Él te salvó
Introducción
El 13 de enero de 1982, el vuelo 90 de Air Florida que había despegado de Washington DC se estrelló contra el río Potomac. Era invierno y el río estaba lleno de hielo; el impacto tuvo lugar cerca de un puente que cruzaba el río. Las cámaras de televisión pudieron captarlo todo: millones de espectadores, sentados en sus casas vieron cómo un helicóptero tendió un cable desde lo alto a un hombre que se debatía por su vida en el agua. El hombre agarró el cable, nadó hasta donde estaba otra superviviente y la enganchó para que fuera izada hasta la seguridad del aparato. El helicóptero tendió el cable otra vez y de nuevo el hombre hizo lo mismo. Nadó donde otra persona y la rescató. Salvó a cinco personas antes de finalmente morir ahogado, presa del agotamiento.
¿Por qué este hombre no se salvó a sí mismo? La respuesta es por que su objetivo fue salvar a los demás. De una manera aún más sorprendente, Jesús no se salvó a sí mismo porque su objetivo era salvarnos a ti y a mí por medio de su muerte en la cruz.
En el día de hoy, centra tus pensamientos en Jesús, salvador del mundo, y medita cómo te salvó.
Salmos 21:1-7
Salmo 21
Al director musical. Salmo de David.
1 En tu fuerza, Señor,
se regocija el rey;
¡cuánto se alegra en tus victorias!
2 Le has concedido lo que su corazón desea;
no le has negado lo que sus labios piden.
3 Has salido a su encuentro con ricas bendiciones;
lo has coronado con diadema de oro fino.
4 Te pidió vida, se la concediste:
una vida larga y duradera.
5 Por tus victorias se acrecentó su gloria;
lo revestiste de honor y majestad.
6 Has hecho de él manantial de bendiciones;
tu presencia lo ha llenado de alegría.
7 El rey confía en el Señor,
en el gran amor del Altísimo;
por eso jamás caerá.
Comentario
Salvado por Dios
No puedes salvarte a ti mismo. Solo Dios puede salvarte y por su «amor que nunca falla». Por tanto, pon tu confianza hoy en Él igual que hizo David (v.7).
Este salmo comienza con David ensalzando a Dios por su salvación: «¡Oh Señor, el rey se alegra en tu poder! ¡Cuánto se goza en tu salvación!» (v.1, RVA-2015).
En este pasaje vemos algunas de las abundantes bendiciones incluidas en la salvación:
- Oraciones respondidas
«Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden» (v.2).
- Bendiciones para siempre
«Has salido a su encuentro con ricas bendiciones lo has coronado con diadema de oro fino \[…\] lo has bendecido para siempre» (vv.3,6a, DHH).
- Vida eterna
«Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera» (v.4).
- Vida victoriosa
«Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad» (v.5).
- Gozo y alegría
«Tu presencia lo ha llenado de alegría» (v.6b).
Oración
Mateo 27:11-44
Jesús ante Pilato
11 Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y éste le preguntó:
—¿Eres tú el rey de los judíos?
—Tú lo dices —respondió Jesús.
12 Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos, Jesús no contestó nada.
13 —¿No oyes lo que declaran contra ti? —le dijo Pilato.
14 Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.
15 Ahora bien, durante la fiesta el gobernador acostumbraba soltar un preso que la gente escogiera. 16 Tenían un preso famoso llamado Barrabás. 17-18 Así que cuando se reunió la multitud, Pilato, que sabía que le habían entregado a Jesús por envidia, les preguntó:
—¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás o a Jesús, al que llaman Cristo?
19 Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño.»
20 Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud a que le pidiera a Pilato soltar a Barrabás y ejecutar a Jesús.
21 —¿A cuál de los dos quieren que les suelte? —preguntó el gobernador.
—A Barrabás.
22 —¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo?
—¡Crucifícalo! —respondieron todos.
23 —¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido?
Pero ellos gritaban aún más fuerte:
—¡Crucifícalo!
24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente.
—Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes!
25 —¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.
26 Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.
Los soldados se burlan de Jesús
27 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio y reunieron a toda la tropa alrededor de él. 28 Le quitaron la ropa y le pusieron un manto de color escarlata. 29 Luego trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y en la mano derecha le pusieron una caña. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo:
—¡Salve, rey de los judíos!
30 Y le escupían, y con la caña le golpeaban la cabeza. 31 Después de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.
La crucifixión
32 Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. 33 Llegaron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»). 34 Allí le dieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, se negó a beberlo. 35 Lo crucificaron y repartieron su ropa echando suertes. 36 Y se sentaron a vigilarlo. 37 Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Éste es Jesús, el Rey de los judíos.» 38 Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. 39 Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:
40 —Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!
41 De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos.
42 —Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él. 43 Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?
44 Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él.
Comentario
Salvado por el sacrificio de autoinmolación
El pueblo de Dios del Antiguo Testamento esperaba un Mesías (el Cristo). Este Mesías «se sentará en el trono de David; extenderá su poder real a todas partes y la paz no se acabará; su reinado quedará bien establecido, y sus bases serán la justicia y el derecho desde ahora y para siempre» (Isaías 9:7).
Pero en el Antiguo Testamento había otra corriente de expectación mesiánica. Esta corriente se observa en el «siervo sufriente» de Isaías 40-55 que fue «llevado como cordero al matadero» (Isaías 53:7), el cual habría de cargar con el pecado del mundo para morir por los culpables (vv. 5-6).
Nadie esperaba que el Rey Mesiánico y el siervo sufriente fueran la misma persona. Y sorprendentemente, Jesús aunó estos dos grandes temas mesiánicos. Jesús es a la vez el Rey y también el siervo sufriente.
- Rey Mesiánico
Cuando Pilatos le pregunta a Jesús, «¿Eres tú el rey de los judíos?» (Mateo 27:11a), este respondió: «Tú lo has dicho» (v.11b, DHH). Los soldados se burlaron de Jesús, vistiéndolo como un rey y haciendo que lo saludaban inclinando sus rodillas ante él, diciéndole «¡Salve, rey de los judíos!» (v.29b).
«Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: “ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDIOS”» (v.37). Los líderes religiosos también se burlaron de él diciendo: «¡Y es el Rey de Israel!» (v.42).
Mateo deja claro que el único crimen del que Jesús es «culpable» es el de ser «el Rey» (v.11), « el Cristo» (Mesías) (v.22) e «Hijo de Dios» (v.43).
- Siervo sufriente
Jesús también cumplió estas profecías: «Como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca» (Isaías 53:7).
Cuando fue acusado por los jefes y los ancianos «no contestó nada» (Mateo 27:12). Cuando Pilatos le preguntó: «¿No oyes lo que declaran contra ti?» (v.13), «Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro» (v.14).
Jesús —el Siervo Sufriente inocente— murió en tu lugar para que fueras liberado. En este sentido, Barrabás nos representa a nosotros como culpables. Era «un preso famoso» (v.16). Es cuestión de «Barrabás o Jesús» (v.17). La gente pidió que liberaran a Barrabás y ajusticiaran a Jesús (v.20) por lo que aquel fue liberado (v.26). Se cumple la profecía de Isaías sobre el siervo de dolores: «Fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades» (Isaías 53:5).
Aunque Jesús era el rey que aguardaban desde hacía tanto tiempo, no era el tipo de rey que la gente esperaba: uno que fuera de victoria en victoria. En vez de eso, Jesús tuvo que lidiar con la envidia, las falsas acusaciones, las críticas inicuas, la injusticia, la incomprensión, las autoridades mezquinas y los insultos de la gente religiosa y del mundo secular; hasta el de los ladrones. Le llovieron palos de todos lados.
Pilatos sabía que Jesús era inocente. Se dio cuenta y «sabía que le habían entregado a Jesús por envidia» (Mateo 27:18). (La envidia suele ser el pecado de la gente religiosa. Hay una tentación de envidiar a aquellos a los que Dios parece estar usando más que a nosotros). Había otra razón por la que también Pilatos sabía que Jesús era inocente. Su mujer había sido avisada mediante un sueño y le había confirmado que Jesús era un «hombre inocente» (v.19). Con gran insensatez ignoró su consejo.
Pilatos pensó que podría evitar su responsabilidad culpando a otros. Irónicamente, el hombre que habría de ser recordado en la historia como una de las personas responsables de la muerte de Jesús («crucificado bajo Poncio Pilato» como se recita en el Credo desde hace cientos de años en todo el mundo) dijo: «Soy inocente de la sangre de este hombre. ¡Allá ustedes!» (v.24).
La sangre de Jesús fue derramada al ser flagelado y entregado para ser crucificado (vv.24–26b). De nuevo, Mateo subraya la ironía de la situación: aquellos que pasaban decían: « ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!» (v.40b), pero Jesús murió como el Cordero de Dios que vino a quitar el pecado del mundo. Los espectadores no comprendían que el sacrificio autoinmolado de Jesús era voluntario y decían: «Salvó a otros \[...\] ¡pero no puede salvarse a sí mismo!» (v.42a).
Él nos salvó a ti y a mí porque no quiso salvarse a sí mismo.
Oración
Éxodo 11:1-12:51
La plaga contra los primogénitos
11El Señor le dijo a Moisés: «Voy a traer una plaga más sobre el faraón y sobre Egipto. Después de eso, dejará que se vayan. Y cuando lo haga, los echará de aquí para siempre. 2 Habla con el pueblo y diles que todos ellos, hombres y mujeres, deben pedirles a sus vecinos y vecinas objetos de oro y de plata.»
3 El Señor hizo que los egipcios vieran con buenos ojos a los israelitas. Además, en todo Egipto Moisés mismo era altamente respetado por los funcionarios del faraón y por el pueblo.
4 Moisés anunció: «Así dice el Señor: “Hacia la medianoche pasaré por todo Egipto, 5 y todo primogénito egipcio morirá: desde el primogénito del faraón que ahora ocupa el trono hasta el primogénito de la esclava que trabaja en el molino, lo mismo que todo primogénito del ganado. 6 En todo Egipto habrá grandes lamentos, como no los ha habido ni volverá a haberlos. 7 Pero entre los israelitas, ni los perros le ladrarán a persona o animal alguno. Así sabrán que el Señor hace distinción entre Egipto e Israel. 8 Todos estos funcionarios tuyos vendrán a verme, y de rodillas me suplicarán: ‘¡Vete ya, con todo el pueblo que te sigue!’ Cuando esto suceda, me iré.” »
Y ardiendo de ira, salió Moisés de la presencia del faraón, 9 aunque ya el Señor le había advertido a Moisés que el faraón no les iba a hacer caso, y que tenía que ser así para que las maravillas del Señor se multiplicaran en Egipto.
10 Moisés y Aarón realizaron ante el faraón todas estas maravillas; pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no dejó salir de su país a los israelitas.
La Pascua
12En Egipto el Señor habló con Moisés y Aarón. Les dijo: 2 «Este mes será para ustedes el más importante, pues será el primer mes del año. 3 Hablen con toda la comunidad de Israel, y díganles que el día décimo de este mes todos ustedes tomarán un cordero por familia, uno por cada casa. 4 Si alguna familia es demasiado pequeña para comerse un cordero entero, deberá compartirlo con sus vecinos más cercanos, teniendo en cuenta el número de personas que sean y las raciones de cordero que se necesiten, según lo que cada persona haya de comer. 5 El animal que se escoja puede ser un cordero o un cabrito de un año y sin defecto, 6 al que cuidarán hasta el catorce del mes, día en que la comunidad de Israel en pleno lo sacrificará al caer la noche. 7 Tomarán luego un poco de sangre y la untarán en los dos postes y en el dintel de la puerta de la casa donde coman el cordero. 8 Deberán comer la carne esa misma noche, asada al fuego y acompañada de hierbas amargas y pan sin levadura. 9 No deberán comerla cruda ni hervida, sino asada al fuego, junto con la cabeza, las patas y los intestinos. 10 Y no deben dejar nada. En caso de que algo quede, lo quemarán al día siguiente. 11 Comerán el cordero de este modo: con el manto ceñido a la cintura, con las sandalias puestas, con la vara en la mano, y de prisa. Se trata de la Pascua del Señor.
12 »Esa misma noche pasaré por todo Egipto y heriré de muerte a todos los primogénitos, tanto de personas como de animales, y ejecutaré mi sentencia contra todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. 13 La sangre servirá para señalar las casas donde ustedes se encuentren, pues al verla pasaré de largo. Así, cuando hiera yo de muerte a los egipcios, no los tocará a ustedes ninguna plaga destructora.
14 »Éste es un día que por ley deberán conmemorar siempre. Es una fiesta en honor del Señor, y las generaciones futuras deberán celebrarla. 15 Durante siete días comerán pan sin levadura, de modo que deben retirar de sus casas la levadura el primer día. Todo el que coma algo con levadura desde el día primero hasta el séptimo será eliminado de Israel. 16 Celebrarán una reunión solemne el día primero, y otra el día séptimo. En todo ese tiempo no harán ningún trabajo, excepto preparar los alimentos que cada uno haya de comer. Sólo eso podrán hacer.
17 »Celebrarán la fiesta de los Panes sin levadura, porque fue ese día cuando los saqué de Egipto formados en escuadrones. Por ley, las generaciones futuras siempre deberán celebrar ese día. 18 Comerán pan sin levadura desde la tarde del día catorce del mes primero hasta la tarde del día veintiuno del mismo mes. 19 Durante siete días se abstendrán de tener levadura en sus casas. Todo el que coma algo con levadura, sea extranjero o israelita, será eliminado de la comunidad de Israel. 20 No coman nada que tenga levadura. Dondequiera que vivan ustedes, comerán pan sin levadura.»
21 Convocó entonces Moisés a todos los ancianos israelitas, y les dijo: «Vayan en seguida a sus rebaños, escojan el cordero para sus respectivas familias, y mátenlo para celebrar la Pascua. 22 Tomen luego un manojo de hisopo, mójenlo en la sangre recogida en la palangana, unten de sangre el dintel y los dos postes de la puerta, ¡y no salga ninguno de ustedes de su casa hasta la mañana siguiente! 23 Cuando el Señor pase por el país para herir de muerte a los egipcios, verá la sangre en el dintel y en los postes de la puerta, y pasará de largo por esa casa. No permitirá el Señor que el ángel exterminador entre en las casas de ustedes y los hiera.
24 »Obedezcan estas instrucciones. Será una ley perpetua para ustedes y para sus hijos. 25 Cuando entren en la tierra que el Señor ha prometido darles, ustedes seguirán celebrando esta ceremonia. 26 Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué significa para ustedes esta ceremonia?”, 27 les responderán: “Este sacrificio es la Pascua del Señor, que en Egipto pasó de largo por las casas israelitas. Hirió de muerte a los egipcios, pero a nuestras familias les salvó la vida.” »
Al oír esto, los israelitas se inclinaron y adoraron al Señor, 28 y fueron y cumplieron al pie de la letra lo que el Señor les había ordenado a Moisés y a Aarón.
Muerte de los primogénitos egipcios
29 A medianoche el Señor hirió de muerte a todos los primogénitos egipcios, desde el primogénito del faraón en el trono hasta el primogénito del preso en la cárcel, así como a las primeras crías de todo el ganado. 30 Todos en Egipto se levantaron esa noche, lo mismo el faraón que sus funcionarios, y hubo grandes lamentos en el país. No había una sola casa egipcia donde no hubiera algún muerto.
31 Esa misma noche mandó llamar el faraón a Moisés y a Aarón, y les ordenó: «¡Largo de aquí! ¡Aléjense de mi pueblo ustedes y los israelitas! ¡Vayan a adorar al Señor, como lo han estado pidiendo! 32 Llévense también sus rebaños y sus ganados, como lo han pedido, ¡pero váyanse ya, que para mí será una bendición!»
33 El pueblo egipcio, por su parte, instaba a los israelitas a que abandonaran pronto el país. «De lo contrario —decían—, ¡podemos darnos por muertos!» 34 Entonces los israelitas tomaron las artesas de masa todavía sin leudar y, luego de envolverlas en sus ropas, se las echaron al hombro. 35 Después, siguiendo las instrucciones que Moisés les había dado, pidieron a los egipcios que les dieran objetos de oro y de plata, y también ropa. 36 El Señor hizo que los egipcios vieran con buenos ojos a los israelitas, así que les dieron todo lo que les pedían. De este modo los israelitas despojaron por completo a los egipcios.
El éxodo
37 Los israelitas partieron de Ramsés, en dirección a Sucot. Sin contar a las mujeres y a los niños, eran unos seiscientos mil hombres de a pie. 38 Con ellos salió también gente de toda laya, y grandes manadas de ganado, tanto de ovejas como de vacas. 39 Con la masa que sacaron de Egipto cocieron panes sin levadura, pues la masa aún no había fermentado. Como los echaron de Egipto, no tuvieron tiempo de preparar comida.
40 Los israelitas habían vivido en Egipto cuatrocientos treinta años. 41 Precisamente el día en que se cumplían los cuatrocientos treinta años, todos los escuadrones del Señor salieron de Egipto. 42 Aquella noche el Señor la pasó en vela para sacar de Egipto a los israelitas. Por eso también las generaciones futuras de israelitas deben pasar esa noche en vela, en honor del Señor.
Restricciones para la Pascua
43 El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «Éstas son las normas para la Pascua:
»Ningún extranjero podrá participar de ella.
44 »Podrán participar de ella todos los esclavos que hayas comprado con tu dinero, siempre y cuando los hayas circuncidado antes.
45 »Ningún residente temporal ni trabajador a sueldo podrá participar de ella.
46 »La Pascua deberá comerse en casa, y de allí no se sacará ni un solo pedazo de carne. Tampoco se le quebrará ningún hueso al animal sacrificado.
47 »Toda la comunidad de Israel debe celebrar la Pascua.
48 »Todo extranjero que viva entre ustedes y quiera celebrar la Pascua del Señor, deberá primero circuncidar a todos los varones de su familia; sólo entonces podrá participar de la Pascua como si fuera nativo del país.
»Ningún incircunciso podrá participar de ella.
49 »La misma ley se aplicará al nativo y al extranjero que viva entre ustedes.»
50 Todos los israelitas cumplieron al pie de la letra lo que el Señor les había ordenado a Moisés y a Aarón. 51 Ese mismo día el Señor sacó de Egipto a los israelitas, escuadrón por escuadrón.
Comentario
Salvado por el Cordero de Dios
Jesús dice a sus discípulos: «Como ya saben, faltan dos días para la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen» (Mateo 26:2). San Pablo escribe: «Porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ya ha sido sacrificado» (1 Corintios 5:7b).
Bajo la antigua alianza, la sangre de un cordero protegió al pueblo de Dios en la primera Pascua (Éxodo 12:1–30). Bajo la nueva alianza, tú estás en una posición infinitamente mejor. La sangre de Jesús (el Cordero de Dios) te limpia y te protege permanentemente (Hebreos 9:12–26).
En la primera Pascua hubo que sacrificar un cordero. El animal tenía que ser «sin defecto» (Éxodo 12:5) prefigurando al Jesús inocente. Se hace un gran énfasis en «la sangre del cordero» (vv.7,13, 22–23). La sangre del cordero sin defecto tiene que ser derramada en sacrificio (v.27). Cuando Juan el Bautista vio a Jesús exclamó: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Juan 1:29).
La sangre del cordero dio protección al pueblo frente al juicio de Dios. Era el «sacrificio de la pascua» (Éxodo 12:27) que prefiguró el sacrificio de Jesús.
De paso, es interesante señalar que las instrucciones de Dios que decían «tampoco se le quebrará ningún hueso» (v.46) se cumplieron al pie de la letra en la muerte de Jesús. La manera de acelerar la muerte por crucifixión era rompiendo las piernas de la persona. Quebraron las piernas de los dos hombre crucificados con Jesús pero «cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas» (Juan 19:33).
En las casas donde había sangre en los dinteles de las puertas quedaba indicado que la muerte ya había sucedido en aquel hogar. Aquellos que obedecieron la palabra de Dios poniendo sangre en los dinteles fueron salvados. La sangre de Jesús, el Cordero de Dios, ha sido derramada por ti y por mí. La Pascua nos señala cómo Jesús murió en sacrificio por nosotros. Él te salvó.
Me gusta la oración de Joyce Meyer:
Oración
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Mateo 27:19
¡Uno de los muchos errores de Pilatos fue que no escuchó a su esposa!
Versículo del día
Mateo 27:37
'Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: "Éste es Jesús, el Rey de los judíos."'
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Referencias
Notas:
Joyce Meyer, La Biblia de la vida diaria, (Casa Creación, 2013)
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Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.