Ambición divina
Introducción
Chuck Colson fue un hombre que se hizo a sí mismo. De estudiante, rechazó de forma arrogante una beca para estudiar en Harvard. Se alistó en la Infantería de Marina, luego fundó su propia firma de abogados y también entró en política. Para cuando tenía cuarenta años había llegado a ser uno de los consejeros más cercanos al presidente Nixon. Más adelante se describirá como un «un político joven ambicioso que actuaba como alguien capaz de encumbrar presidentes». Era conocido como el «hombre que hacía el trabajo sucio» de Nixon.
En el escándalo del Watergate, se declaró culpable ante el tribunal y fue enviado a la cárcel. Para entonces ya se había encontrado con Jesús. Cuando abandonó el tribunal tras escuchar la sentencia, declaró: «Lo que hoy sucedió en el juzgado \[…\] fue voluntad del juez y del Señor. He entregado mi vida a Jesucristo y puedo trabajar por Él dentro de la prisión tan bien como fuera de ella».
Eso fue exactamente lo que Colson hizo. Después de ser liberado, fundó Confraternidad Carcelaria (Prison Fellowship) y desde entonces ha sido directa o indirectamente responsable de llevar a miles de personas a Cristo. Una vez, le escuché decir: «Yo era ambicioso, y sigo siéndolo hoy, pero mi esperanza no está en Chuck Colson (aunque todavía me cuesta un poco aceptarlo). Soy ambicioso para Cristo».
La ambición ha sido definida como «el deseo de triunfar». En última instancia, solo hay dos ambiciones principales en las que el resto de ambiciones pueden subsumirse: una es tu propia Gloria, la otra es la gloria de Dios.
Salmos 116:1-11
Salmo 116
1 Yo amo al
porque él escucha mi voz suplicante.
2 Por cuanto él inclina a mí su oído,
lo invocaré toda mi vida.
3 Los lazos de la muerte me enredaron;
me sorprendió la angustia del sepulcro,
y caí en la ansiedad y la aflicción.
4 Entonces clamé al Señor:
«¡Te ruego, Señor, que me salves la vida!»
5 El Señor es compasivo y justo;
nuestro Dios es todo ternura.
6 El Señor protege a la gente sencilla;
estaba yo muy débil, y él me salvó.
7 ¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila,
que el Señor ha sido bueno contigo!
8 Tú me has librado de la muerte,
has enjugado mis lágrimas,
no me has dejado tropezar.
9 Por eso andaré siempre delante del
en esta tierra de los vivientes.
10 Aunque digo: «Me encuentro muy afligido»,
sigo creyendo en Dios.
11 En mi desesperación he exclamado:
«Todos son unos mentirosos.»
Comentario
1. Sé ambicioso en tu relación con Dios
Haz de tu relación con Dios tu prioridad número uno. Como el salmista, declara que tu ambición caminar ante el Señor: «Por eso andaré siempre delante del Señor» (v.9). Asegúrate de que tu vida está centrada en una relación de amor con Dios. Este es el camino para alcanzar «tranquilidad» para tu «alma» (v.7).
Esta relación se basa en las múltiples maneras en las que experimentamos la ayuda de Dios. El salmista recuerda cómo Dios «escuchó mi voz suplicante» (v.1), cómo cuando «estaba yo muy débil, y él me salvó» (v.6), cómo «el Señor ha sido bueno conmigo» (v.7) y cómo «me has librado de la muerte, has enjugado mis lágrimas, no me has dejado tropezar» (v.8). Esta es pues la base de su ambición de «caminar ante el Señor» (v.9).
Oración
Filipenses 3:1-4:1
Plena confianza en Cristo
3Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor. Para mí no es molestia volver a escribirles lo mismo, y a ustedes les da seguridad.
2 Cuídense de esos perros, cuídense de esos que hacen el mal, cuídense de esos que mutilan el cuerpo. 3 Porque la circuncisión somos nosotros, los que por medio del Espíritu de Dios adoramos, nos enorgullecemos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos. 4 Yo mismo tengo motivos para tal confianza. Si cualquier otro cree tener motivos para confiar en esfuerzos humanos, yo más: 5 circuncidado al octavo día, del pueblo de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa; en cuanto a la interpretación de la ley, fariseo; 6 en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que la ley exige, intachable.
7 Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. 8 Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo 9 y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe. 10 Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. 11 Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos.
Ciudadanos del cielo
12 No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. 13 Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, 14 sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.
15 Así que, ¡escuchen los perfectos! Todos debemos tener este modo de pensar. Y si en algo piensan de forma diferente, Dios les hará ver esto también. 16 En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado.
17 Hermanos, sigan todos mi ejemplo, y fíjense en los que se comportan conforme al modelo que les hemos dado. 18 Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo. 19 Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Sólo piensan en lo terrenal. 20 En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. 21 Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.
4Por lo tanto, queridos hermanos míos, a quienes amo y extraño mucho, ustedes que son mi alegría y mi corona, manténganse así firmes en el Señor.
Comentario
2. Sé ambicioso para Cristo
A veces los cristianos se preguntan si es correcto ser ambicioso. Asocian la ambición con el orgullo y creen que la humildad significa no ser ambicioso.
Pero resulta que Pablo era intensamente ambicioso. Antes de ser cristiano, había sido ambicioso en su celo por el judaísmo, lo cual llevó al deseo de perseguir a la iglesia. Después de su conversión, no perdió su naturaleza ambiciosa sino que cambió su orientación. En todo caso, ¡se volvió más ambicioso! En este pasaje se describe a sí mismo como un atleta desesperado por ganar la carrera (3:13-14).
Pablo pone en contraste su gran ambición por Jesús con dos tipos incorrectos de ambición. El primero es su propia ambición antes de hacerse cristiano. Él describe cómo puso su confianza en la carne: «Si cualquier otro cree tener motivos para confiar en esfuerzos humanos, yo más» (v.4); decía esto confiando en las diferentes marcas identitarias de su antigua religión (vv.3-6). Pero como Karl Barth dijo en una ocasión: «Jesucristo vino a destruir la religión».
Dios quiere que tengas confianza pero no «en la carne» sino solamente en Él, en Su amor y provisión. La ambición y el celo religioso de Pablo estaban mal enfocados y así, acabó siendo «perseguidor de la iglesia» (v.6).
El segundo tipo de ambición incorrecto es el enfoque material y terrenal que tienen muchos en el mundo que nos rodea: «Adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Solo piensan en lo terrenal» (v.19).
Pablo tiene ahora una ambición divina. En los versículos 8-11, describe el «incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor» (v.8), y las ambiciones que emanan de hacerlo.
Pablo se dio cuenta de que jamás podría alcanzar la perfección. Sus ambiciones de obtener su propia justificación, las ve ahora como «estiércol» (v.9). En vez de eso, disfrutaba el hecho de que mediante la fe que es la confianza en Cristo, había recibido «la justicia que procede de Dios» (v.9).
Nunca alcanzaremos la perfección en esta vida. Nuestras debilidades nos mantienen en la dependencia de Dios, apoyados en Él, en Su amor y Su gracia. ¿Cuál debería ser tu ambición?
- Conoce a Cristo íntimamente
La ambición de Pablo fue «conocer a Cristo» (v.10). La palabra griega para «conocer» significa mucho más que el conocimiento intelectual consistente en saber cosas acerca de algo. Se trata más bien de un conocimiento personal. Como Pablo, haz que tu ambición sea no solamente conocer sobre Cristo, sino conocerlo personalmente.
- Experimenta el poder de la resurrección de Cristo
Pablo describe cómo es una relación íntima con Cristo. Significa conocer «el poder de la resurrección» (v.10) no solo como un evento pasado de la historia, sino como un poder dinámico y revitalizador que obra en tu vida.
El Espíritu de Dios trae este poder de resurrección a tu vida. Por el poder de su muerte y resurrección, Jesús desarmó a Satanás y rompió el dominio del pecado derrotando a la muerte. Este poder lo tienes disponible para vivir una vida de santidad y ministrar a otros con su poder de resurrección. Que tu ambición sea conocer más y más de este poder.
- Participa del sufrimiento de Cristo
Para Pablo conocer a Cristo es «participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte» (v.10). Él ve el sufrimiento como una parte inevitable de conocer a Cristo; pero no es un castigo sino un privilegio.
El sufrimiento y muerte de Jesús es diferente del nuestro en el sentido de que Cristo murió por nuestros pecados para salvarnos de lo que merecíamos. Nunca sufrirás exactamente de la manera en que él lo hizo. Pero a veces sufrirás por tu ambición divina.
Este sufrimiento es el resultado práctico de la vida cristiana. Para algunos, esto conllevará persecuciones muy duras.
Para todos nosotros, incluirá «todos los dolores y aflicciones \[...\] en la lucha contra el pecado, ya sea por dentro o por fuera» (J.B. Lightfoot). En esos momentos de sufrimiento es cuando experimentamos la «fraternidad» con Cristo. Haz de esa fraternidad tu ambición, cueste lo que cueste.
- Resurrección de la muerte
Conocer a Cristo significa compartir su destino: «Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos» (v.11). Cuando Pablo dice «así», no está dudando de su esperanza sino reconociendo que es un misterio maravilloso.
Jackie Pullinger cuenta que Dios le dio a ella «ojos de resurrección». Dice que «solo Jesús abre los ojos \[…\] pero todos los que creen en la resurrección de los muertos saben que su destino es un lugar de descanso, un país mejor, una ciudad celestial».
Pablo dice que él aún no ha llegado, pero que es su objetivo y ambición (v.12): «Sigo avanzando hacia la meta» (v.14). No te centres en el pasado, en lo bajo que hayas caído, tus fallos o incluso tus éxitos. En vez de eso, «olvidando lo que queda atrás» (v.13), mantén tu mirada en Jesús, avanza con determinación respondiendo a su llamado.
Oración
Jeremías 4:10-5:31
10 Yo dije: «¡Ah, Señor mi Dios,
cómo has engañado a este pueblo y a Jerusalén!
Dijiste: “Tendrán paz”,
pero tienen la espada en el cuello.»
11 En aquel tiempo se les dirá
a este pueblo y a Jerusalén:
«Desde las estériles lomas del desierto
sopla un viento abrasador
en dirección a la capital de mi pueblo.
No es el viento que sirve para aventar
ni para limpiar el trigo;
12 el viento que haré venir
es demasiado fuerte para eso,
porque yo mismo
dictaré sentencia contra ellos.»
13 ¡Mírenlo avanzar como las nubes!
¡Sus carros de guerra parecen un huracán!
¡Sus caballos son más veloces que las águilas!
¡Ay de nosotros! ¡Estamos perdidos!
14 Jerusalén, limpia de maldad tu corazón
para que seas salvada.
¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti
los pensamientos perversos?
15 Una voz anuncia desgracia
desde Dan y desde las colinas de Efraín.
16 «Adviertan a las naciones,
proclámenlo contra Jerusalén:
“De lejanas tierras vienen sitiadores
lanzando gritos de guerra
contra las ciudades de Judá.”
17 La rodean como quien cuida un campo,
porque ella se rebeló contra mí
—afirma el Señor —.
18 Tu conducta y tus acciones
te han causado todo esto.
Ésta es tu desgracia. ¡Qué amarga es!
¡Cómo te ha calado en el propio corazón!»
19 ¡Qué angustia, qué angustia!
¡Me retuerzo de dolor!
Mi corazón se agita. ¡Ay, corazón mío!
¡No puedo callarme!
Puedo escuchar el toque de trompeta
y el grito de guerra.
20 Un desastre llama a otro desastre;
todo el país está devastado.
De repente fueron destruidos
las carpas y los pabellones donde habito.
21 ¿Hasta cuándo tendré que ver la bandera
y escuchar el toque de la trompeta?
22 «Mi pueblo es necio,
no me conoce;
son hijos insensatos
que no tienen entendimiento.
Son hábiles para hacer el mal;
no saben hacer el bien.»
23 Miré a la tierra, y era un caos total;
miré a los cielos, y todo era tinieblas.
24 Miré a las montañas, y estaban temblando;
¡se sacudían todas las colinas!
25 Miré, y no quedaba nadie;
habían huido todas las aves del cielo.
26 Miré, y la tierra fértil era un desierto;
yacían en ruinas todas las ciudades,
por la acción del Señor,
por causa de su ardiente ira.
27 Así dice el Señor:
«Todo el país quedará desolado,
pero no lo destruiré por completo.
28 Por eso el país estará de luto,
y los altos cielos se oscurecerán,
pues ya lo dije, y no me retractaré;
lo he decidido, y no me volveré atrás.»
29 Ante el ruido de arqueros y jinetes
huye toda la ciudad.
Algunos se meten en los matorrales,
otros trepan por los peñascos.
Toda la ciudad queda abandonada;
¡no queda un solo habitante!
30 ¿Qué piensas hacer, ciudad devastada?
¿Para qué te vistes de púrpura?
¿Para qué te pones joyas de oro?
¿Para qué te maquillas los ojos?
En vano te embelleces,
pues tus amantes te desprecian;
sólo buscan tu muerte.
31 Oigo gritos como de parturienta,
gemidos como de primeriza.
Son los gemidos de la bella Sión,
que respira con dificultad;
que extiende los brazos y dice:
«¡Ay de mí, que desfallezco!
¡Estoy en manos de asesinos!»
La corrupción de Jerusalén y de Judá
5«Recorran las calles de Jerusalén,
observen con cuidado,
busquen por las plazas.
Si encuentran una sola persona
que practique la justicia y busque la verdad,
yo perdonaré a esta ciudad.
2 Aunque juran: “Por la vida del Señor”,
de hecho juran en falso.»
3 Señor, ¿acaso no buscan tus ojos la verdad?
Golpeaste a esa gente, y no les dolió,
acabaste con ellos, y no quisieron ser corregidos.
Endurecieron su rostro más que una roca,
y no quisieron arrepentirse.
4 Entonces pensé: «Así es la plebe;
siempre actúan como necios,
porque no conocen el camino del
ni las demandas de su Dios.
5 Me dirigiré a los líderes
y les hablaré;
porque ellos sí conocen el camino del
y las demandas de su Dios.»
Pero ellos también quebrantaron el yugo
y rompieron las ataduras.
6 Por eso los herirá el león de la selva
y los despedazará el lobo del desierto;
frente a sus ciudades está el leopardo al acecho,
y todo el que salga de ellas será despedazado,
pues son muchas sus rebeliones
y numerosas sus infidelidades.
7 «¿Por qué habré de perdonarte?
Tus hijos me han abandonado,
han jurado por los que no son dioses.
Cuando suplí sus necesidades,
ellos cometieron adulterio
y en tropel se volcaron a los prostíbulos.
8 Son como caballos bien cebados y fogosos;
todos relinchan por la mujer ajena.
9 ¿Y no los he de castigar por esto?
—afirma el Señor —.
¿Acaso no he de vengarme de semejante nación?
10 »Suban por los surcos de esta viña
y arrásenla, pero no acaben con ella.
Arránquenle sus sarmientos,
porque no son del Señor.
11 Pues las casas de Israel y de Judá
me han sido más que infieles»,
afirma el Señor.
12 Ellas han negado al Señor,
y hasta dicen: «¡Dios no existe!
Ningún mal vendrá sobre nosotros,
no sufriremos guerras ni hambre.»
13 Los profetas son como el viento:
la palabra del Señor no está en ellos.
¡Que así les suceda!
14 Por eso, así dice el Señor,
el Dios Todopoderoso:
«Por cuanto el pueblo ha hablado así,
mis palabras serán como fuego en tu boca,
y este pueblo, como un montón de leña.
Ese fuego los consumirá.
15 »Pueblo de Israel,
voy a traer contra ustedes una nación lejana,
una nación fuerte y antigua,
una nación cuyo idioma no conocen,
cuyo lenguaje no entienden
—afirma el Señor —.
16 Todos ellos son guerreros valientes;
sus flechas presagian la muerte.
17 Acabarán con tu cosecha y tu alimento,
devorarán a tus hijos e hijas,
matarán a tus rebaños y ganados,
y destruirán tus viñas y tus higueras.
Tus ciudades fortificadas,
en las que pusiste tu confianza,
serán pasadas a filo de espada.
18 »Sin embargo, aun en aquellos días no los destruiré por completo —afirma el Señor —. 19 Y cuando te pregunten: “¿Por qué el Señor, nuestro Dios, nos ha hecho todo esto?”, tú les responderás: “Así como ustedes me han abandonado y en su propia tierra han servido a dioses extranjeros, así también en tierra extraña servirán a gente extranjera.”
20 »Anuncien esto entre los descendientes de Jacob
y proclámenlo en Judá:
21 Escucha esto, pueblo necio e insensato,
que tiene ojos pero no ve,
que tiene oídos pero no oye.
22 ¿Acaso has dejado de temerme?
—afirma el Señor —.
¿No debieras temblar ante mí?
Yo puse la arena como límite del mar,
como frontera perpetua e infranqueable.
Aunque se agiten sus olas,
no podrán prevalecer;
aunque bramen,
no franquearán esa frontera.
23 Pero este pueblo tiene un corazón terco y rebelde;
se ha descarriado, ha sido infiel.
24 No reflexionan ni dicen:
“Temamos al Señor, nuestro Dios,
quien a su debido tiempo nos da lluvia,
las lluvias de otoño y primavera,
y nos asegura las semanas señaladas
para la cosecha.”
25 Las iniquidades de ustedes
les han quitado estos beneficios;
sus pecados los han privado
de estas bendiciones.
26 Sin duda en mi pueblo hay malvados,
que están al acecho como cazadores de aves,
que ponen trampas para atrapar a la gente.
27 Como jaulas llenas de pájaros,
llenas de engaño están sus casas;
por eso se han vuelto poderosos y ricos,
28 gordos y pedantes.
Sus obras de maldad no tienen límite:
no le hacen justicia al huérfano,
para que su causa prospere;
ni defienden tampoco
el derecho de los menesterosos.
29 ¿Y no los he de castigar por esto?
¿No he de vengarme de semejante nación?
—afirma el Señor —.
30 »Algo espantoso y terrible
ha ocurrido en este país.
31 Los profetas profieren mentiras,
los sacerdotes gobiernan a su antojo,
¡y mi pueblo tan campante!
Pero, ¿qué van a hacer ustedes
cuando todo haya terminado?
Comentario
3. Ten la ambición de pronunciar las palabras de Dios
Dios llama a Jeremías a un nuevo nivel de proclamación poderosa: «Mis palabras serán como fuego en tu boca» (5:14). Ahora tú también puedes tener esta experiencia de pronunciar las poderosas palabras de Dios que cambian las vidas de aquellos que te rodean.
El Señor habla por medio de Jeremías y dice: « Mi pueblo es necio, no me conoce \[…\] son hábiles para hacer el mal; no saben hacer el bien» (4:22). Advierte del juicio que está por llegar porque la gente ha enfocado sus ambiciones en la dirección incorrecta.
Jeremías piensa que a buen seguro los líderes sabrán cuál es el camino correcto: «Me dirigiré a los líderes y les hablaré; porque ellos sí conocen el camino del Señor y las demandas de su Dios» (5:5). Pero estos, como el pueblo, «no quisieron arrepentirse» (v.3c). Sus ambiciones estaban enfocadas en los falsos dioses del dinero, el sexo y el poder.
Solo Dios puede satisfacer nuestras necesidades más profundas (v.7b). Dios les dice: «Cuando suplí sus necesidades, ellos cometieron adulterio y en tropel se volcaron a los prostíbulos. Son como caballos bien cebados y fogosos; todos relinchan por la mujer ajena» (vv.7b-8).
Continúa diciendo que sus casas están llenas de engaño. Se han «vuelto poderosos y ricos, gordos y pedantes» (vv.27-28a). A pesar de ser ricos y poderosos, no cuidaban a los pobres: «Sus obras de maldad no tienen límite: no le hacen justicia al huérfano, para que su causa prospere; ni defienden tampoco el derecho de los menesterosos» (v.28).
Oración
Añadidos de Pippa
Filipenses 3:13b
«Una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante».
Es importante que de ninguna manera nos quedemos atascados en el pasado, ni en los fallos y las decepciones, ni en los éxitos que pueden hacernos excesivamente confiados en sí mismos. En vez de eso, tenemos que mantener nuestros ojos centrados en Jesús.
Versículo del día
Filipenses 3:8
'Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo.'
App
Enjoy reading or listening to the Bible in one year on your iPhone or Android device.
Receive a daily email with a fresh devotion straight in your inbox.
Podcast
Subscribe and listen to Bible in One Year delivered to your favourte podcast app everyday.
Website
Far from your mobile device? You can read the daily devotion right here on this website.
Referencias
Notas:
Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida a español, se parafrasea.
Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved.«NIV» is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.
Scripture quotations marked (AMP) taken from the Amplified® Bible, Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964, 1965, 1987 by The Lockman Foundation. Used by permission. (www.Lockman.org)
Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.
2011 Notes:
These references are footnoted in«A Life Worth Living»: 39 – John Stott, Christ the Controversialist (InterVarsity Press, 1984), p. 192.
And 40 – Alec Motyer, The Message of Philippians (InterVarsity Press, 1984), p. 169.