Día 167

Seguir a Dios y no oponerse a Él

Sabiduría Salmos 74:10-17
Nuevo Testamento Hechos 10:23-11:18
Antiguo Testamento 1 Reyes 1:12-2:12

Introducción

Recuerdo perfectamente cuando Alpha comenzó en la Iglesia católica. El obispo Ambrose de Newcastle y Hexham oyó acerca de lo que estaba pasando con Alpha en algunas iglesias anglicanas. Se interesó y quiso averiguar más, pero no quería que nos enteráramos de su interés, ¡así que envió dos sacerdotes católicos de incógnito a una conferencia Alpha en Londres! Estos regresaron a sus parroquias para comenzar a hacer Alpha con mucho éxito.

Como resultado de aquello, el cardenal Hume nos invitó a dar una conferencia para católicos en la catedral de Westminster. El lugar estaba atiborrado con 450 sacerdotes y laicos. Alguna gente se mostró muy crítica con el hecho de que nosotros estuviéramos haciendo una conferencia para católicos. Una o dos iglesias amenazaron incluso con dejar de hacer Alpha si seguíamos adelante con la conferencia. Visto en retrospectiva, parece bastante extraordinario que alguien pudiera poner objeciones, pero en aquel momento nos causó cierta preocupación.

La primera noche de la conferencia se dio un gran derramamiento del Espíritu Santo con unos cantos en lenguas como nunca habíamos oído antes. Aquella noche, al regresar a casa, leí el pasaje de hoy: «Si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros al creer en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para pretender estorbar a Dios?» (Hechos 11:17). Era el mismo Espíritu Santo que se derramaba en ellos igual que lo había hecho sobre nosotros. Me di cuenta de que si no seguíamos trabajando juntos, nos estaríamos oponiendo a Dios.

Oponerse a Dios es la cosa más tonta que puede hacer un ser humano. Jesús recibió oposición: «Lo mataron, colgándolo de un madero, pero Dios lo resucitó al tercer día y dispuso que se apareciera» (10:39–40). En contraste, el privilegio más maravilloso que un ser humano puede tener es ser seguidor de Jesús de Nazaret a quien «lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder» (10:38).

Sabiduría

Salmos 74:10-17

10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario?
¿Por siempre insultará tu nombre el enemigo?
11 ¿Por qué retraes tu mano, tu mano derecha?
¿Por qué te quedas cruzado de brazos?

12 Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos;
tú traes salvación sobre la tierra.

13 Tú dividiste el mar con tu poder;
les rompiste la cabeza a los monstruos marinos.
14 Tú aplastaste las cabezas de Leviatán
y lo diste por comida a las jaurías del desierto.
15 Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos;
secaste ríos de inagotables corrientes.
16 Tuyo es el día, tuya también la noche;
tú estableciste la luna y el sol;
17 trazaste los límites de la tierra,
y creaste el verano y el invierno.

Comentario

1. El poder de Dios

Cuando te enfrentas a la oposición, es bueno recordar el poder de Dios. El salmista es confrontado por enemigos que están injuriando el nombre de Dios (v.10). Recuerda el poder de Dios, primero en su propia vida (v.12) y después sobre toda la creación (vv.13–17).

Estos versículos se basan en la rica mitología del antiguo Oriente Próximo. La creación era vista como la victoria de los dioses sobre las fuerzas del caos y la destrucción, a menudo representadas como el mar enfurecido y el «monstruo», también llamado «Leviatán» (vv.13–14). El sol y la luna eran adorados como dioses. Pero en este salmo el autor se aparta de esos mitos y declara que fue Dios quien creó y estableció el mundo, poniendo orden en la nada y «estableciendo la luna y el sol» (v.16).

Siempre está presente la tentación de hacer «otras cosas» más importantes que tu relación con Dios. La devoción a «otros dioses» fue una de las tentaciones y debilidades principales del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Este salmo nos recuerda quién es Dios y por qué sería tonto oponerse a Dios yéndose tras de otros dioses.

Oración

Señor, gracias porque eres el único Dios verdadero que trae la salvación a la tierra. Ayúdame a resistir la tentación de hacer que otras cosas sean más importantes que Tú en mi vida.
Nuevo Testamento

Hechos 10:23-11:18

23 Entonces Pedro los invitó a pasar y los hospedó.

Pedro en casa de Cornelio

Al día siguiente, Pedro se fue con ellos acompañado de algunos creyentes de Jope. 24 Un día después llegó a Cesarea. Cornelio estaba esperándolo con los parientes y amigos íntimos que había reunido. 25 Al llegar Pedro a la casa, Cornelio salió a recibirlo y, postrándose delante de él, le rindió homenaje. 26 Pero Pedro hizo que se levantara, y le dijo:

—Ponte de pie, que sólo soy un hombre como tú.

27 Pedro entró en la casa conversando con él, y encontró a muchos reunidos.

28 Entonces les habló así:

—Ustedes saben muy bien que nuestra ley prohíbe que un judío se junte con un extranjero o lo visite. Pero Dios me ha hecho ver que a nadie debo llamar impuro o inmundo. 29 Por eso, cuando mandaron por mí, vine sin poner ninguna objeción. Ahora permítanme preguntarles: ¿para qué me hicieron venir?

30 Cornelio contestó:

—Hace cuatro días a esta misma hora, las tres de la tarde, estaba yo en casa orando. De repente apareció delante de mí un hombre vestido con ropa brillante, 31 y me dijo: “Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de tus obras de beneficencia. 32 Por lo tanto, envía a alguien a Jope para hacer venir a Simón, apodado Pedro, que se hospeda en casa de Simón el curtidor, junto al mar.” 33 Así que inmediatamente mandé a llamarte, y tú has tenido la bondad de venir. Ahora estamos todos aquí, en la presencia de Dios, para escuchar todo lo que el Señor te ha encomendado que nos digas.

34 Pedro tomó la palabra, y dijo:

—Ahora comprendo que en realidad para Dios no hay favoritismos, 35 sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia. 36 Dios envió su mensaje al pueblo de Israel, anunciando las buenas nuevas de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. 37 Ustedes conocen este mensaje que se difundió por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan. 38 Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. 39 Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. Lo mataron, colgándolo de un madero, 40 pero Dios lo resucitó al tercer día y dispuso que se apareciera, 41 no a todo el pueblo, sino a nosotros, testigos previamente escogidos por Dios, que comimos y bebimos con él después de su resurrección. 42 Él nos mandó a predicar al pueblo y a dar solemne testimonio de que ha sido nombrado por Dios como juez de vivos y muertos. 43 De él dan testimonio todos los profetas, que todo el que cree en él recibe, por medio de su nombre, el perdón de los pecados.

44 Mientras Pedro estaba todavía hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban el mensaje. 45 Los defensores de la circuncisión que habían llegado con Pedro se quedaron asombrados de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los gentiles, 46 pues los oían hablar en lenguas y alabar a Dios. Entonces Pedro respondió:

47 —¿Acaso puede alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?

48 Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron que se quedara con ellos algunos días.

Pedro explica su comportamiento

11Los apóstoles y los hermanos de toda Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. 2 Así que cuando Pedro subió a Jerusalén, los defensores de la circuncisión lo criticaron 3 diciendo:

—Entraste en casa de hombres incircuncisos y comiste con ellos.

4 Entonces Pedro comenzó a explicarles paso a paso lo que había sucedido:

5 —Yo estaba orando en la ciudad de Jope y tuve en éxtasis una visión. Vi que del cielo descendía algo parecido a una gran sábana que, suspendida por las cuatro puntas, bajaba hasta donde yo estaba. 6 Me fijé en lo que había en ella, y vi cuadrúpedos, fieras, reptiles y aves. 7 Luego oí una voz que me decía: “Levántate, Pedro; mata y come.” 8 Repliqué: “¡De ninguna manera, Señor! Jamás ha entrado en mi boca nada impuro o inmundo.” 9 Por segunda vez insistió la voz del cielo: “Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro.” 10 Esto sucedió tres veces, y luego todo volvió a ser llevado al cielo.

11 »En aquel momento se presentaron en la casa donde yo estaba tres hombres que desde Cesarea habían sido enviados a verme. 12 El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. También fueron conmigo estos seis hermanos, y entramos en la casa de aquel hombre. 13 Él nos contó cómo en su casa se le había aparecido un ángel que le dijo: “Manda a alguien a Jope para hacer venir a Simón, apodado Pedro. 14 Él te traerá un mensaje mediante el cual serán salvos tú y toda tu familia.”

15 »Cuando comencé a hablarles, el Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como al principio descendió sobre nosotros. 16 Entonces recordé lo que había dicho el Señor: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo.” 17 Por tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros al creer en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para pretender estorbar a Dios?

18 Al oír esto, se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo:

—¡Así que también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!

Comentario

2. El Espíritu de Dios

El Espíritu Santo guio a Pedro hasta la casa de Cornelio mediante una visión. Cuando llegó allí, descubrió que Dios también había hablado a Cornelio mediante una visión. Al escuchar esto, Pedro «tomó la palabra» (10:34), como dice *The Message «*prorrumpió en anunciar la buena noticia» (10:34, MSG) \[la buena noticia de la paz alcanzada por medio de Jesucristo que es Señor de todo (v.36)\].

La palabra griega para «paz» recoge el significado de la palabra hebrea «shalom». Significa mucho más que la ausencia de hostilidad. Significa «compleción», «solidez», «bienestar» y «todo tipo de bendiciones y parabienes». Significa armonía y concordia entre las personas, así como bienestar espiritual y vivir bajo el favor de Dios.

La buena noticia es que tienes paz con Dios por medio de Jesucristo. La muerte de Jesús en la cruz te reconcilió con Dios, pues él hizo la paz y tú la has recibido como don.

También deberías ser un pacificador al buscar llevar a otros a la paz con Dios a la vez que traes la paz a tu hogar, a tu lugar de trabajo, a tus vecinos y a tu nación.

Pedro prosigue hablando de «cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (v.38). Les habló acerca de la cruz y la resurrección, de la fe y el perdón de los pecados (v.43).

Mientras Pedro estaba aún proclamando la buena nueva de Jesús, el Espíritu Santo vino a todos los que escucharon el mensaje (v.44). «Los defensores de la circuncisión que habían llegado con Pedro se quedaron asombrados de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los gentiles» (v.45).

Sabían que aquello era el derramamiento del Espíritu Santo porque lo que había sucedido a los apóstoles en el día de Pentecostés era lo que le estaba sucediendo ahora a aquel grupo: «pues los oían hablar en lenguas y alabar a Dios» (v.46).

La respuesta de Pedro fue: «¿Acaso puede alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?» (v.47).

Las noticias se propagaron rápidamente, los creyentes judíos estaban preocupados porque «codearse» con aquellos «no judíos» pudiera arruinar su buen nombre (11:3, MSG).

Aquellos que no estuvieron allí en aquel momento lo «criticaron» (v.2). Pero Pedro lo explica (v.4) contado la historia de cómo fue guiado por el Espíritu: «El Espíritu me dijo…» (v.12).

Sigue así: «Cuando comencé a hablarles, el Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como al principio descendió sobre nosotros. Entonces recordé lo que había dicho el Señor: “Juan bautizó con\[a\] agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”. Por tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros al creer en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para pretender estorbar a Dios?» (vv.15–17).

«Al oír esto, se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo: ―¡Así que también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!!”» (v.18).

La explicación de Pedro fue una respuesta a las críticas. A veces cuando eres criticado, la respuesta consiste simplemente en dar una explicación.

Oración

Señor, gracias porque vemos cómo el mismo don del Espíritu Santo es dado a todos los que creen en Ti, sin importar a qué parte de la iglesia pertenezcan o de qué organización vengan. Oro para que nunca nos hallemos en la situación de oponernos a Ti sino en la de seguir la guía de tu Espíritu Santo.
Antiguo Testamento

1 Reyes 1:12-2:12

12 Pues si quieres salvar tu vida y la de tu hijo Salomón, déjame darte un consejo: 13 Ve a presentarte ante el rey David, y dile: “¿Acaso no le había jurado Su Majestad a esta servidora suya que mi hijo Salomón lo sucedería en el trono? ¿Cómo es que ahora el rey es Adonías?” 14 Mientras tú estés allí, hablando con el rey, yo entraré para confirmar tus palabras.»

15 Betsabé se dirigió entonces a la habitación del rey. Como éste ya era muy anciano, lo atendía Abisag la sunamita. 16 Al llegar Betsabé, se arrodilló ante el rey, y éste le preguntó:

—¿Qué quieres?

17 —Mi señor juró por el Señor su Dios a esta servidora suya —contestó Betsabé—, que mi hijo Salomón sucedería en el trono a Su Majestad. 18 Pero ahora resulta que Adonías se ha proclamado rey a espaldas de Su Majestad. 19 Ha sacrificado una gran cantidad de toros, terneros engordados y ovejas, y ha invitado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, general del ejército; sin embargo, no invitó a Salomón, que es un fiel servidor de Su Majestad. 20 Mi señor y rey, todo Israel está a la expectativa y quiere que usted le diga quién lo sucederá en el trono. 21 De lo contrario, tan pronto como Su Majestad muera, mi hijo Salomón y yo seremos acusados de alta traición.

22 Mientras Betsabé hablaba con el rey, llegó el profeta Natán, 23 y el rey se enteró de su llegada. Entonces Natán se presentó ante el rey y, arrodillándose, 24 le dijo:

—Mi señor y rey, ¿acaso ha decretado usted que Adonías lo suceda en el trono? 25 Pregunto esto porque él ha ido hoy a sacrificar una gran cantidad de toros, terneros engordados y ovejas. Además, ha invitado a todos los hijos de Su Majestad, a los comandantes del ejército y al sacerdote Abiatar, y allí están todos ellos comiendo y bebiendo, y gritando en su presencia: “¡Viva el rey Adonías!” 26 Sin embargo, no me invitó a mí, que estoy al servicio de Su Majestad, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaías hijo de Joyadá, ni a Salomón, que es un fiel servidor de Su Majestad. 27 ¿Será posible que mi señor y rey haya hecho esto sin dignarse comunicarles a sus servidores quién lo sucederá en el trono?

David proclama rey a Salomón

28 Al oír esto, el rey David ordenó:

—¡Llamen a Betsabé!

Ella entró y se quedó de pie ante el rey. 29 Entonces el rey le hizo este juramento:

—Tan cierto como que vive el Señor, que me ha librado de toda angustia, 30 te aseguro que hoy cumpliré lo que te juré por el Señor, el Dios de Israel. Yo te prometí que tu hijo Salomón me sucederá en el trono y reinará en mi lugar.

31 Betsabé se inclinó ante el rey y, postrándose rostro en tierra, exclamó:

—¡Que viva para siempre mi señor el rey David!

32 David ordenó:

—Llamen al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías hijo de Joyadá.

Cuando los tres se presentaron ante el rey, 33 éste les dijo:

—Tomen con ustedes a los funcionarios de la corte, monten a mi hijo Salomón en mi propia mula, y llévenlo a Guijón 34 para que el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo unjan como rey de Israel. Toquen luego la trompeta, y griten: “¡Viva el rey Salomón!” 35 Después de eso, regresen con él para que ocupe el trono en mi lugar y me suceda como rey, pues he dispuesto que sea él quien gobierne a Israel y a Judá.

36 —¡Que así sea! —le respondió Benaías hijo de Joyadá—. ¡Que así lo confirme el Señor, Dios de Su Majestad! 37 Que así como el Señor estuvo con Su Majestad, esté también con Salomón; ¡y que engrandezca su trono aún más que el trono de mi señor el rey David!

38 El sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaías hijo de Joyadá, y los quereteos y los peleteos, montaron a Salomón en la mula del rey David y lo escoltaron mientras bajaban hasta Guijón. 39 Allí el sacerdote Sadoc tomó el cuerno de aceite que estaba en el santuario, y ungió a Salomón. Tocaron entonces la trompeta, y todo el pueblo gritó: «¡Viva el rey Salomón!» 40 Luego, todos subieron detrás de él, tocando flautas y lanzando gritos de alegría. Era tal el estruendo, que la tierra temblaba.

41 Adonías y todos sus invitados estaban por terminar de comer cuando sintieron el estruendo. Al oír el sonido de la trompeta, Joab preguntó:

—¿Por qué habrá tanta bulla en la ciudad?

42 Aún estaba hablando cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar.

—¡Entra! —le dijo Adonías—. Un hombre respetable como tú debe traer buenas noticias.

43 —¡No es así! —exclamó Jonatán—. Nuestro señor el rey David ha nombrado rey a Salomón. 44 También ha ordenado que el sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaías hijo de Joyadá, con los quereteos y los peleteos, monten a Salomón en la mula del rey. 45 Sadoc y Natán lo han ungido como rey en Guijón. Desde allí han subido lanzando gritos de alegría, y la ciudad está alborotada. A eso se debe tanta bulla. 46 Además, Salomón se ha sentado en el trono real, 47 y los funcionarios de la corte han ido a felicitar a nuestro señor, el rey David. Hasta le desearon que su Dios hiciera el nombre de Salomón más famoso todavía que el de David, y que engrandeciera el trono de Salomón más que el suyo. Ante eso, el rey se inclinó en su cama 48 y dijo: “¡Alabado sea el Señor, Dios de Israel, que hoy me ha concedido ver a mi sucesor sentarse en mi trono!”

49 Al oír eso, todos los invitados de Adonías se levantaron llenos de miedo y se dispersaron. 50 Adonías, por temor a Salomón, se refugió en el santuario, en donde se agarró de los cuernos del altar. 51 No faltó quien fuera a decirle a Salomón:

—Adonías tiene miedo de Su Majestad y está agarrado de los cuernos del altar. Ha dicho: “¡Quiero que hoy mismo jure el rey Salomón que no condenará a muerte a este servidor suyo!”

52 Salomón respondió:

—Si demuestra que es un hombre de honor, no perderá ni un cabello de su cabeza; pero si se le sorprende en alguna maldad, será condenado a muerte.

53 Acto seguido, el rey Salomón mandó que lo trajeran. Cuando Adonías llegó, se inclinó ante el rey Salomón, y éste le ordenó que se fuera a su casa.

Últimas instrucciones de David

2David ya estaba próximo a morir, así que le dio estas instrucciones a su hijo Salomón:

2 «Según el destino que a todos nos espera, pronto partiré de este mundo. ¡Cobra ánimo y pórtate como hombre! 3 Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas, 4 y el Señor cumplirá esta promesa que me hizo: “Si tus descendientes cuidan su conducta y me son fieles con toda el alma y de todo corazón, nunca faltará un sucesor tuyo en el trono de Israel.”

5 »Ahora bien, tú mismo sabes que Joab hijo de Sarvia derramó sangre en tiempo de paz como si estuviera en guerra, y mató a Abner hijo de Ner y a Amasá hijo de Jéter, los dos comandantes de los ejércitos israelitas, manchándose así de sangre las manos. 6 Por tanto, usa la cabeza y no lo dejes llegar a viejo y morir en paz. 7 En cambio, sé bondadoso con los hijos de Barzilay de Galaad y permíteles comer en tu mesa, pues ellos me ampararon cuando huía de tu hermano Absalón.

8 »También encárgate de Simí hijo de Guerá, ese benjaminita de Bajurín que me lanzó terribles maldiciones cuando me dirigía a Majanayin. Es cierto que, cuando fue al Jordán a recibirme, le juré por el Señor que no lo condenaría a muerte. 9 Sin embargo, no tienes ya por qué perdonarle la vida. Tú eres inteligente, y sabrás qué hacer con él; aunque ya está viejo, hazlo sufrir una muerte sangrienta.»

10 David murió y fue sepultado en la ciudad que lleva su nombre. 11 Había reinado siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén, así que en total reinó en Israel cuarenta años. 12 Lo sucedió en el trono su hijo Salomón, y así se consolidó firmemente su reino.

Comentario

3. La unción de Dios

Salomón fue el sucesor de David ungido por Dios. Sadoc y el profeta

Natán le ungieron rey de Israel (1:34).

Adonías cometió el error de intentar erigirse en Rey sin someterse a Dios. «Se llenó de ambición y dijo: “¡Yo voy a ser rey!”» (v.5). Es una cosa tonta ignorar a Dios; en este caso significaba oponerse a los planes de Dios para Salomón, por lo que no tuvo éxito.

David dio este encargo a su sucesor ungido: «Según el destino que a todos nos espera, pronto partiré de este mundo. ¡Cobra ánimo y pórtate como hombre! Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas» (2:2–3).

Las palabras de David son un gran recordatorio para nosotros. La unción de Dios con el Espíritu Santo para todos los creyentes no contradice tu necesidad de obedecer la palabra de Dios. La obediencia a la Palabra de Dios (v.3a) debe estar acompañada de la unción de Dios (v.3b). El Espíritu Santo te ha sido dado para darte la capacidad y el poder de obedecer la palabra de Dios.

Ni David ni Salomón, ni ningún otro rey de Israel, fueron capaces de guardar los mandamientos y decretos de Dios a la perfección. Solo lo hizo Jesús —el Rey Davídico definitivo— quien es el Rey ungido totalmente obediente y eterno. Él es quien es «fiel \[a Dios\] con toda el alma y de todo corazón» (v.4).

Como Eugene Peterson escribe en The Message, el Libro de los Reyes es «una incesante exposición de fracasos». Pero Dios continúa haciendo que Su propósito soberano se cumpla, con frecuencia de una manera silenciosa y escondida. La soberanía de Dios nunca es anulada, ni siquiera por los líderes con los defectos y pecados más grandes (los reyes). Esto significa que puedes confiar en su soberanía en tu vida, tu iglesia y tu cultura.

Oración

Señor, ayúdame a seguir a Jesús, a quien Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder. Necesito el poder y la unción de tu Espíritu Santo para enfrentarme a la «oposición y los enemigos». Ayúdame a ser fuerte y a andar por tus caminos, marchando con fidelidad ante Ti con todo mi corazón y mi alma (v.4).

Añadidos de Pippa

1 Reyes 1:1–2

«El rey David era ya tan anciano y tan entrado en años que, por más que lo abrigaban, no conseguía entrar en calor. Por eso sus servidores le dijeron: “Busquemos a una joven soltera para que atienda a Su Majestad y lo cuide, y se acueste a su lado para darle calor”».

Comprendo al rey David, pues soy muy sensible al frío. No estoy segura de cuál fue la solución adoptada por David; ¡lo que yo preferiría sería tener una bolsa de agua caliente!

Versículo del día

Hechos 10:43

'De él dan testimonio todos los profetas, que todo el que cree en él recibe, por medio de su nombre, el perdón de los pecados.'

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Nueva Versión Inernacional (NVI)

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