señor le dijo a Moisés:
—Pon estas palabras por escrito, pues en ellas se basa el pacto que ahora hago contigo y con Israel.
28 Y Moisés se quedó en el monte, con el Señor, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber nada. Allí, en las tablas, escribió los términos del pacto, es decir, los diez mandamientos.
El rostro radiante de Moisés
29 Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las dos tablas de la ley. Pero no sabía que, por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz de luz. 30 Al ver Aarón y todos los israelitas el rostro resplandeciente de Moisés, tuvieron miedo de acercársele; 31 pero Moisés llamó a Aarón y a todos los jefes, y ellos regresaron para hablar con él. 32 Luego se le acercaron todos los israelitas, y Moisés les ordenó acatar todo lo que el Señor le había dicho en el monte Sinaí.
33 En cuanto Moisés terminó de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. 34 Siempre que entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo mientras no salía. Al salir, les comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado decir. 35 Y como los israelitas veían que su rostro resplandecía, Moisés se cubría de nuevo el rostro, hasta que entraba a hablar otra vez con el Señor.
Comentario
Escucha los planes de Dios
Tú puedes ser amigo de Dios. Jesús considera sus amigos a quienes le siguen (Juan 15:15). Moisés era el amigo de Dios. Si fue posible para Moisés en aquel entonces, el Nuevo Testamento nos dice que es posible para ti hoy.
Dios reveló sus planes a Moisés y este tuvo una relación extraordinaria con Dios. Entraba en la Tienda del Encuentro para consultar al Señor. Una columna de nube descendía «mientras el Señor hablaba con Moisés» (Éxodo 33:9). «Hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo» (v.11a). Esto describe la cercanía de Dios con Moisés y la inmediatez de escuchar su voz. Moisés oró: «Dime qué quieres que haga» (v.13).
Está claro que físicamente no estaban cara a cara (v.20). La presencia de Dios es tan gloriosa y santa que nadie puede verlo cara a cara y vivir. Es una metáfora que denota un contacto y una comunión muy cercanos. Esto es lo que necesitamos diariamente: escuchar a Dios hablarnos «cara a cara» y crecer en nuestra amistad con Él.
Lo que Moisés quería por encima de todas las cosas era la «Presencia de Dios». Esto es lo que todos tanto necesitamos en nuestras vidas: Su presencia y Su paz. El Señor le promete: «Yo mismo iré contigo y te daré descanso» (v.14). Esto es lo que Dios te promete a ti también.
Moisés replica: «O vas con todos nosotros (tu presencia), o mejor no nos hagas salir de aquí» (v.15). La presencia de Dios era lo que distinguía al pueblo de Dios del resto del mundo (v.16b). Por encima de todo, esto es lo que nos distingue del mundo que nos rodea.
Cuando Moisés pasaba tiempo en la Presencia del Señor «por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz de luz»(34:29). Este es el trasfondo de las palabras extraordinarias de Pablo en 2 Corintios 3. Nos dice que podemos disfrutar de algo muchísimo más grande de lo que Moisés experimentó: «Lo que fue glorioso ya no lo es, si se le compara con esta excelsa gloria. Y si vino con gloria lo que ya se estaba extinguiendo, ¡cuánto mayor será la gloria de lo que permanece!» (2 Corintios 3:10–11).
Puedes ser incluso más osado que Moisés, quien «se tapaba la cara con un velo para que los israelitas no vieran el fin de aquello que estaba destinado a desaparecer» (v.13). Pablo explica que «cuando una persona se vuelve al Señor, el velo se le quita. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por eso, todos nosotros, ya sin el velo que nos cubría la cara, somos como un espejo que refleja la gloria del Señor, y vamos transformándonos en su imagen misma, porque cada vez tenemos más de su gloria, y esto por la acción del Señor, que es el Espíritu» (vv.16-18, DHH).
Ser parte del ministerio del Espíritu es un privilegio extraordinario. Por ejemplo, en cada fin de semana Alpha, vemos a la gente experimentar la presencia de Dios y llenarse del Espíritu Santo. Muchas veces he observado lo radiantes que están los rostros de las personas al final del fin de semana. Pero no es una experiencia de una sola vez, destinada a desvanecerse como la que irradiaba Moisés. «Todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu» (v.18).
Oración
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Éxodo 33:7–34:35
Qué entrenamiento más extraordinario tuvo que ser aquello para Josué. Tuvo el privilegio de aprender de Moisés, el hombre de Dios más grande del Antiguo Testamento. Es importante encontrar buenos modelos de los que puedas aprender.
Versículo del día
Éxodo 33:14
'Yo mismo iré contigo y te daré descanso.'
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Referencias
Notas:
Juan Calvino, como se le cita en The Cambridge Greek Testament Commentary, Ed. C. F. D Moule, (Cambridge University Press, 1957)
Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. ‘NIV’ is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.
Scripture quotations marked (AMP) taken from the Amplified® Bible, Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964, 1965, 1987 by The Lockman Foundation. Used by permission. (www.Lockman.org)
Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.
Notes for 2012 editors:
John Calvin, as quoted by The Cambridge Greek Testament Commentary, Ed. CDF Moule
The second part of the Calvin quote is from Commentaries Vol.32, p268 (according to Stephen Foster)