Dos maneras de vivir
Introducción
Albert Einstein dijo lo siguiente: «Solo hay dos maneras de vivir tu vida. Una es como si nada es un milagro; la otra como si todo lo fuera».
El mismo Jesús dijo que, en última instancia, solo hay dos maneras de vivir: hay dos caminos, dos puertas, dos destinos y dos grupos de personas (ver Mateo 7:13–14). En los pasajes de hoy podemos ver claramente el contraste entre las diferentes maneras de vivir.
Salmos 50:16-23
16 Pero Dios le dice al malvado:
«¿Qué derecho tienes tú de recitar mis leyes
o de mencionar mi pacto con tus labios?
17 Mi instrucción, la aborreces;
mis palabras, las desechas.
18 Ves a un ladrón, y lo acompañas;
con los adúlteros te identificas.
19 Para lo malo, das rienda suelta a tu boca;
tu lengua está siempre dispuesta al engaño.
20 Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo,
y aun calumnias a tu propio hermano.
21 Has hecho todo esto, y he guardado silencio;
¿acaso piensas que soy como tú?
Pero ahora voy a reprenderte;
cara a cara voy a denunciarte.
22 »Ustedes que se olvidan de Dios,
consideren lo que he dicho;
de lo contrario, los haré pedazos,
y no habrá nadie que los salve.
23 Quien me ofrece su gratitud, me honra;
al que enmiende su conducta le mostraré mi salvación.»
Comentario
Dos actitudes hacia Dios: odiarlo u honrarlo
Al final, solo hay dos actitudes posibles hacia Dios. Podemos honrarlo
o podemos odiarlo. Así dice Dios: «Quien me ofrece su gratitud, me honra» v.23). Esto lo pone en contraste con aquellos que «aborrecen» «mi instrucción» (v.17a).
Aquellos que «odian» a Dios, lo ignoran y lo «olvidan» (v.22). El siglo XX ha sido testigo de las terribles consecuencias de las acciones de aquellos que han olvidado a Dios y han aborrecido su instrucción.
Al considerar los grandes desastres que «devoraron a unos sesenta millones de rusos», el gran novelista ruso Alexander Solzhenitsyn vio que la principal característica del siglo XX fue que «la gente se había olvidado de Dios».
Esto no se aplica solamente a los demás, también se nos aplica a todos nosotros. ¿Encuentras que a veces, posiblemente porque todo parece estar yendo bien en tu vida, te olvidas de orar, leer la Biblia y dar gracias a Dios por todos sus beneficios? ¿Casi como si te hubieras olvidado de Dios? Hay épocas de nuestra vida en la que nos olvidamos de Dios y lo complicamos todo.
En contraste con el olvido de Dios está una vida dedicada a honrarlo, llena de agradecimiento y alabanzas: «Quien me ofrece su gratitud, me honra; al que enmiende su conducta le mostraré mi salvación» (v.23).
Oración
Lucas 22:39-62
Jesús ora en el monte de los Olivos
39 Jesús salió de la ciudad y, como de costumbre, se dirigió al monte de los Olivos, y sus discípulos lo siguieron. 40 Cuando llegaron al lugar, les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.» 41 Entonces se separó de ellos a una buena distancia, se arrodilló y empezó a orar: 42 «Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.» 43 Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. 44 Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra.
45 Cuando terminó de orar y volvió a los discípulos, los encontró dormidos, agotados por la tristeza. 46 «¿Por qué están durmiendo? —les exhortó—. Levántense y oren para que no caigan en tentación.»
Arresto de Jesús
47 Todavía estaba hablando Jesús cuando se apareció una turba, y al frente iba uno de los doce, el que se llamaba Judas. Éste se acercó a Jesús para besarlo, 48 pero Jesús le preguntó:
—Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?
49 Los discípulos que lo rodeaban, al darse cuenta de lo que pasaba, dijeron:
—Señor, ¿atacamos con la espada?
50 Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha.
51 —¡Déjenlos! —ordenó Jesús.
Entonces le tocó la oreja al hombre, y lo sanó. 52 Luego dijo a los jefes de los sacerdotes, a los capitanes del templo y a los ancianos, que habían venido a prenderlo:
—¿Acaso soy un bandido, para que vengan contra mí con espadas y palos? 53 Todos los días estaba con ustedes en el templo, y no se atrevieron a ponerme las manos encima. Pero ya ha llegado la hora de ustedes, cuando reinan las tinieblas.
Pedro niega a Jesús
54 Prendieron entonces a Jesús y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía de lejos. 55 Pero luego, cuando encendieron una fogata en medio del patio y se sentaron alrededor, Pedro se les unió. 56 Una criada lo vio allí sentado a la lumbre, lo miró detenidamente y dijo:
—Éste estaba con él.
57 Pero él lo negó.
—Muchacha, yo no lo conozco.
58 Poco después lo vio otro y afirmó:
—Tú también eres uno de ellos.
—¡No, hombre, no lo soy! —contestó Pedro.
59 Como una hora más tarde, otro lo acusó:
—Seguro que éste estaba con él; miren que es galileo.
60 —¡Hombre, no sé de qué estás hablando! —replicó Pedro.
En el mismo momento en que dijo eso, cantó el gallo. 61 El Señor se volvió y miró directamente a Pedro. Entonces Pedro se acordó de lo que el Señor le había dicho: «Hoy mismo, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.» 62 Y saliendo de allí, lloró amargamente.
Comentario
Dos sendas en la vida: la voluntad de Dios o la tuya
¿Alguna vez te has encontrado en una situación en la que sabes qué es lo correcto que tienes que hacer pero también eres consciente de que hacerlo es algo muy difícil y costoso? ¿Sientes a veces la tentación de tomar el camino más fácil?
En este pasaje vemos que Jesús, a la vez que era plenamente Dios, era plenamente humano. Lo primero, tuvo que afrontar el terrible sufrimiento de la cruz. «Se arrodilló y empezó a orar» (v.41), «Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya» (v.42).
La humanidad de Jesús se hace patente en su angustia y su sudor que era «era como gotas de sangre que caían a tierra» (v.44). A pesar de todas las dificultades, escogió la voluntad de Dios por encima de la suya y «se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo» (v.43).
Nunca tendrás que enfrentarte a un desafío mayor del que él enfrentó. Pero habrá momentos de tu vida en los que Dios te pida escoger Su voluntad por encima de lo que tú quieras hacer. En todo sacrificio, ya sea grande o pequeño, pídele a Dios Su fuerza para elegir Su voluntad sobre la tuya propia, como Jesús lo hizo.
Judas en cambio eligió seguir su propio camino. Traicionó con un beso a aquel que le había amado. Vemos un claro contraste entre Jesús y Judas. Por un lado, Jesús oró «y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo» (v.43). Por otro, vemos el resultado del acto de traición de Judas: «Cuando reinan las tinieblas» (v.53) todo se vuelve infernal.
Si al igual que yo, sientes que nunca podrás llegar a ser como Jesús, pero por nada te quieres parecer a Judas, entonces Pedro es el que nos da esperanza a todos. Pedro falló, como yo suelo fallar, y aun así Dios lo usó.
El primer error de Pedro fue seguirlos «de lejos» (v.54). Cuando la gente se pone agresiva con Jesús, es muy tentador poner un poco de distancia entre nosotros y él, para no quedar demasiado cerca de Jesús. Al final, tomar esta senda conduce a negaciones directas (vv.57–58,60).
Cuando Jesús se volteó y miró directo a Pedro (v.61), este supo que había fallado y «lloró amargamente» (v.62). Pedro había fallado igual que Judas, pero su futuro fue muy diferente al de Judas. Dios siguió usando a Pedro, probablemente mucho más que a ningún otro en toda la historia de la iglesia cristiana. La diferencia entre Pedro y Judas fue su reacción ante el fallo. Pedro estaba profundamente arrepentido y recibió el perdón y la restauración de Jesús (ver Juan 21). Es algo que nos da esperanza a todos.
Para todos nosotros, igual que Pedro, nuestros fallos de ayer pueden convertirse en nuestro mensaje de hoy. Nuestras pruebas pueden convertirse en nuestro testimonio.
Oración
Josué 5:13-7:26
El comandante del ejército del
13 Cierto día Josué, que acampaba cerca de Jericó, levantó la vista y vio a un hombre de pie frente a él, espada en mano. Josué se le acercó y le preguntó:
—¿Es usted de los nuestros, o del enemigo?
14 —¡De ninguno! —respondió—. Me presento ante ti como comandante del ejército del Señor.
Entonces Josué se postró rostro en tierra y le preguntó:
—¿Qué órdenes trae usted, mi Señor, para este siervo suyo?
15 El comandante del ejército del Señor le contestó:
—Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar que pisas es sagrado.
Y Josué le obedeció.
La conquista de Jericó
6Las puertas de Jericó estaban bien aseguradas por temor a los israelitas; nadie podía salir o entrar. 2 Pero el Señor le dijo a Josué: «¡He entregado en tus manos a Jericó, y a su rey con sus guerreros! 3 Tú y tus soldados marcharán una vez alrededor de la ciudad; así lo harán durante seis días. 4 Siete sacerdotes llevarán trompetas hechas de cuernos de carneros, y marcharán frente al arca. El séptimo día ustedes marcharán siete veces alrededor de la ciudad, mientras los sacerdotes tocan las trompetas. 5 Cuando todos escuchen el toque de guerra, el pueblo deberá gritar a voz en cuello. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y cada uno entrará sin impedimento.»
6 Josué hijo de Nun llamó a los sacerdotes y les ordenó: «Carguen el arca del pacto del Señor, y que siete de ustedes lleven trompetas y marchen frente a ella.» 7 Y le dijo al pueblo: «¡Adelante! ¡Marchen alrededor de la ciudad! Pero los hombres armados deben marchar al frente del arca del Señor.»
8 Cuando Josué terminó de dar las instrucciones al pueblo, los siete sacerdotes marcharon al frente del arca del pacto del Señor tocando sus trompetas; y el arca del pacto les seguía. 9 Los hombres armados marchaban al frente de los sacerdotes que tocaban las trompetas, y tras el arca marchaba la retaguardia. Durante todo ese tiempo las trompetas no cesaron de sonar. 10 Al resto del pueblo, en cambio, Josué le ordenó marchar en silencio, sin decir palabra alguna ni gritar hasta el día en que les diera la orden de gritar a voz en cuello.
11 Josué hizo llevar el arca alrededor de Jericó una sola vez. Después, el pueblo regresó al campamento para pasar la noche. 12 Al día siguiente, Josué se levantó temprano, y los sacerdotes cargaron el arca del Señor. 13 Los siete sacerdotes que llevaban las trompetas tomaron la delantera y marcharon al frente del arca mientras tocaban sus trompetas. Los hombres armados marchaban al frente de ellos, y tras el arca del Señor marchaba la retaguardia. ¡Nunca dejaron de oírse las trompetas! 14 También en este segundo día marcharon una sola vez alrededor de Jericó, y luego regresaron al campamento. Así hicieron durante seis días.
15 El séptimo día, a la salida del sol, se levantaron y marcharon alrededor de la ciudad tal como lo habían hecho los días anteriores, sólo que en ese día repitieron la marcha siete veces. 16 A la séptima vuelta, los sacerdotes tocaron las trompetas, y Josué le ordenó al ejército: «¡Empiecen a gritar! ¡El Señor les ha entregado la ciudad! 17 Jericó, con todo lo que hay en ella, será destinada al exterminio como ofrenda al Señor. Sólo se salvarán la prostituta Rajab y los que se encuentren en su casa, porque ella escondió a nuestros mensajeros. 18 No vayan a tomar nada de lo que ha sido destinado al exterminio para que ni ustedes ni el campamento de Israel se pongan en peligro de exterminio y de desgracia. 19 El oro y la plata y los utensilios de bronce y de hierro pertenecen al Señor: colóquenlos en su tesoro.»
20 Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y la gente gritó a voz en cuello, ante lo cual las murallas de Jericó se derrumbaron. El pueblo avanzó, sin ceder ni un centímetro, y tomó la ciudad. 21 Mataron a filo de espada a todo hombre y mujer, joven y anciano. Lo mismo hicieron con las vacas, las ovejas y los burros; destruyeron todo lo que tuviera aliento de vida. ¡La ciudad entera quedó arrasada!
22 Ahora bien, Josué les había dicho a los dos exploradores: «Vayan a casa de la prostituta, y tráiganla junto con sus parientes, tal como se lo juraron.» 23 Así que los jóvenes exploradores entraron y sacaron a Rajab junto con sus padres y hermanos, y todas sus pertenencias, y llevaron a toda la familia a un lugar seguro, fuera del campamento israelita. 24 Sólo entonces los israelitas incendiaron la ciudad con todo lo que había en ella, menos los objetos de plata, de oro, de bronce y de hierro, los cuales depositaron en el tesoro de la casa del Señor. 25 Así Josué salvó a la prostituta Rajab, a toda su familia y todas sus posesiones, por haber escondido a los mensajeros que él había enviado a Jericó. Y desde entonces, Rajab y su familia viven con el pueblo de Israel.
26 En aquel tiempo, Josué hizo este juramento:
«¡Maldito sea en la presencia del
el que se atreva a reconstruir esta ciudad!
Que eche los cimientos
a costa de la vida de su hijo mayor.
Que ponga las puertas
a costa de la vida de su hijo menor.»
27 El Señor estuvo con Josué, y éste se hizo famoso por todo el país.
El pecado de Acán
7Sin embargo, los israelitas desobedecieron al Señor conservando lo que él había decidido que fuera destinado a la destrucción, pues Acán hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera, guardó para sí parte del botín que Dios había destinado al exterminio. Este hombre de la tribu de Judá provocó la ira del Señor contra los israelitas.
La derrota en Hai
2 Josué envió a unos hombres de Jericó hacia Hai, lugar cercano a Bet Avén, frente a Betel, y les dijo: «Vayan a explorar la tierra.» Fueron, pues, a explorar la ciudad de Hai. 3 Poco después regresaron y le dieron el siguiente informe a Josué: «No es necesario que todo el pueblo vaya a la batalla. Dos o tres mil soldados serán suficientes para que tomemos Hai. Esa población tiene muy pocos hombres y no hay necesidad de cansar a todo el pueblo.» 4 Por esa razón, sólo fueron a la batalla tres mil soldados, pero los de Hai los derrotaron. 5 El ejército israelita sufrió treinta y seis bajas, y fue perseguido desde la puerta de la ciudad hasta las canteras. Allí, en una pendiente, fueron vencidos. Como resultado, todo el pueblo se acobardó y se llenó de miedo.
6 Ante esto, Josué se rasgó las vestiduras y se postró rostro en tierra ante el arca del pacto del Señor. Lo acompañaban los jefes de Israel, quienes también mostraban su dolor y estaban consternados. 7 Josué le reclamó a Dios:
— Señor y Dios, ¿por qué hiciste que este pueblo cruzara el Jordán, y luego lo entregaste en manos de los amorreos para que lo destruyeran? ¡Mejor nos hubiéramos quedado al otro lado del río! 8 Dime, Señor, ¿qué puedo decir ahora que Israel ha huido de sus enemigos? 9 Los cananeos se enterarán y llamarán a los pueblos de la región; entonces nos rodearán y nos exterminarán. ¡Qué será de tu gran prestigio!
10 Y el Señor le contestó:
—¡Levántate! ¿Qué haces allí postrado? 11 Los israelitas han pecado y han violado la alianza que concerté con ellos. Se han apropiado del botín de guerra que debía ser destruido y lo han escondido entre sus posesiones. 12 Por eso los israelitas no podrán hacerles frente a sus enemigos, sino que tendrán que huir de sus adversarios. Ellos mismos se acarrearon su destrucción. Y si no destruyen ese botín que está en medio de ustedes, yo no seguiré a su lado. 13 ¡Levántate! ¡Purifica al pueblo! Diles que se consagren para presentarse ante mí mañana, y que yo, el Señor, Dios de Israel, declaro: “¡La destrucción está en medio de ti, Israel! No podrás resistir a tus enemigos hasta que hayas quitado el oprobio que está en el pueblo.” 14 Mañana por la mañana se presentarán por tribus. La tribu que yo señale por suertes presentará a sus clanes; el clan que el Señor señale presentará a sus familias; y la familia que el Señor señale presentará a sus varones. 15 El que sea sorprendido en posesión del botín de guerra destinado a la destrucción será quemado junto con su familia y sus posesiones, pues ha violado el pacto del Señor y ha causado el oprobio a Israel.
El castigo de Acán
16 Al día siguiente, muy de madrugada, Josué mandó llamar, una por una, las tribus de Israel; y la suerte cayó sobre Judá. 17 Todos los clanes de Judá se acercaron, y la suerte cayó sobre el clan de Zera. Del clan de Zera la suerte cayó sobre la familia de Zabdí. 18 Josué, entonces, hizo pasar a cada uno de los varones de la familia de Zabdí, y la suerte cayó sobre Acán hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera. 19 Entonces Josué lo interpeló:
—Hijo mío, honra y alaba al Señor, Dios de Israel. Cuéntame lo que has hecho. ¡No me ocultes nada!
20 Acán le replicó:
—Es cierto que he pecado contra el Señor, Dios de Israel. Ésta es mi falta: 21 Vi en el botín un hermoso manto de Babilonia, doscientas monedas de plata y una barra de oro de medio kilo. Me deslumbraron y me apropié de ellos. Entonces los escondí en un hoyo que cavé en medio de mi carpa. La plata está también allí, debajo de todo.
22 En seguida, Josué envió a unos mensajeros, los cuales fueron corriendo a la carpa de Acán. Allí encontraron todo lo que Acán había escondido, 23 lo recogieron y se lo llevaron a Josué y a los israelitas, quienes se lo presentaron al Señor. 24 Y Josué y todos los israelitas tomaron a Acán, bisnieto de Zera, y lo llevaron al valle de Acor, junto con la plata, el manto y el oro; también llevaron a sus hijos, sus hijas, el ganado, su carpa y todas sus posesiones. Cuando llegaron al valle de Acor, 25 Josué exclamó:
—¿Por qué has traído esta desgracia sobre nosotros? ¡Que el Señor haga caer sobre ti esa misma desgracia!
Entonces todos los israelitas apedrearon a Acán y a los suyos, y los quemaron. 26 Luego colocaron sobre ellos un gran montón de piedras que sigue en pie hasta el día de hoy. Por eso aquel lugar se llama valle de Acor. Así aplacó el Señor el ardor de su ira.
Comentario
Dos suelos sobre los que sostenernos: lo santo o lo oculto
¿Tienes algún área de tu vida que mantienes oculta porque es un lugar de pecado secreto?
En este pasaje vemos dos suelos que están en contraste. Vemos a Josué pisando suelo sagrado (5:15) y por otro lado vemos a Acán de pie sobre un suelo de pecado oculto (7:21–22).
El mensajero de Dios se aparece a Josué. No sabemos si era un ángel o la segunda persona de la Trinidad (Jesús). Lo que sabemos es que Josué «cayó rostro en tierra ante él con reverencia» (5:14, NTV) y le fue dicho: «Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar que pisas es sagrado» (v.15).
En la vida hay ocasiones en las que la presencia de Dios parece tan fuerte que sentimos que estamos pisando suelo sagrado. Todo lo que podemos hacer es caer rostro en tierra y adorar.
Dios llenó a Josué éxito (6:1–26): «El Señor estuvo con Josué, y este se hizo famoso por todo el país» (v.27). Su éxito no provino del tamaño de su ejército, el poder de sus armas o su pericia como líder, sino que vino por su fe en Dios, la cual lo llevó a seguir las instrucciones de Dios.
De la misma manera, la prostituta Rajab, su familia y todos los que le pertenecían fueron salvados por causa de su fe, la cual la llevó a tener un acto de amabilidad con los sirvientes de Dios (v.25).
En el Nuevo Testamento se reconoce a Josué y Rajab como héroes de la fe: «Por la fe cayeron las murallas de Jericó \[…\] Por la fe la prostituta Rajab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías» (Hebreos 11:30–31).
El libro de Josué plantea muchas preguntas difíciles para las que nos cuesta encontrar respuesta. Como cristianos, una vez más tenemos que acordarnos de leerlo con los lentes de Jesús y del Nuevo Testamento.
El libro de los Hebreos sugiere que la tierra prometida es una imagen de las bendiciones que recibes por la obediencia, es decir, por la fe en Jesús: «Si Josué les hubiera dado el reposo, Dios no habría hablado posteriormente de otro día \[…\] Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia» (4:8–11).
Un incidente en el que se ve esa «desobediencia» se da en la historia de Acán, cuya codicia llevó a desobedecer a Dios tomando para sí plata y oro. Posteriormente admitió que «todo ello está escondido bajo tierra en medio de mi tienda» (Josué 7:21, RVA-2015). Ya seguros, los mensajeros de Josué fueron «corriendo a la tienda. Y he aquí, aquello estaba escondido allí en su tienda, y el dinero estaba debajo» (v.22, RVA-2015).
Tenemos que hacernos conscientes del peligro de compartimentalizar nuestras vidas. Como en la tienda de Acán, todo puede parecer respetable en la superficie, pero debajo, escondido, puede acechar el pecado. Los demás no pueden ver los compartimentos de nuestra vida donde reside el pecado, pero Dios sí puede.
El pecado de Acán no le afectó simplemente a él. Afectó a todo el campamento. Dios quería un pueblo santo consagrado a Él (v.13). El pecado y la desobediencia en el campamento les afectaron en su pureza. El Señor dijo: «No podrás resistir a tus enemigos hasta que hayas quitado el oprobio que está en el pueblo» (v.13).
Es muy bueno preguntarse, ¿tengo alguna área que no esté consagrada a Dios, que esté impidiendo que reciba las bendiciones y la victoria que Dios quiere dar a su pueblo?
Mi experiencia ha sido que el Espíritu Santo continúa arrojando luz sobre las áreas «escondidas» de mi vida con las que tengo que lidiar. El proceso probablemente no se completará nunca en este lado del cielo.
La buena noticia es que ya no tenemos que temer el castigo del pecado que Acán tuvo que afrontar. Por medio de Jesús eres perdonado y restaurado, sin importar cuáles hayan sido tus fallos.
Oración
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Lucas 22:46
«¿Por qué están durmiendo \[…\] Levántense y oren para que no caigan en tentación».
No me resulta nada fácil levantarme muy temprano para orar o quedarme hasta tarde orando. Siento simpatía por los discípulos. Tuvieron un día muy largo y Jesús les había estado contando todo tipo de cosas acerca de su sufrimiento y su muerte.
Tuvieron que sentirse muy preocupados y confundidos: estaban «agotados por la tristeza» (v.45). Tuvieron que sentirse muy decepcionados con ellos mismos por haber abandonado a su amigo, maestro y Señor.
Entiendo la negación de Pedro, el miedo puede atenazarnos en ocasiones. Es por esto por lo que la transformación de Pedro es tan asombrosa: de cobarde a líder valiente. Si Dios puede cambiar a Pedro, me puede cambiar a mí.
Versículo del día
Lucas 22:42
'Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.'
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Referencias
Notas:
Alexander Solzhenitsyn, Discurso en la entrega del Premio Templeton, «Los hombres se han olvidado de Dios», World copyright ©1983 by Aleksander Solzhenitsyn
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