Día 160

Sé fiel

Sabiduría Proverbios 14:15-24
Nuevo Testamento Hechos 5:12-42
Antiguo Testamento 2 Samuel 14:1-15:12

Introducción

Un grupo de 23 misioneros surcoreanos fueron capturados por los talibanes en Afganistán en el 2007. Estaban aterrados; los talibanes separaron el grupo, aislándolos y confiscando sus bienes. Una de las mujeres surcoreanas se las arregló para quedarse con su Biblia. La partió en veintitrés pedazos y secretamente le dio a cada uno de ellos un pedazo; de manera que, allá donde estuvieran, pudieran leer una parte de las Escrituras cuando nadie los estuviera mirando.

El grupo sabía que los talibanes habían resuelto matarlos de uno en uno. Y así, fueron entregando sus vidas otra vez a Jesús diciendo: «Señor, si quieres que muera por ti, lo haré». Luego, el pastor señaló: «He hablado con los talibanes porque van a empezar a matarnos y le he dicho a sus líderes que si alguien muere, yo he de ser el primero porque soy su pastor». Otro de ellos replicó: «No, porque yo también soy pastor y soy tu anciano. Yo he de morir primero».

A esto respondió el pastor: «Tú no estás ordenado, yo sí, así que muero primero». Y así fue, murió primero. Otros dos fueron ejecutados antes de que el resto fuera finalmente rescatado. Habían demostrado una extraordinaria lealtad hacia Dios y entre ellos.

La lealtad es una combinación de amor y fidelidad. Es una cualidad que suele faltar en nuestra sociedad hoy en día. La deslealtad destruye familias, iglesias, negocios, partidos políticos e incluso naciones.

Sabiduría

Proverbios 14:15-24

15 El ingenuo cree todo lo que le dicen;
el prudente se fija por dónde va.

16 El sabio teme al Señor y se aparta del mal,
pero el necio es arrogante y se pasa de confiado.

17 El iracundo comete locuras,
pero el prudente sabe aguantar.

18 Herencia de los inexpertos es la necedad;
corona de los prudentes, el conocimiento.

19 Los malvados se postrarán ante los buenos;
los impíos, ante el tribunal de los justos.

20 Al pobre hasta sus amigos lo aborrecen,
pero son muchos los que aman al rico.

21 Es un pecado despreciar al prójimo;
¡dichoso el que se compadece de los pobres!

22 Pierden el camino los que maquinan el mal,
pero hallan amor y verdad los que hacen el bien.

23 Todo esfuerzo tiene su recompensa,
pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza.

24 La corona del sabio es su sabiduría;
la de los necios, su necedad.

Comentario

1. Fidelidad a Dios en tus planes

Nuestra primera lealtad se debe a Dios. Su favor está sobre aquellos que son «buenos» (v.19).

El libro de Proverbios está lleno de sabiduría práctica. Te anima, por ejemplo, a discernir lo que crees: «El ingenuo cree todo lo que le dicen; el prudente se fija por dónde va» (v.15). En última instancia, la sabiduría consiste en cómo nos relacionamos con Dios: «El sabio teme al Señor y se aparta del mal» (v.16).

«Temer al Señor» es una actitud sana de respeto y lealtad. Significa incluirlo en todos nuestros planes. Tenemos que ser muy cuidadosos con los planes que hacemos, asegurarnos que sean para bien y no para mal. Al final, hasta «los malvados se postrarán ante los buenos» (v.19).

«Hallan amor y verdad los que hacen el bien*»* (v.22b). La palabra «encontrar» se traduce a veces como «mostrar», y ambas son verdad. Aquellos cuyo plan es bueno, no solo hallarán amor y lealtad, sino que mostrarán amor y lealtad también. En el corazón de la lealtad se encuentra el mostrar amor y fidelidad. Esto se contrasta con aquellos que egoístamente traman el mal y se descarrían.

Oración

Señor, ayúdame a hacer planes sabios y fieles a Dios. Que como comunidad de gente leal a Dios, siempre planeemos lo que es bueno y encontremos amor y fidelidad.
Nuevo Testamento

Hechos 5:12-42

Los apóstoles sanan a muchas personas

12 Por medio de los apóstoles ocurrían muchas señales y prodigios entre el pueblo; y todos los creyentes se reunían de común acuerdo en el Pórtico de Salomón. 13 Nadie entre el pueblo se atrevía a juntarse con ellos, aunque los elogiaban. 14 Y seguía aumentando el número de los que creían y aceptaban al Señor. 15 Era tal la multitud de hombres y mujeres, que hasta sacaban a los enfermos a las plazas y los ponían en colchonetas y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos. 16 También de los pueblos vecinos a Jerusalén acudían multitudes que llevaban personas enfermas y atormentadas por espíritus malignos, y todas eran sanadas.

Persiguen a los apóstoles

17 El sumo sacerdote y todos sus partidarios, que pertenecían a la secta de los saduceos, se llenaron de envidia. 18 Entonces arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel común. 19 Pero en la noche un ángel del Señor abrió las puertas de la cárcel y los sacó. 20 «Vayan —les dijo—, preséntense en el templo y comuniquen al pueblo todo este mensaje de vida.»

21 Conforme a lo que habían oído, al amanecer entraron en el templo y se pusieron a enseñar. Cuando llegaron el sumo sacerdote y sus partidarios, convocaron al Consejo, es decir, a la asamblea general de los ancianos de Israel, y mandaron traer de la cárcel a los apóstoles. 22 Pero al llegar los guardias a la cárcel, no los encontraron. Así que volvieron con el siguiente informe: 23 «Encontramos la cárcel cerrada, con todas las medidas de seguridad, y a los guardias firmes a las puertas; pero cuando abrimos, no encontramos a nadie adentro.»

24 Al oírlo, el capitán de la guardia del templo y los jefes de los sacerdotes se quedaron perplejos, preguntándose en qué terminaría todo aquello. 25 En esto, se presentó alguien que les informó: «¡Miren! Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el templo y siguen enseñando al pueblo.» 26 Fue entonces el capitán con sus guardias y trajo a los apóstoles sin recurrir a la fuerza, porque temían ser apedreados por la gente. 27 Los condujeron ante el Consejo, y el sumo sacerdote les reclamó:

28 —Terminantemente les hemos prohibido enseñar en ese nombre. Sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas, y se han propuesto echarnos la culpa a nosotros de la muerte de ese hombre.

29 —¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! —respondieron Pedro y los demás apóstoles—. 30 El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo de un madero. 31 Por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. 32 Nosotros somos testigos de estos acontecimientos, y también lo es el Espíritu Santo que Dios ha dado a quienes le obedecen.

33 A los que oyeron esto se les subió la sangre a la cabeza y querían matarlos. 34 Pero un fariseo llamado Gamaliel, maestro de la ley muy respetado por todo el pueblo, se puso de pie en el Consejo y mandó que hicieran salir por un momento a los apóstoles. 35 Luego dijo: «Hombres de Israel, piensen dos veces en lo que están a punto de hacer con estos hombres. 36 Hace algún tiempo surgió Teudas, jactándose de ser alguien, y se le unieron unos cuatrocientos hombres. Pero lo mataron y todos sus seguidores se dispersaron y allí se acabó todo. 37 Después de él surgió Judas el galileo, en los días del censo, y logró que la gente lo siguiera. A él también lo mataron, y todos sus secuaces se dispersaron. 38 En este caso les aconsejo que dejen a estos hombres en paz. ¡Suéltenlos! Si lo que se proponen y hacen es de origen humano, fracasará; 39 pero si es de Dios, no podrán destruirlos, y ustedes se encontrarán luchando contra Dios.»

Se dejaron persuadir por Gamaliel. 40 Entonces llamaron a los apóstoles y, luego de azotarlos, les ordenaron que no hablaran más en el nombre de Jesús. Después de eso los soltaron.

41 Así, pues, los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre. 42 Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías.

Comentario

2. Fidelidad a Jesús en nuestras palabras

Al salir los apóstoles a predicar las buenas nuevas, realizaron muchos señales milagrosas y prodigios entre la gente. «Y seguía aumentando el número de los que confiaban en el Señor» (v.14). Como resultado «la multitud \[…\] sacaban a los enfermos \[…\] y todas (las personas) eran sanadas» (vv.15–16).

Tristemente, su éxito llevó aparejados los «celos» de los líderes religiosos (v.17). Una vez más vemos cómo la envidia es una gran tentación para aquellos de nosotros que somos percibidos como religiosos. Por su envidia arrestaron a los apóstoles metiéndoles en la cárcel (v.18). Pero Dios de nuevo hizo un milagro, envió el ángel del Señor para que abriera las puertas de la cárcel y los sacara.

Llenos de ánimo obedecieron este mandamiento: «Vayan, preséntense en el templo y comuniquen al pueblo todo este mensaje de vida» (v.20).

Cuando fueron sorprendidos haciendo exactamente lo mismo por lo que habían sido arrestados originariamente, los volvieron a detener para presentarlos ante el Consejo (el Sanedrín) para ser interrogados por el sumo sacerdote quien les dijo: «Terminantemente les hemos prohibido enseñar en ese nombre. Sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas, y se han propuesto echarnos la culpa a nosotros de la muerte de ese hombre» (v.28).

Pedro y los otros apóstoles fueron fieles a Dios y a su llamado. Respondieron: «¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!» (v.29).

Jesús declaró: «Denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios» (Mateo 22:21). Al decir esto definió los límites de la autoridad de los seres humanos y nuestra lealtad a ellos. Cuando entra en conflicto con la fidelidad a Dios, la preferencia es para Dios. Siguieron predicando el evangelio por su lealtad a Dios, incluso cuando los estaban juzgando.

Aquel breve sermón de solo tres versículos (Hechos 5:30–32), es todo acerca de Jesús. Es asombroso que fueran capaces de abarcar tanto en unas palabras tan cortas. Predican sobre la cruz, la resurrección y la exaltación de Jesús. Proclaman a Jesús como Príncipe y Salvador. El discurso incluye una descripción del camino para la salvación: arrepentimiento y perdón de los pecados.

Además, incluyeron a toda la Trinidad: Dios Padre («El Dios de nuestros antepasados», v.30), Dios Hijo («Jesús», v.30) y Dios «el Espíritu Santo» (v.32). Este sermón produjo tal furia que, como los misioneros surcoreanos tuvieron que enfrentarse a la amenaza de la muerte.

Pero en la providencia de Dios había un hombre sabio en el Sanedrín, un fariseo llamado Gamaliel, quien señaló a sus colegas (dando ejemplos de la historia reciente): «En este caso les aconsejo que dejen a estos hombres en paz. ¡Suéltenlos! Si lo que se proponen y hacen es de origen humano, fracasará; pero, si es de Dios, no podrán destruirlos, y ustedes se encontrarán luchando contra Dios» (vv.38–39).

Aunque sus palabras los persuadieron para liberarlos, los apóstoles fueron azotados y «les ordenaron que no hablaran más en el nombre de Jesús» (v.40).

Una vez más, con una lealtad y una valentía extraordinaria a Dios y a su llamado, «los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre. Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías» (vv.41–42).

Oración

Señor, oro para que seamos inspirados con ejemplo de los apóstoles y de los misioneros surcoreanos que siguieron sus pasos. Que nunca dejemos de enseñar y proclamar la buena noticia de que Jesús es el Mesías.
Antiguo Testamento

2 Samuel 14:1-15:12

Absalón regresa a Jerusalén

14Joab hijo de Sarvia se dio cuenta de que el rey extrañaba mucho a Absalón. 2 Por eso mandó traer a una mujer muy astuta, la cual vivía en Tecoa, y le dijo:

—Quiero que te vistas de luto, y que no te eches perfume, sino que finjas estar de duelo, como si llevaras mucho tiempo llorando la muerte de alguien.

3 Luego Joab le ordenó presentarse ante el rey, explicándole antes lo que tenía que decirle. 4 Cuando aquella mujer de Tecoa se presentó ante el rey, le hizo una reverencia y se postró rostro en tierra.

—¡Ayúdeme, Su Majestad! —exclamó.

5 —¿Qué te pasa? —le preguntó el rey.

—Soy una pobre viuda —respondió ella—; mi esposo ha muerto. 6 Esta servidora de Su Majestad tenía dos hijos, los cuales se pusieron a pelear en el campo. Como no había nadie que los separara, uno de ellos le asestó un golpe al otro y lo mató. 7 Pero ahora resulta que toda la familia se ha puesto en contra de esta servidora de Su Majestad. Me exigen que entregue al asesino para que lo maten, y así vengar la muerte de su hermano, aunque al hacerlo eliminen al heredero. La verdad es que de esa manera apagarían la última luz de esperanza que me queda, y dejarían a mi esposo sin nombre ni descendencia sobre la tierra.

8 —Regresa a tu casa, que yo me encargaré de este asunto —respondió el rey.

9 Pero la mujer de Tecoa replicó:

—Su Majestad, que la culpa caiga sobre mí y sobre mi familia, y no sobre el rey ni su trono.

10 —Si alguien te amenaza —insistió el rey—, tráemelo para que no vuelva a molestarte.

11 Entonces ella le suplicó:

—¡Ruego a Su Majestad invocar al Señor su Dios, para que quien deba vengar la muerte de mi hijo no aumente mi desgracia matando a mi otro hijo!

—¡Tan cierto como que el Señor vive —respondió el rey—, juro que tu hijo no perderá ni un solo cabello!

12 Pero la mujer siguió diciendo:

—Permita Su Majestad a esta servidora suya decir algo más.

—Habla.

13 —¿Cómo es que Su Majestad intenta hacer lo mismo contra el pueblo de Dios? Al prometerme usted estas cosas, se declara culpable, pues no deja regresar a su hijo desterrado. 14 Así como el agua que se derrama en tierra no se puede recoger, así también todos tenemos que morir. Pero Dios no nos arrebata la vida, sino que provee los medios para que el desterrado no siga separado de él para siempre.

15 »Yo he venido a hablar con Su Majestad porque hay gente que me ha infundido temor. He pensado: “Voy a hablarle al rey; tal vez me conceda lo que le pida, 16 librándonos a mí y a mi hijo de quien quiere eliminarnos, para quedarse con la heredad que Dios nos ha dado.”

17 »Pensé, además, que su palabra me traería alivio, pues Su Majestad es como un ángel de Dios, que sabe distinguir entre lo bueno y lo malo. ¡Que el Señor su Dios lo bendiga!

18 Al llegar a este punto, el rey le dijo a la mujer:

—Voy a hacerte una pregunta, y te pido que no me ocultes nada.

—Dígame usted.

19 —¿Acaso no está Joab detrás de todo esto?

La mujer respondió:

—Juro por la vida de Su Majestad que su pregunta ha dado en el blanco. En efecto, fue su siervo Joab quien me instruyó y puso en mis labios todo lo que he dicho. 20 Lo hizo para disimular el asunto, pero Su Majestad tiene la sabiduría de un ángel de Dios, y sabe todo lo que sucede en el país.

21 Entonces el rey llamó a Joab y le dijo:

—Estoy de acuerdo. Anda, haz que regrese el joven Absalón.

22 Postrándose rostro en tierra, Joab le hizo una reverencia al rey y le dio las gracias, añadiendo:

—Hoy sé que cuento con el favor de mi señor y rey, pues usted ha accedido a mi petición.

23 Dicho esto, Joab emprendió la marcha a Guesur, y regresó a Jerusalén con Absalón. 24 Pero el rey dio esta orden: «Que se retire a su casa, y que nunca me visite.» Por tanto, Absalón tuvo que irse a su casa sin presentarse ante el rey.

25 En todo Israel no había ningún hombre tan admirado como Absalón por su hermosura; era perfecto de pies a cabeza. 26 Tenía una cabellera tan pesada que una vez al año tenía que cortársela; y según la medida oficial, el pelo cortado pesaba dos kilos. 27 Además, tuvo tres hijos y una hija. Su hija, que se llamaba Tamar, llegó a ser una mujer muy hermosa.

28 Absalón vivió en Jerusalén durante dos años sin presentarse ante el rey. 29 Un día, le pidió a Joab que fuera a ver al rey, pero Joab no quiso ir. Se lo volvió a pedir, pero Joab se negó a hacerlo. 30 Así que Absalón dio esta orden a sus criados: «Miren, Joab ha sembrado cebada en el campo que tiene junto al mío. ¡Vayan y préndanle fuego!»

Los criados fueron e incendiaron el campo de Joab. 31 Entonces éste fue en seguida a casa de Absalón y le reclamó:

—¿Por qué tus criados le han prendido fuego a mi campo?

32 Y Absalón le respondió:

—Te pedí que fueras a ver al rey y le preguntaras para qué he vuelto de Guesur. ¡Más me habría valido quedarme allá! Voy a presentarme ante el rey, y si soy culpable de algo, ¡que me mate!

33 Joab fue a comunicárselo al rey; éste, por su parte, mandó llamar a Absalón, el cual se presentó ante el rey y, postrándose rostro en tierra, le hizo una reverencia. A su vez, el rey recibió a Absalón con un beso.

Absalón conspira contra David

15Pasado algún tiempo, Absalón consiguió carros de combate, algunos caballos y una escolta de cincuenta soldados. 2 Se levantaba temprano y se ponía a la vera del camino, junto a la entrada de la ciudad. Cuando pasaba alguien que iba a ver al rey para que le resolviera un pleito, Absalón lo llamaba y le preguntaba de qué pueblo venía. Aquél le decía de qué tribu israelita era, 3 y Absalón le aseguraba: «Tu demanda es muy justa, pero no habrá quien te escuche de parte del rey.» 4 En seguida añadía: «¡Ojalá me pusieran por juez en el país! Todo el que tuviera un pleito o una demanda vendría a mí, y yo le haría justicia.»

5 Además de esto, si alguien se le acercaba para inclinarse ante él, Absalón le tendía los brazos, lo abrazaba y lo saludaba con un beso. 6 Esto hacía Absalón con todos los israelitas que iban a ver al rey para que les resolviera algún asunto, y así fue ganándose el cariño del pueblo.

7 Al cabo de cuatro años, Absalón le dijo al rey:

—Permítame Su Majestad ir a Hebrón, a cumplir un voto que le hice al Señor. 8 Cuando vivía en Guesur de Aram, hice este voto: “Si el Señor me concede volver a Jerusalén, le ofreceré un sacrificio.”

9 —Vete tranquilo —respondió el rey.

Absalón emprendió la marcha a Hebrón, 10 pero al mismo tiempo envió mensajeros por todas las tribus de Israel con este mensaje: «Tan pronto como oigan el toque de trompeta, exclamen: “¡Absalón reina en Hebrón!” » 11 Además, desde Jerusalén llevó Absalón a doscientos invitados, los cuales lo acompañaron de buena fe y sin sospechar nada. 12 Luego, mientras celebraba los sacrificios, Absalón mandó llamar a un consejero de su padre David, el cual se llamaba Ajitofel y era del pueblo de Guiló. Así la conspiración fue tomando fuerza, y el número de los que seguían a Absalón crecía más y más.

Comentario

3. Fidelidad los unos con los otros en nuestros corazones

La lealtad es una característica muy atractiva en una persona, mientras que la deslealtad es desestabilizadora y traiciona la confianza. La deslealtad puede minar el liderazgo de una iglesia, un negocio o incluso una nación.

En el caso de David, la deslealtad provino de su propio hijo. Tuvo que ser muy doloroso para él. David amaba a Absalón: «el corazón del rey se inclinaba por Absalón» (14:1, RVA-20015). Dios habla a David por medio de una mujer sabia, Tecoa. Como resultado, David dice: «Haz que regrese el joven Absalón» (v.21). Cuando regresaron «el rey recibió a Absalón con un beso» (v.33). David le dio otra oportunidad de ser un hijo leal.

Trágicamente, el amor y la lealtad de David para con Absalón no fue correspondido. Vemos aquí un poderoso ejemplo de cómo funciona la deslealtad.

Siempre hay oportunidades para ser desleal. En cualquier situación, por ejemplo en el gobierno, el trabajo o la iglesia, siempre habrá gente quejándose (15:2). Si eres una persona leal, ayudarás a lidiar con esas quejas e intentarás disiparlas.

Se dice que «la lealtad significa que yo estoy contigo ya estés en lo cierto o te equivoques, pero cuando te estés equivocando te lo diré para ayudarte a enmendarte».

Absalón no pasó la prueba de lealtad. Le dijo a los que se quejaban:

«Tu demanda es muy justa, pero no habrá quien te escuche de parte del rey». En seguida añadió: «¡Ojalá me pusieran por juez en el país! Todo el que tuviera un pleito o una demanda vendría a mí, y yo le haría justicia» (vv.3–4).

Por supuesto, era una patraña, pero es fácil hacer promesas así. La persona desleal dice: «Si yo estuviera a cargo, todo sería mucho mejor». De esa manera, Absalón «fue ganándose el cariño del pueblo» (v.6). La deslealtad comienza en nuestros corazones y pensamientos. Lo mismo la lealtad. Guarda tu corazón y tus pensamientos y no permitas que te roben el corazón.

Sin embargo, aquí encontramos como Absalón se convierte en la pieza clave en torno a la cual se organiza todo y «la conspiración fue tomando fuerza, y el número de los que seguían a Absalón crecía más y más» (v.12). Aquellos que están descontentos con una situación, siempre toman un punto de referencia en torno al cual organizarse. Buscan a alguien en el equipo de liderazgo a quien sumar a su causa. Si todo el equipo de liderazgo permanece fiel, los descontentos fracasarán.

Oración

Señor, ayúdanos a mantenernos fieles a nuestros líderes: los nacionales y gubernamentales, los padres, los líderes de iglesia y los jefes. Señor, guarda nuestros corazones, mantennos leales, siempre amando y fieles a Ti, así como fieles los unos con los otros.

Añadidos de Pippa

2 Samuel 14:1–15:12

Ser bello por fuera no te hace bello por dentro. Absalón tenía una apariencia exterior perfecta, pero lo que pasaba por dentro era muy diferente. La gente se pasa horas en el gimnasio, en la peluquería, maquillándose, vistiéndose y trabajando en su apariencia externa. Lo que de verdad importa es lo que sucede en el interior. Todos tenemos que trabajar con más empeño en nuestra belleza interior

Versículo del día

Proverbios 14:21

'Es un pecado despreciar al prójimo; ¡dichoso el que se compadece de los pobres!'

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Referencias

Nueva Versión Inernacional (NVI)

Copyright © 1999 by Biblica, Inc

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