Día 157

Bondad

Sabiduría Salmos 70:1-5
Nuevo Testamento Hechos 3:1-26
Antiguo Testamento 2 Samuel 9:1-10:19

Introducción

Steve Sjogren escribió un libro llamado Conspiracy of Kindness (La conspiración de bondad). Empezó una iglesia en Cincinnati, Ohio, que creció rápidamente hasta llegar a una asistencia dominical media de 7 500 personas. Su lema es: «Las cosas pequeñas hechas con gran amor están cambiando el mundo». Se dedican a hacer actos de bondad aleatorios como pagar el café de un extraño o escribir una nota de agradecimiento al empleado de una tienda.

Ellos han descubierto el poder de la bondad para llevar a efecto el cambio positivo, tanto en sus vidas como en las de la gente a su alrededor al mostrar el amor de Dios de una manera práctica. Cuando la bondad es expresada, se desarrollan relaciones saludables, los vínculos comunitarios se alimentan y la gente se siente inspirada a ser bondadosa.

Sabiduría

Salmos 70:1-5

Salmo 70

Al director musical. Petición de David.

1 Apresúrate, oh Dios, a rescatarme;
¡apresúrate, Señor, a socorrerme!

2 Que sean avergonzados y confundidos
los que procuran matarme.
Que retrocedan humillados
todos los que desean mi ruina.
3 Que vuelvan sobre sus pasos, avergonzados,
todos los que se burlan de mí.
4 Pero que todos los que te buscan
se alegren en ti y se regocijen;
que los que aman tu salvación digan siempre:
«¡Sea Dios exaltado!»

5 Yo soy pobre y estoy necesitado;
¡ven pronto a mí, oh Dios!
Tú eres mi socorro y mi libertador;
¡no te demores, Señor!

Comentario

1. Confía en la bondad de Dios

Dios es bondadoso; cualesquiera que sean tus necesidades hoy, puedes clamarle y Él será tu socorro y tu liberador.

David ora: «Apresúrate, oh Dios, a rescatarme; ¡apresúrate, Señor, a socorrerme!» (v.1), y prosigue así «Yo soy pobre y estoy necesitado;

¡Ven pronto a mí, oh Dios! Tú eres mi socorro y mi libertador; ¡no te demores, Señor!» (v.5). En su clamor recuerda la bondad de Dios para con él en el pasado.

Al volver a leer este pasaje en mi Biblia y ver las peticiones de ayuda que he escrito en los márgenes a lo largo de los años, oro así:

Oración

Muchísimas gracias Señor, por Tu bondad y Tu amor. Hoy clamo a Ti pidiendo…
Nuevo Testamento

Hechos 3:1-26

Pedro sana a un mendigo lisiado

3Un día subían Pedro y Juan al templo a las tres de la tarde, que es la hora de la oración. 2 Junto a la puerta llamada Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento, al que todos los días dejaban allí para que pidiera limosna a los que entraban en el templo. 3 Cuando éste vio que Pedro y Juan estaban por entrar, les pidió limosna. 4 Pedro, con Juan, mirándolo fijamente, le dijo:

—¡Míranos!

5 El hombre fijó en ellos la mirada, esperando recibir algo.

6 —No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!

7 Y tomándolo por la mano derecha, lo levantó. Al instante los pies y los tobillos del hombre cobraron fuerza. 8 De un salto se puso en pie y comenzó a caminar. Luego entró con ellos en el templo con sus propios pies, saltando y alabando a Dios. 9 Cuando todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, 10 lo reconocieron como el mismo hombre que acostumbraba pedir limosna sentado junto a la puerta llamada Hermosa, y se llenaron de admiración y asombro por lo que le había ocurrido.

Pedro se dirige a los espectadores

11 Mientras el hombre seguía aferrado a Pedro y a Juan, toda la gente, que no salía de su asombro, corrió hacia ellos al lugar conocido como Pórtico de Salomón. 12 Al ver esto, Pedro les dijo: «Pueblo de Israel, ¿por qué les sorprende lo que ha pasado? ¿Por qué nos miran como si, por nuestro propio poder o virtud, hubiéramos hecho caminar a este hombre? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su siervo Jesús. Ustedes lo entregaron y lo rechazaron ante Pilato, aunque éste había decidido soltarlo. 14 Rechazaron al Santo y Justo, y pidieron que se indultara a un asesino. 15 Mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso nosotros somos testigos. 16 Por la fe en el nombre de Jesús, él ha restablecido a este hombre a quien ustedes ven y conocen. Esta fe que viene por medio de Jesús lo ha sanado por completo, como les consta a ustedes.

17 »Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes y sus dirigentes actuaron así por ignorancia. 18 Pero de este modo Dios cumplió lo que de antemano había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías tenía que padecer. 19 Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor, 20 enviándoles el Mesías que ya había sido preparado para ustedes, el cual es Jesús. 21 Es necesario que él permanezca en el cielo hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas, como Dios lo ha anunciado desde hace siglos por medio de sus santos profetas. 22 Moisés dijo: “El Señor su Dios hará surgir para ustedes, de entre sus propios hermanos, a un profeta como yo; presten atención a todo lo que les diga. 23 Porque quien no le haga caso será eliminado del pueblo.”

24 »En efecto, a partir de Samuel todos los profetas han anunciado estos días. 25 Ustedes, pues, son herederos de los profetas y del pacto que Dios estableció con nuestros antepasados al decirle a Abraham: “Todos los pueblos del mundo serán bendecidos por medio de tu descendencia.” 26 Cuando Dios resucitó a su siervo, lo envió primero a ustedes para darles la bendición de que cada uno se convierta de sus maldades.»

Comentario

2. Actúa bondadosamente con los necesitados

Un acto de bondad puede transformar el día de una persona o incluso su vida. Como dice el dicho: «Sé bondadoso, pues todo aquel con el que te cruzas está luchando una dura batalla». La bondad es uno de los frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5:22). En este pasaje vemos lo que luego sería descrito como un «acto de bondad» (Hechos 4:9, RVA-2015) realizado por Pedro y Juan justo después de ser llenos del Espíritu Santo (3:1–10).

Aquel «acto de bondad» desencadenó una serie de formidables eventos, los cuales quizá se podrían describir mejor como «evangelización poderosa». Llevaron a un asombroso crecimiento de la iglesia que fue parte del principio de una explosión que llegó a cambiar el mundo entero.

Si se nos pidiera empezar una nueva iglesia, dudo que lo hubiéramos hecho de la manera que ellos lo hicieron. No tenían un edificio físico, dinero ni recursos. Empezó con un puñado de pescadores y cobradores de impuestos y, entre otras cosas, ¡un montón de gente hablando en lenguas! Aun así, la iglesia nació a la vida y tuvo un crecimiento pasmoso.

La gente de fuera se sentía atraída por lo que veía que sucedía dentro. Les atraía el puro y concentrado poder de Dios desatado por medio de aquel «acto de bondad».

Aquellos dos hombres iban de camino a un servicio vespertino, cuando vieron a una persona en gran necesidad que mendigaba su ayuda. Era el tipo de persona que podemos esperar encontrarnos en uno de los pocos lugares donde se espera recibir algún acto de bondad.

«Junto a la puerta llamada Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento, al que todos los días dejaban allí para que pidiera limosna a los que entraban en el templo» (v.2). Aunque la puerta fuera llamada Hermosa, lo que ellos vieron no fue lo que el mundo ve como hermoso: era un hombre discapacitado desde el nacimiento, que estaba mendigando.

Sus corazones no se hundieron al ver el contraste sino que su fe se alzó e hicieron algo: lo sanaron. Vieron a alguien necesitado y reconocieron la belleza interior de todo ser humano. No tenían dinero pero Pedro señaló: «No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!» (v.6).

Hay un gran poder en el nombre de Jesús. Para la mentalidad hebrea, el nombre de una persona revela su carácter. No se trata de una fórmula mágica ni de una etiqueta al final de una oración. Aquella era la diferencia entre el ministerio de Jesús y el de sus discípulos. Jesús sanaba por su propia autoridad, mientras que los discípulos lo hicieron en su nombre. De la misma manera, nosotros dependemos de él. En nuestra debilidad, tú yo podemos continuar ejerciendo su ministerio, en su poder y en su nombre.

Aquel hombre no solo fue sanado (de un salto se puso en pie y comenzó a caminar alabando a Dios, v.8) y mucha gente también se convirtió. Aquel único acto de bondad tuvo un efecto asombroso. La gente «se llenó de admiración y asombro por lo que le había ocurrido \[…\]» cuando el lisiado «corrió hacia ellos» (vv.10–11). La demostración del poder de Dios fue acompañada por la proclamación del Evangelio. Tuvieron la oportunidad de hablar de Jesús, de su muerte y resurrección así como de la necesidad de tener fe (vv.14–16).

Nuestra predicación debe estar siempre centrada en Jesús. El segundo sermón de Pedro, como el primero, estaba centrado completamente en Jesús. Empieza diciendo: «Pueblo de Israel, ¿por qué les sorprende lo que ha pasado? ¿Por qué nos miran como si, por nuestro propio poder o virtud, hubiéramos hecho caminar a este hombre?» (v.12). Pedro no quiere que la gente se centre en él sino en Jesús.

Todo su discurso trata de Jesús quien es el «siervo» (v.13) de Dios, el «Santo y Justo» (v.14), «autor de la vida» y el «profeta» predicho por Moisés (v.22). Prosigue así: « Por la fe en el nombre de Jesús, él ha restablecido a este hombre a quien ustedes ven y conocen. Esta fe que viene por medio de Jesús lo ha sanado por completo» (v.16).

Pedro da la buena noticia acerca de Jesús. Habla del pecado, la cruz, la resurrección y la necesidad de arrepentimiento y de volverse a Dios. Les asegura que la promesa de Dios es la de perdonar sus pecados y restaurar su relación con Él, y añade: «Para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios» (v.19).

«Los tiempos de renovación» llegan cuando pasas tiempo en la presencia de Dios. Cuando estás agotado o desgastado, puedes ser renovado al pasar tiempo con Dios. A veces necesitas aprender a separarte de las ocupaciones de la vida y pasar tiempo con Dios de la manera en que Jesús lo hizo. El Espíritu Santo, en su bondad, quiere darte ese «tiempo de renovación».

Oración

Señor, gracias porque hay tanto poder en el nombre de Jesús. Oro para que hoy tenga la oportunidad de mostrar bondad a alguien y ayudarlo en el nombre de Jesús.
Antiguo Testamento

2 Samuel 9:1-10:19

David y Mefiboset

9El rey David averiguó si había alguien de la familia de Saúl a quien pudiera beneficiar en memoria de Jonatán, 2 y como la familia de Saúl había tenido un administrador que se llamaba Siba, mandaron a llamarlo. Cuando Siba se presentó ante David, éste le preguntó:

—¿Tú eres Siba?

—A las órdenes de Su Majestad —respondió.

3 —¿No queda nadie de la familia de Saúl a quien yo pueda beneficiar en el nombre de Dios? —volvió a preguntar el rey.

—Sí, Su Majestad. Todavía le queda a Jonatán un hijo que está tullido de ambos pies —le respondió Siba.

4 —¿Y dónde está?

—En Lo Debar; vive en casa de Maquir hijo de Amiel.

5 Entonces el rey David mandó a buscarlo a casa de Maquir hijo de Amiel, en Lo Debar. 6 Cuando Mefiboset, que era hijo de Jonatán y nieto de Saúl, estuvo en presencia de David, se inclinó ante él rostro en tierra.

—¿Tú eres Mefiboset? —le preguntó David.

—A las órdenes de Su Majestad —respondió.

7 —No temas, pues en memoria de tu padre Jonatán he decidido beneficiarte. Voy a devolverte todas las tierras que pertenecían a tu abuelo Saúl, y de ahora en adelante te sentarás a mi mesa.

8 Mefiboset se inclinó y dijo:

—¿Y quién es este siervo suyo, para que Su Majestad se fije en él? ¡Si no valgo más que un perro muerto!

9 Pero David llamó a Siba, el administrador de Saúl, y le dijo:

—Todo lo que pertenecía a tu amo Saúl y a su familia se lo entrego a su nieto Mefiboset. 10 Te ordeno que cultives para él la tierra y guardes la cosecha para el sustento de su casa. Que te ayuden tus quince hijos y tus veinte criados. En cuanto al nieto de tu amo, siempre comerá en mi mesa.

11 —Yo estoy para servir a Su Majestad. Haré todo lo que Su Majestad me mande —respondió Siba.

A partir de ese día Mefiboset se sentó a la mesa de David como uno más de los hijos del rey. 12 Toda la familia de Siba estaba al servicio de Mefiboset, quien tenía un hijo pequeño llamado Micaías. 13 Tullido de ambos pies, Mefiboset vivía en Jerusalén, pues siempre se sentaba a la mesa del rey.

David derrota a los amonitas

10Pasado algún tiempo, murió el rey de los amonitas, y su hijo Janún lo sucedió en el trono. 2 Entonces David pensó: «Debo ser leal con Janún hijo de Najás, tal como su padre lo fue conmigo.» Así que envió a unos mensajeros para darle el pésame por la muerte de su padre.

Cuando los mensajeros de David llegaron al país de los amonitas, 3 los jefes de ese pueblo aconsejaron a Janún, su rey: «¿Y acaso cree Su Majestad que David ha enviado a estos mensajeros sólo para darle el pésame, y porque quiere honrar a su padre? ¿No será más bien que los ha enviado a espiar la ciudad para luego destruirla?» 4 Entonces Janún mandó que apresaran a los mensajeros de David y que les afeitaran media barba y les rasgaran la ropa por la mitad, a la altura de las nalgas. Y así los despidió.

5 Los hombres del rey David se sentían muy avergonzados. Cuando David se enteró de lo que les había pasado, mandó que los recibieran y les dieran este mensaje de su parte: «Quédense en Jericó, y no regresen hasta que les crezca la barba.»

6 Al darse cuenta los amonitas de que habían ofendido a David, hicieron trámites para contratar mercenarios: de entre los sirios de Bet Rejob y de Sobá, veinte mil soldados de infantería; del rey de Macá, mil hombres; y de Tob, doce mil hombres. 7 Cuando David lo supo, despachó a Joab con todos los soldados del ejército. 8 Los amonitas avanzaron hasta la entrada de su ciudad y se alistaron para la batalla, mientras que los sirios de Sobá y Rejob se quedaron aparte, en campo abierto, junto con los hombres de Tob y de Macá.

9 Joab se vio amenazado por el frente y por la retaguardia, así que escogió a las mejores tropas israelitas para pelear contra los sirios, 10 y el resto de las tropas las puso al mando de su hermano Abisay, para que enfrentaran a los amonitas. 11 A Abisay le ordenó: «Si los sirios pueden más que yo, tú vendrás a rescatarme; y si los amonitas pueden más que tú, yo iré a tu rescate. 12 ¡Ánimo! ¡Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios! Y que el Señor haga lo que bien le parezca.»

13 En seguida Joab y sus tropas avanzaron para atacar a los sirios, y éstos huyeron de él. 14 Al ver que los sirios se daban a la fuga, también los amonitas huyeron de Abisay y se refugiaron en la ciudad. Entonces Joab suspendió el ataque contra los amonitas y regresó a Jerusalén.

15 Los sirios, al verse derrotados por Israel, volvieron a reunirse. 16 Además, Hadad Ezer mandó movilizar a los sirios que estaban al otro lado del río Éufrates, los cuales fueron a Jelán bajo el mando de Sobac, general del ejército de Hadad Ezer.

17 Cuando David se enteró de esto, reunió a todo Israel, cruzó el Jordán y marchó hacia Jelán. Los sirios se enfrentaron con David y lo atacaron, 18 pero tuvieron que huir ante los israelitas. David mató a setecientos soldados sirios de caballería y cuarenta mil de infantería. También hirió a Sobac, general del ejército sirio, quien murió allí mismo. 19 Al ver que los sirios habían sido derrotados por los israelitas, todos los reyes vasallos de Hadad Ezer hicieron la paz con los israelitas y se sometieron a ellos. Y nunca más se atrevieron los sirios a ir en auxilio de los amonitas.

Comentario

3. Da y recibe bondad

Dios tiene una provisión inagotable de bondad. David habla de la bondad de Dios. Tener un gesto de bondad con los demás es la manera en la que se expresa la bondad de Dios hacia ti.

David pregunta «si había alguien de la familia de Saúl a quien pudiera beneficiar en memoria de Jonatán» (v.1) y después pregunta a Siba: «¿No queda nadie de la familia de Saúl a quien yo pueda beneficiar en el nombre de Dios?» (v.3).

Mefiboset tenía solamente cinco años cuando murió su padre (4:4) y ahora tenía un joven hijo (9:12). David había reinado en Jerusalén durante al menos siete años y probablemente Mefiboset tenía unos veinte años. La bondad que David muestra con Mefiboset es como la de Dios con nosotros: nunca falla, no ha sido buscada y es ilimitada.

Como en nuestro pasaje del Nuevo Testamento, se muestra una bondad especial hacia alguien que está discapacitado (v.3). David dice a Mefiboset: «No temas pues \[…\] he decidido beneficiarte. Voy a devolverte todas las tierras \[…\] y de ahora en adelante te sentarás a mi mesa» (v.7).

Después, David busca más oportunidades para mostrar bondad: «Pensó que debía tratar a Hanún, el hijo de Nahas, con la misma bondad con que su padre lo había tratado a él» (10:2, DHH). Tristemente, como sucede a veces, aquella bondad fue malinterpretada (v.3f.). Pero esto no debe desalentarnos, es natural y es correcto querer mostrar bondad hacia los hijos de los padres que han sido especialmente buenos con nosotros.

Mefiboset preguntó: «¿Y quién es este siervo suyo, para que Su Majestad se fije en él? ¡Si no valgo más que un perro muerto!» (v.8). Tenía una pobre imagen de sí mismo y, al igual que muchos de nosotros, estaba enfocado en sus imperfecciones. Pero Dios nos bendice a pesar de nuestras imperfecciones; quiere que conozcamos y experimentemos su bondad sin límites. No te enfoques en lo que falla (tus pecados, faltas, debilidades y fallos). En Cristo, Dios te ha dado su santidad y quiere derramar en ti las riquezas de su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Efesios 2:7).

Oración

Señor, te doy gracias por la riqueza de tus bondades conmigo. Ayúdame a estar siempre buscando oportunidades de mostrar bondad a aquellos que están necesitados.

Añadidos de Pippa

2 Samuel 10:1

Aquí los amonitas tuvieron sospechas y ofendieron a los hombres de David que trajeron mensajes de solidaridad. Habían vivido felizmente juntos hasta aquel momento, pero como resultado de sus acciones, se libró una guerra y se perdieron vidas.

Por supuesto, es importante ser sabio y tener discernimiento, pero nunca debemos ser cínicos. Es importante creer lo mejor acerca de las motivaciones de las personas.

Versículo del día

Hechos 3:9

'Cuando todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios.'

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Nueva Versión Inernacional (NVI)

Copyright © 1999 by Biblica, Inc

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