Cómo escuchar a Dios
Introducción
Supongamos que vamos al médico y decimos: «Doctor, tengo muchos problemas: me torcí la rodilla… me pican los ojos… mis dedos están inflamados… tengo “codo de tenista”… me duele la espalda…». Entonces, habiendo recorrido nuestro listado de quejas, miramos nuestro reloj y decimos: «Caramba, es hora de salir. Bueno, debo retirarme». El doctor podría decirnos: «Aguarde un segundo, ¿no quiere oír lo que tengo para decir?».
Si solo le habláramos a Dios y nunca nos tomáramos tiempo para escuchar, cometeríamos el mismo error. Hablamos y hablamos pero en realidad no lo escuchamos. Sin embargo, nuestra relación con Dios está diseñada para ser una conversación de doble vía. Cuando oro, me resulta de ayuda poner por escrito los pensamientos que vienen a mi mente que tal vez procedan del Espíritu de Dios.
En una era saturada por los medios de comunicación, tenemos muchas voces que llegan de la TV, la radio, Internet, Twitter, Facebook, Instagram, email y mensajes de texto. Tenemos las voces de la familia, los amigos y los colegas. Y en ocasiones tenemos la voz de Satanás diciéndonos que no creamos la Palabra de Dios y dudemos que Dios en realidad procura nuestro mejor interés en su corazón.
¿Cómo escuchas la voz de Dios en medio del ruido y las distracciones de la vida?
Proverbios 3:1-10
Otras ventajas de la sabiduría
3Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas;
más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos.
2 Porque prolongarán tu vida muchos años
y te traerán prosperidad.
3 Que nunca te abandonen el amor y la verdad:
llévalos siempre alrededor de tu cuello
y escríbelos en el libro de tu corazón.
4 Contarás con el favor de Dios
y tendrás buena fama entre la gente.
5 Confía en el Señor de todo corazón,
y no en tu propia inteligencia.
6 Reconócelo en todos tus caminos,
y él allanará tus sendas.
7 No seas sabio en tu propia opinión;
más bien, teme al Señor y huye del mal.
8 Esto infundirá salud a tu cuerpo
y fortalecerá tu ser.
9 Honra al Señor con tus riquezas
y con los primeros frutos de tus cosechas.
10 Así tus graneros se llenarán a reventar
y tus bodegas rebosarán de vino nuevo.
Comentario
Escucha la voz de Dios en la Escritura
La forma principal por la que Dios nos habla es mediante lo que ya habló en la Escritura: su «enseñanza» y sus «mandamientos» v.1). Al leer la Biblia, pide en oración que Dios te hable y que puedas escuchar su voz.
«Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas» (vv.5-6).
Aprender versículos de la Biblia es una de las maneras de escribir la Palabra de Dios en «el libro de tu corazón» (v.3). Pippa y yo aprendimos estos versículos en nuestra luna de miel y hemos intentado vivir según sus instrucciones:
- Ser guiados por «el amor y la verdad»
Estos deberían ser nuestros principios rectores en cada decisión que tomemos. «El amor y la verdad» (v.3) tendrían que estar profundamente incrustados en nuestro corazón. La verdad significa, por ejemplo, hablar de otros como si estuvieran presentes. Inspiramos confianza en aquellos que están presentes por nuestra lealtad a quienes no están presentes. Si vives de esta forma, Dios te promete «el aprecio de Dios y de los hombres» (v.4, DHH).
- ¡Correr hacia Dios! ¡Huir del mal!
Hemos de confiar en Dios en lugar de volvernos arrogantes y pensar que somos listos. El temor a Dios, en el sentido de un respeto saludable por él, debería llevarnos a honrar al Señor y apartarnos del mal (v.7). Dios promete que «esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser» (v.8). En otras palabras, hay una conexión entre lo espiritual y lo físico.
- Ser dadores generosos
Tiene suma importancia lo que hagas con tu dinero. Dale a Dios lo primero y lo mejor (v.9), es decir, la primera parte de tus ingresos, no la última. He comprobado que este es un principio extraordinario. Si uno desarrolla este aspecto de forma correcta, descubrirá cómo es verdad la promesa de que Dios suplirá todas nuestras necesidades: «Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo» (v.10).
Oración
Mateo 16:21-17:13
Jesús predice su muerte
21 Desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los ancianos, de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la ley, y que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara. 22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo:
—¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás!
23 Jesús se volvió y le dijo a Pedro:
—¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres.
24 Luego dijo Jesús a sus discípulos:
—Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. 25 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará. 26 ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? 27 Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho. 28 Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino.
La transfiguración
17Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, el hermano de Jacobo, y los llevó aparte, a una montaña alta. 2 Allí se transfiguró en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz. 3 En esto, se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús. 4 Pedro le dijo a Jesús:
—Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, levantaré tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.
5 Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!»
6 Al oír esto, los discípulos se postraron sobre su rostro, aterrorizados. 7 Pero Jesús se acercó a ellos y los tocó.
—Levántense —les dijo—. No tengan miedo.
8 Cuando alzaron la vista, no vieron a nadie más que a Jesús.
9 Mientras bajaban de la montaña, Jesús les encargó:
—No le cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del hombre resucite.
10 Entonces los discípulos le preguntaron a Jesús:
—¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero?
11 —Sin duda Elías viene, y restaurará todas las cosas —respondió Jesús—. 12 Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera va a sufrir el Hijo del hombre a manos de ellos.
13 Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista.
Comentario
Escucha a Dios mediante las palabras de Jesús
Las palabras de Jesús son las palabras de Dios, quien manifiesta: « ¡Escúchenlo!» (17:5). Al leer las palabras de Jesús y atesorarlas en tu corazón, escuchas realmente a Dios.
Jesús advirtió a sus discípulos que habrían de recibir ataques. Nunca evitaremos las críticas (16:21). Jesús habló a sus discípulos dos veces en este pasaje sobre el sufrimiento que experimentaría, explicándoles acerca de la cruz y la resurrección (16:21, 17:9-12).
No obstante, en lugar de escuchar a Jesús, Pedro trató de persuadirlo (16:22). La reprimenda de Jesús a Pedro tiene una profunda importancia. En cada situación clave que tomemos, debemos preguntarnos si tenemos en mente los intereses de Dios o los intereses humanos (v.23). Lo que Jesús dijo a Pedro es el corazón de su misión y por tanto conlleva enormes implicaciones para todos sus seguidores (vv.24-28).
No hemos de procurar una vida de confort y seguridad. Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?» (vv.24-26).
Seguir a Jesús implica negarte a ti mismo, tomar tu cruz y seguirlo (v.24). Es la forma de hallar vida en toda su plenitud.
En un cierto sentido, las riquezas son inútiles. La verdadera medida de tu prosperidad reside en considerar cuál sería tu valor si perdieras todo tu dinero. El propósito en la vida es de mucha mayor importancia que los bienes y las posesiones. Todo el dinero del mundo, todo el éxito del mundo, toda la fama del mundo, todo el poder del mundo no son nada si pierdes tu alma (v.26) y pasas por alto el verdadero sentido de la vida.
Por otro lado, si sigues a Jesús y rindes tu vida a él, encontrarás el verdadero propósito de la vida. ¡Las palabras de Jesús son tan poderosas! ¡Nunca ha habido un momento más importante para «escucharlo» que el ahora!
Jesús llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan a la cima de una montaña. La figura de Jesús cambió delante de sus ojos: «… su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús» (17:1-3). Oyeron a Dios decir: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!» (v.5).
Así como Moisés y Elías hablaban con Jesús, también tú puedes llevar una vida de «diálogo con Jesús». Puedes conocer la presencia de Jesús en tu vida. Por medio de la lectura de sus palabras y la meditación de ellas, puedes experimentar una conversación con Jesús por medio del Espíritu Santo.
Puedes, en un sentido, mirar su rostro, que brilla «como el sol» (v.2). Puedes postrarte en adoración (v.6). Puede sentirse como si Jesús realmente te estuviera tocando y diciendo: «No tengas miedo» (v.7). Y hay ocasiones en las que elevarás tus ojos y no verás «a nadie más que a Jesús» (v.8).
Oración
Génesis 47:13-48:22
La administración de José
13 El hambre en Egipto y en Canaán era terrible. No había alimento en ninguna parte, y la gente estaba a punto de morir. 14 Todo el dinero que los habitantes de Egipto y de Canaán habían pagado por el alimento, José lo recaudó para depositarlo en el palacio del faraón. 15 Cuando a egipcios y cananeos se les acabó el dinero, los egipcios fueron a ver a José y le reclamaron:
—¡Dénos de comer! ¿Hemos de morir en su presencia sólo porque no tenemos más dinero?
16 Y José les contestó:
—Si ya se les acabó el dinero, traigan su ganado y, a cambio, les daré alimento.
17 Los egipcios llevaron a José su ganado, es decir, sus caballos, vacas, ovejas y asnos, y a cambio de ellos José les dio alimento durante todo ese año. 18 Al año siguiente fueron a decirle a José:
—Señor, no podemos ocultar el hecho de que ya no tenemos más dinero, y de que todo nuestro ganado ya es suyo. Ya no tenemos nada que ofrecerle, de no ser nuestros propios cuerpos y nuestras tierras. 19 ¿Va usted a permitir que nos muramos junto con nuestras tierras? Cómprenos usted a nosotros y a nuestras tierras, a cambio de alimento. Así seremos esclavos del faraón junto con nuestras tierras. ¡Pero dénos usted semilla, para que podamos vivir y la tierra no quede desolada!
20 De esta manera José adquirió para el faraón todas las tierras de Egipto, porque los egipcios, obligados por el hambre, le vendieron todos sus terrenos. Fue así como todo el país llegó a ser propiedad del faraón, 21 y todos en Egipto quedaron reducidos a la esclavitud. 22 Los únicos terrenos que José no compró fueron los que pertenecían a los sacerdotes. Éstos no tuvieron que vender sus terrenos porque recibían una ración de alimento de parte del faraón.
23 Luego José le informó al pueblo:
—Desde ahora ustedes y sus tierras pertenecen al faraón, porque yo los he comprado. Aquí tienen semilla. Siembren la tierra. 24 Cuando llegue la cosecha, deberán entregarle al faraón la quinta parte de lo cosechado. Las otras cuatro partes serán para la siembra de los campos, y para alimentarlos a ustedes, a sus hijos y a sus familiares.
25 —¡Usted nos ha salvado la vida, y hemos contado con su favor! —respondieron ellos—. ¡Seremos esclavos del faraón!
26 José estableció esta ley en toda la tierra de Egipto, que hasta el día de hoy sigue vigente: la quinta parte de la cosecha le pertenece al faraón. Sólo las tierras de los sacerdotes no llegaron a ser del faraón.
27 Los israelitas se asentaron en Egipto, en la región de Gosén. Allí adquirieron propiedades, prosperaron y llegaron a ser muy numerosos. 28 Jacob residió diecisiete años en Egipto, y llegó a vivir un total de ciento cuarenta y siete años. 29 Cuando Israel estaba a punto de morir, mandó llamar a su hijo José y le dijo:
—Si de veras me quieres, pon tu mano debajo de mi muslo y prométeme amor y lealtad. ¡Por favor, no me entierres en Egipto! 30 Cuando vaya a descansar junto a mis antepasados, sácame de Egipto y entiérrame en el sepulcro de ellos.
—Haré lo que me pides —contestó José.
31 —¡Júramelo! —insistió su padre.
José se lo juró, e Israel se reclinó sobre la cabecera de la cama.
Bendición de Efraín y Manasés
48Poco tiempo después le informaron a José que su padre estaba enfermo. Entonces fue a visitarlo y llevó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. 2 Cuando le avisaron a Jacob que su hijo venía a verlo, hizo un esfuerzo, se sentó en la cama 3 y le dijo a José:
—El Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo 4 con esta promesa: “Te haré fecundo, te multiplicaré, y haré que tus descendientes formen una comunidad de naciones. Además, a tu descendencia le daré esta tierra como su posesión perpetua.” 5 Ahora bien, los dos hijos que te nacieron aquí en Egipto, antes de que me reuniera contigo, serán considerados míos. Efraín y Manasés serán tan míos como lo son Rubén y Simeón. 6 Los hijos que tengas después de ellos serán tuyos, y a través de sus hermanos recibirán su herencia. 7 Cuando yo regresaba de Padán Aram, tu madre murió cerca de Efrata, en tierra de Canaán, y allí la sepulté junto al camino de Efrata, es decir, Belén.
8 Al ver a los hijos de José, Israel preguntó:
—Y estos chicos, ¿quiénes son?
9 —Son los hijos que Dios me ha concedido aquí —le respondió José a su padre.
Entonces Israel le dijo:
—Acércalos, por favor, para que les dé mi bendición.
10 Israel ya era muy anciano, y por su avanzada edad casi no podía ver; por eso José los acercó, y su padre los besó y abrazó. 11 Luego le dijo a José:
—Ya había perdido la esperanza de volver a verte, ¡y ahora Dios me ha concedido ver también a tus hijos!
12 José los retiró de las rodillas de Israel y se postró rostro en tierra. 13 Luego tomó a sus dos hijos, a Efraín con la derecha y a Manasés con la izquierda, y se los presentó a su padre. De esta manera Efraín quedó a la izquierda de Israel y Manasés a su derecha. 14 Pero Israel, al extender las manos, las entrecruzó y puso su derecha sobre la cabeza de Efraín, aunque era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés, aunque era el mayor. 15 Y los bendijo con estas palabras:
«Que el Dios en cuya presencia
caminaron mis padres, Abraham e Isaac,
el Dios que me ha guiado
desde el día en que nací hasta hoy,
16 el ángel que me ha rescatado de todo mal,
bendiga a estos jóvenes.
Que por medio de ellos sea recordado mi nombre
y el de mis padres, Abraham e Isaac.
Que crezcan y se multipliquen
sobre la tierra.»
17 A José no le agradó ver que su padre pusiera su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, así que tomando la mano de su padre, la pasó de la cabeza de Efraín a la de Manasés, 18 mientras le reclamaba:
—¡Así no, padre mío! ¡Pon tu mano derecha sobre la cabeza de éste, que es el primogénito!
19 Pero su padre se resistió, y le contestó:
—¡Ya lo sé, hijo, ya lo sé! También él gestará a un pueblo, y llegará a ser importante. Pero su hermano menor será aún más importante, y su descendencia dará origen a muchas naciones.
20 Aquel día Jacob los bendijo así:
«Ésta será la bendición
que en Israel se habrá de pronunciar:
“Que Dios cuide de ti
como cuidó de Efraín y de Manasés.” »
De este modo, Israel dio a Efraín la primacía sobre Manasés.
21 Finalmente, Israel le dijo a José:
—Yo estoy a punto de morir; pero Dios estará con ustedes y los hará volver a la tierra de sus antepasados. 22 Y a ti, que estás por encima de tus hermanos, te doy Siquén, tierra que luchando a brazo partido arrebaté a los amorreos.
Comentario
Escucha a Dios a lo largo de tu vida
Cuando Jacob llegó al final de su vida y miró hacia atrás, considerando las bendiciones de Dios (pese a todas las pruebas y las dificultades), «se reclinó sobre la cabecera de la cama» en adoración (47.31). Reconoció que Dios lo había guiado a lo largo de su vida. Es una imagen evocadora de una persona que ha llevado una vida de relación íntima con Dios, escuchándolo a él y su sabiduría. Recordó cómo Dios le había hablado, dándole una visión para su vida (48:3-4). Fue capaz de decir: «Dios \[…\] me ha guiado desde el día en que nací hasta hoy» (v.15).
Jacob también reconoció que Dios había dirigido a su hijo José de un modo extraordinario. Gracias a que José había aprendido a escuchar a Dios, fue capaz de interpretar los sueños del faraón y, como resultado, experimentó gran bendición. No solo salvó al pueblo de Dios sino que también salvó a todo Egipto (47:25). Cuando Jacob llegó al fin de sus días bendijo a los hijos de José, expresando su confianza en las promesas y las bendiciones de Dios para el futuro.
Al comentar la vida de fe de Jacob, el escritor de Hebreos pone el foco en dicho acontecimiento: «Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón» (Hebreos 11.21). Al llegar al final de su vida, la confianza de Jacob en Dios no menguó. Concluyó con un florecimiento de fe.
Sigue fiel en adoración y escucha a Dios a lo largo de tu vida. Confía en que el Señor liderará y guiará a la siguiente generación, de modo que también pueda escuchar la voz del Pastor (ver Juan 10:3-4).
Oración
Añadidos de Pippa
Pippa añade:
«Confía en el Señor de todo corazón \[…\] Reconócelo en todos tus caminos» (Proverbios 3:5-6). Es algo totalmente sincero («de todo corazón \[…\] en todos tus caminos»), un compromiso absoluto con Dios. Tal vez deba examinar algunas cuestiones de mi vida para asegurarme de que están, y permanecen, «totalmente» rendidas a Dios.
Versículo del día
Proverbios 3:5
'Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia.'
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