Ya es tuyo
Introducción
Mis abuelos por parte de madre vivían en un pequeño pueblo pesquero en Pittenweem, cerca de Edinburgo en Escocia y allí tenían una casa. En 1939, al comienzo de la II Guerra Mundial, alquilaron su casa a un inquilino. Terminada la guerra quisieron volver a su hogar pero no pudieron, pues la ley de entonces permitía que los inquilinos se quedaran en las casas hasta que murieran, sin que se incrementara el alquiler (¡sin ni siquiera ajustarlo a la inflación!).
Durante 50 años mis abuelos se vieron privados de tomar posesión de la casa que les pertenecía en propiedad. Mi tío heredó la casa de ellos y para cuando pudo tomar posesión de la casa, el estado de la casa se había deteriorado tanto, que la acabó vendiendo por un precio muy pequeño.
Aunque mi familia tenía en propiedad aquella casa en Pittenweem, nunca tomaron posesión de ella. Hay una gran diferencia entre propiedad y posesión.
El pueblo de Israel había recibido la propiedad de Canaán, la Tierra Prometida. Entonces, Josué dice a los israelitas: «¿Hasta cuándo van a esperar para tomar posesión del territorio?...» (Josué 18:3). El Nuevo Testamento presenta la «tierra» como una imagen de la vida cristiana (Hebreos 4). Tienes que entender lo que ya es tuyo en Cristo y acto seguido tomar posesión de ello.
Proverbios 10:31-11:8
31 La boca del justo profiere sabiduría,
pero la lengua perversa será cercenada.
32 Los labios del justo destilan bondad;
de la boca del malvado brota perversidad.
11El Señor aborrece las balanzas adulteradas,
pero aprueba las pesas exactas.
2 Con el orgullo viene el oprobio;
con la humildad, la sabiduría.
3 A los justos los guía su integridad;
a los falsos los destruye su hipocresía.
4 En el día de la ira de nada sirve ser rico,
pero la justicia libra de la muerte.
5 La justicia endereza el camino de los íntegros,
pero la maldad hace caer a los impíos.
6 La justicia libra a los justos,
pero la codicia atrapa a los falsos.
7 Muere el malvado, y con él su esperanza;
muere también su ilusión de poder.
8 El justo se salva de la calamidad,
pero la desgracia le sobreviene al malvado.
Comentario
El don de la santidad
¿Te das cuenta de que Dios te ha dado el don de la santidad? ¿Has tomado posesión de este don?
El autor de los Proverbios pone en contraste «los falsos» con «los justos». La maldad llevará a la destrucción: «a los falsos los destruye su hipocresía… la maldad hace caer a los impíos» (11:3b,5b). Lo más importante de todo, la maldad se deshace con la muerte: «Muere el malvado, y con él su esperanza; muere también su ilusión de poder» (v.7).
Por otro lado, «la justicia libra de la muerte» (v.4b). Este es uno de los argumentos que usa el apóstol Pedro acerca de Jesús en el día de Pentecostés (el justo no conocerá la corrupción): «Era imposible que la muerte lo mantuviera bajo su dominio» (Hechos 2:24).
Nadie es totalmente justo o santo excepto Jesús. La santidad significa mantener las relaciones correctas, tanto con Dios como los demás. Recibimos esta justicia de Dios como un don por fe *(*Romanos 3:22; Filipenses 3:9) pero tenemos que tomar posesión de ella, llevarla a nuestra vida.
En este pasaje vemos algunos ejemplos de lo que significa esto:
- Sabiduría
La boca de «un justo» es una clara fuente de sabiduría mientras que la boca de los necios es una charca de agua estancada. «La boca del justo profiere sabiduría \[…\] de la boca del malvado brota perversidad» (Proverbios 10:31a,32a).
- Humildad
«Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad, la sabiduría» (11:2).
- Integridad
«A los justos los guía su integridad \[...\] la justicia libra de la muerte» (v.3a,4b).
- Carácter
« La justicia endereza el camino de los íntegros \[...\] La justicia libra a los justos» (v.5a,6a).
Oración
Juan 1:29-51
Jesús, el Cordero de Dios
29 Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! 30 De éste hablaba yo cuando dije: “Después de mí viene un hombre que es superior a mí, porque existía antes que yo.” 31 Yo ni siquiera lo conocía, pero, para que él se revelara al pueblo de Israel, vine bautizando con agua.»
32 Juan declaró: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él. 33 Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece, es el que bautiza con el Espíritu Santo.” 34 Yo lo he visto y por eso testifico que éste es el Hijo de Dios.»
Los primeros discípulos de Jesús
35 Al día siguiente Juan estaba de nuevo allí, con dos de sus discípulos. 36 Al ver a Jesús que pasaba por ahí, dijo:
—¡Aquí tienen al Cordero de Dios!
37 Cuando los dos discípulos le oyeron decir esto, siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó:
—¿Qué buscan?
—Rabí, ¿dónde te hospedas? (Rabí significa: Maestro.)
39 —Vengan a ver —les contestó Jesús.
Ellos fueron, pues, y vieron dónde se hospedaba, y aquel mismo día se quedaron con él. Eran como las cuatro de la tarde.
40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que, al oír a Juan, habían seguido a Jesús. 41 Andrés encontró primero a su hermano Simón, y le dijo:
—Hemos encontrado al Mesías (es decir, el Cristo).
42 Luego lo llevó a Jesús, quien mirándolo fijamente, le dijo:
—Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas (es decir, Pedro).
Jesús llama a Felipe y a Natanael
43 Al día siguiente, Jesús decidió salir hacia Galilea. Se encontró con Felipe, y lo llamó:
—Sígueme.
44 Felipe era del pueblo de Betsaida, lo mismo que Andrés y Pedro. 45 Felipe buscó a Natanael y le dijo:
—Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron los profetas.
46 —¡De Nazaret! —replicó Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo bueno?
—Ven a ver —le contestó Felipe.
47 Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, comentó:
—Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay falsedad.
48 —¿De dónde me conoces? —le preguntó Natanael.
—Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto.
49 —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael.
50 —¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera? ¡Vas a ver aun cosas más grandes que éstas!
Y añadió:
51 —Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.
Comentario
El don del Espíritu Santo
¿Estás disfrutando todo lo que Jesús ha hecho posible para ti? ¿O te sientes aún culpable y sin poder? Jesús vino a traerte el perdón, una nueva vida y el poder del Espíritu Santo. Asegúrate hoy de tomar posesión de aquello que ya es tuyo.
En este pasaje vemos una formidable secuencia de títulos que son dados a Jesús. Algunos de ellos ya los hemos visto. Jesús es el «Hijo de Dios» (vv.34,49); «Rabí» (v.38); «Mesías (es decir, el Cristo)» (v.41); «aquel de quien escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron los profetas» (v.45); «el Rey de Israel» (v.49) y el «Hijo del hombre» (v.51).
Quisiera centrarme en dos títulos en particular de este pasaje, que describen el ministerio de Jesús.
- Cordero de Dios
La sangre del cordero salvó a los israelitas de la esclavitud y les permitió caminar en libertad hasta la tierra prometida (Éxodo 11–15). Juan dice de Jesús: «¡Aquí tienen el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Juan 1:29). Cuando llegas a Jesús, él quita tus pecados. Tienes que reivindicar, confiar y creer en este perdón que te ha sido traído. Rechaza activamente los sentimientos de culpabilidad, vergüenza o sentimiento de indignidad. Tomar posesión del perdón que Jesús ha hecho posible para ti, es una elección proactiva, práctica y diaria.
- Espíritu bautismal
Juan el bautista describe a Jesús como «el que bautiza con el Espíritu Santo» (v.33). Jesús te llena con su Santo Espíritu. Esto es lo que Jesús ha hecho posible para ti. Pero tienes que tomar posesión de este don que Dios ha puesto a tu disposición.
Jesús invitó a Felipe, «sígueme» (v.43). El verbo griego para «seguir» no solo significa caminar «siguiendo los pasos» de alguien, sino también acompañarlo, estar con esa persona. Jesús también te invita a tener una amistad profunda y personal con él.
Además te da la oportunidad de hacer lo que hizo Juan el bautista: encaminar a otros a él. Por supuesto, Dios no necesita de un agente humano; Jesús podría continuar su ministerio sin nuestra ayuda. Pero en este pasaje vemos cómo Dios usa a la gente. Aquí vemos que no solo es Jesús quien llama directamente a otros, también lo hacen sus discípulos.
Traen a sus amigos a Jesús: Juan el bautista presenta a Andrés (vv.35–36); Andrés presenta a Pedro (v.41) y Felipe presenta a Natanael (v.45) quien al principio sospechaba pero al llegar se dio cuenta inmediatamente de que Jesús era en verdad el Hijo de Dios (v.49).
El antiguo arzobispo de Canterbury, William Temple, escribió un comentario sobre el Evangelio de Juan. Al llegar a las palabras «Luego \[Andrés\] lo llevó \[Simón Pedro\] a Jesús» (v.42a), Temple escribió una frase muy corta y memorable: «se trata del mayor servicio que un hombre puede hacer a otro».
Simón Pedro llegaría a convertirse en uno de los hombres que más influyeron en la historia del cristianismo. Puede que tú no seas capaz de hacer lo que Pedro hizo, pero puedes hacer lo que su hermano Andrés: puedes llevar a alguien a Jesús.
O, igual que Felipe, puedes decir «ven a ver» (v.46) a tus amigos, familia y compañeros de trabajo. Puedes ser parte del plan de Dios para que la gente escuche acerca de Jesús y responda cuando los invites a «venir y ver».
Me he dado cuenta de que no hay nada más emocionante en la vida que ser parte del ministerio de Jesús. Que Dios nos haga ser parte del plan siendo nosotros seres humanos imperfectos, ¡es algo tan magnánimo!
Oración
Josué 17:1-18:28
El territorio de Manasés
17También a la tribu de Manasés se le asignó su propio territorio, porque él era el primogénito de José. A Maquir, primogénito de Manasés y antepasado de los galaaditas, se le concedió Galaad y Basán por ser hombre de guerra. 2 Los demás clanes de la tribu de Manasés también recibieron sus territorios: Abiezer, Jélec, Asriel, Siquén, Héfer y Semidá. Éstos eran descendientes de Manasés hijo de José.
3 Sucedió que Zelofejad hijo de Héfer, nieto de Galaad y bisnieto de Manasés, sólo tuvo hijas, cuyos nombres eran Majlá, Noa, Joglá, Milca y Tirsá. 4 Ellas se presentaron ante Eleazar el sacerdote, ante Josué hijo de Nun y ante los jefes de Israel, y les dijeron: «El Señor le ordenó a Moisés que nos diera tierras en los territorios asignados como herencia a nuestro clan.» Entonces Josué hizo tal como el Señor le había ordenado.
5 La tribu de Manasés recibió diez porciones de tierra, además de los territorios de Galaad y Basán, que están al lado oriental del Jordán. 6 Esto se debió a que las hijas de Manasés recibieron tierras como herencia, además de las repartidas a los descendientes varones. Galaad fue asignada a los otros descendientes de Manasés.
7 El territorio de Manasés abarcaba desde Aser hasta Micmetat, ubicada al este de Siquén. De allí la frontera seguía hacia el sur, hasta las tierras pertenecientes a Yasub En Tapúaj. 8 A Manasés le pertenecían también las tierras de Tapúaj, pero la ciudad de Tapúaj, ubicada en los límites de Manasés, era de los descendientes de Efraín. 9 La frontera continuaba hacia el sur, por el lado norte del arroyo de Caná, hasta llegar al mar Mediterráneo. En esa zona, varias ciudades de la tribu de Efraín se mezclaban con ciudades pertenecientes a Manasés. 10 Los territorios del sur le pertenecían a Efraín, y los del norte, a Manasés. El territorio de Manasés llegaba hasta el mar Mediterráneo y bordeaba, por el norte, con la tribu de Aser, y por el este, con la de Isacar. 11 Dentro de las fronteras de Isacar y Aser, la tribu de Manasés tenía las siguientes ciudades con sus poblaciones: Betseán, Ibleam, Dor, Endor, Tanac y Meguido. La tercera ciudad de la lista era Nafot.
12 Los miembros de la tribu de Manasés no pudieron habitar estas ciudades, porque los cananeos persistieron en vivir en ellas. 13 Cuando los israelitas se hicieron fuertes, redujeron a los cananeos a esclavitud, pero no los expulsaron totalmente de esas tierras.
14 Las tribus de José le reprocharon a Josué:
—¿Por qué nos has dado sólo una parte del territorio? Nosotros somos numerosos, y el Señor nos ha bendecido ricamente.
15 Entonces Josué les respondió:
—Ya que son tan numerosos y encuentran que la región montañosa de Efraín es demasiado pequeña para ustedes, vayan a la zona de los bosques que están en territorio ferezeo y refaíta, y desmonten tierra para que habiten allá.
16 Los descendientes de José replicaron:
—La región montañosa nos queda muy pequeña, y los cananeos que viven en el llano poseen carros de hierro, tanto los de Betsán y sus poblaciones como los del valle de Jezrel.
17 Pero Josué animó a las tribus de Efraín y Manasés, descendientes de José:
—Ustedes son numerosos y tienen mucho poder. No se quedarán con un solo territorio, 18 sino que poseerán la región de los bosques. Desmóntenla y ocúpenla hasta sus límites más lejanos. Y a pesar de que los cananeos tengan carros de hierro y sean muy fuertes, ustedes los podrán expulsar.
Los territorios de las otras tribus
18Cuando el país quedó bajo el control de los israelitas, toda la asamblea israelita se reunió en Siló, donde habían establecido la Tienda de reunión. 2 Para entonces, todavía quedaban siete tribus que no habían recibido como herencia sus respectivos territorios.
3 Así que Josué los desafió: «¿Hasta cuándo van a esperar para tomar posesión del territorio que les otorgó el Señor, Dios de sus antepasados? 4 Nombren a tres hombres de cada tribu para que yo los envíe a reconocer las tierras, y que hagan por escrito una reseña de cada territorio. A su regreso, 5 dividan el resto del país en siete partes. Judá mantendrá sus territorios en el sur, y los descendientes de José, en el norte. 6 Cuando hayan terminado la descripción de las siete regiones, tráiganmela, y yo las asignaré echando suertes en presencia del Señor nuestro Dios. 7 Los levitas, como ya saben, no recibirán ninguna porción de tierra, porque su herencia es su servicio sacerdotal ante el Señor. Además, Gad, Rubén y la media tribu de Manasés ya han recibido sus respectivos territorios en el lado oriental del Jordán. Moisés, siervo del Señor, se los entregó como herencia.»
8 Cuando los hombres estaban listos para salir a hacer el reconocimiento del país, Josué les ordenó: «Exploren todo el país y tráiganme una descripción escrita de todos sus territorios. Cuando regresen aquí a Siló, yo haré el sorteo de tierras en presencia del Señor.» 9 Los hombres hicieron tal como Josué les ordenó, y regresaron a Siló con la descripción de todo el país, ciudad por ciudad, y su división en siete partes. 10 Josué hizo allí el sorteo en presencia del Señor, y repartió los territorios entre los israelitas, según sus divisiones tribales.
El territorio de Benjamín
11 A la tribu de Benjamín se le asignó su territorio según sus clanes. Ese territorio quedó ubicado entre las tribus de Judá y José.
12 La frontera norte se iniciaba en el río Jordán, pasaba por las laderas al norte de Jericó y avanzaba en dirección occidental hacia la región montañosa, hasta llegar al desierto de Bet Avén. 13 Continuaba hacia la ladera sureña de Luz, también llamada Betel, y descendía desde Atarot Adar hasta el cerro que está al sur de Bet Jorón de Abajo.
14 De allí la frontera continuaba hacia el sur, por el lado occidental, hasta llegar a Quiriat Baal, llamada también Quiriat Yearín, una población perteneciente a Judá. Ésta era la frontera occidental.
15 La frontera sur partía desde Quiriat Yearín, en el lado occidental, y continuaba hasta el manantial de Neftóaj. 16 Descendía a las laderas del monte ubicado frente al valle de Ben Hinón, al norte del valle de Refayin. Seguía en descenso por el valle de Hinón, bordeando la cuesta de la ciudad de Jebús, hasta llegar a Enroguel. 17 De allí giraba hacia el norte, rumbo a Ensemes, seguía por Guelilot, al frente de la cuesta de Adumín, y descendía a la peña de Bohán hijo de Rubén. 18 La frontera continuaba hacia la cuesta norte de Bet Arabá, y descendía hasta el Arabá. 19 De allí se dirigía a la cuesta norte de Bet Joglá y salía en la bahía norte del Mar Muerto, donde desemboca el río Jordán. Ésta era la frontera sur.
20 El río Jordán marcaba los límites del lado oriental.
Éstas eran las fronteras de las tierras asignadas como herencia a todos los clanes de la tribu de Benjamín.
21 Los clanes de la tribu de Benjamín poseyeron las siguientes ciudades:
Jericó, Bet Joglá, Émec Casís, 22 Bet Arabá, Zemarayin, Betel, 23 Avín, Pará, Ofra, 24 Quefar Amoní, Ofni y Gueba, es decir, doce ciudades con sus poblaciones; 25 y Gabaón, Ramá, Berot, 26 Mizpa, Cafira, Mozá, 27 Requen, Irpel, Taralá, 28 Zela, Élef, Jebús, llamada también Jerusalén, Guibeá y Quiriat, es decir, catorce ciudades con sus poblaciones.
Ésta fue la herencia que recibieron los clanes de la tribu de Benjamín.
Comentario
El don de tu herencia
¿Hay algún área de tu vida en la que aún no estés disfrutando de tu herencia en Cristo?
La tierra era la herencia del pueblo de Dios (17:4,7; 18:7,20,27). «Así que Josué los desafió: “¿Hasta cuándo van a esperar para tomar posesión del territorio que les otorgó el Señor, Dios de sus antepasados?”» (18:3).
Aquí vemos, una vez más, la gran diferencia entre la propiedad y la posesión y disfrute de la tierra. A Israel se le dio en propiedad la tierra antes de que tomara posesión de ella y la disfrutara.
Cuando sigues a Jesús te haces su amigo. Recibes el perdón, la justificación, la santidad de Dios y el Espíritu Santo. Te haces hijo de Dios; tienes poder sobre el pecado y acceso a Dios; tienes la victoria sobre los poderes demoníacos. Tienes paz con Dios y autoridad sobre el mal en tu vida y en la vida de los demás. Te pertenecen todas las promesas de Dios. Esta es tu herencia en Cristo.
Pero no siempre necesariamente tomarás posesión y disfrutarás plenamente de todas estas cosas en tu vida. En efecto, aquí Dios dice a su pueblo: «¿No se dan cuenta de que les he dado todo esto? ¿A qué esperan?».
Puede que hayas dado tu vida a Jesús, pero que no le hayas permitido tomar posesión de todos los aspectos de tu vida: tus finanzas, trabajo, vida de oración, amigos y familia. En mi experiencia, llegar a hacerlo es una tarea que lleva toda la vida.
San Pablo escribe que necesitas llevar cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo (2 Corintios 10:5). En algunas áreas la victoria puede ser inmediata, en otras más gradual. Tienes que ir apagando hasta los focos de resistencia más pequeños.
Igual que Israel recibió la tierra como un don del Señor (Josué 18:3), también tú y yo hemos recibido, en Jesús, todas las bendiciones espirituales (Efesios 1:3). La pregunta es: «¿Cuánto tiempo esperarás hasta que comiences a tomar posesión de estos dones? (Josué 18:3).
Oración
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Juan 1:48
«―¿De dónde me conoces? —le preguntó Natanael.
―Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto»
Jesús te ve donde quiera que estés y hagas lo que hagas. Él te conoce.
Versículo del día
Proverbios 10:31-32
'La boca del justo profiere sabiduría, pero la lengua perversa será cercenada. Los labios del justo destilan bondad; de la boca del malvado brota perversidad.'
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Referencias
Notas:
William Temple, Readings in St. John» s Gospel, (MacMillan, 1952).
Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. «NIV» is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.
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Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.