Día 19

Tu posesión más valiosa

Sabiduría Salmos 11:1-7
Nuevo Testamento Mateo 13:36-58
Antiguo Testamento Génesis 38:1-39:23

Introducción

Raj nació en el contexto de una familia brahmánica, la casta más alta en el sistema de castas de la India.

A los veintitrés años conoció a Jesucristo. Y su familia lo desheredó… Rompieron la relación con él… Para a ellos, su hijo estaba muerto. Incluso llevaron a cabo un servicio fúnebre en su nombre. Ninguno de sus padres, ni sus hermanos o hermanas, volvió a hablar con él otra vez.

Durante varias semanas deambuló por las calles de Bangalore. Prácticamente no tenía alimentos para comer. Caminaba todo el día y dormía en el parque durante la noche.

Y así, comenzó una nueva vida. Empezó a hablar de su nueva fe. Por medio de él, miles de personas encontraron a Jesús. Incluso llegó a liderar un movimiento de oración de tres millones de personas. Luego, durante varios años, tuvimos el privilegio de contar con él como director nacional de Alpha en la India. Tiempo atrás nos dijo que ha tenido una vida bendecida y que Dios ha compensado con creces sus pérdidas. Aunque dejó «todo», en Jesucristo encontró la perla de gran valor (Mateo 13:45-46).

Las relaciones son tu posesión más valiosa. Hay una relación para la que fuiste creado. Esta es la perla más valiosa de todas. Merece vender «todo» a fin de hacerse de ella.

Sabiduría

Salmos 11:1-7

Salmo 11

Al director musical. Salmo de David.

1 En el Señor hallo refugio.
 ¿Cómo, pues, se atreven a decirme:
 «Huye al monte, como las aves»?
2 Vean cómo tensan sus arcos los malvados:
 preparan las flechas sobre la cuerda
para disparar desde las sombras
 contra los rectos de corazón.
3 Cuando los fundamentos son destruidos,
 ¿qué le queda al justo?

4 El Señor está en su santo templo,
 en los cielos tiene el Señor su trono,
y atentamente observa al ser humano;
 con sus propios ojos lo examina.
5 El Señor examina a justos y a malvados,
 y aborrece a los que aman la violencia.
6 Hará llover sobre los malvados
 ardientes brasas y candente azufre;
 ¡un viento abrasador será su suerte!

7 Justo es el Señor, y ama la justicia;
 por eso los íntegros contemplarán su rostro.

Comentario

La presencia íntima de Dios

Aun en los momentos más difíciles de tu vida puedes experimentar la presencia íntima de Dios. David estaba en una crisis. Le aconsejaron huir y ocultarse en las montañas. Su respuesta fue decir: «En el Señor hallo refugio. ¿Cómo, pues, se atreven a decirme: “Huye al monte, como las aves”?» (v.1).

El salmo también concluye enfocándose en una relación con Dios, con la promesa de que los íntegros «contemplarán su rostro» (v.7). David utiliza lenguaje metafórico para ilustrar un cuadro de la presencia íntima de Dios.

Su experiencia y su deseo de una relación con Dios encierran el comienzo y el final de este salmo. No existe otro lugar seguro, nada más valioso en la vida ni nada que este mundo ofrezca que pueda compararse a la presencia íntima de Dios, contemplar su rostro.

Oración

Señor, hoy quiero refugiarme en ti. Deseo ver tu rostro. Pido que suplas los anhelos profundos de mi corazón con tu presencia íntima.
Nuevo Testamento

Mateo 13:36-58

Explicación de la parábola de la mala hierba

36 Una vez que se despidió de la multitud, entró en la casa. Se le acercaron sus discípulos y le pidieron:

—Explícanos la parábola de la mala hierba del campo.

37 —El que sembró la buena semilla es el Hijo del hombre —les respondió Jesús—. 38 El campo es el mundo, y la buena semilla representa a los hijos del reino. La mala hierba son los hijos del maligno, 39 y el enemigo que la siembra es el diablo. La cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

40 »Así como se recoge la mala hierba y se quema en el fuego, ocurrirá también al fin del mundo. 41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar. 42 Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. 43 Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol. El que tenga oídos, que oiga.

Parábolas del tesoro escondido y de la perla

44 »El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.

45 »También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. 46 Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.

Parábola de la red

47 »También se parece el reino de los cielos a una red echada al lago, que recoge peces de toda clase. 48 Cuando se llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y recogen en canastas los peces buenos, y desechan los malos. 49 Así será al fin del mundo. Vendrán los ángeles y apartarán de los justos a los malvados, 50 y los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes.

51 —¿Han entendido todo esto? —les preguntó Jesús.

—Sí —respondieron ellos.

Entonces concluyó Jesús:

52 —Todo maestro de la ley que ha sido instruido acerca del reino de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene guardado saca tesoros nuevos y viejos.

Un profeta sin honra

53 Cuando Jesús terminó de contar estas parábolas, se fue de allí. 54 Al llegar a su tierra, comenzó a enseñar a la gente en la sinagoga.

—¿De dónde sacó éste tal sabiduría y tales poderes milagrosos? —decían maravillados—. 55 ¿No es acaso el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María; y no son sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? 56 ¿No están con nosotros todas sus hermanas? ¿Así que de dónde sacó todas estas cosas?

57 Y se escandalizaban a causa de él. Pero Jesús les dijo:

—En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra y en su propia casa.

58 Y por la incredulidad de ellos, no hizo allí muchos milagros.

Comentario

Conocer al Hijo de Dios

Algunas personas buscan de forma desesperada y entonces encuentran a Jesús. Otras, como yo, casi se tropiezan en el camino hacia el encuentro. Pero cuando uno halla el tesoro, bien merece la pena dejarlo todo.

En medio de la parábola de la mala hierba y la de la red, Jesús narra dos parábolas breves (vv.44-46). La única diferencia entre las dos es que en un caso la persona busca activamente (v.45) y en el otro pareciera tropezarse con ello (v.44). En ambas situaciones hay algo de mucho valor («tesoro» v.44, «perlas finas» v.45). Valió la pena «vender todo lo que tenía» (vv.44,46).

Ahí es donde se halla la verdadera «alegría» (v.44), el verdadero «tesoro» (v.44) y el «gran valor». El reino de los cielos consiste principalmente en conocer al Rey. Todo consiste en Jesús y cómo respondemos a él. Es la perla de gran valor que Raj y millones de personas han descubierto.

Al contemplar la maldad en el mundo, ¿te preguntas por qué Dios no la soluciona de forma directa eliminándola por completo? En la parábola de la mala hierba el siervo quiere arrancarla, pero el dueño se rehúsa (vv.28-29) pues ha de venir un juicio (vv.36-43, 47-50).

Jesús advierte sobre el destino de quienes hacen pecar y de todos aquellos que obran maldad (vv.41,49-50). Afirma que la mala hierba será arrancada (v.41) y echada «al horno de fuego» (vv.49-50). Promete que un día «los justos» (justificados con Dios a través de Jesús) «brillarán como el sol en el reino de su Padre» (v.43). Es tu relación con Dios la que hace que brilles y esto significa que un día brillarás como el sol en el reino de Dios.

Pero él no permitirá aún la destrucción de todo lo malo. Quiere reunir todo el trigo en su granero. Permite de forma deliberada un retraso hasta «el fin del mundo» (v.39), de modo que más gente tenga tiempo para responder a la buena noticia de Jesús y así encontrar la posesión más valiosa.

Oración

Señor, gracias porque la perla de gran valor es la relación contigo. Mantenme cerca de ti y ayúdame a evitar todo lo que me aparte de dicha relación.
Antiguo Testamento

Génesis 38:1-39:23

Judá y Tamar

38Por esos días, Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir a la casa de un hombre llamado Hirá, residente del pueblo de Adulán. 2 Allí Judá conoció a una mujer, hija de un cananeo llamado Súa, y se casó con ella. Luego de tener relaciones con él, 3 ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er. 4 Tiempo después volvió a concebir, y dio a luz otro hijo, al que llamó Onán. 5 Pasado el tiempo tuvo otro hijo, al que llamó Selá, el cual nació en Quezib.

6 Judá consiguió para Er, su hijo mayor, una esposa que se llamaba Tamar. 7 Pero al Señorno le agradó la conducta del primogénito de Judá, y le quitó la vida. 8 Entonces Judá le dijo a Onán: «Cásate con la viuda de tu hermano y cumple con tu deber de cuñado; así le darás descendencia a tu hermano.» 9 Pero Onán sabía que los hijos que nacieran no serían reconocidos como suyos. Por eso, cada vez que tenía relaciones con ella, derramaba el semen en el suelo, y así evitaba que su hermano tuviera descendencia. 10 Esta conducta ofendió mucho al Señor, así que también a él le quitó la vida. 11 Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar: «Quédate como viuda en la casa de tu padre, hasta que mi hijo Selá tenga edad de casarse.» Pero en realidad Judá pensaba que Selá podría morirse, lo mismo que sus hermanos. Así que Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.

12 Después de mucho tiempo, murió la esposa de Judá, la hija de Súa. Al concluir el tiempo de duelo, Judá fue al pueblo de Timnat para esquilar sus ovejas. Lo acompañó su amigo Hirá, el adulanita. 13 Cuando Tamar se enteró de que su suegro se dirigía hacia Timnat para esquilar sus ovejas, 14 se quitó el vestido de viuda, se cubrió con un velo para que nadie la reconociera, y se sentó a la entrada del pueblo de Enayin, que está en el camino a Timnat. Esto lo hizo porque se dio cuenta de que Selá ya tenía edad de casarse y aún no se lo daban a ella por esposo.

15 Cuando Judá la vio con el rostro cubierto, la tomó por una prostituta. 16 No sabiendo que era su nuera, se acercó a la orilla del camino y le dijo:

—Deja que me acueste contigo.

—¿Qué me das si te digo que sí? —le preguntó ella.

17 —Te mandaré uno de los cabritos de mi rebaño —respondió Judá.

—Está bien —respondió ella—, pero déjame algo en garantía hasta que me lo mandes.

18 —¿Qué prenda quieres que te deje? —preguntó Judá.

—Dame tu sello y su cordón, y el bastón que llevas en la mano —respondió Tamar.

Judá se los entregó, se acostó con ella y la dejó embarazada. 19 Cuando ella se levantó, se fue inmediatamente de allí, se quitó el velo y volvió a ponerse la ropa de viuda.

20 Más tarde, Judá envió el cabrito por medio de su amigo adulanita, para recuperar las prendas que había dejado con la mujer; pero su amigo no dio con ella. 21 Entonces le preguntó a la gente del lugar:

—¿Dónde está la prostituta de Enayin, la que se sentaba junto al camino?

—Aquí nunca ha habido una prostituta así —le contestaron.

22 El amigo regresó adonde estaba Judá y le dijo:

—No la pude encontrar. Además, la gente del lugar me informó que allí nunca había estado una prostituta como ésa.

23 —Que se quede con las prendas —replicó Judá—; no es cuestión de que hagamos el ridículo. Pero que quede claro: yo le envié el cabrito, y tú no la encontraste.

24 Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente:

—Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada.

—¡Sáquenla y quémenla! —exclamó Judá.

25 Pero cuando la estaban sacando, ella mandó este mensaje a su suegro: «El dueño de estas prendas fue quien me embarazó. A ver si reconoce usted de quién son este sello, el cordón del sello, y este bastón.»

26 Judá los reconoció y declaró: «Su conducta es más justa que la mía, pues yo no la di por esposa a mi hijo Selá.» Y no volvió a acostarse con ella.

27 Cuando llegó el tiempo de que Tamar diera a luz, resultó que tenía mellizos en su seno. 28 En el momento de nacer, uno de los mellizos sacó la mano; la partera le ató un hilo rojo en la mano, y dijo: «Éste salió primero.» 29 Pero en ese momento el niño metió la mano, y salió primero el otro. Entonces la partera dijo: «¡Cómo te abriste paso!» Por eso al niño lo llamaron Fares. 30 Luego salió su hermano, con el hilo rojo atado en la mano, y lo llamaron Zera.

José y la esposa de Potifar

39Cuando José fue llevado a Egipto, los ismaelitas que lo habían trasladado allá lo vendieron a Potifar, un egipcio que era funcionario del faraón y capitán de su guardia. 2 Ahora bien, el Señorestaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio, 3 éste se dio cuenta de que el Señorestaba con José y lo hacía prosperar en todo. 4 José se ganó la confianza de Potifar, y éste lo nombró mayordomo de toda su casa y le confió la administración de todos sus bienes. 5 Por causa de José, el Señorbendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del Señorse extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo. 6 Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan sólo se preocupaba por lo que tenía que comer.

José tenía muy buen físico y era muy atractivo. 7 Después de algún tiempo, la esposa de su patrón empezó a echarle el ojo y le propuso:

—Acuéstate conmigo.

8 Pero José no quiso saber nada, sino que le contestó:

—Mire, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí. 9 En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme con usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?

10 Y por más que ella lo acosaba día tras día para que se acostara con ella y le hiciera compañía, José se mantuvo firme en su rechazo.

11 Un día, en un momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente, José entró en la casa para cumplir con sus responsabilidades. 12 Entonces la mujer de Potifar lo agarró del manto y le rogó: «¡Acuéstate conmigo!»

Pero José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa. 13 Al ver ella que él había dejado el manto en sus manos y había salido corriendo, 14 llamó a los siervos de la casa y les dijo: «¡Miren!, el hebreo que nos trajo mi esposo sólo ha venido a burlarse de nosotros. Entró a la casa con la intención de acostarse conmigo, pero yo grité con todas mis fuerzas. 15 En cuanto me oyó gritar, salió corriendo y dejó su manto a mi lado.»

16 La mujer guardó el manto de José hasta que su marido volvió a su casa. 17 Entonces le contó la misma historia: «El esclavo hebreo que nos trajiste quiso aprovecharse de mí. 18 Pero en cuanto grité con todas mis fuerzas, salió corriendo y dejó su manto a mi lado.»

19 Cuando el patrón de José escuchó de labios de su mujer cómo la había tratado el esclavo, se enfureció 20 y mandó que echaran a José en la cárcel donde estaban los presos del rey.

Pero aun en la cárcel 21 el Señorestaba con él y no dejó de mostrarle su amor. Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel, 22 el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía. 23 Como el Señorestaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada de lo que dejaba en sus manos.

Comentario

Experimentar la bendición de Dios

Tus circunstancias actuales ¿están lejos de lo ideal? ¿Te sientes constreñido por ellas? ¿Desearías tener un nuevo trabajo, vivir en un sitio distinto, o tener una relación diferente? Sean cuales fueren tus circunstancias, este pasaje muestra que si permaneces fiel a Dios puedes experimentar su presencia, su favor y su bendición justo allí donde te encuentras.

Aquí vemos un contraste entre la infidelidad y la hipocresía de Judá y la fidelidad de José al afrontar la tentación sexual.

Judá, que estaba vulnerable pues acababa de morir su esposa, cayó en pecado. Su propia nuera, Tamar, se disfrazó de incógnito como prostituta y él se acostó con ella. Como prenda, le dejó su sello, su cordón y su bastón. Ella quedó embarazada (38:1-18).

Al enterarse de que su nuera había sido culpable de prostitución quedándose embarazada como resultado, Judá dijo: «¡Sáquenla y quémenla!» (v.24). Ella entonces mostró lo que él le había dejado: «… este sello, el cordón del sello, y este bastón» (v.25). Judá fue sorprendido y se dio cuenta de su propia hipocresía y su pecado (v.26).

La gracia de Dios es extraordinaria. Fares, uno de los hijos que nació como resultado de este incidente, se menciona en la genealogía de Jesús (ver Mateo 1:3). En su gracia, Dios usa para bien aquello que el diablo se propuso para mal.

El pecado de Judá se contrasta con la rectitud de José. «El Señor estaba con José y las cosas le salían muy bien» (Génesis 39:2). Potifar, al ver que el Señor estaba con José y le daba éxito en todo lo que hacía, lo puso a cargo de toda su casa (v.4). Como resultado, el Señor bendijo dicho hogar (v.5).

La expresión «El Señor estaba con José» aparece cuatro veces en este pasaje (39:2,3,21,23). No obstante, el hecho de que el Señor esté contigo no impide que enfrentes la tentación. José enfrentó gran tentación. La esposa de Potifar intentó seducirlo para que se acostara con ella, pero él se negó rotundamente.

Entendía que ceder ante dicha tentación implicaba un pecado contra Dios y Potifar, su empleador: «¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?» (v.9). No solo rehusó acostarse con ella sino que también rechazó estar cerca de la tentación (v.10).

José nos muestra un gran ejemplo sobre cómo lidiar con la tentación. La mejor manera de resistir la tentación es huir de ella (2 Timoteo 2:22). Si enfrentas gran tentación, toma medidas radicales. Como José, ¡huye!

La esposa de Potifar lo agarró de su manto y le dijo nuevamente: «“¡Acuéstate conmigo!” Pero José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa» (Génesis 39:12).

Observa el contraste con Judá. Este dejó su sello, su cordón y su bastón en manos de Tamar. Eran la prueba de su culpabilidad. José abandonó su manto en las manos de la esposa de Potifar. Ella lo uso para probar la culpa de José, aunque en realidad era la prueba de su inocencia.

Pese al hecho de que «el Señor estaba con José» y haber resistido la tentación, sufrió una terrible injusticia (v.19 en adelante), terminando confinado en una prisión (v.20). Perdió la capacidad de moverse libremente pero no perdió su libertad.

El Señor estaba con él incluso en la cárcel. «Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel» (v.21). Este oficial «puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía» (v.22). «Como el Señor estaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía» (v.23).

Tus circunstancias quizá no sean óptimas. Por ejemplo, podrías sentir como si estuvieras en prisión, o estar literalmente encarcelado, o confinado como prisionero en tu empleo, tu problema de salud, una relación difícil u otras circunstancias. Pero en medio de todo esto, si permaneces fiel a Dios, experimentarás su presencia junto a ti, su favor ante los ojos de los demás y su bendición en tu vida. Esta es la «perla \[…\] de gran valor» (Mateo 13:45-46). Es tu posesión más valiosa.

Oración

Señor, gracias porque incluso cuando las cosas parecen salir mal y surgen las pruebas y las tentaciones, sé que estás conmigo y puedo experimentar tu bendición en mi vida.

Añadidos de Pippa

Pippa añade:

No se puede mantener a buena persona en el fracaso. Dios estaba con José aun cuando todo salía mal. No tenía que rescatarlo forzosamente de su situación particular sino que la utilizó para bien. Dios obraba en el carácter de José. Todo formaba parte de su preparación.

Versículo del día

Génesis 39:23

'Como el Señorestaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada de lo que dejaba en sus manos.'

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Referencias

Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. ‘NIV’ is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.

Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel

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