La luz de la sonrisa de bendición de Dios está sobre ti
Introducción
Pippa y yo estuvimos hace poco participando en un evento organizado por la comunidad Loretto en Salzburgo, Austria. ¡Fue una ocasión muy inspiradora! En la celebración del día de Pentecostés, 6 000 jóvenes llenos del Espíritu Santo y adorando a Jesús, abarrotaron la catedral de Salzburgo. Era como una luz brillante en medio de la oscuridad espiritual que tanto vemos en Europa hoy en día.
En mi vida, he pasado por tiempos de oscuridad. San Juan de la Cruz habló de la «noche oscura del alma». Hubo tiempos de oscuridad para el pueblo de Dios, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Ha habido períodos oscuros en la historia de la iglesia, pero la luz del evangelio nunca se ha extinguido. La luz de Jesús siempre eclipsará la oscuridad de alrededor (Juan 1:5). Tienes esa luz dentro de ti por el Espíritu Santo y dondequiera que vayas llevas una luz más grande que la oscuridad que te rodea.
Salmos 80:8-19
8 De Egipto trajiste una vid;
expulsaste a los pueblos paganos, y la plantaste.
9 Le limpiaste el terreno,
y ella echó raíces y llenó la tierra.
10 Su sombra se extendía hasta las montañas,
su follaje cubría los más altos cedros.
11 Sus ramas se extendieron hasta el Mediterráneo
y sus renuevos hasta el Éufrates.
12 ¿Por qué has derribado sus muros?
¡Todos los que pasan le arrancan uvas!
13 Los jabalíes del bosque la destruyen,
los animales salvajes la devoran.
14 ¡Vuélvete a nosotros, oh Dios Todopoderoso!
¡Asómate a vernos desde el cielo
y brinda tus cuidados a esta vid!
15 ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra!
¡Es el vástago que has criado para ti!
16 Tu vid está derribada, quemada por el fuego;
a tu reprensión perece tu pueblo.
17 Bríndale tu apoyo al hombre de tu diestra,
al ser humano que para ti has criado.
18 Nosotros no nos apartaremos de ti;
reavívanos, e invocaremos tu nombre.
19 Restáuranos, Señor, Dios Todopoderoso;
haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
y sálvanos.
Comentario
1. La luz de la sonrisa de Dios
El padre Raniero Cantalamessa es famoso, entre otras cosas, por su sonrisa. Su rostro brilla como una luz, especialmente cuando sonríe. Como dijo la Madre Teresa: «La sonrisa es el comienzo del amor».
¡Qué asombroso es pensar en la luz de la sonrisa de Dios que brilla sobre ti! No solo Dios está contigo, sino que también puedes disfrutar de Su favor. En palabras de The Message, el salmista ora:
«Sonríe con tu risa de bendición:
Ésa será nuestra salvación» (v.19, MSG).
El pueblo de Israel se estaba enfrentando claramente a tiempos oscuros. La «vid» (vv.8,14) es una imagen de la nación de Israel. Dios sacó a los hijos de Israel de Egipto, los cuidaba como una vid.
Pero ahora los muros del viñedo parecen derribados (v.12). Parece que la vid es cortada y quemada con fuego (v.16a). «¡Todos los que pasan le arrancan uvas! \[…\] los animales salvajes la devoran» (vv.12-13). La gente está pereciendo.
El salmista clama a Dios: «… reavívanos, e invocaremos tu nombre.
Restáuranos, Señor, Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos» (vv.18-19).
Al mirar el estado de la iglesia en este país, vemos que sus muros han sido derribados. Parece estar en una situación desesperada. Pero Dios ha restaurado y restablecido a su pueblo en el pasado, así que puede hacerlo de nuevo hoy. ¡Clama por un avivamiento!
Oración
Hechos 24:1-27
El proceso ante Félix
24Cinco días después, el sumo sacerdote Ananías bajó a Cesarea con algunos de los ancianos y un abogado llamado Tértulo, para presentar ante el gobernador las acusaciones contra Pablo. 2 Cuando se hizo comparecer al acusado, Tértulo expuso su caso ante Félix:
—Excelentísimo Félix, bajo su mandato hemos disfrutado de un largo período de paz, y gracias a la previsión suya se han llevado a cabo reformas en pro de esta nación. 3 En todas partes y en toda ocasión reconocemos esto con profunda gratitud. 4 Pero a fin de no importunarlo más, le ruego que, con la bondad que lo caracteriza, nos escuche brevemente. 5 Hemos descubierto que este hombre es una plaga que por todas partes anda provocando disturbios entre los judíos. Es cabecilla de la secta de los nazarenos. 6 Incluso trató de profanar el templo; por eso lo prendimos. 8 Usted mismo, al interrogarlo, podrá cerciorarse de la verdad de todas las acusaciones que presentamos contra él.
9 Los judíos corroboraron la acusación, afirmando que todo esto era cierto. 10 Cuando el gobernador, con un gesto, le concedió la palabra, Pablo respondió:
—Sé que desde hace muchos años usted ha sido juez de esta nación; así que de buena gana presento mi defensa. 11 Usted puede comprobar fácilmente que no hace más de doce días que subí a Jerusalén para adorar. 12 Mis acusadores no me encontraron discutiendo con nadie en el templo, ni promoviendo motines entre la gente en las sinagogas ni en ninguna otra parte de la ciudad. 13 Tampoco pueden probarle a usted las cosas de que ahora me acusan. 14 Sin embargo, esto sí confieso: que adoro al Dios de nuestros antepasados siguiendo este Camino que mis acusadores llaman secta, pues estoy de acuerdo con todo lo que enseña la ley y creo lo que está escrito en los profetas. 15 Tengo en Dios la misma esperanza que estos hombres profesan, de que habrá una resurrección de los justos y de los injustos. 16 En todo esto procuro conservar siempre limpia mi conciencia delante de Dios y de los hombres.
17 »Después de una ausencia de varios años, volví a Jerusalén para traerle donativos a mi pueblo y presentar ofrendas. 18 En esto estaba, habiéndome ya purificado, cuando me encontraron en el templo. No me acompañaba ninguna multitud, ni estaba implicado en ningún disturbio. 19 Los que me vieron eran algunos judíos de la provincia de Asia, y son ellos los que deberían estar delante de usted para formular sus acusaciones, si es que tienen algo contra mí. 20 De otro modo, estos que están aquí deberían declarar qué delito hallaron en mí cuando comparecí ante el Consejo, 21 a no ser lo que exclamé en presencia de ellos: “Es por la resurrección de los muertos por lo que hoy me encuentro procesado delante de ustedes.”
22 Entonces Félix, que estaba bien informado del Camino, suspendió la sesión.
—Cuando venga el comandante Lisias, decidiré su caso —les dijo.
23 Luego le ordenó al centurión que mantuviera custodiado a Pablo, pero que le diera cierta libertad y permitiera que sus amigos lo atendieran.
24 Algunos días después llegó Félix con su esposa Drusila, que era judía. Mandó llamar a Pablo y lo escuchó hablar acerca de la fe en Cristo Jesús. 25 Al disertar Pablo sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix tuvo miedo y le dijo: «¡Basta por ahora! Puedes retirarte. Cuando sea oportuno te mandaré llamar otra vez.» 26 Félix también esperaba que Pablo le ofreciera dinero; por eso mandaba llamarlo con frecuencia y conversaba con él.
27 Transcurridos dos años, Félix tuvo como sucesor a Porcio Festo, pero como Félix quería congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.
Comentario
2. La luz del evangelio
«La luz del evangelio» brillaba en todos los lugares adonde Pablo iba; pero no todos podían verla. Pablo escribió: «El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2 Corintios 4:4).
Aquellos fueron tiempos de oscuridad en la vida de Pablo, pasó por ser encarcelado y juzgado. El fiscal Tertulo es el ejemplo de un jurista servil y adulador. Halagó al gobernador así: «Excelentísimo Félix, bajo su mandato hemos disfrutado de un largo período de paz, y gracias a la previsión suya se han llevado a cabo reformas en pro de esta nación» (Hechos 24:2).
Después de sus adulaciones vinieron las falsas acusaciones sobre Pablo, al sugerir que «anda provocando divisiones entre los judíos, y que es cabecilla de la secta de los nazarenos» (v.5, DHH). La fe cristiana fue descrita como una «secta» (v.5) de la misma forma en que algunas personas hoy en día pueden desestimar la iglesia al considerarla «una secta religiosa».
Pablo hace su defensa (v.10 en adelante). Primero aborda las acusaciones específicas, negando aquello que no es cierto y admitiendo lo que es verdad. Así, admite ser seguidor de Jesús («este Camino», v.14) y aclara lo que sucedió en su audiencia ante el Consejo o Sanedrín (v.21). (A veces es útil establecer cuáles son los hechos reales).
Pablo muestra la ortodoxia de sus creencias. Adora al Dios de la historia (v.14a) y cree en todo el contenido de las Escrituras (v.14b). Comparte la esperanza judía de la resurrección (v.15) y afirma que cree todo lo que está de acuerdo con la Ley y que está escrito en los Profetas, y asegura tener la misma esperanza en Dios que los fariseos al mencionar que «habrá una resurrección de los justos y de los injustos» (v.15). Recalca su conciencia limpia (v.16), los «donativos a \[su\] pueblo» (v.17) y su inocencia (v.18).
Su juez, Félix, no era necesariamente malo, pero era débil, vacilante, indeciso y tenía motivaciones políticas. No quería condenar a un hombre inocente, pero tampoco tenía el coraje para liberarlo. Como un juez débil, asustado por las palabras de Pablo cuando no sabía qué hacer, simplemente aplazó el procedimiento (v.25).
Mantuvo a Pablo en la cárcel por dos años esperando un soborno. Posteriormente, Felix no lo liberó por razones políticas (v.27) a pesar de que se había nombrado un nuevo gobernador y no había posibilidad de obtener una ganancia económica de parte de Pablo, . Utilizó el retraso como una estrategia para evitar tomar una decisión.
Pero no decidir es una decisión en sí misma: la de meter a un hombre inocente en la cárcel. No podemos evitar nuestra responsabilidad en la indecisión. La indecisión es en sí misma una decisión de no actuar. Es una decisión mantener el statu quo, lo cual es una acción que tiene consecuencias.
Pablo aprovechó todas las oportunidades para hacer brillar la luz del evangelio. Siempre que podía hablaba «acerca de la fe en Cristo Jesús» (v.24).
Oración
2 Reyes 10:1-11:21
Jehú extermina a la familia de Acab
10Acab tenía setenta hijos, los cuales vivían en Samaria. Por tanto, Jehú escribió cartas y las envió a Samaria, es decir, a las autoridades de la ciudad, a los ancianos y a los protectores de los hijos de Acab. En las cartas decía:
2 «Ustedes cuentan con los hijos de Acab, y con los carros de combate y sus caballos, con una ciudad fortificada, y con un arsenal. Así que tan pronto como reciban esta carta, 3 escojan al más capaz y más noble de los hijos de Acab, y pónganlo en el trono de su padre. Pero prepárense para luchar por la familia de su rey.»
4 Ellos se aterrorizaron y dijeron: «Si dos reyes no pudieron hacerle frente, ¿cómo podremos hacerlo nosotros?» 5 Por lo tanto, el administrador del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los protectores le enviaron este mensaje a Jehú: «Nosotros somos sus servidores, y haremos lo que usted nos diga. No haremos rey a nadie. Haga usted lo que mejor le parezca.» 6 Entonces Jehú les escribió otra carta, en la que decía: «Si ustedes están de mi parte y de veras están dispuestos a obedecerme, vengan a Jezrel mañana a esta hora y tráiganme las cabezas de los hijos de Acab.»
Los setenta príncipes vivían con las familias más notables de la ciudad, pues éstas los criaban. 7 Cuando llegó la carta, prendieron a todos los príncipes y los decapitaron. Luego echaron las cabezas en unos cestos y se las enviaron a Jehú, que estaba en Jezrel. 8 Un mensajero llegó y le dijo a Jehú que habían traído las cabezas de los príncipes. Entonces Jehú ordenó que las pusieran en dos montones a la entrada de la ciudad, y que las dejaran allí hasta el día siguiente.
9 Por la mañana, Jehú salió y, presentándose ante todo el pueblo, confesó: «¡Ustedes son inocentes! ¡Yo fui el que conspiró contra mi señor! ¡Yo lo maté! Pero ¿quién ha matado a todos éstos? 10 Sepan, pues, que nada de lo que el Señor ha dicho contra la familia de Acab dejará de cumplirse. En efecto, el Señor ha hecho lo que había prometido por medio de su siervo Elías.» 11 Dicho esto, Jehú mató a todos los que quedaban de la familia de Acab en Jezrel, y a todos sus dignatarios, sus amigos íntimos y sus sacerdotes. No dejó a ninguno de ellos con vida.
12 Después emprendió la marcha contra Samaria y, al llegar a Bet Équed de los Pastores, 13 se encontró con unos parientes de Ocozías, rey de Judá.
—¿Quiénes son ustedes? —les preguntó.
—Somos parientes de Ocozías; hemos venido a visitar a la familia real.
14 —¡Captúrenlos vivos! —ordenó Jehú.
Así lo hicieron, y después los degollaron junto al pozo de Bet Équed. Eran cuarenta y dos hombres; Jehú no dejó vivo a ninguno de ellos.
15 Al dejar ese lugar, Jehú se encontró con Jonadab hijo de Recab, que había ido a verlo. Jehú lo saludó y le preguntó:
—¿Me eres leal, como yo lo soy contigo?
—Lo soy —respondió Jonadab.
Jehú replicó:
—Si es así, dame la mano.
Jonadab le dio la mano, y Jehú, haciéndolo subir con él a su carro, 16 le dijo:
—Ven conmigo, para que veas el celo que tengo por el Señor.
Y lo llevó en su carro. 17 Tan pronto como Jehú llegó a Samaria, exterminó a la familia de Acab, matando a todos los que quedaban allí, según la palabra que el Señor le había dado a conocer a Elías.
Jehú elimina a los adoradores de Baal
18 Entonces Jehú reunió a todo el pueblo y dijo: «Acab adoró a Baal con pocas ganas; Jehú lo hará con devoción. 19 Llamen, pues, a todos los profetas de Baal, junto con todos sus ministros y sacerdotes. Que no falte ninguno de ellos, pues voy a ofrecerle a Baal un sacrificio grandioso. Todo el que falte, morirá.» En realidad, Jehú no era sincero, pues tenía el propósito de eliminar a los adoradores de Baal.
20 Luego dio esta orden: «Convoquen una asamblea en honor de Baal.» Y así se hizo. 21 Como Jehú envió mensajeros por todo Israel, vinieron todos los que servían a Baal, sin faltar ninguno. Eran tantos los que llegaron, que el templo de Baal se llenó de un extremo a otro. 22 Jehú le ordenó al encargado del guardarropa que sacara las vestiduras para los adoradores de Baal, y así lo hizo.
23 Cuando Jehú y Jonadab hijo de Recab entraron en el templo de Baal, Jehú les dijo a los congregados: «Asegúrense de que aquí entre ustedes no haya siervos del Señor, sino sólo de Baal.» 24 Entonces pasaron para ofrecer sacrificios y holocaustos.
Ahora bien, Jehú había apostado una guardia de ochenta soldados a la entrada, con esta advertencia: «Ustedes me responden por estos hombres. El que deje escapar a uno solo de ellos, lo pagará con su vida.» 25 Así que tan pronto como terminó de ofrecer el holocausto, Jehú ordenó a los guardias y oficiales: «¡Entren y mátenlos! ¡Que no escape nadie!» Y los mataron a filo de espada y los echaron fuera. Luego los guardias y los oficiales entraron en el santuario del templo de Baal, 26 sacaron la piedra sagrada que estaba allí, y la quemaron. 27 Además de tumbar la piedra sagrada, derribaron el templo de Baal y lo convirtieron en un muladar, y así ha quedado hasta el día de hoy.
28 De este modo Jehú erradicó de Israel el culto a Baal. 29 Sin embargo, no se apartó del pecado que Jeroboán hijo de Nabat hizo cometer a los israelitas, es decir, el de rendir culto a los becerros de oro en Betel y en Dan.
30 El Señor le dijo a Jehú: «Has actuado bien. Has hecho lo que me agrada, pues has llevado a cabo lo que yo me había propuesto hacer con la familia de Acab. Por lo tanto, durante cuatro generaciones tus descendientes ocuparán el trono de Israel.» 31 Sin embargo, Jehú no cumplió con todo el corazón la ley del Señor, Dios de Israel, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hizo pecar a los israelitas.
32 Por aquel tiempo, el Señor comenzó a reducir el territorio israelita. Jazael atacó el país por todas las fronteras: 33 desde el Jordán hacia el este, toda la región de Galaad, ocupada por las tribus de Gad, Rubén y Manasés; y desde la ciudad de Aroer, junto al arroyo Arnón, hasta las regiones de Galaad y Basán.
34 Los demás acontecimientos del reinado de Jehú, y todo lo que hizo y todo su poderío, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 35 Jehú murió y fue sepultado en Samaria. Y su hijo Joacaz lo sucedió en el trono. 36 Jehú reinó en Samaria sobre Israel durante veintiocho años.
Atalía y Joás
11Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, tomó medidas para eliminar a toda la familia real. 2 Pero Josaba, que era hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, raptó a Joás hijo de Ocozías cuando los príncipes estaban a punto de ser asesinados. Metiéndolo en un dormitorio con su nodriza, logró esconderlo de Atalía, de modo que no lo mataron. 3 Seis años estuvo Joás escondido con su nodriza en el templo del Señor, mientras Atalía reinaba en el país.
4 En el séptimo año, el sacerdote Joyadá mandó llamar a los capitanes, a los quereteos y a los guardias, para que se presentaran ante él en el templo del Señor. Allí en el templo hizo un pacto con ellos y les tomó juramento. Luego les mostró al hijo del rey, 5 y les dio estas órdenes: «Hagan lo siguiente: Una tercera parte de los que están de servicio el sábado vigilará el palacio real; 6 otra tercera parte, la puerta de Sur; y la otra tercera parte, la puerta detrás del cuartel. Harán la guardia del templo por turnos. 7 Los dos grupos que están libres el sábado protegerán al rey en el templo del Señor. 8 Arma en mano, rodeen por completo al rey; y si alguien se atreve a penetrar las filas, mátenlo. ¡No dejen solo al rey, vaya donde vaya!»
9 Los capitanes cumplieron con todo lo que el sacerdote Joyadá les había ordenado. Cada uno reunió a sus hombres, tanto a los que estaban de servicio el sábado como a los que estaban libres, y se presentaron ante Joyadá. 10 Éste repartió entre los capitanes las lanzas y los escudos del rey David, que estaban guardados en el templo del Señor. 11 Arma en mano, los guardias tomaron sus puestos alrededor del rey, cerca del altar, y desde el lado sur hasta el lado norte del templo.
12 Entonces Joyadá sacó al hijo del rey, le puso la corona y le entregó una copia del pacto. Luego lo ungieron, y todos aplaudieron, gritando: «¡Viva el rey!»
13 Cuando Atalía oyó la gritería de los guardias y de la tropa, fue al templo del Señor, donde estaba la gente. 14 Al ver que el rey estaba de pie junto a la columna, como era la costumbre, y que los capitanes y músicos estaban a su lado, y que toda la gente tocaba alegre las trompetas, Atalía se rasgó las vestiduras y gritó: «¡Traición! ¡Traición!»
15 Entonces el sacerdote Joyadá, como no quería que la mataran en el templo del Señor, ordenó a los capitanes que estaban al mando de las fuerzas: «Sáquenla de entre las filas; y si alguien se pone de su lado, ¡mátenlo a filo de espada!» 16 Así que la apresaron y la llevaron al palacio por la puerta de la caballería, y allí la mataron.
17 Luego Joyadá hizo un pacto entre el Señor, el rey y la gente para que fueran el pueblo del Señor; también hizo un pacto entre el rey y el pueblo. 18 Entonces toda la gente fue al templo de Baal y lo derribó. Destruyeron los altares y los ídolos, y enfrente de los altares degollaron a Matán, sacerdote de Baal.
El sacerdote Joyadá apostó guardias en el templo del Señor 19 y, acompañado de los capitanes y de los quereteos, los guardias y todo el pueblo, llevó al rey desde el templo del Señor hasta el palacio real. Entraron juntos por la puerta del cuartel, y Joás se sentó en el trono real. 20 Todo el pueblo estaba alegre, y tranquila la ciudad, pues habían matado a Atalía a filo de espada en el palacio.
21 Joás tenía siete años cuando ascendió al trono.
Comentario
3. La luz de los jóvenes
Soul Survivor supervisa varios festivales cristianos de verano para jóvenes. Solo este año, más de 30 000 jóvenes asistirán a sus festivales en el Reino Unido. Hace cuatro años, Pippa y yo tuvimos el privilegio de visitar uno de sus eventos. Fue muy emocionante ver la fe, la pasión y el entusiasmo de aquellos jóvenes. ¡Es una gran señal de esperanza para el futuro!
Al igual que con el evento de la catedral de Salzburgo, es una luz que brilla en el horizonte. Aunque se vean cosas malas por todos lados, hay esperanza en que la generación venidera lo hará mejor.
Si piensas que estás viviendo en un mundo oscuro, estudia este pasaje y verás que hubo momentos en la historia que son igual de malos o peores.
Aquel fue otro período oscuro en la historia del pueblo de Israel. Fue un tiempo en el que ocurrieron hechos horrendos, como la matanza de los setenta príncipes cuyas cabezas estaban apiladas en dos montones en las puertas de la ciudad (10:7-8); y también hubo otras masacres (v.17). Jehú fue honrado por no comportarse como el peor de los reyes de Israel, según el precedente sentado por el rey Acab. En particular, Jehú destruyó el culto de Baal en Israel.
Sin embargo, no se apartó del precedente sentado por el rey Jeroboán (la adoración al becerro de oro, v.29). En palabras de The Message, «no se cuidó de andar en los caminos de Dios y honrar al Dios de Israel con un corazón indiviso» (v.31a, MSG).
En Judá las cosas no parecían mejores y Atalía intentó eliminar a toda la familia real (11:1). Pero Dios protegió a Joás, de la misma manera que protegió a Moisés y a Jesús: Josaba lo raptó «metiéndolo en un dormitorio con su nodriza, logró esconderlo de Atalía, de modo que no lo mataron. Seis años estuvo Joás escondido con su nodriza en el templo del Señor, mientras Atalía reinaba en el país» (vv.2-3).
Más tarde, «Joyadá sacó al hijo del rey, le puso la corona y le entregó una copia del pacto. Luego lo ungieron, y todos aplaudieron, gritando: “¡Viva el rey!”» (v.12). Después de esto, el rey «se sentó en el trono real. Todo el pueblo estaba alegre, y tranquila la ciudad, pues habían matado a Atalía a filo de espada en el palacio» (vv.19-20).
Joás tenía solo siete años cuando ascendió al trono (v.21), pero este joven trajo esperanza para el futuro (ver 2 Reyes 12 y 2 Crónicas 24), de la misma manera en que tan a menudo vemos esperanza en los jóvenes. Una vez más, Dios mantuvo una luz brillando incluso en los tiempos más oscuros.
Oración
Añadidos de Pippa
2 Reyes 10:31
«Sin embargo, Jehú no cumplió con todo el corazón la ley del Señor, Dios de Israel».
Es difícil permanecer comprometido de todo corazón todo el tiempo. Piensa lo que Jehú pudo haber logrado para Dios si lo hubiera hecho.
Versículo del día
Salmo 80:18-19
'Nosotros no nos apartaremos de ti; reavívanos, e invocaremos tu nombre. Restáuranos, Señor, Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.'
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Referencias
Nueva Versión Inernacional (NVI)
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