Día 260

La mejor forma de liderar

Sabiduría Proverbios 22:28-23:9
Nuevo Testamento Gálatas 3:10-25
Antiguo Testamento Isaías 41:1-42:25

Introducción

«¿Quién es el siervo del Señor?» Esta fue la pregunta que el alto funcionario encargado de todo el tesoro de Etiopia le hizo al evangelista Felipe: «Dígame usted, por favor, ¿de quién habla aquí el profeta, de sí mismo o de algún otro?» (Hechos 8:34).

El título de «siervo del Señor» es de gran dignidad, reservado para líderes como Abraham, Moisés y David. Pero en los cuatro «cantos del siervo» (Isaías 42:1–4; 49:1–7; 50:4–9; 52:13 – 53:12) se resalta un concepto distinto de «servidumbre».

El papel de este «siervo» puede ilustrarse con la cruz de San Andrés. (Se cree que San Andrés, hermano de Pedro, murió en una cruz diagonalmente atravesada, usada por los romanos a veces para las ejecuciones, por lo que llegó a llamarse la cruz de San Andrés y es la bandera de Escocia).

Originalmente, Dios quería que todos los miembros de la humanidad fueran Sus siervos. Después de la caída, Dios escogió a toda la nación de Israel para que le sirviera, pero ni siquiera su raza elegida le fue fiel. Así que el enfoque continuó reduciéndose y se convirtió en un mero «resto fiel». En última instancia, solo una persona fue completamente fiel (el cual se muestra en la parte central, más estrecha de la cruz). Esa persona fue Jesús.

Jesús reveló lo que Israel (y de hecho toda la humanidad) tuvo que haber sido. Era un Israelita enviado a Israel, que se identificaba totalmente con su nación y sin embargo era distinto de ella. En ningún rey o profeta terrenal se cumple la descripción que se usa en todos los pasajes de los siervos. Sin embargo, en Jesús se cumple a la perfección.

Donde Israel falló, Jesús tuvo éxito. Más aún, es el plan de Dios que la iglesia —a través de la victoria de Cristo y el poder del Espíritu Santo—, pueda y tenga éxito. Así, la cruz de San Andrés se ensancha de nuevo cuando los miembros de la iglesia de Jesucristo se convierten en siervos de Dios, con la misión de llamar a toda la humanidad para que vuelva a su propósito original desde la creación.

Sabiduría

Proverbios 22:28-23:9

4

28 No cambies de lugar los linderos antiguos
 que establecieron tus antepasados.

5

29 ¿Has visto a alguien diligente en su trabajo?
 Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie.

6

23Cuando te sientes a comer con un gobernante,
 fíjate bien en lo que tienes ante ti.
2 Si eres dado a la glotonería,
 domina tu apetito.
3 No codicies sus manjares,
 pues tal comida no es más que un engaño.

7

4 No te afanes acumulando riquezas;
 no te obsesiones con ellas.
5 ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen!
 Es como si les salieran alas,
 pues se van volando como las águilas.

8

6 No te sientes a la mesa de un tacaño,
 ni codicies sus manjares,
7 que son como un pelo en la garganta.
 «Come y bebe», te dirá,
 pero no te lo dirá de corazón.
8 Acabarás vomitando lo que hayas comido,
 y tus cumplidos no habrán servido de nada.

9

9 A oídos del necio jamás dirijas palabra,
 pues se burlará de tus sabios consejos.

Comentario

1. Usa todas tus habilidades de liderazgo para servir a los demás

El escritor del libro de Proverbios nos advierte en contra de gastar nuestras vidas sirviendo a falsos dioses como la comida (23:1-3) o las riquezas: «No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas» (vv.4-5). El águila en cada billete de dólar Estados Unidos debería ser un recordatorio de esta verdad.

Por el contrario, se nos anima a seguir haciendo lo que hacemos bien: «¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie» (22:29). A lo largo de los años, he visto cómo Dios ha llevado a posiciones de influencia a aquellos quienes empezaron a servir calladamente, de forma humilde y muy disimulada, realizando con gran habilidad su trabajo.

Oración

Señor, gracias por el ejemplo de aquellos que han seguido sirviéndote con gran habilidad y sin buscar ninguna gloria para sí mismos. Gracias por haber suscitado a tales personas como ejemplos para todos nosotros.
Nuevo Testamento

Gálatas 3:10-25

10 Todos los que viven por las obras que demanda la ley están bajo maldición, porque está escrito: «Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley.» 11 Ahora bien, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque «el justo vivirá por la fe». 12 La ley no se basa en la fe; por el contrario, «quien practique estas cosas vivirá por ellas». 13 Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado de un madero.» 14 Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa.

La ley y la promesa

15 Hermanos, voy a ponerles un ejemplo: aun en el caso de un pactohumano, nadie puede anularlo ni añadirle nada una vez que ha sido ratificado. 16 Ahora bien, las promesas se le hicieron a Abraham y a su descendencia. La Escritura no dice: «y a los descendientes», como refiriéndose a muchos, sino: «y a tu descendencia», dando a entender uno solo, que es Cristo. 17 Lo que quiero decir es esto: La ley, que vino cuatrocientos treinta años después, no anula el pacto que Dios había ratificado previamente; de haber sido así, quedaría sin efecto la promesa. 18 Si la herencia se basa en la ley, ya no se basa en la promesa; pero Dios se la concedió gratuitamente a Abraham mediante una promesa.

19 Entonces, ¿cuál era el propósito de la ley? Fue añadida por causa de las transgresiones hasta que viniera la descendencia a la cual se hizo la promesa. La ley se promulgó por medio de ángeles, por conducto de un mediador. 20 Ahora bien, no hace falta mediador si hay una sola parte, y sin embargo Dios es uno solo.

21 Si esto es así, ¿estará la ley en contra de las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Si se hubiera promulgado una ley capaz de dar vida, entonces sí que la justicia se basaría en la ley. 22 Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado, para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se les conceda a los que creen.

23 Antes de venir esta fe, la ley nos tenía presos, encerrados hasta que la fe se revelara. 24 Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. 25 Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al guía.

Comentario

2. Agradece a Dios el acto definitivo de liderazgo como siervo de Jesús

Jesús dijo que aquellos de nosotros que lo seguimos, debemos liderar de una manera diferente a los que nos rodean. No deberíamos ser mandamases ni deberíamos dejar que el poder se nos suba a la cabeza (ver Marcos 10:42-45, MSG). Más bien deberíamos seguir su modelo de liderazgo como siervo. Jesús resaltó que él no «vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos» (v.45).

En este pasaje, Pablo explica cómo esto es exactamente lo que hizo Jesús. La cruz es la máxima expresión de su servicio.

Todos hemos fallado en guardar la ley de Dios. Según la ley de Moisés: «Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley» (Gálatas 3:10b, véase Deuteronomio 27:26). Para ser justificada por la ley, una persona tendría que guardar toda la ley (Gálatas 3:12). Nadie ha hecho esto. Por lo tanto, todos estábamos malditos.

En la cruz, Jesús cargó esta maldición sobre sí mismo. «Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros» (v.13a). Pablo señala aquello que dice el libro de Deuteronomio: «Maldito todo el que es colgado de un madero» (v.13b, ver Deuteronomio 21:23). Ser crucificado era la mayor de las deshonras. «Se convirtió en una maldición, y al mismo tiempo disolvió la maldición» (v.13, MSG).

Eres justificado por lo que Jesús —el siervo del Señor—, hizo en la cruz por ti convirtiéndose en maldición por ti. «Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa» (v.14).

La promesa de Dios fue originalmente dada a Abraham y a su descendencia (v.16a). Pablo explica que Jesús es la promesa de Dios, ya que «La Escritura no dice: “y a los descendientes”, como refiriéndose a muchos, sino: “y a tu descendencia”, dando a entender uno solo, que es Cristo» (v.16b).

«Entonces, ¿cuál era el propósito de la ley?» (v.19). La ley tenía por lo menos dos propósitos principales. Primero, nos mostró nuestro pecado (v.19). Expuso el problema, definió el pecado y tenía la intención de frenar el pecado.

Segundo, la ley apunta a Jesús. Está destinada a llevarnos a Cristo (vv.21-25). «La ley fue como los tutores griegos, con los que ustedes están familiarizados, quienes escoltan a los niños a la escuela y los protegen del peligro o de la distracción, asegurándose de que los niños lleguen realmente al lugar al que se dirigieron» (v.24, MSG) . Nos lleva a Cristo por quien somos justificados por la fe (v.24).

Jesucristo —el servidor supremo del Señor— al convertirse en una maldición por nosotros, ha quitado la maldición de la ley. Por su muerte justificó a muchos. Eres liberado de la ley para ser un siervo del Señor.

Oración

Señor, gracias porque en este último acto de servicio, tomaste sobre ti la maldición que debía caer sobre mí. Gracias porque por esto soy justificado por la fe en ti. Gracias por hacerme libre para servir.
Antiguo Testamento

Isaías 41:1-42:25

El amparo de Israel

41«¡Callen en mi presencia, costas lejanas!
¡Naciones, renueven sus fuerzas!
Acérquense y hablen;
reunámonos para juicio.

2 »¿Quién ha hecho venir desde el oriente
 a aquel que siempre sale victorioso?
Pone a las naciones en sus manos;
 ante él los reyes se rinden.
Con su espada los vuelve polvo,
 con su arco los dispersa como paja.
3 Con paso firme los persigue
 por una senda que nunca antes pisó.
4 ¿Quién realizó esto? ¿Quién lo hizo posible?
 ¿Quién llamó a las generaciones desde el principio?
Yo, el Señor, soy el primero,
 y seré el mismo hasta el fin.»

5 Lo han visto las costas lejanas, y temen;
 tiemblan los confines de la tierra.
 ¡Ya se acercan, ya vienen!
6 Cada uno ayuda a su compañero,
 y le infunde aliento a su hermano.
7 El artesano anima al joyero;
 y el que aplana con el martillo
le dice al que golpea el yunque:
 «¡Es buena la soldadura!»;
luego asegura el ídolo con clavos
 para que no se tambalee.

8 «Pero tú, Israel, mi siervo,
 tú Jacob, a quien he escogido,
 simiente de Abraham, mi amigo:
9 Te tomé de los confines de la tierra,
 te llamé de los rincones más remotos,
y te dije: “Tú eres mi siervo.”
 Yo te escogí; no te rechacé.
10 Así que no temas, porque yo estoy contigo;
 no te angusties, porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré y te ayudaré;
 te sostendré con mi diestra victoriosa.

11 »Todos los que se enardecen contra ti
 sin duda serán avergonzados y humillados;
los que se te oponen serán como nada,
 como si no existieran.
12 Aunque busques a tus enemigos,
 no los encontrarás.
Los que te hacen la guerra serán como nada,
 como si no existieran.
13 Porque yo soy el Señor, tu Dios,
 que sostiene tu mano derecha;
yo soy quien te dice:
 “No temas, yo te ayudaré.”
14 No temas, gusano Jacob, pequeño Israel
 —afirma el Señor —,
porque yo mismo te ayudaré;
 ¡el Santo de Israel es tu redentor!

15 »Te convertiré en una trilladora
 nueva y afilada, de doble filo.
Trillarás las montañas y las harás polvo;
 convertirás en paja las colinas.
16 Las aventarás y se las llevará el viento;
 ¡un vendaval las dispersará!
Pero tú te alegrarás en el Señor,
 te gloriarás en el Santo de Israel.

17 »Los pobres y los necesitados buscan agua,
 pero no la encuentran;
la sed les ha resecado la lengua.
 Pero yo, el Señor, les responderé;
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
18 Haré brotar ríos en las áridas cumbres,
 y manantiales entre los valles.
Transformaré el desierto en estanques de agua,
 y el sequedal en manantiales.
19 Plantaré en el desierto
 cedros, acacias, mirtos y olivos;
en áridas tierras plantaré cipreses,
 junto con pinos y abetos,
20 para que la gente vea y sepa,
 y considere y entienda,
que la mano del Señor ha hecho esto,
 que el Santo de Israel lo ha creado.

21 »Expongan su caso —dice el Señor —;
 presenten sus pruebas —demanda el rey de Jacob—.
22 Acérquense y anuncien
 lo que ha de suceder,
y cómo fueron las cosas del pasado,
 para que las consideremos
y conozcamos su desenlace.
 ¡Cuéntennos lo que está por venir!
23 Digan qué nos depara el futuro;
 así sabremos que ustedes son dioses.
Hagan algo, bueno o malo,
 para verlo y llenarnos de terror.
24 ¡La verdad es que ustedes no son nada,
 y aun menos que nada son sus obras!
 ¡Abominable es quien los escoge!

25 »Del norte hice venir a uno,
 y acudió a mi llamado;
desde el oriente invoca mi nombre.
 Como alfarero que amasa arcilla con los pies,
aplasta gobernantes como si fueran barro.
26 ¿Quién lo anunció desde el principio,
 para que lo supiéramos?
¿Quién lo anunció de antemano,
 para que dijéramos: “Tenía razón”?
Nadie lo anunció ni lo proclamó;
 nadie les oyó proclamar mensaje alguno.
27 Yo fui el primero en decirle a Sión:
 “¡Mira, ya están aquí!”
Yo fui quien envió a Jerusalén
 un mensajero de buenas noticias.
28 Miro entre ellos, y no hay nadie;
 no hay entre ellos quien aconseje,
 no hay quien me responda cuando les pregunto.
29 ¡Todos ellos son falsos!
 Sus obras no son nada;
 sus ídolos no son más que viento y confusión.

El siervo del

42ȃste es mi siervo, a quien sostengo,
mi escogido, en quien me deleito;
sobre él he puesto mi Espíritu,
y llevará justicia a las naciones.
2 No clamará, ni gritará,
 ni alzará su voz por las calles.
3 No acabará de romper la caña quebrada,
 ni apagará la mecha que apenas arde.
 Con fidelidad hará justicia;
4 no vacilará ni se desanimará
 hasta implantar la justicia en la tierra.
 Las costas lejanas esperan su enseñanza.»

5 Así dice Dios, el Señor,
 el que creó y desplegó los cielos;
el que expandió la tierra
 y todo lo que ella produce;
el que da aliento al pueblo que la habita,
 y vida a los que en ella se mueven:
6 «Yo, el Señor, te he llamado en justicia;
 te he tomado de la mano.
Yo te formé, yo te constituí
 como pacto para el pueblo,
como luz para las naciones,
7 para abrir los ojos de los ciegos,
 para librar de la cárcel a los presos,
 y del calabozo a los que habitan en tinieblas.

8 »Yo soy el Señor; ¡ése es mi nombre!
 No entrego a otros mi gloria,
 ni mi alabanza a los ídolos.
9 Las cosas pasadas se han cumplido,
 y ahora anuncio cosas nuevas;
 ¡las anuncio antes que sucedan!»

Canción de alabanza al

10 Canten al Señor un cántico nuevo,
 ustedes, que descienden al mar,
y todo lo que hay en él;
 canten su alabanza desde los confines de la tierra,
ustedes, costas lejanas y sus habitantes.
11 Que alcen la voz el desierto y sus ciudades,
 y los poblados donde Cedar habita.
Que canten de alegría los habitantes de Selá,
 y griten desde las cimas de las montañas.
12 Den gloria al
 y proclamen su alabanza en las costas lejanas.
13 El Señor marchará como guerrero;
 como hombre de guerra despertará su celo.
Con gritos y alaridos se lanzará al combate,
 y triunfará sobre sus enemigos.

14 «Por mucho tiempo he guardado silencio,
 he estado callado y me he contenido.
Pero ahora voy a gritar como parturienta,
 voy a resollar y jadear al mismo tiempo.
15 Devastaré montañas y cerros,
 y secaré toda su vegetación;
convertiré los ríos en tierra seca,
 y secaré los estanques;
16 conduciré a los ciegos por caminos desconocidos,
 los guiaré por senderos inexplorados;
ante ellos convertiré en luz las tinieblas,
 y allanaré los lugares escabrosos.
Esto haré,
 y no los abandonaré.
17 Pero retrocederán llenos de vergüenza
 los que confían en los ídolos,
los que dicen a las imágenes:
 “Ustedes son nuestros dioses.”

Israel ciego y sordo

18 »Sordos, ¡escuchen!
 Ciegos, ¡fíjense bien!
19 ¿Quién es más ciego que mi siervo,
 y más sordo que mi mensajero?
¿Quién es más ciego que mi enviado,
 y más ciego que el siervo del Señor?
20 Tú has visto muchas cosas,
 pero no las has captado;
tienes abiertos los oídos,
 pero no oyes nada.»
21 Le agradó al Señor,
 por amor a su justicia,
 hacer su ley grande y gloriosa.
22 Pero éste es un pueblo saqueado y despojado,
 todos atrapados en cuevas
o encerrados en cárceles.
 Son saqueados,
y nadie los libra;
 son despojados,
y nadie reclama.

23 ¿Quién de ustedes escuchará esto
 y prestará atención en el futuro?
24 ¿Quién entregó a Jacob para el despojo,
 a Israel para el saqueo?
¿No es acaso el
 a quien su pueblo ha ofendido?
No siguió sus caminos
 ni obedeció su ley.
25 Por eso el Señor derramó sobre él
 su ardiente ira y el furor de la guerra.
Lo envolvió en llamas, pero no comprendió;
 lo consumió, pero no lo tomó en serio.

Comentario

3. Sigue el modelo de Jesús: sirve para liderar

El lema escrito en cada gorra, insignia y cinturón de la Real Academia Militar de Sandhurst es: «Sirve para liderar». Este era el modelo de Jesús. Como J. Oswald Sanders escribió: «El verdadero liderazgo se alcanza cuando el líder se dedica a servir a otros, no a engatusar o inducir a otros a que lo sirvan a él».

Como hemos visto, Dios originalmente escogió a Israel para que fuera Su siervo, sirviendo a Su lado. Prometió darles fuerza y ​​ayudarlos (41:8-9).

Sin embargo, el pueblo de Israel fracasó y se convirtió en parte del problema. Es posible tener una visión física perfecta 20/20 y sin embargo ser espiritualmente ciego: «¡Eres mi sirviente, y no estás mirando!

¡Eres mi mensajero, y no estás escuchando!

La misma gente de la que dependía, siervos de Dios,

¡Ciegos como un murciélago, ciegos intencionalmente!» (42:19, MSG).

Isaías previó a otro siervo del Señor:

«Este es mi siervo, a quien sostengo,

mi escogido, en quien me deleito;

sobre él he puesto mi Espíritu,

y llevará justicia a las naciones.

No clamará, ni gritará,

ni alzará su voz por las calles.

No acabará de romper la caña quebrada,

ni apagará la mecha que apenas arde.

Con fidelidad hará justicia;

no vacilará ni se desanimará

hasta implantar la justicia en la tierra» (vv.1–4a).

Mateo señala que Jesús cumplió estas palabras, las cuales fueron dichas por medio del profeta Isaías. Cita directamente a Isaías 42:1-4 (Mateo 12:17-21).

En Jesús, esta profecía se cumplió perfectamente, así como todos los demás pasajes de Isaías se cumplieron perfectamente en él (Isaías 49:1-7; 50:4-9; 52:13 - 53:12). Jesús sería «un faro para las naciones \[...\] abriendo los ojos a los ciegos, liberando prisioneros de las mazmorras, vaciando las prisiones oscuras» (42:6-7, MSG).

Como resultado de lo que Jesús ha hecho por ti, estas maravillosas promesas ahora aplican para ti:

«Así que no temas, porque yo estoy contigo;

no te angusties, porque yo soy tu Dios.

Te fortaleceré y te ayudaré;

te sostendré con mi diestra victoriosa» (41:10).

Él te guiará por caminos desconocidos, transformará la oscuridad en luz delante de ti y hará que los lugares ásperos sean suaves (42:16).

Oración

Señor Jesús, gracias porque solo tú cumpliste perfectamente aquella profecía y porque no darás tu gloria a otro (v.8). Gracias por tu modelo de humildad y dulzura. Gracias por llamarnos también para ser siervos del Señor. Ayúdame a seguir tu ejemplo.

Añadidos de Pippa

Isaías 41:9–10

«“Tú eres mi siervo”. Yo te escogí; no te rechacé. Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa».

Maravillosas palabras de alivio, especialmente para los momentos difíciles.

Versículo del día

Isaías 41:10

'Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.'

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Referencias

Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida a español, se parafrasea.

J. Oswald Sanders, Liderazgo espiritual, (Editorial Portavoz, 1995) p. 13

Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. ‘NIV’ is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.

Scripture quotations marked (AMP) taken from the Amplified® Bible, Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964, 1965, 1987 by The Lockman Foundation. Used by permission. (www.Lockman.org)

Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.

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