Día 222

El juicio de Dios y el nuestro

Sabiduría Salmos 94:1-11
Nuevo Testamento 1 Corintios 6:1-20
Antiguo Testamento 2 Crónicas 1:1-17

Introducción

Cuando ejercía como abogado, la mayor parte de los jueces ante los que comparecía eran extremadamente buenos. Pero recuerdo una ocasión en la que comparecí ante una juez que no lo era y fue una experiencia terrible.

Me tocaba representar al acusado en un caso penal. Solo era mi segundo caso ante un jurado y, a mis veintitrés años, obviamente me faltaba mucha experiencia. A pesar de eso, me dio la impresión de que había algo que estaba muy mal en la manera en la que la juez dirigía el juicio. No paraba de interrumpirme cada vez que intentaba interrogar a un testigo, interviniendo numerosas veces para hacer sus propias preguntas. Terminé teniendo lo que el ujier del tribunal describió como «una acalorada discusión con la juez».

El sumario que hizo la juez fue más bien un segundo alegato de acusación; mi cliente fue sentenciado y enviado a prisión. Apelamos basándonos en que el acusado tenía el derecho a un juicio justo, el cual había sido conculcado.

Cuando comparecí ante tres jueces muy vetustos del Tribunal de Apelaciones, me sentía nerviosísimo de pensar que censurarían mi «discusión acalorada con la juez». Para alivio mío, se sintieron tan horrorizados por su conducta durante el juicio como yo, por lo que anularon la sentencia original y se restauró mi confianza en el sistema legal británico.

En muchos lugares del mundo, los buenos jueces no son algo que abunde, pues no hay imperio de la ley y el resultado es una terrible injusticia. En particular, los pobres tienden a ser las víctimas, especialmente si los jueces ceden a los sobornos y la corrupción.

Sabiduría

Salmos 94:1-11

Salmo 94

1 Señor, Dios de las venganzas;
Dios de las venganzas, ¡manifiéstate!
2 Levántate, Juez de la tierra,
y dales su merecido a los soberbios.
3 ¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo
habrán de ufanarse los impíos?

4 Todos esos malhechores son unos fanfarrones;
a borbotones escupen su arrogancia.
5 A tu pueblo, Señor, lo pisotean;
¡oprimen a tu herencia!
6 Matan a las viudas y a los extranjeros;
a los huérfanos los asesinan.
7 Y hasta dicen: «El Señor no ve;
el Dios de Jacob no se da cuenta.»

8 Entiendan esto, gente necia;
¿cuándo, insensatos, lo van a comprender?
9 ¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas,
ni podrá ver el que nos formó los ojos?
10 ¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones
e instruye en el saber a todo el mundo?
11 El Señor conoce los pensamientos humanos,
y sabe que son absurdos.

Comentario

1. Juez de la tierra

El Señor Dios es el «Juez de la tierra» (v.2). Por el momento, no siempre vemos la justicia sino que vemos la maldad de los impíos (v.3), con su arrogancia y fanfarronería (v.4). Vemos cómo la gente es oprimida y pisoteada (v.5). En particular, vemos a los pobres: las viudas, los extranjeros y los huérfanos sufriendo (v.6).

El salmista clama pidiendo justicia. Dios es un Dios de justicia, Él «venga» (v.1). No se trata de una acción vindicativa sino de la respuesta apropiada y justa al mal y la iniquidad. Él dará «su merecido a los soberbios» (v.2b). Los malvados no se saldrán con la suya más, ni los pobres serán oprimidos.

El juicio de Dios es un aspecto de su amor. Él ama a los marginados y por lo tanto, actúa en su favor juzgando a sus opresores.

La injusticia es la causa de tanto sufrimiento en el mundo. Con el fin de proteger a los inocentes, es un acto de amor llevar ante la justicia a aquellos que —por ejemplo—, se benefician del tráfico sexual

A veces podemos estar tentados a pensar que «Dios no se da cuenta» o que «a Dios no le importa». Pero la realidad es que Dios, quien «nos hizo los oídos», oye; y que quien «nos formó los ojos», ve (v.9). Esto quiere decir que el juicio de Dios estará lleno de amor y será perfecto. Dios tiene un conocimiento total pues «el Señor conoce los pensamientos humanos» (v.11a) y por lo tanto puede administrar justicia perfecta, y así lo hará.

Oración

Señor, gracias porque un día veremos la justicia perfecta ejecutada por las manos del Juez Perfecto. Mientras tanto, Señor, ayúdanos a buscar justicia en esta tierra, especialmente para los marginados.
Nuevo Testamento

1 Corintios 6:1-20

Pleitos entre creyentes

6Si alguno de ustedes tiene un pleito con otro, ¿cómo se atreve a presentar demanda ante los inconversos, en vez de acudir a los creyentes? 2 ¿Acaso no saben que los creyentes juzgarán al mundo? Y si ustedes han de juzgar al mundo, ¿cómo no van a ser capaces de juzgar casos insignificantes? 3 ¿No saben que aun a los ángeles los juzgaremos? ¡Cuánto más los asuntos de esta vida! 4 Por tanto, si tienen pleitos sobre tales asuntos, ¿cómo es que nombran como jueces a los que no cuentan para nada ante la iglesia? 5 Digo esto para que les dé vergüenza. ¿Acaso no hay entre ustedes nadie lo bastante sabio como para juzgar un pleito entre creyentes? 6 Al contrario, un hermano demanda a otro, ¡y esto ante los incrédulos!

7 En realidad, ya es una grave falla el solo hecho de que haya pleitos entre ustedes. ¿No sería mejor soportar la injusticia? ¿No sería mejor dejar que los defrauden? 8 Lejos de eso, son ustedes los que defraudan y cometen injusticias, ¡y conste que se trata de sus hermanos!

9 ¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 11 Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.

La inmoralidad sexual

12 «Todo me está permitido», pero no todo es para mi bien. «Todo me está permitido», pero no dejaré que nada me domine. 13 «Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos»; así es, y Dios los destruirá a ambos. Pero el cuerpo no es para la inmoralidad sexual sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Con su poder Dios resucitó al Señor, y nos resucitará también a nosotros. 15 ¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo mismo? ¿Tomaré acaso los miembros de Cristo para unirlos con una prostituta? ¡Jamás! 16 ¿No saben que el que se une a una prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues la Escritura dice: «Los dos llegarán a ser un solo cuerpo.» 17 Pero el que se une al Señor se hace uno con él en espíritu.

18 Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. 19 ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; 20 fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.

Comentario

2. Jueces en la iglesia

En el Nuevo Testamento, la regla general es que los cristianos nunca deberían acabar pleiteando ante los tribunales de justicia entre ellos.

El apóstol Pablo estaba escandalizado por que los creyentes en Corinto se demandaban ante los tribunales los unos a los otros (v.1a). Que los creyentes se demandaran entre sí ante los «inconversos» (v.1) era un antitestimonio terrible para la iglesia. En palabras de The message: «¿Tiene algún sentido acudir a un tribunal que no sabe nada de los caminos de Dios, en vez de acudir a la familia de los cristianos?» (v.1b, MSG).

Es mejor que a uno le hagan mal o le engañen que acabar envuelto en pleitos (vv.7–8). Pablo los exhorta a que si tienen alguna disputa, arreglen el asunto entre ellos (vv.4–6).

Si es verdaderamente necesario resolver una disputa, entonces deberían designar jueces de la iglesia. Pablo señala que un día «los santos han de juzgar al mundo» (v.2, RVA-2015). Como dice The Message: *«*Llegará el día en el que el mundo comparecerá ante un jurado compuesto por los seguidores de Jesús» (v.2, MSG). Pablo sugiere que este juicio incluirá el de los ángeles caídos (v.3).

El argumento de Pablo es que si un día seremos parte de aquel gran día del juicio final, seguramente que en el presente somos capaces de juzgar casos relativamente triviales (vv.2–3). Haz todo lo posible para evitar «demandar» a otro ante los «incrédulos» (v.6).

Habrá un juicio final y «los malvados no heredarán el reino de Dios» (v.9). Pablo enumera varios tipos de pecadores; en palabras de The Message: «Aquellos que usan y abusan de los demás, usan y abusan del sexo, usan y abusan de la Tierra y todo lo que contiene, no califican como ciudadanos del Reino de Dios» (vv.9–10, MSG).

Un cierto número de aquellos para los que Pablo estaba escribiendo tuvieron que haber practicado en el pasado estilos de vida como los descritos, y tuvieron que haber estado incluidos en la lista que enumera Pablo. Pero el apóstol escribe esto: «Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios» (v.11).

Todos merecemos ser condenados en el juicio final. No tenemos de qué sentirnos auto-justificados ni de qué alardear. Por medio de la muerte de Jesús por ti, fuiste lavado, santificado y justificado. Ser justificado significa ser absuelto ante el gran tribunal de Dios. El juicio se realiza y es ahora cuando recibes ese veredicto.

Puedes tener gran confianza en el futuro, pues la muerte no es el final: «Con su poder Dios resucitó al Señor, y nos resucitará también a nosotros» (v.14). No solo puedes estar seguro de que un día serás resucitado a la vida eterna, sino que por medio de Jesús, también puedes tener la seguridad de presentarte con confianza ante el juez de toda la tierra, «santificado» y «justificado» (v.11).

Esto no significa que puedas ir y hacer lo que te plazca. Más bien al contrario. Tu cuerpo es ahora un templo del Espíritu Santo (v.19). Fuiste «comprado por un precio» (v.20) y por lo tanto has de huir «de la inmoralidad sexual» (v.18). En The Message se nos dice que «no debemos buscar el tipo de unión sexual que huya del compromiso y la intimidad dejándonos más solos que nunca» (v.16, MSG), y Pablo nos recuerda: «Su cuerpo es templo del Espíritu Santo» (v.19).

No dejes «que nada \[te\] domine» (v.12). Tu cuerpo pertenece a Dios; úsalo para honrarlo (v.20).

Oración

Señor, gracias porque soy lavado y limpiado por medio de la sangre de Jesús. Gracias porque ya he sido absuelto. Ayúdame a vivir como alguien que ha sido liberado para honrarte en todo lo que hago.
Antiguo Testamento

2 Crónicas 1:1-17

Salomón pide sabiduría

1Salomón hijo de David consolidó su reino, pues el Señor su Dios estaba con él y lo hizo muy poderoso.

2 Salomón habló con todos los israelitas, es decir, con los jefes de mil y de cien soldados, con los gobernantes y con todos los jefes de las familias patriarcales de Israel. 3 Luego, él y toda la asamblea que lo acompañaba se dirigieron al santuario de Gabaón, porque allí se encontraba la Tienda de la reunión con Dios que Moisés, siervo del Señor, había hecho en el desierto. 4 El arca de Dios se encontraba en Jerusalén, en la tienda que David le había preparado cuando la trasladó desde Quiriat Yearín, 5 pero el altar de bronce que había hecho Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, estaba en Gabaón, frente al santuario del Señor. Por eso Salomón y los israelitas fueron a ese lugar para consultar al Señor. 6 Allí, en presencia del Señor, Salomón subió al altar que estaba en la Tienda de reunión, y en él ofreció mil holocaustos. 7 Aquella noche Dios se le apareció a Salomón y le dijo:

—Pídeme lo que quieras.

8 Salomón respondió:

—Tú trataste con mucho amor a David mi padre, y a mí me has permitido reinar en su lugar. 9 Señor y Dios, cumple ahora la promesa que le hiciste a mi padre David, pues tú me has hecho rey de un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra. 10 Yo te pido sabiduría y conocimiento para gobernar a este gran pueblo tuyo; de lo contrario, ¿quién podrá gobernarlo?

11 Entonces Dios le dijo a Salomón:

—Ya que has pedido sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he hecho rey, y no has pedido riquezas ni bienes ni esplendor, y ni siquiera la muerte de tus enemigos o una vida muy larga, 12 te los otorgo. Pero además voy a darte riquezas, bienes y esplendor, como nunca los tuvieron los reyes que te precedieron ni los tendrán los que habrán de sucederte.

13 Después de esto, Salomón bajó de la Tienda de reunión, que estaba en el santuario de Gabaón, y regresó a Jerusalén, desde donde reinó sobre Israel.

14 Salomón multiplicó el número de sus caballos y de sus carros de combate; llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos, los cuales mantenía en las caballerizas y en su palacio de Jerusalén. 15 El rey hizo que la plata y el oro fueran en Jerusalén tan comunes como las piedras, y que el cedro abundara como las higueras en la llanura. 16 Los caballos de Salomón eran importados de Egipto y de Cilicia, donde los compraban los mercaderes de la corte. 17 Un carro importado de Egipto costaba seiscientas monedas de plata ; un caballo, ciento cincuenta. Además, estos carros y caballos se los vendían a todos los reyes hititas y sirios.

Comentario

3. El juicio de Salomón

¿Alguna vez te has sentido desbordado por algo que tienes que hacer? Ciertamente, a mí me pasa, como Salomón, quien se tuvo que enfrentar a una tarea ardua.

El reino de Salomón estaba firmemente establecido (v.1) cuando este se dirigió hablando a todo Israel, incluyendo a los «jueces» (v.2).

Él mismo tenía que actuar como juez; de hecho, a lo largo de la historia Salomón ha sido conocido por su buen juicio. El pueblo sentía

«un gran respeto por él, pues vieron que tenía sabiduría de Dios para administrar justicia» (1 Reyes 3:28).

¿De dónde venía esta sabiduría? Era una respuesta a su oración cuando Dios le había dicho «pídeme lo que quieras» (2 Crónicas 1:7). Él oró, lo siguiente (que yo suelo orar también): «Te pido sabiduría y conocimiento para gobernar a este gran pueblo tuyo; de lo contrario, ¿quién podrá gobernarlo?» (v.10).

«Entonces Dios le dijo a Salomón:

―Ya que has pedido sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he hecho rey, y no has pedido riquezas ni bienes ni esplendor, y ni siquiera la muerte de tus enemigos o una vida muy larga, 12 te los otorgo. Pero además voy a darte riquezas, bienes y esplendor, como nunca los tuvieron los reyes que te precedieron ni los tendrán los que habrán de sucederte» (vv.11–12).

Como Jesús enseñó: «Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas» (Mateo 6:33). Y el apóstol Santiago dijo: «Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie» (Santiago 1:5).

Oración

Señor, oro para recibir sabiduría y conocimiento tanto para aquellos que tienen que liderar y gobernar como también para mí. También oro para que suscites buenos jueces y que haya una transformación de los sistemas de justicia en todo el mundo.

Añadidos de Pippa

2 Crónicas 1:10

«Te pido sabiduría y conocimiento…»

Necesito sabiduría constantemente. Hay tantas decisiones que tomar en un solo día: lo que hago en una situación, lo que digo a alguien, si voy a un evento o no… Señor, dame hoy sabiduría.

Versículo del día

1 Corintios 6:19

'¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños.'

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Referencias

Nueva Versión Inernacional (NVI)

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