Día 106

Su presencia

Sabiduría Salmos 46:1-11
Nuevo Testamento Lucas 17:11-37
Antiguo Testamento Deuteronomio 26:1-28:14

Introducción

Si amas a alguien lo que más deseas es la presencia de esa persona contigo. Las fotos reconfortan, las llamadas de teléfono y los mensajes están bien, así como las cartas. Skype y Facetime son estupendos para comunicarse, pero nada se puede comparar con pasar tiempo con esa persona en vivo.

Lo que Adán y Eva perdieron en el Jardín del Edén cuando pecaron fue la presencia de Dios. Muy por encima de tener la ley, la característica que distinguía a Israel era la presencia de Dios entre ellos. El templo no era principalmente un lugar de sacrificio, sino el lugar de la presencia de Dios. El exilio fue desastroso para el pueblo porque estuvieron lejos de la presencia de Dios.

Dios prometió volver a estar en medio de su pueblo. Esta promesa fue cumplida con la venida de Jesús y el Espíritu Santo. Él promete estar contigo.

Sabiduría

Salmos 46:1-11

Salmo 46

Al director musical. De los hijos de Coré. Canción según alamot.

1 Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza,
nuestra ayuda segura en momentos de angustia.
2 Por eso, no temeremos
aunque se desmorone la tierra
y las montañas se hundan en el fondo del mar;
3 aunque rujan y se encrespen sus aguas,
y ante su furia retiemblen los montes.

4 Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios,
la santa habitación del Altísimo.
5 Dios está en ella, la ciudad no caerá;
al rayar el alba Dios le brindará su ayuda.
6 Se agitan las naciones, se tambalean los reinos;
Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba.

7 El SeñorTodopoderoso está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.

8 Vengan y vean los portentos del Señor;
él ha traído desolación sobre la tierra.
9 Ha puesto fin a las guerras
en todos los confines de la tierra;
ha quebrado los arcos, ha destrozado las lanzas,
ha arrojado los carros al fuego.
10 «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios.
¡Yo seré exaltado entre las naciones!
¡Yo seré enaltecido en la tierra!»

11 El Señor Todopoderoso está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.

Comentario

«El Señor Todopoderoso está con nosotros»

La presencia de Dios en el Antiguo Testamento se asociaba con Jerusalén, la ciudad de Dios, donde «Dios está» (v.5). En particular, era asociada con el templo (v.5a), «la santa habitación del santísimo» (v.4b). «Dios está en ella»; «el Señor Todopoderoso está con nosotros» (vv.7,11).

Cuando Jesús estuvo en la tierra, declaró que su cuerpo era el templo donde Dios estaba presente (ver Juan 2:19-22). En el día de Pentecostés, la presencia de Dios vino a morar con su pueblo por medio del Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo. En el Nuevo Testamento, la presencia de Dios no está en un templo físico sino en su pueblo, «un templo santo» (Efesios 2:19-22).

En la vida siempre hay tanto por hacer que es tentador querer ser hiperactivos y hacerlo todo. Pero el Señor te anima así: «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios» (Salmo 46:10). Si te tomas tiempo para estar quieto y escucharlo a Él, verás en este salmo algunas de las bendiciones que vienen de reconocer Su presencia contigo.

  • Paz

«Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos» (vv.1–2a).

  • Alegría

«Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios» (v.4a). Jesús habló de que el Espíritu Santo traería «ríos de agua viva» (Juan 7:38). Este río no está en una ciudad física sino en tu corazón.

  • Seguridad

«Dios está en ella, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su ayuda» (Salmo 46:5).

  • Protección

«El SeñorTodopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob» (vv.7,11). Dios lucha por nosotros y nos protege.

Oración

Señor, hoy quiero «quedarme quieto y reconocer que tú eres Dios» (v.10). Traigo ante Ti mis miedos, preocupaciones y ansiedades. Gracias porque puedo confiar en Ti. Gracias por Tu presencia y la paz, la alegría, la seguridad y la protección que traes.
Nuevo Testamento

Lucas 17:11-37

Jesús sana a diez leprosos

11 Un día, siguiendo su viaje a Jerusalén, Jesús pasaba por Samaria y Galilea. 12 Cuando estaba por entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres enfermos de lepra. Como se habían quedado a cierta distancia, 13 gritaron:

—¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!

14 Al verlos, les dijo:

—Vayan a presentarse a los sacerdotes.

Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios.

15 Uno de ellos, al verse ya sano, regresó alabando a Dios a grandes voces. 16 Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, no obstante que era samaritano.

17 —¿Acaso no quedaron limpios los diez? —preguntó Jesús—. ¿Dónde están los otros nueve? 18 ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? 19 Levántate y vete —le dijo al hombre—; tu fe te ha sanado.

La venida del reino de Dios

20 Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo iba a venir el reino de Dios, y él les respondió:

—La venida del reino de Dios no se puede someter a cálculos. 21 No van a decir: “¡Mírenlo acá! ¡Mírenlo allá!” Dense cuenta de que el reino de Dios está entre ustedes.

22 A sus discípulos les dijo:

—Llegará el tiempo en que ustedes anhelarán vivir siquiera uno de los días del Hijo del hombre, pero no podrán. 23 Les dirán: “¡Mírenlo allá! ¡Mírenlo acá!” No vayan; no los sigan. 24 Porque en su día el Hijo del hombre será como el relámpago que fulgura e ilumina el cielo de uno a otro extremo. 25 Pero antes él tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por esta generación.

26 »Tal como sucedió en tiempos de Noé, así también será cuando venga el Hijo del hombre. 27 Comían, bebían, y se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y los destruyó a todos.

28 »Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y edificaban. 29 Pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y acabó con todos.

30 »Así será el día en que se manifieste el Hijo del hombre. 31 En aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas dentro de la casa, que no baje a buscarlas. Así mismo el que esté en el campo, que no regrese por lo que haya dejado atrás. 32 ¡Acuérdense de la esposa de Lot! 33 El que procure conservar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará. 34 Les digo que en aquella noche estarán dos personas en una misma cama: una será llevada y la otra será dejada. 35 Dos mujeres estarán moliendo juntas: una será llevada y la otra será dejada.

37 —¿Dónde, Señor? —preguntaron.

—Donde esté el cadáver, allí se reunirán los buitres —respondió él.

Comentario

«El reino de Dios está entre ustedes»

Dios ha venido a morar en medio de su pueblo por medio de la llegada de Jesús y la llegada del reino de Dios. Jesús es «Emmanuel \[…\] Dios con nosotros» (Mateo 1:23). Jesús enseñó que el reino de Dios es a la vez «ahora mismo» y «todavía no»:

  • La presencia de Dios: «Ahora mismo»

Los fariseos preguntaron a Jesús cuando llegaría el reino de Dios. Jesús respondió: «La venida del reino de Dios no se puede someter a cálculos. No van a decir: “¡Mírenlo acá! ¡Mírenlo allá!” Dense cuenta de que el reino de Dios (ahora mismo) está entre ustedes» (Lucas 17:20–21).

El reino de Dios es el gobierno y el reinado de Dios. Jesús lo inauguró predicando la buena noticia del reino y sanando a los enfermos (por ejemplo, vv.15–18) y por medio de su muerte y resurrección. Con la venida de Jesús y del Espíritu Santo, Dios se hace presente en medio de su pueblo. Pero esta presencia no siempre es visible. La gente de hoy no siempre podrán decir: «¡Mírenlo acá! ¡Mírenlo allá!» (v.21) pero vendrá el tiempo en que su presencia será visible.

  • La presencia de Dios: «Todavía no»

Un día Jesús volverá. Será el día de la consumación del reino de Dios. Entonces, todos verán pues «así como el relámpago, al brillar, ilumina el cielo de uno a otro lado, así será el Hijo del hombre en el día de su regreso» (v.24).

Este será el día en el que el Hijo del Hombre sea revelado en toda su gloria (v.30), en el que lo veremos cara a cara (1 Corintios 13:12) y «estaremos con el Señor para siempre» (1 Tesalonicenses 4:17). Experimentaremos la presencia visible de Dios para siempre.

Ahora mismo la presencia de Dios es invisible. La gente se centra en comer, beber, casarse, comprar, vender, plantar y construir (ver Lucas 17:27–28). Ninguna de estas cosas está mal en sí misma. Son parte de la vida regular y ordinaria. El problema tanto en la época de Noé como en la de Lot, es que la mayor parte de la gente hizo oídos sordos a las advertencias. Jesús nos urge a estar listos.

Paradójicamente, quien intenta salvar su vida la pierde, y quien la pierde la salvará (v.33). Si eres de los que siempre están intentando encontrar la manera de sacar el mayor partido a la vida para sí mismos (sacar cuanto más dinero, mayores posiciones, mejor reputación, ser más popular) entonces te perderás. Si pierdes tu vida negándote a ti mismo y sirviendo a Jesús, lo que de hecho encontrarás será la vida en toda su plenitud.

Como vives en el tiempo que hay entre la primera y la segunda venida de Jesús, no olvides dar gracias a Dios por sus bendiciones. De los diez leprosos que Jesús curó, solo uno regresó «alabando a Dios a grandes voces. Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias» (Lucas 17:15–16).

Es fácil ser como los nueve leprosos que se olvidaron de dar gracias a Jesús. Cultiva una actitud de gratitud, tomándote el tiempo para dar gracias a Jesús por las oraciones respondidas, su constante amor, su perdón, su gracia y especialmente por la promesa de la presencia de Dios contigo. Recientemente, un día que estaba orando en Hyde Park decidí practicar esto y pensar en cien cosas por las que dar gracias a Dios. Completé la lista muy rápido y me di cuenta de que apenas había comenzado la lista de las cosas por las que dar gracias.

Oración

Señor, perdóname por olvidarme tan a menudo de darte gracias. Muchísimas gracias por todas tus bendiciones…
Antiguo Testamento

Deuteronomio 26:1-28:14

Diezmos y primicias

26»Cuando hayas entrado en la tierra que el Señor tu Dios te da como herencia, y tomes posesión de ella y te establezcas allí, 2 tomarás de las primicias de todo lo que produzca la tierra que el Señor tu Dios te da, y las pondrás en una canasta. Luego irás al lugar donde el Señor tu Dios haya decidido habitar, 3 y le dirás al sacerdote que esté oficiando: “Hoy declaro, ante el Señor tu Dios, que he entrado en la tierra que él nos dio, tal como se lo juró a nuestros antepasados.”

4 »El sacerdote tomará de tus manos la canasta y la pondrá frente al altar del Señor tu Dios. 5 Entonces tú declararás ante el Señor tu Dios:

“Mi padre fue un arameo errante, y descendió a Egipto con poca gente. Vivió allí hasta llegar a ser una gran nación, fuerte y numerosa. 6 Pero los egipcios nos maltrataron, nos hicieron sufrir y nos sometieron a trabajos forzados. 7 Nosotros clamamos al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestro ruego y vio la miseria, el trabajo y la opresión que nos habían impuesto. 8 Por eso el Señor nos sacó de Egipto con actos portentosos y gran despliegue de poder, con señales, prodigios y milagros que provocaron gran terror. 9 Nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, donde abundan la leche y la miel. 10 Por eso ahora traigo las primicias de la tierra que el Señor tu Dios me ha dado.”

»Acto seguido, pondrás la canasta delante del Señor tu Dios, y te postrarás ante él. 11 Y los levitas y los extranjeros celebrarán contigo todo lo bueno que el Señor tu Dios te ha dado a ti y a tu familia.

12 »Cuando ya hayas apartado la décima parte de todos tus productos del tercer año, que es el año del diezmo, se la darás al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman y se sacien en tus ciudades. 13 Entonces le dirás al Señor tu Dios:

“Ya he retirado de mi casa la porción consagrada a ti, y se la he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que tú me mandaste. No me he apartado de tus mandamientos ni los he olvidado. 14 Mientras estuve de luto, no comí nada de esta porción consagrada; mientras estuve impuro, no tomé nada de ella ni se la ofrecí a los muertos. Señor mi Dios, yo te he obedecido y he hecho todo lo que me mandaste. 15 Mira desde el cielo, desde el santo lugar donde resides y, tal como se lo juraste a nuestros antepasados, bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos has dado, tierra donde abundan la leche y la miel.”

Exhortación a seguir los mandamientos del

16 »Hoy el Señor tu Dios te manda obedecer estos preceptos y normas. Pon todo lo que esté de tu parte para practicarlos con entusiasmo. 17 Hoy has declarado que el Señor es tu Dios y que andarás en sus caminos, que prestarás oído a su voz y que cumplirás sus preceptos, mandamientos y normas. 18 Por su parte, hoy mismo el Señor ha declarado que tú eres su pueblo, su posesión preciosa, tal como lo prometió. Obedece, pues, todos sus mandamientos. 19 El Señor ha declarado que te pondrá por encima de todas las naciones que ha formado, para que seas alabado y recibas fama y honra. Serás una nación consagrada al Señor tu Dios.»

El altar sobre el monte Ebal

27Moisés y los ancianos de Israel le dieron al pueblo esta orden: «Cumple todos estos mandamientos que hoy te entrego. 2 Después de cruzar el Jordán y de entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, levantarás unas piedras grandes, las revocarás con cal, 3 y escribirás sobre ellas todas las palabras de esta ley. Esto lo harás después de cruzar el Jordán y de entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, tierra donde abundan la leche y la miel, tal como el Señor tu Dios se lo prometió a tus antepasados. 4 Cuando hayas cruzado el Jordán, colocarás esas piedras sobre el monte Ebal y las revocarás con cal, tal como te lo ordeno hoy. 5 Edificarás allí un altar de piedra en honor al Señor tu Dios, pero no con piedras labradas con instrumentos de hierro, sino con piedras enteras, 6 porque el altar del Señor deberá construirse con piedras del campo. Quemarás sobre él ofrendas al Señor tu Dios; 7 ofrecerás allí sacrificios de comunión, y los comerás y te regocijarás en la presencia del Señor tu Dios. 8 Sobre las piedras de ese altar escribirás claramente todas las palabras de esta ley.»

Maldiciones desde el monte Ebal

9 Entonces Moisés y los sacerdotes levitas dijeron a todo Israel: «¡Guarda silencio, Israel, y escucha! Hoy te has convertido en el pueblo del Señor tu Dios. 10 Obedece al Señor tu Dios y cumple los mandamientos y preceptos que hoy te mando.»

11 Ese mismo día Moisés le ordenó al pueblo:

12 «Cuando hayan cruzado el Jordán, las siguientes tribus estarán sobre el monte Guerizín para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín.

13 »Sobre el monte Ebal estarán estas otras, para pronunciar las maldiciones: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí.

14 »Los levitas tomarán la palabra, y en voz alta le dirán a todo el pueblo de Israel:

15 “Maldito sea quien haga un ídolo, ya sea tallado en madera o fundido en metal, y lo ponga en un lugar secreto. Es creación de las manos de un artífice, y por lo tanto es detestable al Señor.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
16 “Maldito sea quien deshonre a su padre o a su madre.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
17 “Maldito sea quien altere los límites de la propiedad de su prójimo.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
18 “Maldito sea quien desvíe de su camino a un ciego.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
19 “Maldito sea quien viole los derechos del extranjero, del huérfano o de la viuda.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
20 “Maldito sea quien se acueste con la mujer de su padre, pues con tal acción deshonra el lecho de su padre.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
21 “Maldito sea quien tenga relaciones sexuales con un animal.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
22 “Maldito sea quien se acueste con su hermana, hija de su padre o de su madre.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
23 “Maldito sea quien se acueste con su suegra.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
24 “Maldito sea quien mate a traición a su prójimo.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
25 “Maldito sea quien acepte soborno para matar al inocente.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”
26 “Maldito sea quien no practique fielmente las palabras de esta ley.”
Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

Bendiciones por la obediencia

28»Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. 2 Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre:

3 »Bendito serás en la ciudad,
y bendito en el campo

4 »Benditos serán el fruto de tu vientre,
tus cosechas, las crías de tu ganado,
los terneritos de tus manadas
y los corderitos de tus rebaños.

5 »Benditas serán tu canasta
y tu mesa de amasar.

6 »Bendito serás en el hogar,
y bendito en el camino.

7 »El Señor te concederá la victoria sobre tus enemigos. Avanzarán contra ti en perfecta formación, pero huirán en desbandada.

8 »El Señor bendecirá tus graneros, y todo el trabajo de tus manos.

»El Señor tu Dios te bendecirá en la tierra que te ha dado.

9 »El Señor te establecerá como su pueblo santo, conforme a su juramento, si cumples sus mandamientos y andas en sus caminos. 10 Todas las naciones de la tierra te respetarán al reconocerte como el pueblo del Señor.

11 »El Señor te concederá abundancia de bienes: multiplicará tus hijos, tu ganado y tus cosechas en la tierra que a tus antepasados juró que te daría.

12 »El Señor abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos. Tú les prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado de nadie. 13 El Señor te pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos del Señor tu Dios que hoy te mando, y los obedezcas con cuidado. 14 Jamás te apartes de ninguna de las palabras que hoy te ordeno, para seguir y servir a otros dioses.

Comentario

«La presencia del Señor»

En este pasaje vemos parte del trasfondo del Antiguo Testamento para la comprensión de la «la presencia del Señor». La tierra que Dios ha dado como herencia era el lugar que eligió como «residencia de su nombre» (26:2, DHH).

Tenían que recitar su historia en presencia del «Señor tu Dios» (v.5). Debían postrarse «ante él» (v.10). Ante la presencia de Dios tenían que orar por la bendición de Dios para su pueblo (vv.9–16). Debían gozarse «en la presencia del Señor» (27:7).

Dios había rescatado a su pueblo de «la miseria, el trabajo y la opresión» (26:7). Estas palabras también son una buena descripción de la vida sin la presencia de Dios. Él llamó a su pueblo para ser «su posesión preciosa» (v.18). Les dice que edifiquen un lugar de alabanza donde se puedan gozar «la presencia del Señor tu Dios» (27:7).

El pecado es lo que nos saca de la presencia de Dios. Por lo tanto, Dios advierte a su pueblo para que se abstengan de la idolatría, deshonrar a las familias, el robo, desorientar a los ciegos, la injusticia, la inmoralidad sexual, el asesinato y los sobornos (vv.14–26).

En contraste, si su pueblo obedece completamente disfrutará de todas sus bendiciones (28:1–14). Dios promete bendecir sus hogares, familias, trabajo y otras actividades. Como escribe Joyce Meyer: «Nuestra obediencia no debe ser un acto ocasional, sino nuestra manera de vivir. Hay una gran diferencia entre quienes están dispuestos a obedecer diariamente y quienes solo quieren obedecer cuando necesitan salir de una dificultad. Ciertamente, Dios muestra a la gente cómo salir de los problemas, pero derrama bendiciones abundantes sobre los que deciden vivir para Él de todo corazón, haciendo de la obediencia su estilo de vida».

Por supuesto, ninguno de nosotros hemos obedecido a Dios completamente, solo Jesús lo ha hecho. Su muerte y resurrección hicieron posible que tú fueras perdonado para disfrutar de la presencia de Dios y un anticipo de todas las bendiciones que se prometen en este pasaje. Y un día, cuando Jesús regrese, las experimentarás en toda su plenitud en la presencia visible de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Oración

Padre, gracias por todas las bendiciones que prometes. Gracias por el perdón que se alcanza en Jesucristo. Gracias porque experimento un anticipo de estas bendiciones en esta vida y un día las experimentaré completamente, en la presencia visible de Dios.

Añadidos de Pippa

Pippa añade

Lucas 17:16

«Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias».

Debo seguir dando gracias a Jesús por todas las extraordinarias cosas que ha hecho y continúa haciendo.

Salmo 46:1–2a

«Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos».

En cuanto leo estos versículos me siento mejor al saber que Dios está conmigo en toda situación. Debo recordarme a mí misma que «no temeré» incluso en la hora de la tentación. En vez de temer, intento hacer lo que el versículo 10 dice: quedarme quieta y reconocer que Él es Dios.

Versículo del día

Salmo 46:1-2a

'Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos....'

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Referencias

Notas:

Joyce Meyer, Cómo oír a Dios, (Charisma Media, 2004), pág. 203

Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. ‘NIV’ is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.

Scripture quotations marked (AMP) taken from the Amplified® Bible, Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964, 1965, 1987 by The Lockman Foundation. Used by permission. (www.Lockman.org)

Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel

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